viernes, 14 de octubre de 2011

El probable acuerdo de liberación de Guilad Shalit y el porvenir para Israel

El probable acuerdo de liberación de Guilad Shalit y el porvenir para Israel

Ezequiel Eiben
14/10/2011
16 Tishrei 5772


La probabilidad de llevar adelante un acuerdo por parte del gobierno de Israel con Hamas, a través de la mediación de Alemania con colaboradores egipcios, para liberar al soldado de Tzahal Guilad Shalit, ha vuelto a encender como siempre las vociferadas posturas opuestas, a favor y en contra del trato de marras: por un lado, los que se muestran a favor del acuerdo, sostienen que es obligación de Estado recuperar a uno de sus hijos secuestrado, que encima en el caso de Shalit este estaba prestando un servicio al país por lo que merece enormes esfuerzos, y que la vida de un israelí vale lo suficiente para hacer concesiones al enemigo con tal de salvarla; los que se muestran en contra alegan que firmar un acuerdo por la liberación de Shalit a cambio de prisioneros palestinos con sangre en las manos (terroristas asesinos) no hace más que incentivar al terrorismo a seguir secuestrando gente para reclamar por más presos liberados, le permite continuar con campañas de extorsión, y que además se proyecta una imagen de debilidad israelí que cede ante la presión, el chantaje y las amenazas de sus enemigos. Vale la aclaración: ambos grupos desean que Guilad sea recuperado sano y salvo, pero difieren en los medios propuestos: los primeros quieren liberarlo por medio de negociaciones asegurándose con claras garantías el bienestar del soldado; los segundos quieren liberarlo pero mediante una operación militar de rescate que implica más riesgos pero permite no tener que rebajar a Israel al nivel de negociar con terroristas.
Frente a esto, la cuestión política que se está dando para analizar es que precisamente un gobierno como el de Biniamin Netanyahu que defendía en teoría la segunda tesis, es el que puede ser protagonista de un histórico acuerdo siguiendo el curso de los postulados de la primera tesis. Escribió Netanyahu en su libro “Fighting Terrorism: How Democracies Can Defeat Domestic and International Terrorists”: “No liberar a los terroristas encarcelados. Entre las políticas más importantes que deben adoptarse frente al terrorismo es la negativa a liberar a terroristas convictos de las prisiones. Esto es un error que Israel, líder en técnicas anti-terroristas, ha hecho una y otra vez. La liberación de terroristas convictos antes de haber cumplido sus condenas parece una forma fácil y tentadora de desactivar situaciones de chantaje en el que personas inocentes pueden perder sus vidas. Pero su utilidad es momentánea. Liberar presos sólo alentará a los terroristas, dándoles la sensación de que incluso si se les captura el castigo será breve” (1). Como vemos, los tiempos y el contexto de suma delicadeza de la situación que atraviesa Israel, pueden haber llevado a Netanyahu a reconsiderar sus propias formulaciones. Este aparente giro copernicano (lo llamaremos aparente hasta que haya una confirmación y no se presenten sorpresas) se hace aun más notorio al repasar la lista de los terroristas que serían dejados en libertad, en donde se encuentran nombres especialmente nefastos. Tal como informa el material de Hatzad HaShení: “¿Quiénes son los archi terroristas que podrían ser liberados? Podría ser Marwan Barguti, ex jefe del Tanzin, cursa 5 sentencias de por vida más otros 40 años de condena. Abdallah Barguti – El ingeniero del Hamás, mato a 67 israelíes. Ahmed Saadat – jefe del “frente Popular para la Liberación de Palestina”, asesinó al ministro israelí Rehavam Zeevi. Ibrahim Hamed – jefe del ala militar en Ramallah, responsable de decenas de atentados, sobresalen las matanzas en el café Moment e Hillel, etc” (2).
Otro tópico a analizar es como seguirá la visión israelí al respecto del tema de los secuestros, de aquí a futuro. Si para cada caso concreto habrá que planificar una solución específica, si de una vez por todas se sentarán las bases de una política estable y consistente con principios rectores inmodificables desde los que se partirá para considerar cualquier episodio, si se mezclarán las tesis de acuerdo a lo que se presente; en fin, si se establecerá una política de Estado duradera y coherente, o si las resoluciones vendrán de políticas de gobierno de acuerdo a quien esté en el poder. Por internet circulan opiniones de analistas que proponen algo como lo siguiente: “...las reglas deberían ser cambiadas:
1) A todo secuestrado por los terroristas se lo considerará a partir del momento del hecho como 'muerto'.
2) Para facilitar las cosas, cada soldado deberá ser provisto de un dispositivo letal implantado en alguna parte de su cuerpo, que solo podrá activar él mismo en caso necesario, si así desea hacerlo. Creo que tenemos la tecnología para materializar ese tipo de cosas. El dispositivo le permitirá decidir si prefiere vivir en cautiverio... o apagar la luz.
3) Nunca más canjes ni permutaciones, bajo ninguna circunstancia.
4) La única forma que un secuestrado podrá volver a casa será si lo liberan, o si eventualmente es rescatado por una operación comando.
5) Para los criminales terroristas que son arrestados, sin excepción alguna: pena de muerte”
(3).
Los puntos aquí enunciados me permiten hacer ciertas reflexiones: estoy en contra de ceder ante los chantajes terroristas, es repugnante el quebrarse ante sus extorsiones y amenazas. Considero que aceptar tratos en los términos de los terroristas es otorgarles un triunfo significativo que incentiva su metodología de la muerte y agranda sus aspiraciones inhumanas. Los terroristas presos en las cárceles israelíes gozan de privilegios que ha más de un observador lo dejan atónito o incrédulo; se podría considerar la pena de muerte para todos los terroristas bajo las siguientes premisas: ellos no reconocen el derecho a la vida de otras personas y atentan contra ellas, ergo pierden la posibilidad de resguardarse en su propio derecho a la vida. Los terroristas no pueden invocar para sí un derecho que no están dispuestos a respetar en los demás: la vida.
Israel puede llegar a considerar seriamente la opción de proveer a cada soldado con un dispositivo para suicidarse si así lo desean en caso de ser secuestrados o capturados; sin embargo, para que haya justicia en este asunto de ser soldado, es preciso que el ejército deje de ser forzoso y pase a ser voluntario. Si servir en Tzahal es voluntario, el riesgo asumido es propio del jaial: nadie lo forzaría a hacer algo que no quiere, emprender una misión que no comparte, realizar un trabajo que no elige; la persona sería ama y señora de su decisión de convertirse en conscripto, y en caso de aceptar serlo, atenerse a las consecuencias y riesgos inherentes de su libre decisión, sabiendo las reglas de juego expresas desde el comienzo. En el caso del servicio militar voluntario, sí sería moral la decisión de ser soldado; y ante una situación desfavorable (si se implantara el mencionado sistema del dispositivo) se tendría la alternativa de suicidarse antes que caer en manos enemigas, pero a dicha situación se habría llegado circunstancialmente ejerciendo funciones estipuladas en un contrato firmado voluntariamente sin coacción.
Si el ejército es forzoso, y encima se dispone por ley que el soldado secuestrado será considerado muerto y se le implantará un dispositivo para suicidarse si así lo prefiere, se está obligando por la fuerza a una persona a que se embarque en un servicio del cual no tiene escapatoria asumiendo que si las cosas salen mal puede suicidarse o bien someterse a las torturas de los criminales enemigos. Alguno podría decir que el jaial tiene libertad de elegir la alternativa de suicidarse o no hacerlo; pero sin embargo el problema radica en la base y es que el soldado no elige si quiere hacer o no el ejército, por lo tanto se lo ha privado de elegir en la raíz de la situación que lo llevó en su desenlace al escenario de las alternativas. Su libertad está restringida de manera forzosa previamente, y él debe optar entre opciones (y encima ninguna es buena) en un contexto impuesto, sustraído a su consentimiento.
En definitiva, Israel debe abolir el servicio militar obligatorio (forzoso), y a partir de ese importante paso en el respeto por los derechos individuales de sus ciudadanos, debe establecer una política de Estado de negativa a la liberación de terroristas. No se debe ceder más a las exigencias terroristas, no se debe liberar más a los asesinos con manos ensangrentadas para que sigan llevando a cabo su propósito de eliminación del Estado Judío; y tampoco se debe obligar más a los ciudadanos israelíes a que sirvan en el ejército bajo riesgo de ser muertos, secuestrados o capturados por un enemigo en una situación en la que no eligieron estar.
A partir de este avance, los soldados como Guilad podrán optar libremente por servir o no en el ejército; nos ahorraremos penurias como la del presente ante las exigencias de un grupo terrorista plagado de asesinos para liberar más asesinos, y ante el secuestro ya por más de 5 años de un inocente ciudadano israelí que está sufriendo profundamente de manera injusta por un episodio derivado de prestar un servicio militar sobre el que no tuvo poder de elección; y cada vez que un ciudadano israelí interesado por la defensa de su país decida sin coacción estatal enlistarse en Tzahal, sabrá que, por propia convicción, habrá sellado su suerte.

Fuentes:

1- Benjamin Netanyahu: no escribas más libros, por favor!
http://www.coscorrones.com/2011/10/benjamin-netanyahu-no-escribas-mas.html
2- El gobierno israelí aprueba el acuerdo con el Hamás para intercambiar a Guilad Shalit por 1000 terroristas palestinos
Hatzad Hashení (La cara de la verdad) - CLAM HASBARÁ - Gabriel Ben Tasgal
3- Olga opina, y nada más
http://www.coscorrones.com/2011/10/olga-opina-y-nada-mas.html