sábado, 22 de febrero de 2014

Muerte a Maduro. Muerte a los tiranos.



Muerte a Maduro. Muerte a los tiranos.
Ezequiel Eiben
22/2/2014

El gobierno socialista de Nicolás Maduro en Venezuela es una tiranía dedicada a aplastar los derechos de los ciudadanos. Los expolia diariamente; los reprime ferozmente en las calles impidiendo que puedan protestar contra los desvíos, abusos y ejercicios indebidos del poder; los asesina con fiereza. Las fuerzas armadas y de seguridad en Venezuela no están desempeñando el papel de protectores de la población, sino el de agresores. Lo único que protegen con actitud corporativa es la casta gobernante central y sus acuerdos corruptos y espurios. Que paradoja: supuestamente, Maduro y los uniformados armados son empleados de los civiles que están atacando con impunidad.
En Venezuela no hay división de poderes real, sino caprichos e irracionalidades de un tirano que se imponen en el ámbito que se le antoje. Todo avalado y apoyado por la dictadura comunista de Cuba, que apadrinó al proyecto de Hugo Chávez y del cual se sirve mediante barriles de petróleos para seguir esparciendo la maldad por el continente.
Frente a tamaño panorama, ¿qué pueden hacer los venezolanos de bien? Pueden optar por resistencia pacífica, seguir convocando a marchas sin violencia, o pueden armarse hasta los dientes y combatir la tiranía socialista. Tienen opciones sobre la mesa, algunas más realistas que otras. Ahora bien, a continuación voy a hablar de una opción, no desde el punto de vista de posibilidades de ejecución, sino desde el punto de vista moral en su implementación. Me refiero a matar al tirano Nicolás Maduro.
La doctrina del tiranicidio se refiere al hecho de matar al gobernante cuando este deja de cumplir su función de representante de los intereses del pueblo y protector de sus derechos, y se transforma en un déspota, tirano, o dictador dedicado a someter a la ciudadanía, violando sus derechos, esclavizando, asesinando, manteniendo súbditos en la miseria. El tirano pervierte la supuesta función del gobernante, obstruye el funcionamiento que debería tener la política al servicio de la gente, y canaliza las acciones del aparato gubernamental en la satisfacción de su propia ambición, megalomanía y arbitrariedad. En el camino, los ciudadanos van muriendo o perdiendo todo. Para evitar la perpetuación del tirano, el pueblo puede matarlo y recuperar su libertad.
Nicolás Maduro es una figura tiránica que roba, reprime y asesina a los venezolanos. Es un inmoral que comete inmoralidades. Está concentrado en difundir la maldad mediante su gobierno socialista esclavista. En aras de su supervivencia, los venezolanos pueden moralmente matar a Maduro. Sería lisa y llanamente la aplicación práctica del derecho a la auto-defensa: proteger su vida, libertad y propiedad, proteger sus derechos, frente a la amenaza y agresión de un socialista asesino, esclavista y ladrón, violador de derechos individuales. Sería una acción moral por parte de los venezolanos, defender lo suyo liquidando al agresor que pretende quitarles todo.
Los seres humanos, si quieren relacionarse moralmente, deben basar sus vínculos en el respeto mutuo y la consideración de cada uno de ellos como individuos independientes con su propia consciencia y racionalidad. Los tratos tienen que ser voluntarios, no impuestos. Las relaciones entre sí que honran tal posición moral son las contractuales, alejadas de la imposición de “deberes” inexistentes. En este contexto, el consentimiento es piedra angular de los vínculos humanos. Nadie tiene derecho a iniciar fuerza física contra otros para obligarlos a realizar lo que no quieren realizar. Es decir, nadie puede empezar violencia contra otros invocando válidamente un amparo moral. Pero llegado el caso de que alguien inicie fuerza física para imponerse, la implementación de fuerza en retaliación es moral: es un medio de protección frente a las invasiones del agresor. La violencia defensiva es válida frente a quien ha violado las reglas del buen trato entre las personas y dejando de lado las consideraciones de individuos independientes y seres humanos con derechos, intenta subyugar arbitrariamente al resto. Maduro es un exponente de la fuerza bruta, la negación de los derechos de los individuos y la imposición de los antojos a través de la violencia. Esto habilita a los venezolanos a ejercer violencia defensiva y protegerse del asalto socialista. Maduro no es un simple ladrón o un inofensivo personaje que profiere amenazas irrealizables: Maduro es el tirano al frente del gobierno de un país, que ya ha asesinado a civiles y ha pisoteado su libertad. No es ser “desproporcionado” o “exagerado” pedir su muerte. Liquidar a Maduro para protegerse y conservar la propia vida, libertad y propiedad en una situación extrema y de enorme gravedad, en un grito de auto-respeto y auto-valoración, es un acto de justicia, lisa y llanamente.  
No hay que tenerle respeto a Maduro, quien no respeta a los demás. No hay que permitir que Maduro se ampare moralmente en derechos, siendo él un inmoral violador serial de derechos: si no está dispuesto a respetar derechos en otros, no puede escudarse en esos mismos derechos. Maduro no respeta el derecho a la vida; ergo, Maduro no puede alegar derecho a su vida, y puede ser moralmente liquidado.
El venezolano de bien que quiera proceder a matar a Maduro en una acción libertaria digna, y dejarle colgado en su cadáver un cartel con la leyenda Sic Semper Tyrannis, tiene mi apoyo y le deseo éxitos en su noble y heroica empresa.
Muerte a Maduro. Muerte a los tiranos.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Tres aspectos de los sucesos en Venezuela



Tres aspectos de los sucesos en Venezuela
Ezequiel Eiben
19/2/2014

Voy a abordar tres aspectos de los sucesos en Venezuela: el ejercicio del poder del gobierno de Maduro (como continuación de Chávez), la posición de ciertas instituciones públicas argentinas al respecto, y la hipocresía y malignidad de muchos en la izquierda.
Para empezar, digo que el gobierno venezolano desde hace rato es una tiranía. Los fanáticos de izquierda y aduladores del autoritarismo niegan este hecho alegando que tanto Chávez como Maduro ganaron elecciones. Pues bien, reducir la situación a los votos obtenidos (sospechas de fraude aparte) es hacer un recorte indebido. No hay que quedarse simplemente con la manera en que alguien llega al poder, sino también con la manera en que lo ejerce. Por ejemplo, los nazis en Alemania también se presentaron exitosamente a elecciones.
Es notorio que el gobierno venezolano aplasta sistemáticamente los derechos de los ciudadanos, es asquerosamente corrupto y está aliado a lo más execrable de lo execrable.
El chavismo ha violado propiedad privada, expropiado negocios y medios de comunicación, atacado mediante fuerzas paramilitares a opositores en las calles, detenido arbitrariamente a los que no son de su gusto, y un sinnúmero de atropellos detestables. El chavismo ha enriquecido a sus funcionarios a través de ganancias petroleras, a la par que mantiene a gran parte de la población sumida en profunda pobreza. El chavismo se juntó con la dictadura teocrática de Irán para llevar adelante turbulentos planes de expansión de la influencia islamista en América Latina. El aparato de represión y vigilancia iniciado por Chávez, es continuado por Maduro. Las violaciones a derechos fundamentales, la corrupción y los vínculos con tiranías, siguen siendo estampa en el gobierno venezolano. El partido gobernante está fundido con el Estado; todo aquel que no está de acuerdo con la llamada “revolución bolivariana” es acusado de imperialista, anti-patria, etc. y puede ser perseguido o violentado por el poder oficial o con el aval del mismo; la división de poderes es un chiste de mal gusto y las instituciones responden a la manipulación oficialista. Hay un líder que se sitúa por encima de la ley impuesta a sus súbditos, y ordena y dispone a su antojo sobre vida y propiedad ajena. Esta es la tiranía venezolana.
Con respecto de las instituciones argentinas, más de una, vergonzosamente, ha sacado un comunicado en apoyo de Maduro. Utilizando las frases hechas, los clichés y los eufemismos más insoportables y añejos, defienden a una tiranía. Descalifican las protestas mediante generalizaciones absurdas, y clasifican a los manifestantes empleando estándares no verificados en la realidad. Las protestas son descartadas por ser “de derecha” (como si todo el que protestara fuera de derecha y como si el hecho de que fuera de derecha ya bastara por sí mismo para no oírla); son señaladas como “desestabilizadoras” (como si el gobierno venezolano fuera un ejemplo de estabilidad y seguridad jurídica, o como si estuviera mal quejarse por la especie de “estabilidad” imperante); y son deslegitimadas bajo el rótulo de “golpistas” (olvidando convenientemente que el propio Hugo Chávez era un golpista que intentó hacerse con el poder por esa vía). Hay muchos estudiantes envueltos en las protestas venezolanas, por eso quiero enfocarme principalmente en el comunicado de la Universidad Nacional de Córdoba, que dice con una carga de cinismo espeluznante: “Repudio al intento desestabilizador en Venezuela - La Universidad Nacional de Córdoba repudia los hechos de violencia acaecidos en la República Bolivariana de Venezuela, que dan cuenta de un claro intento desestabilizador hacia el gobierno constitucional del actual presidente Nicolás Maduro. En el mismo sentido expresa su apoyo al pueblo venezolano y ratifica su compromiso con las instituciones democráticas del mundo y especialmente con los gobiernos constitucionales latinoamericanos”. Valga la paradoja, una institución educativa donde asisten miles de estudiantes, apoya la represión indebida, ilegítima e inmoral a estudiantes en Venezuela. Es más, asocia los hechos de violencia a un intento de desestabilizar el gobierno de Maduro. ¿Qué quiere decir esto? Que está repudiando hechos de violencia… ¡contra el gobierno de Maduro! ¡No repudia los hechos de violencia del gobierno de Maduro contra los manifestantes, que es lo que en verdad ha sucedido! Golpizas de fuerzas armadas a ciudadanos en las calles; disparos que asesinaron como el que recibió el estudiante Bassil da Costa o que han dejado momentáneamente a personas en estado de gravedad como el recibido por la reina de la belleza Génesis Carmona; denuncias de violaciones por vía anal a los manifestantes detenidos por las fuerzas del gobierno; irrupción en la sede del partido Voluntad Popular; persecución al dirigente opositor Leopoldo López y su familia. Es decir, aplicación diaria de violencia por parte de Maduro, no basta para que los perversos que redactaron ese vergonzoso comunicado dejen de mentir y digan quién es el verdadero victimario y quiénes son las verdaderas víctimas. Encima, tienen la cara para decir que apoyan al pueblo venezolano, parte del cual precisamente está protestando y siendo asesinado en las calles. 
Por último, abordamos la hipocresía y la visión maligna de gran parte de la izquierda. La hipocresía se ve en los que supuestamente están en contra de dictaduras militares, que defienden la represión de las fuerzas estatales y la ayuda que reciben de los efectivos cubanos enviados por el régimen comunista de la isla. La malignidad se observa en los que apoyaron a estudiantes comunistas en Chile que quieren vivir como parásitos del resto de los ciudadanos y claman por el Estado interventor y paternalista que regule, controle y provea educación y otros servicios, y ataque propiedad privada; que ahora están en contra de los estudiantes venezolanos que piden libertad, respeto a sus derechos y el cese del autoritarismo. La izquierda se para del lado que circunstancialmente le conviene y junto a la violencia: si los estudiantes son comunistas y atacan a la policía, los apoyará; si los estudiantes piden libertad y protestan contra un régimen socialista y son atacados por la policía, apoyará a la policía. Y hay que advertir: Ojo con los izquierdistas que se hacen los desentendidos con Venezuela y dicen que eso es fascismo. Le quieren limpiar el nombre una vez más al socialismo para que tal doctrina salga intacta de nuevo, como después de la II Guerra Mundial con el nazismo y en cierta medida después de la Guerra Fría tras el stalinismo y comunismo soviético. Lo que vemos en Venezuela son consecuencias lógicas del socialismo en mayor o menor grado. Que no nos engañen para repetir la historia en el futuro. Fascismo y socialismo son totalitarismos hijos del colectivismo. El tema es que con disimulo varios izquierdistas describen Venezuela como fascismo (que esta asociado a la derecha para el común de la gente) y así limpian el nombre del socialismo (asociado a la izquierda). En definitiva la izquierda nuevamente inmunizándose y negándose a reconocer sus propios fracasos.       
En conclusión, Venezuela es manejada hoy por una tiranía llena de corruptos, asesinos y ladrones que no tiene ninguna legitimidad moral para gobernar. No importan los votos que haya obtenido, no importa que reforme o modifique la constitución a su antojo para darse aires de legalidad. Venezolanos de bien, continúen con sus protestas. Son justas. Tienen en dirigentes como Maria Corina Machado representantes idóneos para sacarlos del pozo donde están. Y tienen en ustedes mismos la fuerza necesaria para sobreponerse a los obstáculos que les impone la brutalidad de la tiranía socialista.
  
 

Inflación



Inflación
Ezequiel Eiben
17/2/2014

La definición que con frecuencia escuchamos sobre inflación es que es el aumento generalizado de precios. Esta definición es errónea, por dos motivos: no  se focaliza con precisión en lo que es la inflación en sí y su causa; y porque lleva a confundir causa y efecto. Como explica Chris Martenson, la inflación no esta causada por el aumento de los precios. El aumento de los precios es un síntoma de la inflación. Podríamos decir que la suba en los precios es un efecto de la inflación, pero quedarnos estacionados allí nos lleva a perdernos la causa de este fenómeno. 
La inflación es causada por la existencia de demasiado dinero en relación a los bienes y servicios que hay en una economía. ¿Cómo se provoca que haya demasiado dinero? A través de la emisión de moneda. En un contexto de libertad de comercio, es el propio mercado el que determina la cantidad de dinero que hay. Al contrario, en un contexto de estatismo, es decir, de regulación política y manipulación burocrática, la clase gobernante es la que toma la decisión sobre el dinero circulante. Aquí se lleva adelante artificialmente lo que se conoce como expansión monetaria, en este caso, la emisión de moneda sin respaldo. El encargado de emitir es el Banco Central, que inunda la economía de billetes. El dinero es como un bien más, por ende, mientras más dinero haya en circulación, menor será su valor. El hecho que haya mayor dinero en circulación, no implica que se multipliquen los bienes y servicios existentes que se pueden comprar con ese dinero. Entonces, los precios se reacomodan a la situación en relación con la cantidad de dinero, y suben. Entonces, ¿qué sucede realmente? No un mero aumento en los precios; sino la pérdida del poder adquisitivo del dinero que tiene la gente. Aumenta cuantitativamente la cantidad de billetes, pero disminuye lo que puedo adquirir con ellos. El dinero pierde valor. De este modo, el cuadro completo de la inflación, y no el que selectivamente recortan los que definen a la misma como “aumento de precios”, es el siguiente: la pérdida del poder adquisitivo del dinero por la emisión de moneda sin respaldo que hace el Banco Central.
Como vemos, la falaz primera definición apunta únicamente a la consecuencia del aumento de precios. Si nos quedamos  solamente con eso, ¿dónde se dirige la mira? Al comercio. Se culpa a los comerciantes, empresarios, hombres de negocios, por subir los precios de sus productos. Nacen expresiones como las del extinto corrupto ex presidente argentino Néstor Kirchner, cuando se refería a los que “lucraban con el hambre del pueblo argentino”. Tal demagogia pretende distorsionar la realidad, y hacer que lo cañones apunten a donde les conviene a los políticos. Así, la culpa se la endilgan a quienes venden los bienes cuyo precio aumentó por el reacomodamiento a la cantidad de dinero circulante. Nada se dice sobre los responsables de poner ese dinero en circulación; es decir, nada se habla sobre expansión monetaria y los responsables político de ordenarla. Se castiga a los comerciantes, y el gobierno queda a salvo.
Con el nuevo cuadro que tenemos sobre la inflación, en cambio, podemos identificar al verdadero responsable de la misma: el gobierno. Es la clase gobernante la que monopoliza la emisión de moneda, la que ordena expandirla, la que imprime billetes sin respaldo. El economista Ludwig Von Mises escribió hace décadas: “La cosa más importante para recordar es que la inflación no es un acto de Dios, no es una catástrofe de los elementos ni una enfermedad que aparece como la plaga. La inflación es una política”.
La culpa de la inflación es del gobierno. No es de los comerciantes, que deben padecerla en sus negocios. Es del gobierno, que adrede la provoca: emite moneda para financiar su enorme gasto público, para cubrir los desembolsos en populismo y demagogia, para cubrir los agujeros a los que conducen su despilfarro. Es el gobierno que controla al Banco Central ordenando emitir moneda, el que azota a la población con la inflación. Como bien describe el economista Eduardo Marty, la inflación es un proceso de falsificación monetaria.
Hasta aquí hemos analizado a la inflación desde el punto de vista económico. Ahora la abordaremos desde otros ángulos para comprobar el alcance de su nocividad. Desde lo jurídico, la inflación funciona como un impuesto no declarado. En el decir de Milton Friedman: “La inflación es la forma de recaudar impuestos que puede ser impuesta sin legislación”. La inflación opera una transferencia de recursos como un impuesto, con la diferencia de que es un impuesto no reconocido, no sancionado por el Congreso, sino aplicado de facto por el gobierno. Esta transferencia de recursos perjudica sobre todo a los pobres, que sufren con la depreciación del ya de por sí escaso dinero que tienen; y beneficia al gobierno para sostener su populismo y a los amigos del poder, los prebendarios que reciben en primer término el dinero emitido. Por eso el gobierno provoca a propósito la inflación, por eso la necesita para cumplir sus fines, y en aras de salir ileso ante la opinión pública difunde la mentira de la culpabilidad de los productores. En palabras de Mises: “Los defensores del control público no pueden prescindir de la inflación. La necesitan para financiar su política de gastos imprudentes y de generoso subsidio y soborno a los votantes”.
Desde el campo psicológico, notamos que la definición destruye la estabilidad, el resguardo y la planificación mental a largo plazo que intentan elaborar los individuos para conducir su vida. Como el dinero pierde su poder adquisitivo, los precios suben, y lo que no compro hoy mañana saldrá más caro, el gobierno se sale con la suya armando una fiesta artificial del consumo y mi capacidad de ahorro queda en jaque. La inflación impide estabilidad porque no hay credibilidad en la moneda y se dificulta efectuar negocios y contratos duraderos por los continuos ajustes que deben sufrir los valores en juego; arremete contra el resguardo porque no hay seguridad en lo que pasará mañana y en lo que podré o no podré adquirir con la moneda falsificada; y bloquea la planificación a largo plazo porque carcome el bolsillo, licua ahorros, arruina la perspectiva de futuro.
Esto nos lleva directo al punto de vista político-social: con la manipulación de la moneda que conduce a inflación, el gobierno logra la manipulación del trabajo de las personas que conduce a la esclavitud. Si nuestro bolsillo está debilitado, si nuestros ahorros han sido destruidos y no avizoramos un buen futuro posible porque el poder adquisitivo está diezmado, y si se nos bombardea con propaganda que habla sobre mezquinos especuladores y avariciosos empresarios como culpables de la crisis, el mensaje que se manda es que hay que recurrir al gobierno como nuestro salvador. El gobierno nos quiere controlar mediante la inflación, hacernos sentir que lo necesitamos para que nos salve, cuando en verdad, es él quien nos metió en este lio. Conviene citar nuevamente al genial Mises: “Para evitar ser acusado de las nefastas consecuencias de la inflación, el gobierno y sus secuaces recurren a un truco semántico. Tratan de cambiar el significado de los términos. Llaman “inflación” a la consecuencia inevitable de la inflación, es decir, al aumento en los precios. Ansían relegar al olvido el hecho de que este aumento se produce por un incremento en la cantidad de dinero y sustitutivos del dinero. Nunca mencionan este incremento. Atribuyen la responsabilidad del aumento del coste de la vida a los negocios. Es un caso clásico de ladrón gritando “¡Al ladrón!” El gobierno, que produjo la inflación multiplicando la oferta de dinero, incrimina a los fabricantes y comerciantes y disfruta del papel de ser un defensor de los precios bajos”.
Vamos finalizando con este repaso sobre la inflación. Hemos escuchado decir a nefastos personajes del kirchnerismo, como Mercedes Marcó del Pont, que “la emisión no genera inflación”. A este tipo de deliberadas falsedades escupidas por parte de ladrones oficialistas, el presidente del Partido Liberal Libertario, Gonzalo Blousson, responde: “Si la emisión monetaria no tiene relación con la inflación, deberían imprimir billetes para pagar los gastos del Estado y no cobrarle impuestos a la gente; inclusive podrían solucionar el problema de la pobreza emitiendo un millón de pesos para cada argentino (…)”. No solo el gobierno genera la inflación, sino que se encarga de gastar millones en propaganda para culpar a otros. Desde este espacio, quiero afirmar mi apoyo a los comerciantes y decirles que no son los culpables de la inflación. Los hombres de negocios, los productores de riqueza, son héroes cotidianos que generan los bienes y servicios que necesitamos, consumimos y usamos para vivir nuestra vida día a día satisfaciendo gustos e intereses. Son quienes llevan adelante una sociedad hacia la prosperidad, y benefician a sus pares aun sin proponérselo gracias a los enormes beneficios que su trabajo esparce. El responsable de la inflación es el gobierno, que  mediante su aplicación roba de manera inadvertida e inconstitucional la riqueza de los particulares para colmar su sed de populismo y sus aspiraciones megalómanas de expansión. Comerciantes, y verdaderos empresarios (no prebendarios), yo estoy con ustedes. Sepan que aquí tienen a un aliado en la batalla contra la desinformación que ha instalado el gobierno que pretende culparlos. Que los cañones dejen en paz a quienes producen, y apunten a quienes quieren robar la producción: los políticos inflacionistas. 

Bibliografía recomendada:

1) ¡Basta de inflación!
http://bastadeinflacion.tumblr.com/
2) Chris Martenson - Crash Course - 10 - inflación (subtitulado español)
http://www.youtube.com/watch?v=eTV3feEh7ss
3) Inflación - El impuesto oculto
http://www.econocaos.com/inflacion/
4) El Monstruo de la Inflación
http://www.youtube.com/watch?v=L5T0lyaS668