miércoles, 19 de febrero de 2014

Inflación



Inflación
Ezequiel Eiben
17/2/2014

La definición que con frecuencia escuchamos sobre inflación es que es el aumento generalizado de precios. Esta definición es errónea, por dos motivos: no  se focaliza con precisión en lo que es la inflación en sí y su causa; y porque lleva a confundir causa y efecto. Como explica Chris Martenson, la inflación no esta causada por el aumento de los precios. El aumento de los precios es un síntoma de la inflación. Podríamos decir que la suba en los precios es un efecto de la inflación, pero quedarnos estacionados allí nos lleva a perdernos la causa de este fenómeno. 
La inflación es causada por la existencia de demasiado dinero en relación a los bienes y servicios que hay en una economía. ¿Cómo se provoca que haya demasiado dinero? A través de la emisión de moneda. En un contexto de libertad de comercio, es el propio mercado el que determina la cantidad de dinero que hay. Al contrario, en un contexto de estatismo, es decir, de regulación política y manipulación burocrática, la clase gobernante es la que toma la decisión sobre el dinero circulante. Aquí se lleva adelante artificialmente lo que se conoce como expansión monetaria, en este caso, la emisión de moneda sin respaldo. El encargado de emitir es el Banco Central, que inunda la economía de billetes. El dinero es como un bien más, por ende, mientras más dinero haya en circulación, menor será su valor. El hecho que haya mayor dinero en circulación, no implica que se multipliquen los bienes y servicios existentes que se pueden comprar con ese dinero. Entonces, los precios se reacomodan a la situación en relación con la cantidad de dinero, y suben. Entonces, ¿qué sucede realmente? No un mero aumento en los precios; sino la pérdida del poder adquisitivo del dinero que tiene la gente. Aumenta cuantitativamente la cantidad de billetes, pero disminuye lo que puedo adquirir con ellos. El dinero pierde valor. De este modo, el cuadro completo de la inflación, y no el que selectivamente recortan los que definen a la misma como “aumento de precios”, es el siguiente: la pérdida del poder adquisitivo del dinero por la emisión de moneda sin respaldo que hace el Banco Central.
Como vemos, la falaz primera definición apunta únicamente a la consecuencia del aumento de precios. Si nos quedamos  solamente con eso, ¿dónde se dirige la mira? Al comercio. Se culpa a los comerciantes, empresarios, hombres de negocios, por subir los precios de sus productos. Nacen expresiones como las del extinto corrupto ex presidente argentino Néstor Kirchner, cuando se refería a los que “lucraban con el hambre del pueblo argentino”. Tal demagogia pretende distorsionar la realidad, y hacer que lo cañones apunten a donde les conviene a los políticos. Así, la culpa se la endilgan a quienes venden los bienes cuyo precio aumentó por el reacomodamiento a la cantidad de dinero circulante. Nada se dice sobre los responsables de poner ese dinero en circulación; es decir, nada se habla sobre expansión monetaria y los responsables político de ordenarla. Se castiga a los comerciantes, y el gobierno queda a salvo.
Con el nuevo cuadro que tenemos sobre la inflación, en cambio, podemos identificar al verdadero responsable de la misma: el gobierno. Es la clase gobernante la que monopoliza la emisión de moneda, la que ordena expandirla, la que imprime billetes sin respaldo. El economista Ludwig Von Mises escribió hace décadas: “La cosa más importante para recordar es que la inflación no es un acto de Dios, no es una catástrofe de los elementos ni una enfermedad que aparece como la plaga. La inflación es una política”.
La culpa de la inflación es del gobierno. No es de los comerciantes, que deben padecerla en sus negocios. Es del gobierno, que adrede la provoca: emite moneda para financiar su enorme gasto público, para cubrir los desembolsos en populismo y demagogia, para cubrir los agujeros a los que conducen su despilfarro. Es el gobierno que controla al Banco Central ordenando emitir moneda, el que azota a la población con la inflación. Como bien describe el economista Eduardo Marty, la inflación es un proceso de falsificación monetaria.
Hasta aquí hemos analizado a la inflación desde el punto de vista económico. Ahora la abordaremos desde otros ángulos para comprobar el alcance de su nocividad. Desde lo jurídico, la inflación funciona como un impuesto no declarado. En el decir de Milton Friedman: “La inflación es la forma de recaudar impuestos que puede ser impuesta sin legislación”. La inflación opera una transferencia de recursos como un impuesto, con la diferencia de que es un impuesto no reconocido, no sancionado por el Congreso, sino aplicado de facto por el gobierno. Esta transferencia de recursos perjudica sobre todo a los pobres, que sufren con la depreciación del ya de por sí escaso dinero que tienen; y beneficia al gobierno para sostener su populismo y a los amigos del poder, los prebendarios que reciben en primer término el dinero emitido. Por eso el gobierno provoca a propósito la inflación, por eso la necesita para cumplir sus fines, y en aras de salir ileso ante la opinión pública difunde la mentira de la culpabilidad de los productores. En palabras de Mises: “Los defensores del control público no pueden prescindir de la inflación. La necesitan para financiar su política de gastos imprudentes y de generoso subsidio y soborno a los votantes”.
Desde el campo psicológico, notamos que la definición destruye la estabilidad, el resguardo y la planificación mental a largo plazo que intentan elaborar los individuos para conducir su vida. Como el dinero pierde su poder adquisitivo, los precios suben, y lo que no compro hoy mañana saldrá más caro, el gobierno se sale con la suya armando una fiesta artificial del consumo y mi capacidad de ahorro queda en jaque. La inflación impide estabilidad porque no hay credibilidad en la moneda y se dificulta efectuar negocios y contratos duraderos por los continuos ajustes que deben sufrir los valores en juego; arremete contra el resguardo porque no hay seguridad en lo que pasará mañana y en lo que podré o no podré adquirir con la moneda falsificada; y bloquea la planificación a largo plazo porque carcome el bolsillo, licua ahorros, arruina la perspectiva de futuro.
Esto nos lleva directo al punto de vista político-social: con la manipulación de la moneda que conduce a inflación, el gobierno logra la manipulación del trabajo de las personas que conduce a la esclavitud. Si nuestro bolsillo está debilitado, si nuestros ahorros han sido destruidos y no avizoramos un buen futuro posible porque el poder adquisitivo está diezmado, y si se nos bombardea con propaganda que habla sobre mezquinos especuladores y avariciosos empresarios como culpables de la crisis, el mensaje que se manda es que hay que recurrir al gobierno como nuestro salvador. El gobierno nos quiere controlar mediante la inflación, hacernos sentir que lo necesitamos para que nos salve, cuando en verdad, es él quien nos metió en este lio. Conviene citar nuevamente al genial Mises: “Para evitar ser acusado de las nefastas consecuencias de la inflación, el gobierno y sus secuaces recurren a un truco semántico. Tratan de cambiar el significado de los términos. Llaman “inflación” a la consecuencia inevitable de la inflación, es decir, al aumento en los precios. Ansían relegar al olvido el hecho de que este aumento se produce por un incremento en la cantidad de dinero y sustitutivos del dinero. Nunca mencionan este incremento. Atribuyen la responsabilidad del aumento del coste de la vida a los negocios. Es un caso clásico de ladrón gritando “¡Al ladrón!” El gobierno, que produjo la inflación multiplicando la oferta de dinero, incrimina a los fabricantes y comerciantes y disfruta del papel de ser un defensor de los precios bajos”.
Vamos finalizando con este repaso sobre la inflación. Hemos escuchado decir a nefastos personajes del kirchnerismo, como Mercedes Marcó del Pont, que “la emisión no genera inflación”. A este tipo de deliberadas falsedades escupidas por parte de ladrones oficialistas, el presidente del Partido Liberal Libertario, Gonzalo Blousson, responde: “Si la emisión monetaria no tiene relación con la inflación, deberían imprimir billetes para pagar los gastos del Estado y no cobrarle impuestos a la gente; inclusive podrían solucionar el problema de la pobreza emitiendo un millón de pesos para cada argentino (…)”. No solo el gobierno genera la inflación, sino que se encarga de gastar millones en propaganda para culpar a otros. Desde este espacio, quiero afirmar mi apoyo a los comerciantes y decirles que no son los culpables de la inflación. Los hombres de negocios, los productores de riqueza, son héroes cotidianos que generan los bienes y servicios que necesitamos, consumimos y usamos para vivir nuestra vida día a día satisfaciendo gustos e intereses. Son quienes llevan adelante una sociedad hacia la prosperidad, y benefician a sus pares aun sin proponérselo gracias a los enormes beneficios que su trabajo esparce. El responsable de la inflación es el gobierno, que  mediante su aplicación roba de manera inadvertida e inconstitucional la riqueza de los particulares para colmar su sed de populismo y sus aspiraciones megalómanas de expansión. Comerciantes, y verdaderos empresarios (no prebendarios), yo estoy con ustedes. Sepan que aquí tienen a un aliado en la batalla contra la desinformación que ha instalado el gobierno que pretende culparlos. Que los cañones dejen en paz a quienes producen, y apunten a quienes quieren robar la producción: los políticos inflacionistas. 

Bibliografía recomendada:

1) ¡Basta de inflación!
http://bastadeinflacion.tumblr.com/
2) Chris Martenson - Crash Course - 10 - inflación (subtitulado español)
http://www.youtube.com/watch?v=eTV3feEh7ss
3) Inflación - El impuesto oculto
http://www.econocaos.com/inflacion/
4) El Monstruo de la Inflación
http://www.youtube.com/watch?v=L5T0lyaS668

 

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