Reinterpretación
a favor de los judíos de una encuesta sobre antisemitismo
Ezequiel Eiben
22/8/2013
16 Elul 5773
Ezequiel Eiben
22/8/2013
16 Elul 5773
En el año 2011 fue publicada una encuesta sobre
antisemitismo[1]
realizada por el instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires, a
pedido de la DAIA. 1500 argentinos en distintos puntos del país fueron
interrogados, y los resultados que arrojó el informe acentuaron la preocupación
en líneas generales de la comunidad judía. Arraigados prejuicios y miopes
observaciones, de nacimiento en mitologías y libelos del antijudaísmo en épocas
pasadas y remotas, seguían presentes en pleno siglo XXI, manteniéndose,
renovándose, regenerándose.
Este artículo no tratará sobre la totalidad del contenido del informe, ni sobre todas las ya conocidas muestras de judeofobia en parte de la población argentina. El propósito del presente es tomar una porción de respuestas y reinterpretarlas a favor de los judíos mediante un nuevo enfoque. Y para esto, se requiere que el prisma esté puesto precisamente en los judíos y no en los que agitan judeofobia, reparten prejuicios y concentran ignorancia.
Los datos del informe que tomaré son los que, en primer lugar, se referían a cuál es el principal interés de los judíos: un 82% respondió que “su interés principal es hacer negocios y ganar dinero”. Los segundos datos de los que nos valdremos son los alusivos a los judíos y los negocios: un 68% se inclinó a decir que “los judíos tienen mucho poder en el mundo de los negocios” y un 65% sostuvo que los judíos tienen “mucho poder” en el mercado de finanzas[2].
Parte de estas respuestas, reitero, están basadas en los prejuicios o animadversiones de los encuestados y no tienen un significado positivo para los judíos. Pero frente a este panorama, insisto en poner el foco en los propios judíos[3]. La significación que esbozaré a continuación no surge de las intenciones de los encuestados, sino de la propuesta de cómo los judíos pueden leer beneficiosamente sus actuaciones sin estar pendientes de lo que de ellas entiendan los demás.
Para empezar, no es malo hacer negocios y ganar dinero. Sentimientos de repulsión hacia el comercio y el lucro se anclan en sectores sociales debido a malas ideas difuminadas por intelectuales, y pensamientos erróneos de quienes no teniendo tanta formación desconocen la naturaleza exacta del objeto de su odio y desprecio. Hacer negocios es realizar transacciones con el consentimiento de los intervinientes para mutuo beneficio. Es tratar con otros seres humanos en base a un acuerdo de voluntades contractual que permite el despliegue de valoraciones y decisiones de las partes sobre sus bienes y producciones. Se hace negocios actuando en el mercado, el ámbito pacífico de relaciones humanas donde se intercambian bienes y servicios de manera voluntaria. Ganar dinero es la consecuencia natural por haber realizado un buen negocio (haber ofrecido necesarios productos y demandados servicios). Es la premiación del público al propio emprendimiento que satisface las necesidades en el mercado. El dinero es el medio de intercambio por excelencia entre hombres que se tratan como hombres y se relacionan pacíficamente. ¿En qué contextos no se pueden realizar negocios y ganar dinero en condiciones de normalidad? En las dictaduras, en los Estados totalitarios, en los países que sofocan su economía y donde la proliferación intervencionista de la política todo lo alcanza. Tales escenarios no reflejan acuerdos voluntarios sino imposición de voluntad, no hay acuerdos pacíficos sino sometimiento por la fuerza. No hay trato de hombres como hombres mediante dinero, sino salvajismo mediante garrote. Los hombres de negocios son hombres de razón; los hombres dictatoriales son hombres de fuerza bruta. Los que libremente acuerdan prestaciones y cancelan sus obligaciones mediante dinero son los que se apoyan en el principio básico del obrar con consentimiento y reciprocidad; los que rechazan el mercado y optan por los mecanismos coercitivos del Estado para regular y controlar las relaciones humanas son los que se asientan en el principio del inicio de la violencia.
Tener poder en el mundo de los negocios es tener poder económico. Una persona con poder económico es un ser productivo que desarrolla bienes y servicios requeridos por los demás por su capacidad para satisfacer las demandas de la sociedad. El poder económico se va construyendo en base a la inventiva, genialidad creativa, innovación, idoneidad profesional, visión de lo que hace falta y de lo que puede hacerse. En el ámbito del mercado, la contracara es el poder político. Este es el poder que moviliza los mecanismos del Estado que redistribuyen riqueza por la fuerza, da a unos lo que se le quita a otros, burla o ignora las preferencias de los consumidores y reparte premios y castigos de manera arbitraria. Una persona con poder político para intervenir el mercado es un burócrata improductivo que arruina economías o un empresario prebendario que destruye la competencia.
Los judíos, como hombres de negocios que ganan dinero y ostentan poder económico, tienen que estar orgullosos. Tienen que reinterpretar a su favor lo que los datos del informe señalan, y saber con alegría y sentido de eficacia que hay una sólida moralidad detrás de lo que hacen. En vez de refugiarse ante la errónea perspectiva de los encuestados, los judíos tienen que sacar a relucir sus correctos principios de acción.
Los judíos debemos saber que lo que los prejuicios y la judeofobia toman como vicios, son en realidad nuestras virtudes. Judeófobos e ignorantes consideran que son características malas, indeseables o inmorales; nosotros tenemos que saber que son características buenas, deseables y morales.
Ser hombre de negocios que gana dinero y tiene poder económico es dar una buena imagen ante ojos que sepan ver y apreciar lo que tales conceptos significan. Y sobre todo, es auto-realización. Los ojos que no quieren ver tales virtudes son los que ignoran en qué consisten, o los que sabiéndolo, prefieren lo opuesto: los vicios de la violencia, los mandatos dictatoriales y la política de la imposición. Hombres que promueven libertad y respeto por los acuerdos de voluntades, no caerán bien a quienes promueven esclavitud y desprecio por las transacciones comerciales.
Por todo esto, los judíos no tienen que aceptar culpa o tratar de desvincularse de las “acusaciones” de ser hombres de negocios. Por el contrario, tienen que asumir orgullosamente que lo son, y que lo van a seguir siendo. Que los judíos continúen con sus negocios y los amplíen; que ganen más dinero y acumulen capital; que ostenten su poder económico, el poder de la producción, de la generación de empleo, de la inversión, de la elevación de los estándares de calidad de vida. Por supuesto, no tienen que admitir que los negocios son “su único interés”, pero sí tienen que clamar que es un interés completamente legítimo.
Lo que los señalados judeófobos odian es lo que los judíos aman: la productividad, la satisfacción del propio interés, el trato pacífico, la relación entre personas como comerciantes intercambiando valor por valor. Por algo aquellos lo odian, por algo estos lo aman. Los incompetentes, envidiosos y opositores a la libertad humana van a odiar la ética de los competentes, orgullosos y promotores de la libertad humana.
Karl Marx (de origen judío) propagó el odio y desprecio a los judíos por motivos económicos. Escribió el judeófobo autor:
Este artículo no tratará sobre la totalidad del contenido del informe, ni sobre todas las ya conocidas muestras de judeofobia en parte de la población argentina. El propósito del presente es tomar una porción de respuestas y reinterpretarlas a favor de los judíos mediante un nuevo enfoque. Y para esto, se requiere que el prisma esté puesto precisamente en los judíos y no en los que agitan judeofobia, reparten prejuicios y concentran ignorancia.
Los datos del informe que tomaré son los que, en primer lugar, se referían a cuál es el principal interés de los judíos: un 82% respondió que “su interés principal es hacer negocios y ganar dinero”. Los segundos datos de los que nos valdremos son los alusivos a los judíos y los negocios: un 68% se inclinó a decir que “los judíos tienen mucho poder en el mundo de los negocios” y un 65% sostuvo que los judíos tienen “mucho poder” en el mercado de finanzas[2].
Parte de estas respuestas, reitero, están basadas en los prejuicios o animadversiones de los encuestados y no tienen un significado positivo para los judíos. Pero frente a este panorama, insisto en poner el foco en los propios judíos[3]. La significación que esbozaré a continuación no surge de las intenciones de los encuestados, sino de la propuesta de cómo los judíos pueden leer beneficiosamente sus actuaciones sin estar pendientes de lo que de ellas entiendan los demás.
Para empezar, no es malo hacer negocios y ganar dinero. Sentimientos de repulsión hacia el comercio y el lucro se anclan en sectores sociales debido a malas ideas difuminadas por intelectuales, y pensamientos erróneos de quienes no teniendo tanta formación desconocen la naturaleza exacta del objeto de su odio y desprecio. Hacer negocios es realizar transacciones con el consentimiento de los intervinientes para mutuo beneficio. Es tratar con otros seres humanos en base a un acuerdo de voluntades contractual que permite el despliegue de valoraciones y decisiones de las partes sobre sus bienes y producciones. Se hace negocios actuando en el mercado, el ámbito pacífico de relaciones humanas donde se intercambian bienes y servicios de manera voluntaria. Ganar dinero es la consecuencia natural por haber realizado un buen negocio (haber ofrecido necesarios productos y demandados servicios). Es la premiación del público al propio emprendimiento que satisface las necesidades en el mercado. El dinero es el medio de intercambio por excelencia entre hombres que se tratan como hombres y se relacionan pacíficamente. ¿En qué contextos no se pueden realizar negocios y ganar dinero en condiciones de normalidad? En las dictaduras, en los Estados totalitarios, en los países que sofocan su economía y donde la proliferación intervencionista de la política todo lo alcanza. Tales escenarios no reflejan acuerdos voluntarios sino imposición de voluntad, no hay acuerdos pacíficos sino sometimiento por la fuerza. No hay trato de hombres como hombres mediante dinero, sino salvajismo mediante garrote. Los hombres de negocios son hombres de razón; los hombres dictatoriales son hombres de fuerza bruta. Los que libremente acuerdan prestaciones y cancelan sus obligaciones mediante dinero son los que se apoyan en el principio básico del obrar con consentimiento y reciprocidad; los que rechazan el mercado y optan por los mecanismos coercitivos del Estado para regular y controlar las relaciones humanas son los que se asientan en el principio del inicio de la violencia.
Tener poder en el mundo de los negocios es tener poder económico. Una persona con poder económico es un ser productivo que desarrolla bienes y servicios requeridos por los demás por su capacidad para satisfacer las demandas de la sociedad. El poder económico se va construyendo en base a la inventiva, genialidad creativa, innovación, idoneidad profesional, visión de lo que hace falta y de lo que puede hacerse. En el ámbito del mercado, la contracara es el poder político. Este es el poder que moviliza los mecanismos del Estado que redistribuyen riqueza por la fuerza, da a unos lo que se le quita a otros, burla o ignora las preferencias de los consumidores y reparte premios y castigos de manera arbitraria. Una persona con poder político para intervenir el mercado es un burócrata improductivo que arruina economías o un empresario prebendario que destruye la competencia.
Los judíos, como hombres de negocios que ganan dinero y ostentan poder económico, tienen que estar orgullosos. Tienen que reinterpretar a su favor lo que los datos del informe señalan, y saber con alegría y sentido de eficacia que hay una sólida moralidad detrás de lo que hacen. En vez de refugiarse ante la errónea perspectiva de los encuestados, los judíos tienen que sacar a relucir sus correctos principios de acción.
Los judíos debemos saber que lo que los prejuicios y la judeofobia toman como vicios, son en realidad nuestras virtudes. Judeófobos e ignorantes consideran que son características malas, indeseables o inmorales; nosotros tenemos que saber que son características buenas, deseables y morales.
Ser hombre de negocios que gana dinero y tiene poder económico es dar una buena imagen ante ojos que sepan ver y apreciar lo que tales conceptos significan. Y sobre todo, es auto-realización. Los ojos que no quieren ver tales virtudes son los que ignoran en qué consisten, o los que sabiéndolo, prefieren lo opuesto: los vicios de la violencia, los mandatos dictatoriales y la política de la imposición. Hombres que promueven libertad y respeto por los acuerdos de voluntades, no caerán bien a quienes promueven esclavitud y desprecio por las transacciones comerciales.
Por todo esto, los judíos no tienen que aceptar culpa o tratar de desvincularse de las “acusaciones” de ser hombres de negocios. Por el contrario, tienen que asumir orgullosamente que lo son, y que lo van a seguir siendo. Que los judíos continúen con sus negocios y los amplíen; que ganen más dinero y acumulen capital; que ostenten su poder económico, el poder de la producción, de la generación de empleo, de la inversión, de la elevación de los estándares de calidad de vida. Por supuesto, no tienen que admitir que los negocios son “su único interés”, pero sí tienen que clamar que es un interés completamente legítimo.
Lo que los señalados judeófobos odian es lo que los judíos aman: la productividad, la satisfacción del propio interés, el trato pacífico, la relación entre personas como comerciantes intercambiando valor por valor. Por algo aquellos lo odian, por algo estos lo aman. Los incompetentes, envidiosos y opositores a la libertad humana van a odiar la ética de los competentes, orgullosos y promotores de la libertad humana.
Karl Marx (de origen judío) propagó el odio y desprecio a los judíos por motivos económicos. Escribió el judeófobo autor:
Consideremos al judío real, mundano (…).
¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés propio. ¿Cuál es la religión mundana del judío? La usura. ¿Cuál es su Dios mundano? El dinero.
¡Pues bien entonces! La emancipación de la usura y el dinero, por consiguiente, del judaísmo práctico y mundano, sería la autoemancipación de nuestra época.
Una organización de la sociedad que aboliera las precondiciones para la usura, y por lo tanto la posibilidad de practicar la usura, haría imposible al judío[4].
¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés propio. ¿Cuál es la religión mundana del judío? La usura. ¿Cuál es su Dios mundano? El dinero.
¡Pues bien entonces! La emancipación de la usura y el dinero, por consiguiente, del judaísmo práctico y mundano, sería la autoemancipación de nuestra época.
Una organización de la sociedad que aboliera las precondiciones para la usura, y por lo tanto la posibilidad de practicar la usura, haría imposible al judío[4].
Frente a esto, resulta pertinente citar al Dr. Yaron
Brook:
Cuando una cultura se
va haciendo más colectivista, se va haciendo más racista. Y el antisemitismo es
una forma de racismo (…). Además, la gente cuando es colectivista se vuelve más
racista en tiempos de crisis, en tiempos de stress, cuando están buscando a
alguien a quien culpar por algo que va mal en sus vidas y las vidas de los que
están a su alrededor. Entonces cuando piensas en crisis financiera y crisis
económica, y en guerras, ahí es cuando en culturas colectivistas la gente está
buscando un escape y alguien a quien atacar, y los judíos son un blanco
conveniente para eso (…).
(El antisemitismo también tiene que ver con el anti-capitalismo) por el hecho de que los judíos son muy exitosos, primariamente exitosos en el área de las finanzas.
Tengo un ensayo en defensa de la usura que documenta su historia, y lo interesante es que lo conecto con el antisemitismo por varias razones (…). Los judíos se convirtieron en los usureros de la Edad Media cuando a los cristianos no les estaba permitido serlo, y los judíos eran odiados por ello, porque la usura en ese tiempo era considerada un pecado moral (...). Entonces usura, préstamo de dinero, banca y lo que tiene que ver con el capitalismo lleva a decir “odiamos al capitalismo, odiamos a los judíos”.
(En su ensayo “La cuestión judía”, Karl Marx) describe por qué odia a los judíos. Era un gran antisemita. Los odia por su interés propio, porque persiguen el lucro, porque quieren ganar dinero. Habla de que son egoístas y están mejorando sus vidas. (…) Lo que realmente motivaba a Marx era su odio por el interés propio, su odio por el individualismo, y vio esas características en los judíos del Siglo XIX, y odió a los judíos por ello. Los colectivistas odian a los judíos, odian al capitalismo, porque el capitalismo es pro-individuo, pro-interés propio, pro-lucro, y los judíos se han convertido en un símbolo de estos atributos[5].
(El antisemitismo también tiene que ver con el anti-capitalismo) por el hecho de que los judíos son muy exitosos, primariamente exitosos en el área de las finanzas.
Tengo un ensayo en defensa de la usura que documenta su historia, y lo interesante es que lo conecto con el antisemitismo por varias razones (…). Los judíos se convirtieron en los usureros de la Edad Media cuando a los cristianos no les estaba permitido serlo, y los judíos eran odiados por ello, porque la usura en ese tiempo era considerada un pecado moral (...). Entonces usura, préstamo de dinero, banca y lo que tiene que ver con el capitalismo lleva a decir “odiamos al capitalismo, odiamos a los judíos”.
(En su ensayo “La cuestión judía”, Karl Marx) describe por qué odia a los judíos. Era un gran antisemita. Los odia por su interés propio, porque persiguen el lucro, porque quieren ganar dinero. Habla de que son egoístas y están mejorando sus vidas. (…) Lo que realmente motivaba a Marx era su odio por el interés propio, su odio por el individualismo, y vio esas características en los judíos del Siglo XIX, y odió a los judíos por ello. Los colectivistas odian a los judíos, odian al capitalismo, porque el capitalismo es pro-individuo, pro-interés propio, pro-lucro, y los judíos se han convertido en un símbolo de estos atributos[5].
En definitiva, los judíos deben celebrar ser un
símbolo del liberalismo y del capitalismo. Es una conducta virtuosa el
perseguir el interés propio, es lícito querer ser el beneficiario de las
propias acciones, es correcto vivir para alcanzar los propios valores, es moral
ser un egoísta con autoestima. El individualismo respeta los caminos elegidos
por cada hombre, y considera a las personas fines en sí mismas. Esta posición
ética es la pertinente para que se desarrolle el mercado donde se plasma el
principio de intercambio voluntario que respetan los judíos como hombres de
negocios.
Difundiendo las ideas correctas de libertad, lucro y egoísmo racional que modifiquen las erróneas percepciones que sectores de la sociedad tienen al respecto; y aceptando con orgullo ser lo que son, sin eludirlo por culpas creadas artificialmente debido a impertinencias conceptuales; los judíos lograrán transformar lo que es una acusación en una declaración de admiración. Hacer negocios, ganar dinero y tener poder económico ya no será visto desde el odio medievalista, marxista y judeofóbico, sino que será evaluado desde la óptica judía, liberal, capitalista: como virtud.
Difundiendo las ideas correctas de libertad, lucro y egoísmo racional que modifiquen las erróneas percepciones que sectores de la sociedad tienen al respecto; y aceptando con orgullo ser lo que son, sin eludirlo por culpas creadas artificialmente debido a impertinencias conceptuales; los judíos lograrán transformar lo que es una acusación en una declaración de admiración. Hacer negocios, ganar dinero y tener poder económico ya no será visto desde el odio medievalista, marxista y judeofóbico, sino que será evaluado desde la óptica judía, liberal, capitalista: como virtud.
[1] Prefiero
el término “judeofobia”, pero respetaré aquí el uso de “antisemitismo” porque
es el empleado por el informe.
[2] Datos
extraídos de: Preocupante encuesta sobre
antisemitismo, por Sergio Dattilo. Ámbito Financiero, 21/09/2011
[3] Soy un
defensor del individualismo y de la consideración concreta de cada persona. No
estoy a favor de colectivizaciones indebidas. En este artículo me referiré a
“los judíos” de manera general, siguiendo la línea que pretende el informe de
medir la judeofobia y los prejuicios contra este grupo específico. No es mi
intención identificar con las características que atribuiré aquí a “los judíos”
a quien no quiera ser identificado. La abstracción “judíos” es empleada con
fines prácticos, haciendo esta salvedad, y sin ningún propósito inmoral
oculto.
[4] Marx,
Karl; La cuestión judía. Puede leerse
en este link: http://www.marxists.org/archive/marx/works/1844/jewish-question/
[5] Lo
presentado es un resumen con algunas modificaciones de carácter técnico que
hacen a la adaptación de la forma del mensaje, sin modificar el sentido de su
contenido. El comentario
completo de Yaron Brook puede escucharse en: YBrook: What is the explanation for the grotesque amount of
anti-Semitism today?
http://www.peikoff.com/2013/06/10/what-is-the-explanation-for-the-grotesque-amount-of-anti-semitism-today/
http://www.peikoff.com/2013/06/10/what-is-the-explanation-for-the-grotesque-amount-of-anti-semitism-today/