Iom
Kippur: el concepto de Teshuvá
Ezequiel Eiben
12/9/2013
8 Tishrei 5774
Ezequiel Eiben
12/9/2013
8 Tishrei 5774
En Iom Kippur, el Día del Perdón, el pueblo de
Israel hace Teshuvá (תשובה). Este concepto se refiere a “volver al camino correcto”.
¿Qué significa esto? ¿Acaso siempre vamos por un camino desviado? No
necesariamente. A lo largo del año realizamos muchas acciones, emprendemos
proyectos, descubrimos cosas nuevas, nos relacionamos con los demás. Contamos como
guía con nuestra mente, nuestro juicio independiente, nuestro criterio. Ahora bien,
es posible que durante el trayecto caigamos en el error, cometamos
equivocaciones, incurramos en el mal. La Teshuvá nos señala la oportunidad para
encaminarnos nuevamente, volver a la rectitud que refleja nuestro nombre “Israel”.
El hombre no debe considerarse a sí mismo como condenado de antemano a las desviaciones, incorrecciones y equivocaciones. No debe sentirse como un ser impotente que nada puede hacer frente a la fatalidad de su destino[1]. Tales concepciones solo pueden conducirlo a la dejadez, resignación e irresponsabilidad. El hombre, como fin en sí mismo, como persona individual y libre, puede ir por la buena senda, sin necesidad de caer en el pozo debido a supuestos determinismos metafísicos infranqueables que no tienen en cuenta su independencia y voluntad[2]. Su naturaleza le provee la herramienta básica de supervivencia, la mente, para que pueda descubrir y conocer aquello que le hace falta no solo para sobrevivir, sino también para vivir. Pero la infalibilidad no es una característica del ser humano, y por eso la Teshuvá permite su enderezamiento cuando falla.
El hombre no debe considerarse a sí mismo como condenado de antemano a las desviaciones, incorrecciones y equivocaciones. No debe sentirse como un ser impotente que nada puede hacer frente a la fatalidad de su destino[1]. Tales concepciones solo pueden conducirlo a la dejadez, resignación e irresponsabilidad. El hombre, como fin en sí mismo, como persona individual y libre, puede ir por la buena senda, sin necesidad de caer en el pozo debido a supuestos determinismos metafísicos infranqueables que no tienen en cuenta su independencia y voluntad[2]. Su naturaleza le provee la herramienta básica de supervivencia, la mente, para que pueda descubrir y conocer aquello que le hace falta no solo para sobrevivir, sino también para vivir. Pero la infalibilidad no es una característica del ser humano, y por eso la Teshuvá permite su enderezamiento cuando falla.
Se dice que por medio de la Teshuvá el hombre toma
consciencia de los males realizados por él, decide cambiar el rumbo de su vida,
deja de hacer el mal y decide hacer el bien, y se convierte en consecuencia en
otra persona; y para esto atraviesa cuatro etapas: reconocer el error (pensar),
confesar el error (decir), decidir no volver a cometer el error (pensar),
atravesar por la misma situación y no volver a cometer el error (acción)[3].
El concepto de Teshuvá posee sentido en tanto y en
cuanto el hombre tiene libre albedrío y es responsable por sus acciones. No habría
Teshuvá si el hombre fuera incorregible, o un sujeto cuyo determinismo lo imposibilitara
a la concientización para el cambio. Porque es libre, el hombre puede tomar
decisiones y elegir entre opciones. Puede que no siempre elija de manera
adecuada; y un ejercicio espiritual de Teshuvá le permite meditar sobre su
error, asumirlo, prepararse para no cometerlo nuevamente y así poder elevarse
moralmente a sí mismo. En palabras de Rav Abraham Kuc: “Uno de los fundamentos
de la Teshuvá consiste en la toma de conciencia de la responsabilidad del
hombre frente a sus actos, relacionado con el concepto de libre albedrío. Al
practicar el retorno, el hombre reconoce que no hay factor alguno que pueda
cargar la culpa de su pecado y sus consecuencias, sino el mismo, y de esta
manera clarifica el sentido de la libertad de sus voliciones y el poder de
gobernar su propia vida”[4].
La falibilidad del hombre no es una licencia para
actuar caprichosamente sin hacerse cargo. El hombre libre es el hombre
responsable, y el hombre falible es el hombre sensato. Teshuvá no es dejarse
librado a la arbitrariedad durante un año y luego esbozar un arrepentimiento
sin sinceridad para sentirse legitimado a volver a la arbitrariedad un año más.
Teshuvá conlleva sinceramiento y seriedad para evaluar y admitir las conductas
realizadas. El hombre debe aplicar un estándar objetivo de análisis sobre los
hechos y su conducta, para reconocer qué hizo mal, por qué esta mal, y por qué
lo hizo. Sin la voluntad de lograr la rectitud y sin el empeño en corregirse,
Teshuvá no tiene lugar. Según el Rambam: “Buscar el retorno a D-os significa no
sólo el arrepentimiento, la confesión de los errores y la reparación; sino
también la decisión firme de no cometer una vez más el mismo error. El que
confiesa sus errores y no decide evitarlos en el futuro, se parece a aquella
persona que se baña en agua sucia”[5].
Iom Kippur nos brinda la oportunidad de
arrepentirnos de lo que hicimos mal, pedir perdón por el daño causado, y
retornar al camino correcto para hacer el bien. Corregirnos en aras de la
rectitud, manteniendo coherencia entre pensamiento y acción, refleja
virtuosismo. Que este día sea aprovechado para tomar la importante decisión de
volver a la buena senda en caso de que nos hayamos equivocado, y que el
aprendizaje obtenido nos sirva para mantenernos con integridad y hacer un uso
responsable del libre albedrío.
[1] Hay concepciones judías que
reconocen la existencia del destino en la eterna sabiduría de D-os que conoce
lo que fue, es y será. Mas esto no exime al hombre de la responsabilidad de sus
actos. El hecho que el Creador conozca lo que sucederá, no implica que le
impone al hombre una actuación determinada. El hombre sigue siendo una persona
libre con consciencia volitiva y juicio independiente para actuar; que tenga un
destino conocido por D-os no significa que no obra responsablemente por su
parte hasta llegar a él.
[2] Con esto no se quiere decir que
no haya metafísica. Sino que, habiendo una, esta no cae en el determinismo
total, donde la visión del hombre es la de un ser incorregiblemente condenado a
la falla y sin verdadera responsabilidad por sus actos, por tener que suceder
estos indefectiblemente. El ser humano sí tiene una naturaleza determinada, y
dentro de sus parámetros es libre para actuar.
[3] Acerca
de Iom Kipur, material
recopilado por la Vaadá de Contenidos del Proyecto Haluaj Haivrí de Lomdim: Aliza Bergman, Gabriel Volcovich,
Natalia Kovalsky y Moshé Rozen; BAMÁ. http://www.bama.org.ar/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=245
[4] Acerca
de Iom Kipur, material
recopilado por la Vaadá de Contenidos del Proyecto Haluaj Haivrí de Lomdim: Aliza Bergman, Gabriel Volcovich,
Natalia Kovalsky y Moshé Rozen; BAMÁ. http://www.bama.org.ar/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=245
[5] Acerca
de Iom Kipur, material
recopilado por la Vaadá de Contenidos del Proyecto Haluaj Haivrí de Lomdim: Aliza Bergman, Gabriel Volcovich,
Natalia Kovalsky y Moshé Rozen; BAMÁ. http://www.bama.org.ar/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=245
Sería bueno que todos (independientemente de su religión) hicieran su Teshuvá.
ResponderEliminarDaniel.-
Creo que una persona, independientemente de tener otra religión, puede hacer un sincero ejercicio de arrepentimiento de lo que hizo mal y cambiar para bien.
EliminarSaludos Daniel