Carta abierta a
Lionel Messi
Ezequiel Eiben
4/5/2014
Ezequiel Eiben
4/5/2014
Estimado Lionel:
Sos el mejor jugador de fútbol que mis ojos hayan visto, y a
mis 26 años, puedo decirte que vieron muchos. Lo que has demostrado en el
Barcelona es el punto de rendimiento más alto que un futbolista alcanza, la
combinación perfecta de habilidad, velocidad y efectividad. Escribís la
historia con la tinta de la gloria inolvidable.
En la selección argentina las cosas te costaron más, pero te fuiste acomodando. Yo te apoyo desde el primer minuto y jamás retiré la confianza depositada en tu camiseta, hoy la número 10. Siempre estuve convencido de que llegaría el momento de tu explosión futbolística, y el año 2012 es sin dudas un momento considerable. Apareció un Messi que todos queríamos ver: goleador, figura, líder.
Digo la palabra “líder” al último, no de casualidad, sino con un propósito: abordar específicamente este tema. Muchos te comparan con Diego Maradona, y ponen a su liderazgo por encima del tuyo. Pero ojo, eso habla más de ellos mismos que de vos. Argentina es un país con una crisis moral muy profunda. Por ejemplo, el delito es recompensado y el éxito castigado, las malas acciones reciben comprensión y las buenas son puestas en tela de juicio. Maradona se ha cansado de exhibir que es una mala persona que miente, polariza innecesariamente, apoya dictaduras, difunde propaganda vergonzosa y no siempre se hace cargo de lo que sus conductas generan. Aun así, para estos representantes de la debacle cultural argentina, “el Diego” es inmaculado e intocable. Le perdonan todo, y olvidan todo lo malo; o quizás ni siquiera tengan la sensación de que los actos de su ídolo son algo por lo que este debería disculparse, o bien que tales acciones se deberían tener presentes a la hora de juzgarlo.
Vos Lionel, has sido distinto a Maradona. No te has involucrado en escándalos similares, ni has calumniado de manera barata, ni has acusado de traidor a medio mundo, ni tachado personas por el solo hecho de circunstancialmente contradecirte tras una vida de apoyo lado a lado. Y a cambio, estos maradonianos de lo execrable te han pisoteado, te han rebajado, te han ninguneado. La medida de valor siempre ha sido Maradona: cuánto te acercabas o lo lejos que estabas, cuánto te parecías o te diferenciabas, cómo demostrabas que tenías algo de él o nunca llegarías siquiera a demostrar algo de lo suyo. Básicamente, Maradona ha tenido muchas cosas malas y ha sido idolatrado; vos has sido bueno en líneas generales y para ellos seguís siendo una persona discutida.
Algunos de los que no somos fundamentalistas maradonianos, te vemos de manera distinta: no es que no seas líder, sino que sos otro tipo de líder. Maradona es la figura de los populistas nacionalistas que quieren que un ícono paternalista haga demagogia con los colores celeste y blanco y transforme las competencias deportivas en asuntos políticos vitales para la “Patria”. Vos sos una figura que en la selección se ha ido construyendo a sí misma a fuerza de goles, sin que la prensa te dedique una gesta épica al estilo maradoniano de defensor aguerrido de la bandera nacional. Maradona con sus arengas ha levantado corazones, vos con tu eficacia silenciosa has apuntado a la razón. Y si me permitís, te digo: siempre es más importante la razón; y no tiene que haber contradicción entre pensamiento y sentimiento, sino que lo segundo es respuesta de lo que se sostiene como lo primero. Te falta ganar lo que Maradona ganó, la Copa del Mundo, eso es verdad; pero todo a su tiempo: para eso está Brasil 2014 y tu prueba de fuego.
Otra comparación detestable la sufrís con Carlos Tévez. Eso es otro síntoma de la cultura argentina que piensa que la pobreza es una virtud en sí misma, que es un argumento, y como si fuera poco que es argumento suficiente para inclinar la balanza a favor en cualquier discusión, política o deportiva, económica o moral. Tévez, salido pobre de Fuerte Apache, jugador del popular club Boca Juniors, es vitoreado por muchos. No importa si es un caprichoso; viene de la pobreza y hay que bancarle todo. No importa si renuncia a la selección; hay que pedirlo de nuevo porque es “el jugador del pueblo”. Advertí en este punto lo que significa que sea “el jugador del pueblo”: una equiparación del concepto “pueblo” a sectores de escasos recursos, a la vez que se le adjudica al jugador un título general que nos vincula a todos siendo el mérito del portador el provenir de sectores carenciados. Vos Lionel, más allá de tu pasado lejano en las divisiones inferiores de Newell´s, y lo que sufriste por tu tratamiento médico y tu crecimiento, nunca podrías ser el “jugador del pueblo” en esta paupérrima cultura adoradora de la pobreza por la pobreza misma: vos te criaste en Barcelona, en Europa, es decir, en medio de los enemigos morales de la debacle cultural argentina: los recursos económicos y el extranjero. No sufriste mucho tiempo en la pobreza, ni sos producto nacional o latinoamericano. Te acusan de “español”. Un intelectual kirchnerista deprimente, José Pablo Feinmann, sugirió en modo demencial que jugadores como vos que están afuera deberían ser obligados a jugar en Argentina. ¿Ves a lo que lleva la moralina nacionalista y su combate contra el “imperialismo” y el “colonialismo” ahora traspasados al fútbol? Cómo vas a ser figura para las mentes deseosas de la exaltación de la austeridad y la escasez, y del posicionamiento de lo nacional por sobre lo extranjero por el simple hecho que lo nacional es nacional y lo extranjero es extranjero.
En definitiva Lionel, vos no estás obligado a agradarle a este tipo de personas. No hay necesidad de quedar bien con todo el mundo (de hecho, sería preocupante si así lo fuera). Hay que comprender que muchos de tus detractores van más allá de lo futbolístico; tienen una premisa ideológica de fondo con mayores implicancias: la contraposición de lo “nacional y popular” a la leyenda generada desde afuera. Y como no hay deber de estar bien con todos, te pido lo siguiente en nombre de quienes queramos sentirnos identificados racionalmente con un héroe deportivo que no sea una mera “apelación a las masas” sino una muestra de perfecto individualismo: si ganas la Copa del Mundo Brasil 2014, no festejes con la presidente argentina Cristina Fernández de Kirchner. Ella es ejemplo paradigmático de maldad y bajeza moral. Ella es muestra palpable de la decadencia cultural a la que me he referido: colectivismo demagógico, corrupto y populista; ese que pretende ahogar al individualismo racional, recto y honesto que no rinde cuentas a quien no debe por ser quien es, y no se disculpa por aspirar al éxito y la prosperidad en vez de a la mediocridad y la pobreza.
Te amo futbolísticamente. Sos un verdadero genio de la pelota. Pero me va a resultar imposible no juzgarte por tu actitud política si conseguís el Mundial. Estoy convencido de que podés hacerlo. Sos un héroe de la vida, y grandes héroes consiguen ser memorables campeones. Vos tenés la fuerza para lograrlo, tenés lo que se requiere para la gloria. Si lo lográs, y estoy seguro de que así será, dedicale el triunfo a tu Yo, a tu familia, a tus amigos, a tus seguidores verdaderos, a quien consideres digno de honrar. Pero no caigas en el error de creer, como cree esta época, que los políticos son lo más importante y un paso necesario en cualquier dirección que se quiera tomar. No son lo más importante, ni son dignos de un gesto moral necesario de tu parte. Los políticos deberían ser meros administradores de lo público, y no objetos de alabanzas y canonizaciones como lo son hoy en día las figuras kirchneristas. No festejes con ladrones, asesinos y criminales de todo tipo: no festejes con el kirchnerismo. Maradona festejó el subcampeonato de 1990 con Menem, pero sabemos que hoy es un panqueque K. No permitas que tu cara sea asociada a la peor clase política argentina. Vos no los necesitas a ellos; ellos sí te necesitan a vos. Y sus intenciones no serán buenas. Te querrán utilizar para demagogia y populismo, y si vos das tu colaboración a ese proyecto, moralmente vas a quedar manchado. Y para mí, que me preocupa la moral, esa mancha será tan inolvidable como tu posible título deportivo de campeón del mundo. Confío en dos cosas: que no harás populismo decadente junto a la dirigencia política argentina, y que levantarás la Copa.
Ganá la Copa Lionel, y ve semejante hecho como un triunfo de tu individualismo talentoso y competente, y como un triunfo en términos similares de tus compañeros de equipo. No se vean a sí mismos como un colectivo amorfo, sino como una suma de talentos individuales que conforman un equipo con carácter e idoneidad. Ya sos un héroe, pero podés escalar aún más. Andá por ello. Sos Messi.
En la selección argentina las cosas te costaron más, pero te fuiste acomodando. Yo te apoyo desde el primer minuto y jamás retiré la confianza depositada en tu camiseta, hoy la número 10. Siempre estuve convencido de que llegaría el momento de tu explosión futbolística, y el año 2012 es sin dudas un momento considerable. Apareció un Messi que todos queríamos ver: goleador, figura, líder.
Digo la palabra “líder” al último, no de casualidad, sino con un propósito: abordar específicamente este tema. Muchos te comparan con Diego Maradona, y ponen a su liderazgo por encima del tuyo. Pero ojo, eso habla más de ellos mismos que de vos. Argentina es un país con una crisis moral muy profunda. Por ejemplo, el delito es recompensado y el éxito castigado, las malas acciones reciben comprensión y las buenas son puestas en tela de juicio. Maradona se ha cansado de exhibir que es una mala persona que miente, polariza innecesariamente, apoya dictaduras, difunde propaganda vergonzosa y no siempre se hace cargo de lo que sus conductas generan. Aun así, para estos representantes de la debacle cultural argentina, “el Diego” es inmaculado e intocable. Le perdonan todo, y olvidan todo lo malo; o quizás ni siquiera tengan la sensación de que los actos de su ídolo son algo por lo que este debería disculparse, o bien que tales acciones se deberían tener presentes a la hora de juzgarlo.
Vos Lionel, has sido distinto a Maradona. No te has involucrado en escándalos similares, ni has calumniado de manera barata, ni has acusado de traidor a medio mundo, ni tachado personas por el solo hecho de circunstancialmente contradecirte tras una vida de apoyo lado a lado. Y a cambio, estos maradonianos de lo execrable te han pisoteado, te han rebajado, te han ninguneado. La medida de valor siempre ha sido Maradona: cuánto te acercabas o lo lejos que estabas, cuánto te parecías o te diferenciabas, cómo demostrabas que tenías algo de él o nunca llegarías siquiera a demostrar algo de lo suyo. Básicamente, Maradona ha tenido muchas cosas malas y ha sido idolatrado; vos has sido bueno en líneas generales y para ellos seguís siendo una persona discutida.
Algunos de los que no somos fundamentalistas maradonianos, te vemos de manera distinta: no es que no seas líder, sino que sos otro tipo de líder. Maradona es la figura de los populistas nacionalistas que quieren que un ícono paternalista haga demagogia con los colores celeste y blanco y transforme las competencias deportivas en asuntos políticos vitales para la “Patria”. Vos sos una figura que en la selección se ha ido construyendo a sí misma a fuerza de goles, sin que la prensa te dedique una gesta épica al estilo maradoniano de defensor aguerrido de la bandera nacional. Maradona con sus arengas ha levantado corazones, vos con tu eficacia silenciosa has apuntado a la razón. Y si me permitís, te digo: siempre es más importante la razón; y no tiene que haber contradicción entre pensamiento y sentimiento, sino que lo segundo es respuesta de lo que se sostiene como lo primero. Te falta ganar lo que Maradona ganó, la Copa del Mundo, eso es verdad; pero todo a su tiempo: para eso está Brasil 2014 y tu prueba de fuego.
Otra comparación detestable la sufrís con Carlos Tévez. Eso es otro síntoma de la cultura argentina que piensa que la pobreza es una virtud en sí misma, que es un argumento, y como si fuera poco que es argumento suficiente para inclinar la balanza a favor en cualquier discusión, política o deportiva, económica o moral. Tévez, salido pobre de Fuerte Apache, jugador del popular club Boca Juniors, es vitoreado por muchos. No importa si es un caprichoso; viene de la pobreza y hay que bancarle todo. No importa si renuncia a la selección; hay que pedirlo de nuevo porque es “el jugador del pueblo”. Advertí en este punto lo que significa que sea “el jugador del pueblo”: una equiparación del concepto “pueblo” a sectores de escasos recursos, a la vez que se le adjudica al jugador un título general que nos vincula a todos siendo el mérito del portador el provenir de sectores carenciados. Vos Lionel, más allá de tu pasado lejano en las divisiones inferiores de Newell´s, y lo que sufriste por tu tratamiento médico y tu crecimiento, nunca podrías ser el “jugador del pueblo” en esta paupérrima cultura adoradora de la pobreza por la pobreza misma: vos te criaste en Barcelona, en Europa, es decir, en medio de los enemigos morales de la debacle cultural argentina: los recursos económicos y el extranjero. No sufriste mucho tiempo en la pobreza, ni sos producto nacional o latinoamericano. Te acusan de “español”. Un intelectual kirchnerista deprimente, José Pablo Feinmann, sugirió en modo demencial que jugadores como vos que están afuera deberían ser obligados a jugar en Argentina. ¿Ves a lo que lleva la moralina nacionalista y su combate contra el “imperialismo” y el “colonialismo” ahora traspasados al fútbol? Cómo vas a ser figura para las mentes deseosas de la exaltación de la austeridad y la escasez, y del posicionamiento de lo nacional por sobre lo extranjero por el simple hecho que lo nacional es nacional y lo extranjero es extranjero.
En definitiva Lionel, vos no estás obligado a agradarle a este tipo de personas. No hay necesidad de quedar bien con todo el mundo (de hecho, sería preocupante si así lo fuera). Hay que comprender que muchos de tus detractores van más allá de lo futbolístico; tienen una premisa ideológica de fondo con mayores implicancias: la contraposición de lo “nacional y popular” a la leyenda generada desde afuera. Y como no hay deber de estar bien con todos, te pido lo siguiente en nombre de quienes queramos sentirnos identificados racionalmente con un héroe deportivo que no sea una mera “apelación a las masas” sino una muestra de perfecto individualismo: si ganas la Copa del Mundo Brasil 2014, no festejes con la presidente argentina Cristina Fernández de Kirchner. Ella es ejemplo paradigmático de maldad y bajeza moral. Ella es muestra palpable de la decadencia cultural a la que me he referido: colectivismo demagógico, corrupto y populista; ese que pretende ahogar al individualismo racional, recto y honesto que no rinde cuentas a quien no debe por ser quien es, y no se disculpa por aspirar al éxito y la prosperidad en vez de a la mediocridad y la pobreza.
Te amo futbolísticamente. Sos un verdadero genio de la pelota. Pero me va a resultar imposible no juzgarte por tu actitud política si conseguís el Mundial. Estoy convencido de que podés hacerlo. Sos un héroe de la vida, y grandes héroes consiguen ser memorables campeones. Vos tenés la fuerza para lograrlo, tenés lo que se requiere para la gloria. Si lo lográs, y estoy seguro de que así será, dedicale el triunfo a tu Yo, a tu familia, a tus amigos, a tus seguidores verdaderos, a quien consideres digno de honrar. Pero no caigas en el error de creer, como cree esta época, que los políticos son lo más importante y un paso necesario en cualquier dirección que se quiera tomar. No son lo más importante, ni son dignos de un gesto moral necesario de tu parte. Los políticos deberían ser meros administradores de lo público, y no objetos de alabanzas y canonizaciones como lo son hoy en día las figuras kirchneristas. No festejes con ladrones, asesinos y criminales de todo tipo: no festejes con el kirchnerismo. Maradona festejó el subcampeonato de 1990 con Menem, pero sabemos que hoy es un panqueque K. No permitas que tu cara sea asociada a la peor clase política argentina. Vos no los necesitas a ellos; ellos sí te necesitan a vos. Y sus intenciones no serán buenas. Te querrán utilizar para demagogia y populismo, y si vos das tu colaboración a ese proyecto, moralmente vas a quedar manchado. Y para mí, que me preocupa la moral, esa mancha será tan inolvidable como tu posible título deportivo de campeón del mundo. Confío en dos cosas: que no harás populismo decadente junto a la dirigencia política argentina, y que levantarás la Copa.
Ganá la Copa Lionel, y ve semejante hecho como un triunfo de tu individualismo talentoso y competente, y como un triunfo en términos similares de tus compañeros de equipo. No se vean a sí mismos como un colectivo amorfo, sino como una suma de talentos individuales que conforman un equipo con carácter e idoneidad. Ya sos un héroe, pero podés escalar aún más. Andá por ello. Sos Messi.
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