jueves, 3 de febrero de 2011

Antisionismo y judeofobia generados por el odio

Antisionismo y judeofobia generados por el odio

Como ya vimos con anterioridad, el antiisraelismo, antisemitismo y antisionismo son iguales de fondo. Allí, en el punto de partida, en su esencia original, está su vinculación: el odio al judío. Después, en la forma pueden o no asumir distintas máscaras.
Decir que el antisemitismo (a partir de ahora lo llamaré judeofobia para mayor precisión terminológica) solo se origina por envidia o ignorancia, es una teoría simplista e incompleta. Ni Hitler ni Ruholla Khomeini, por citar líderes judeofobos, eran lo que uno normalmente llamaría ignorantes (por el contrario, se los consideraba bastante cultos).
Si bien muchos atacan a los judíos por envidia (algún no judío religioso que se quedó afuera del Pueblo Elegido, algún neonazi marginado social que le vendieron un cuento y se lo tragó entero sin preguntar), no puede decirse que aquella sea la única causa; si fuera la única eficiente y suficiente, entonces cualquier envidioso de cualquier cosa caminaría libre por la calle atacando a todos cuantos envidiara, y así tendríamos que explicar el genocidio del Tercer Reich o el terrorismo de la Revolución Islámica a partir de la envidia.
Hay algo más: ODIO. El odio cristiano era religioso, el nazi era racista, el comunista era cultural y anti-minorías. Otra manifestación: CHIVO EXPIATORIO. Descargar las frustraciones en los judíos para hacerlos aparecer como culpables de los propios fracasos cuando no tienen nada que ver.
Se ha dicho que la judeofobia es solo un racismo comparable con el existente en otras partes del mundo, incluido Israel contra otras minorías. El odio a los judíos no se puede comparar en sus expresiones con otros odios, como los que pueden existir en Israel (que no representan a la mayoría de la población sino que son manifestaciones marginales). La Shoa fue exterminio contra el pueblo judío, si bien no exclusivamente, mayoritaria y principalmente. Un genocidio de características únicas nunca visto antes ni después, basado en un racismo que no se estructuró en la mera envidia o ignorancia, sino en pruebas pseudocientíficas sin ninguna validez, una irracionalidad con apariencia de teoría eficaz.
Sobre antisionismo, se argumenta que no se le puede pedir al árabe israelí que sea sionista, y a la vez que éste no puede ser antisionista (aunque abogue por el fin del sionismo) si precisamente vive en Israel. Pues bien, el árabe que vive en Israel, si no se siente identificado con el sionismo, puede elegir perfectamente ser no sionista o a-sionista (es decir, no involucrarse en su desarrollo, no apoyarlo activamente, no militar en su favor, no ejercer una regular y constante defensa de su validez argumental, vivir una vida civil sin vinculación al Movimiento). Ser antisionista implica negar la libertad y autodeterminación del pueblo judío en su país. ¿Acaso el querer ver al judío sin libertad, despojado de derechos, sin país, como esclavo, en un ghetto o en un campo de exterminio, no se origina en el odio? ¿No es una manifestación claramente judeofóbica? Si un árabe israelí, o un judío israelí, adopta semejante postura ideológica, no hay reparos en decir que es judeofobica. Es antisionista por más que vivan en Israel. El solo hecho de haber nacido allí, no los hace sionistas si lo que quieren es la destrucción del Estado Judío, ni los obliga a ser antisionistas, si no se sienten identificados con el Movimiento de Liberación Nacional del pueblo judío.
Fuera de esto, se me ha criticado la mención de ciertas personas que utilicé para ejemplificar la judeofobia y antisionismo en el artículo “La Trilogía Antijudía” argumentando que ellos no decidirán el futuro de Israel. Los nombres como D´elía los empleé para darle continuidad al artículo anterior, "El espectáculo del antisemitismo" donde aclaro que a D´elía no hay que ignorarlo por el daño que ha ocasionado a la comunidad judía argentina mediante marchas en las calles y manteniendo reuniones políticas con Ahmadinejad y los responsables del atentado terrorista a la AMIA como Mossen Rabani (lo cual es un insulto a la Argentina y a todos sus ciudadanos, y es darle la espalda al mundo libre); pero que tampoco hay que elevarlo al status de enemigo formidable del pueblo judío como nuestros enemigos históricos (y hablamos de imperios y genocidas), porque es un personaje vulgar, comprable y de poca inteligencia. En fin, coincido en que hay enemigos más importantes que D´elía, pero eso no es suficiente para dejar su maldad completamente de lado.
Con respecto de Ahmadinejad y la bomba, que se ha dicho que también puede utilizarla contra Arabia Saudita o Egipto, todos sabemos a qué país amenaza con borrarlo del mapa, y qué país es su prioridad exterminar.
Para restarle importancia a la vinculación de la judeofobia con el antisionismo, se intenta exponer al sionismo como un proyecto no apoyado en su momento por la mayoría de la judería mundial. Ok, el sionismo no fue mayoría, lo cual no quiere decir que los que no hicieron aliá eran antisionistas en el sentido de negar la legitimidad del proyecto de cumplir el sueño milenario del retorno a Eretz Israel.
Luego se intenta ver como “un asunto humano, no antisionista, pedir por el fin de la “ocupación de Palestina””. Cuando simpatizantes de Hamas y Hizballah piden el fin de la "OCUPACIÓN DE PALESTINA" no se refieren a que Israel debe salir de Judea y Samaria, sino de toda Palestina; ellos hablan de la obliteración del Estado Judío, la desaparición de Israel. Humano sería que el terrorismo se detuviera de una vez por todas desde los territorios, para poder adoptar una solución política en clima de paz. Humano hubiese sido que el Mandato Británico no hubiese traicionado al sionismo y lo hubiese despojado de las tierras comprometidas a partir de la Declaración Balfour. Y una corrección más: los territorios no son ocupados, son conquistados en guerras de autodefensa, y por lo tanto objetos de negociación en un tratado de paz. Son territorios disputados, no ocupados. Las razones de Israel son mucho más fuertes que las que puedan tener Jordania, la Autoridad Palestina o Hamas. Ante cualquier duda, chequear la ley internacional. Aún así, Israel se muestra dispuesto a intercambiarlos para garantizar la paz.
Cuando la defensa del sionismo es férrea y sólida, los eternos críticos se vuelven al tema del racismo dentro de Israel y los territorios, y alegan que los gobiernos israelíes han diseminado el odio y la persecución contra los árabes. Disiento. Muy por el contrario, todos los últimos gobiernos de izquierda en Israel (Rabin, Peres, Barak, ahora Livni en la oposición desde centro izquierda) han intentado maquillar la situación de manera tal que han pintado color de rosas un cuadro que ha sido espeluznante para Israel. Esos gobernantes se callaron cosas y mintieron sobre los palestinos para que el público los viera como interlocutores para la paz, mientras los terroristas seguían con sus campañas sanguinarias de violencia y masacres. Todo al revés. Les mintieron a los israelíes para sembrar un falso amor y disfrazar la realidad bajo el lema de amor recíproco y entendimiento mutuo, mientras en busca de objetivos políticos ignoraban deliberadamente y ocultaban los maliciosos designios palestinos. Hasta la derecha de Netanyahu llegó a afirmar una vez que la OLP había modificado su carta fundacional que llama al exterminio de los judíos, cuando no era cierto y la letra permanecía intacta.
Fuera de eso, los esfuerzos que ha hecho Israel para la paz han sido impresionantes, y en la gran mayoría de las veces, unilaterales por no recibir respuesta favorable del liderazgo palestino que solo piensa en la perpetuación de su guerra de odio judeofóbico. Cuando se utilizan nimiedades, fruslerías, mentiras y falacias para descalificar al Estado Judío (el único que ha asumido seriamente su responsabilidad y compromiso con la paz), hay que defenderlo y resaltar sus aportes. Y cuando se intenta minimizar a los que lo amenazan, relativizar sus promesas de exterminio, y esconder tras semánticas engañosas el verdadero odio hirviendo a punto de ebullición, hay que estar atentos y reconocer los peligros a tiempo para actuar de manera sólida.

Ezequiel Eiben
3-2-2011
29 Shevat 5771