sábado, 16 de abril de 2011

La tan ansiada y deseada libertad

La tan ansiada y deseada libertad

“Y será que cuando tu hijo te pregunte en un futuro: «¿Qué es esto?», tú le dirás: «Con mano fuerte El Eterno nos sacó de Egipto, de la casa de esclavitud” (Shemot 13:14).

Pesaj es un jag hermoso. Sus múltiples enseñanzas y significados pedagógicos ostentan el carácter de eternos para toda la humanidad. Une generaciones tras generaciones por medio de una celebración nacional, une familias con un pasado común mediante hijos preguntando y padres relatando, une gargantas que proclaman la enaltecida libertad. Ella, la tan deseada y ansiada libertad, que es parte integral de nuestra existencia, sin cuya presencia apenas podríamos decir que hemos vivido, y nunca aseverar que nos desarrollamos como personas.
Esa institución horripilante creada por los hombres contra los hombres llamada esclavitud solo permitía vivir para morir otro día. Los hijos de Israel eran esclavos, objetos de otros sujetos, sin derechos que ejercer pero con obligaciones que cumplir. Pobreza, desamor y desencanto como elementos circundantes en una pestilente realidad destructora de esperanzas, sepultadora de sueños, represora de aspiraciones.
La guía de Moshé, cumpliendo noble misión encomendada por D-os, llevó a los hebreos a cortar las cadenas que los ataban, alejar los látigos que los golpeaban y a respirar el aire fresco de la libertad, el verdadero aire que llena los pulmones de oxígeno y regocijo. Las amarguras propiciadas por el tiránico Faraón quedaban atrás, y el pueblo podía vivir una nueva vida de acuerdo a su propia Ley.
Rescatando principalmente el valor de la libertad y el carácter nacional de la celebración, los judíos de cada generación deben verse a sí mismos como si ellos hubieran salido de Egipto, para pasar a ser miembros de un pueblo libre. En este sentido, desde el secularismo escribe Berl Katzenelson: “Es difícil encontrar un punto más alto de conciencia histórica, y no hay en el mundo ni en las culturas, una fusión más intensa del individuo y la sociedad que en esa antigua propuesta pedagógica. No conozco una creación literaria más educativa para despreciar la esclavitud y amar la libertad que el relato de la Torá sobre Pesaj. Tampoco conozco, memoria más antigua, completamente dirigida hacia el futuro como cuando decimos: “Zejer litziat Mitzraim – Recuerdo de la salida de Egipto”. Qué instinto de libertad antiguo está impreso en el corazón de un pueblo que pudo en la primavera de su vida, haber gestado esta creación genial, entregándola de una a otra generación”. Por su parte, el rabino David Hartman nos proporciona una reflexión religiosa del jag: “La noche del Seder nos remarca la esencia del judaísmo como religión de libre albedrío, y la esencia de los judíos como el pueblo del pacto que nosotros mismos hemos elegido”.
El futuro común que como naciente nación con renovada unión esperaba a Israel en la Tierra Prometida, pasaba a ser tomado en sus manos, para encaminarse de acuerdo a la Torá y sus preceptos. Ya no dependía de las arbitrariedades del jefe opresor y despiadado. La libertad implica la posibilidad de elegir, de determinarse, y proporciona un marco propicio para el crecimiento personal en la racionalidad y espiritualidad de un ser sin las ataduras opulentas que denigran su capacidad volitiva y la expresión de su voluntad propiamente dicha. Pesaj es el canto a la vida libre que educa a que las personas no transgredan los legítimos derechos de los demás para someterlos injustamente a su servicio sin consideración de su humanidad, y que demuestra que la felicidad y progreso como individuos y como nación tienen un prerrequisito que es gozar de la posibilidad de conducirse sin ser reducidos al encarcelamiento despótico que implica la falta total de elección. De ahí su hermosura.
“A la libertad hay que ganársela” es una frase que tiene eco en amplios círculos sociales. Aquí la tomaremos como el esfuerzo de un pueblo que no tiene libertad por haberla perdido a manos de un tirano esclavizador y que busca recuperarla. Pero diremos que las personas nacemos libres, y así es como debemos vivir y morir. Ningún régimen o líder nos provee de la libertad que sin su favor sería inexistente; la libertad está para todas las personas, y los ordenamientos bajo los cuales se rigen solo deben reconocerla. No la crean, sino que ya viene impresa en la naturaleza de este mundo. Hay que ganarla cuando no está, pero debe estar. Como valor, como derecho inalienable, como esencia humana.
De este modo, Israel y el resto de los pueblos pueden aprender de Pesaj que siendo libres la entereza y la sublimidad llegan al seno de sus civilizaciones.

Ezequiel Eiben
16-4-2011
12 de Nissan de 5771


Fuentes:
-Torá - www.tora.org.ar
-El judaísmo como opción. Rabino David Hartman - www.bamah.org
-Pesaj. Material Ampliatorio – Lomdim – www.bama.org