miércoles, 4 de febrero de 2015

Conexión desde los setenta hasta el presente

Conexión desde los setenta hasta el presente
Ezequiel Eiben
5/2/2015

La Cámara Federal en lo Penal, creada el 28 de mayo de 1971 mediante la ley 19053, tenía el propósito de juzgar los actos terroristas que se desplegaban por doquier en la Argentina. La violencia extrema era practicada por grupos de izquierda marxista, que aspiraban a implantar, con el país sumido en sangre, un régimen comunista estilo Cuba. Montoneros y ERP eran las principales bandas sanguinarias que no reparaban en secuestrar, asesinar, poner bombas y tirotear para conseguir sus detestables fines.
La Cámara funcionaba con éxito, cumpliendo a la brevedad con su cometido. Informa el escritor Nicolás Márquez: “(…) logró con rapidez durante los años 1971 /72 juzgar y procesar a dos mil terroristas”[1]. Pero su vida institucional sería corta. El 25 de mayo de 1973 asume como presidente de la Nación el peronista simpatizante del terrorismo Héctor Cámpora, quien tenía planificado un huracán para devastar la institucionalidad del país y así favorecer a los terroristas izquierdistas. Apenas transcurridos los primeros días de gobierno, la actividad de los camporistas y afines ya había mellado a la justicia. Se disolvió la Cámara y se derogaron otras normativas que servían para combatir a los terroristas en el plano de la ley. Palabras del escritor Agustín Laje: “La jus­ti­cia se ve tan des­mo­ro­nada a par­tir de estas irra­cio­na­les medi­das (…)”[2]. En definitiva, los políticos serviciales a la guerrilla y al terrorismo, adoptaron disposiciones para dejar a los asesinos en libertad. Los que no escatimaban esfuerzos en amenazar y asesinar a una autoridad judicial (entre otros ataques), salían a las calles gracias a la execrable movida de la política para golpear al poder encargado de juzgarlos.
Hoy en día, el 5 de febrero de 2015, tenemos en la Argentina al Fiscal Alberto Nisman asesinado y al juez Claudio Bonadío amenazado; ambos perseguidos por investigar al poder político. ¿Y quiénes están en el poder? Los kirchneristas. Entre ellos, un grupo de ladrones sin escrúpulos llamados La Cámpora, y varios personajes que fueron montoneros. ¿Casualidad?
No. Los salvajes siguen siendo salvajes que se mueven sometiendo a otros por la fuerza. Típico de izquierda revolucionaria (como en Argentina donde intentaron tomar al país) o de izquierda en el poder (como en Cuba, donde lo tomaron hace décadas y todavía no lo sueltan). La violencia política actual es un reflejo de ese izquierdismo inspirador que los comitentes dicen alabar, sumado a la infaltable base peronista que desde la década de 1940 viene marchitando a la Argentina.
Quienes critican al gobierno de la tirana Cristina Fernández de Kirchner diciendo, tras los lamentables sucesos de estos días, que el kirchnerismo “hace acordar al Proceso de los militares”, “retrotrae a la dictadura militar de los 70”, y demás expresiones similares, necesitan abrir más grande los ojos y entender lo que están haciendo con dichas manifestaciones. Nuevamente, como ya se ha hecho en el pasado con socialismos asesinos, se está sacando de la foto del crimen a la izquierda, poniéndola moralmente a salvo. Porque tales afirmaciones se refieren únicamente a los militares, ni siquiera rozan a los grupos terroristas marxistas-leninistas, y hacen creer que la metodología kirchnerista proviene pura y exclusivamente de las fuentes del Proceso. Pero como hemos señalado, precisamente el kirchnerismo está compuesto por terroristas izquierdistas y admiradores de dichos terroristas, no por glorificadores de los militares argentinos de los años setenta[3]. Es decir, el kirchnerismo ha simpatizado abiertamente con la facción izquierdista marxista de la guerra de los setenta, no con la militar.
Más allá de los crímenes cometidos por los militares desde el poder (cuya discusión excede el marco del presente artículo), hay que notar en esta secuencia histórica desde los setenta hasta el presente, la conexión entre los que se dedicaban a asesinar y amenazar personalidades judiciales en el pasado, y los que se dedican a asesinar fiscales y amedrentar jueces en el día de hoy. El vínculo es personal y moral. Personal porque son los mismos (los montoneros e izquierdistas marxistas devenidos en kirchneristas) o bien sus autoproclamados herederos (los integrantes de La Cámpora que construyen un relato en el cual son los portadores de la vieja gloria montonera). Moral porque sus fuentes de inspiración son las mismas: el colectivismo ideológico totalitario, autoritario, intervencionista y censurador; y la base política desde la cual lanzan reivindicaciones peronistas.
Ergo, en vez de asimilar o vincular al kirchnerismo asesino y amenazador con el Proceso, lo preciso es hacerlo con sus verdaderas fuentes. Las expresiones deberían ser: “Me recuerdan a los montoneros”, “Son montoneros”, “retrotraen al terrorismo izquierdista desplegado contra la justicia”, “el kirchnerismo es peronismo”. No hay que absolver nuevamente a la izquierda terrorista haciendo comparaciones que la ponen a resguardo del juzgamiento moral que requiere[4]. Y menos aun cuando, evaluando sus antecedentes, vemos que en los juzgamientos que gente íntegra y de bien le ha efectuado, ha resultado invariablemente culpable.      



[1] Márquez, Nicolás; La otra parte de la verdad, edición del autor, p. 28
[3] Cabe señalar aquí que en el último tiempo el kirchnerismo promovió la oscura figura del general César Milani y el aumento del presupuesto militar; pero esto no obedece a un repentino giro ideológico de defensa del Proceso en la década de 1970, sino a motivos de conveniencia actual para aferrarse al poder.
[4] Si se quiere hacer un juzgamiento a grandísimos rasgos, más adecuado es encasillar al kirchnerismo en el violento colectivismo (concepto en el que entran tanto represores de izquierda como de derecha), que asimilarlo a los militares -y así a la derecha- sin mencionar a los grupos terroristas marxistas desde los que proceden algunos de sus funcionarios e ideólogos.