viernes, 13 de junio de 2014

Boudou merecido

Boudou merecido
Ezequiel Eiben
12-6-2014


Ayn Rand, en su espléndido ensayo “La ética objetivista”, realiza la siguiente explicación:

La virtud del Orgullo puede describirse mejor con el término “ambición moral”, que significa que uno ha de ganarse el derecho de considerarse a sí mismo como el valor máximo, al lograr la propia perfección moral. Ésta se alcanza cuando no se acepta jamás ningún código de virtudes irracionales imposibles de practicar y nunca se deja de poner en práctica las virtudes que uno conoce como racionales. Cuando nunca se acepta la culpa inmerecida y no se merece culpa alguna, o, si se ha merecido, no dejando que ésta quede sin corregir, no resignándose nunca a aceptar pasivamente las fallas en el carácter personal y no permitiendo jamás que un interés, deseo, miedo o humor momentáneo esté por encima de la realidad de la autoestima. Y, por sobre todas las cosas, significa rehusar desempeñar el rol de animal sacrificable, es decir, rechazar cualquier doctrina que predique la autoinmolación como virtud o deber moral[1].   

De esta reflexión se puede extraer mucho material intelectual para analizar lo que se vive en Argentina respecto de la causa Ciccone, que involucra de manera directa al Vicepresidente de la República, Amado Boudou.
Como persona individualista que soy, no atribuyo ni acepto culpa inmerecida, envolviendo en una acusación a quienes no corresponda. Por ende, las personas de bien que luchan día a día por la Libertad y la República en Argentina merecen quedar a salvo de la consideración efectuada a continuación. Tómese en cuenta que el análisis se realizará desde una perspectiva global, y por ende, dado el contexto actual, se emplearán necesariamente conceptos amplios. Hecha la aclaración, se procede según lo previsto.

Argentina como país, en general, se merece a Boudou. Merece tener un personaje nefasto, ladrón, corrupto, inmoral y caradura como Boudou en el gobierno. La cultura y la visión moral predominantes, en bancarrota, lo hicieron posible; las mismas le dieron el espacio suficiente para crecer, el impulso necesario para subir al poder, y el certificado de aprobación para mantenerse aferrado con repugnante impunidad. Irracionalidades a la orden del día; ningún intento por lograr perfección moral. Incluso apartados de la causa Ciccone y perseguidos políticos por los manejos kirchneristas en contra de la justicia independiente, víctimas en lo procesal de la corrupción oficialista, han sido cómplices morales del auge y consolidación de un proyecto colectivista degradante. El Juez Daniel Rafecas[2] y el antaño Procurador General Esteban Righi[3] también merecen a Boudou. El primero, difundió en consonancia con los defensores del “modelo nacional y popular” la parcial, tergiversada, espuria y manoseada visión de la historia argentina en lo relativo a la década de 1970 con los militares en el poder. El segundo, hombre del peronismo de larga data, estuvo vinculado al Grupo Calafate, presidido por Néstor Kirchner, el mismo corrupto ante quien durante su mandato nacional juró como Procurador[4]. Rafecas, Righi, y más de uno dentro del “pueblo argentino”, tienen que hacerse cargo. ¿Querían promocionar colectivismo? ¿Querían coquetear con el poder colectivista? Ahí tienen los resultados.

Por otro lado, hay que considerar la posibilidad de que Boudou finalmente vaya preso. Quizás, de una vez por todas, la justicia se abrirá paso entre los vericuetos de un sistema manipulado para proteger a los mismos que lo adulteran a costa de sus víctimas. Ahora bien, esto no debe llevar a un optimismo que provoca desenfocarse de la situación real. Boudou preso sería solo un paso adelante en el medio de cientos de pasos atrás. Un salmón contra la corriente. Porque no hay que engañarse: la regla en Argentina es la impunidad; Boudou condenado sería apenas una extraña, poco común y para nada frecuente excepción. Un avance que no conduciría a una total reconstrucción de las instituciones y de la República liberal que supimos ser en algún momento. Boudou preso no sería mostrar “la verdadera cara de la Argentina” y demás eslóganes optimistas y mentirosos, en más de una ocasión blandidos por los populistas y demagogos de la supuesta vereda de enfrente del kirchnerismo. La verdadera cara de la mayoría en este país es la cara de quienes lo votaron a sabiendas de que forma parte de una asociación criminal y corrupta llamada Frente para la Victoria. La verdadera cara de la mayoría en este país es la cara que posibilitó el 54% más infame de la historia política nacional. Aquí hubo culpa, más que merecida, y faltó esfuerzo para modificar los resultados. Después hay quejas, manos lavadas, miradas hacia otro lado, y ausencias en asunciones de responsabilidad; pero la culpa originaria permanece, y la mencionada “resignación a aceptar los defectos en el carácter personal” en la cita de Rand hace estragos.

La debilidad general argentina también es palpable en el discurso de los predicadores colectivistas de los paños fríos y el borrón y cuenta nueva respecto de la tiranía kirchnerista. Ellos hablan de “unir a la Argentina” y de la “reconciliación nacional”. En parte porque sus ideas equivocadas los depositan en el callejón sin salida de terminar aceptando la convivencia con el kirchnerismo, y en parte porque son políticos actuando como una corporación que se cuida a sí misma a expensas de quienes los sufrimos. Los que vivimos en Argentina y no somos kirchneristas ni tenemos la intención de engrosar las filas de la corporación política afín que pretende cuidarlos como miembros propios, no tenemos que permitir que nos quieran asociar forzosamente a la banda de delincuentes oficialistas. Yo no tengo nada que ver con el ladrón Vicepresidente, ni quiero tener que ver. No lo perdono, no me uno, no me reconcilio. Quiero cero vinculaciones con los corruptos kirchneristas y castigo por sus fechorías. Rehusemos desempeñar el rol de animales sacrificables a los intereses de la casta de ladrones enquistados en el poder que viven parasitando el esfuerzo ajeno y consumiendo la riqueza que no produjeron.

Procesalmente no correspondía que Boudou pusiera una cámara a filmar su indagatoria. No es de extrañar que el objetivo del ladrón fuera armar un circo mediático con el material obtenido para agitar las aguas en su favor en búsqueda de impunidad. Pero digo, solo con curiosidad científica, y sin pretensiones de pasar por encima de la ley procesal: hubiese estado bueno como caso de estudio poder ver una filmación de Boudou declarando, para analizar cómo funciona la psicología, la gesticulación y el lenguaje corporal en general de semejante delincuente inmolándose moralmente.

Para finalizar esta nota, recuerdo que vivimos en la Argentina donde el fiscal Campagnoli es suspendido y enviado a juicio por investigar, y donde Boudou puede quedar impune como tantos otros políticos corporativistas. Estos son símbolos. El desafío de fondo es consolidar una República y generar las condiciones que permitan el florecimiento de una sociedad abierta y liberal.       




[1] Rand, Ayn; La virtud del egoísmo, Editorial Grito Sagrado, p. 39
[2] Comenzó con la investigación sobre Boudou pero fue desplazado de la misma. El kirchnerismo lo acusó de mal desempeño, por comunicación que mantuvo con Ignacio Danuzzo Iturraspe, allegado a la defensa de Boudou, vía whatsapp.
Ver: El Consejo de la Magistratura archivó causas contra 90 jueces: Rafecas continúa en la mira
http://www.infobae.com/2013/11/22/1525596-el-consejo-la-magistratura-archivo-causas-contra-90-jueces-rafecas-continua-la-mira
[3] Renunció a su cargo luego de que el Vicepresidente acusara públicamente en el Senado a su estudio jurídico por ofrecerle servicios legales alegando tener capacidad de lobby y buenos contactos.
Ver: Esteban Righi presentó la renuncia
http://www.perfil.com/politica/Esteban-Righi-presento-la-renuncia-20120410-0006.html

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