jueves, 5 de abril de 2012

Fin de la opresión, nacimiento del pueblo y milagro de la liberación en Pesaj

Fin de la opresión, nacimiento del pueblo y milagro de la liberación en Pesaj


El fin de la opresión

La opresión que duró generaciones enteras, arruinando la oportunidad maravillosa de existir para tener una vida digna, llegó a su fin cuando el ejército más poderoso del mundo en aquella época se desplomó en el mar, bajo las aguas que se cerraron a su paso, clausurando el camino. Mitzraim perdía las herramientas para seguir llevando a cabo esa malvada costumbre de someter por la fuerza a las personas, y eran eliminados los hombres responsables de desempeñar tan cruel y deshonrosa tarea. Por las arenas del desierto soplaba un viento con renovado mensaje: la incomparable sensación de ser libres.
Bnei Israel tenía motivos de sobra para ser felices y festejar. Aún así, y después de las heridas y humillaciones recibidas por parte de los verdugos esclavizadores, se cuenta que Hashem no permitió un despliegue de júbilo en la forma de bailes una vez cruzado el mar. Dice el Midrash que aún en ese momento, Hashem les pidió a los Hijos de Israel que tuvieran en cuenta que gente se estaba ahogando en el mar. Por más que los egipcios que morían habían sido enemigos, había que esperar a que cesara su sufrimiento para recién poder demostrar felicidad. Un gesto para con el sufrimiento humano, allí a orillas del mar, ya del otro lado, ya con otro camino enfrente, y todavía con el pasado reciente impreso a fuego en la mentalidad de los liberados. Las fuentes indican que a Israel se le pedía consideración de la humanidad de los que sufrían, hasta de la de los peores villanos que lo habían afligido.

El nacimiento del pueblo
Luego de la liberación del yugo de Egipto, Israel se disponía a formarse como un pueblo libre, y ahora sí, la propia humanidad israelita iba a poder florecer, dejando atrás la vida de las bestias de carga, y abriéndole los brazos a la libertad.
Pesaj es un pasaje: de la esclavitud a la libertad, del sufrimiento de la fuerza al ejercicio de la voluntad. El rabino Marcelo Polakoff utiliza la metáfora del nacimiento: lo previo a cruzar el mar y abandonar Egipto es la sala de partos, donde se empieza a gestar lo que culminaría en la liberación. Se nace en un lugar estrecho (un pasaje). Luego salimos al desierto, pasamos a la amplitud, nacemos, y lo hacemos como personas libres.
No hay que olvidar el hecho de que algunos quisieron un aborto: volver a Egipto, volver a la esclavitud. Pero conocemos la historia: el nacimiento aconteció de manera exitosa. La libertad pudo más que los oscuros deseos de volver a vivir bajo el látigo.


El milagro de la liberación

“No nos basamos en milagros” dice el Talmud, y es una elocuente afirmación de lo que el concepto de milagro implica para la tradición judía. Que el mar se abra para que Israel pase por el, meramente como una bondad divina sin una pizca de esfuerzo o voluntad por parte de las personas beneficiadas, es una idea que no tiene lugar en la Torá. Primero, los israelitas debían empezar a caminar hacia el mar, y recién después Moshé lo abriría posando su vara en las aguas. No al revés. No sucedería un milagro por determinación divina sin conexión a la acción humana. El milagro en el judaísmo requiere intervención humana, determinación, voluntad, pedir sin rendirse, mantenerse sin abandonar. Hashem no hizo un mero regalo sin esperar nada a cambio al abrir las aguas, sino que se requirió la iniciativa de las personas de empezar a entrar en el mar para que el camino seco entre bordes acuáticos se formara.
En tal sentido, reafirmando la concepción de que por más que soliciten ayuda, es imprescindible que las personas se muevan en pos de sus objetivos, citamos a Shimón ben Eleazar, en Gésesis Raba: “Ni un puñado de lluvia desciende del cielo sin que la tierra envíe a su encuentro dos puñados de humedad”.
También decía Baal Shem Tov: “La diferencia entre un milagro y un hecho natural es sólo su frecuencia”. Relacionándolo con lo anterior, una persona que quiera enfocarse en cumplir sus metas, elevando una plegaria al Eterno invocando protección pero sin esperar que Él haga el trabajo, sino poniendo a la par todos sus esfuerzos y dando lo mejor de sí, podrá llegar a buen puerto; y en un mundo de personas honradas, trabajadoras y voluntariosas, sin dudas que ocurrirán milagros desde la óptica judaica con mayor frecuencia.

Ezequiel Eiben
5/4/2012
13 de Nisan 5772

jueves, 26 de enero de 2012

Extremismo y Racionalidad

Extremismo y Racionalidad

Ezequiel Eiben
24/1/2012
29 de Tevet 5772

Extremismo y Racionalidad son dos elementos que van a ayudar a Israel a guiar sus acciones y a poner fin a los problemas que le causan sus enemigos.
El Extremismo(1) significa sostener un valor y llevarlo hasta las últimas consecuencias, es la defensa sin claudicar de un interés; ser extremista es ser coherente con uno mismo, no ceder ante intentos de saqueo o menoscabo de la integridad. Alguien puede ser un extremista malvado (un criminal), o bien puede ser un extremista de nobles valores (Justicia, Libertad). Ya sabemos que Israel tiene razón frente a sus perversos enemigos. Si pretende defender su justa causa de manera eficaz y coherente, sin concesiones al mal, debe adoptar una postura extremista en la protección de su interés: nuestra seguridad es irrenunciable, somos extremistas de la defensa propia.
Racionalidad es aceptar a la razón como la única fuente de conocimiento del hombre, tomar decisiones validadas por un proceso de pensamiento aplicando la lógica, y responsabilizarse de las propias elecciones y juicios. El hombre racional hace uso de su facultad de razonar para lograr una lectura correcta y objetiva de la realidad, sin evasiones que lo perjudiquen y sin caer en los términos místicos (habitualmente empleados por sus contrincantes) que lo alejan de los hechos y de lo concreto. Mediante un criterio racional, Israel puede perfectamente demostrar que está en lo correcto. Obrando, por medio de sus representantes, de manera racional, otorgará a los hechos su importancia sublime y no permitirá que las arbitrariedades enemigas deformen la realidad. La razón permite tratar los temas políticos en el terreno adecuado, lejos de reclamos inverosímiles.
Por poner un ejemplo de los más burdos que se pueden encontrar acerca de la irracionalidad de los enemigos islamistas contra la que Israel no debe tropezar: intentar convencer o someter, buscando arrancar concesiones o forzar la rendición, en base a los dichos de profeta judeófobo, misógino y pedófilo, como si fueran la verdad revelada por una divinidad. Aquí, no hay que ceder a las pretensiones risueñas de los que nos exigen conductas o la rendición total en nombre del capricho (básicamente, en nombre de los antojos de Allah comunicados a través de su creador y productor, Muhammad).
¿Realmente consideran estos islamistas, como argumentación de peso, que el pueblo judío les debe entregar su lugar más preciado porque un trasnochado narró que allí alguna vez un asesino en masa dejó su caballo volador? ¿Suena lógico? No hay que caer en la bajeza intelectual de aceptar un intrascendente “argumento” teológico mezclado con un mentiroso suceso histórico como pauta de nuestro proceder. Es más, no solo debemos rechazarlos, sino que también debemos ser racionales. Hablar en términos racionales no es ningún pecado. Si a algún demente líder religioso islamista se le ocurre dictar una fatwa condenando el rechazo de hombres libres a aceptar a Allah y decretando su pena de muerte, y contrata a un asesino a sueldo para que los ajusticie, los hombres que quieren ser libres no deben pedir perdón de rodillas al ofendido mundillo islamista terrorista. Será Justicia si alguno de ellos detiene al asesino y liquida a su jefe islamista iniciador de la agresión. No olvidarse: Israel, su gente, debe ser extremista en la defensa de la propia vida. No hay punto medio entre nosotros y nuestro asesino (2). No hay punto medio entre Hamas e Israel (3). Si alguien inicia la fuerza para liquidarnos, intentemos liquidarlo primero. Sería un despreciable cobarde el gobernante israelí que pudiendo hacerlo, no obrara protegiendo a los suyos hasta el final.
Otro ejemplo de exigencias islamistas: todas las tierras que supuestamente les corresponden para poder instaurar su Califato (sunita) o Gobierno (chiíta) mundial. ¿Su fundamento? La palabra de Allah en primera instancia, y anteriores conquistas bélicas en segunda instancia. Alguien podría preguntarles, sacándolos de su euforia religiosa, dónde están los títulos de propiedad de las tierras por las que claman incluso llegando a pedir la sangre de los actuales residentes, las cuales nunca poseyeron (en un caso) o que desde hace mucho no las poseen (en otro caso). Los islamistas admitirían que no tienen títulos (ese instrumento jurídico fehaciente que corresponde al mundo civilizado), pero no lo verían como mayor problema puesto que la doctrina de Dar al Islam los avalaría en sus ambiciones imperialistas. Incluso en el hipotético, lejano y de cualquier modo poco relevante caso que algún islamista saltase de su silla hecha de cráneos humanos esgrimiendo un viejo título (fraguado), eso no quitaría el hecho de que los conquistadores musulmanes son usurpadores por la fuerza de tierras ajenas, y de ese modo no adquieren derecho alguno. Un hombre racional les aclararía: no existe derecho a violar otro derecho; si así no fuera, no existiría la Justicia, sino que solo se reduciría a una masa amorfa de construcción social subjetiva. Les diría sin rodeos: “ustedes no tienen derechos sobre esas tierras”.
Los que representen a Israel no deben gastarse escuchando “verdades” del autoproclamado profeta portador de la “verdadera fe”. Llegado el caso de negociaciones con quienes estén interesados en reconocer a Israel, se juzgará la racionalidad o irracionalidad de un argumento para aceptarlo o no. En un punto concreto, la razón está de un lado o de otro. Quienes quieran tratar en términos racionales con Israel, podrán hacerlo. Pero mientras seamos libres y tengamos la autodeterminación en nuestras manos, no jugaremos nuestras posibilidades en base a permisos y exigencias del enemigo. ¿O acaso alguien puede ser tan bizarro de querer buscar la mediación y el punto medio entre el jihadista que pretende la conversión forzada al islam, y el inocente que desea vivir con libertad de pensamiento y conciencia?
Una cosa es tener un debate teológico de acercamiento entre los credos, o de reflexión del propio (casos en los cuales se pueden apoyar iniciativas de diálogo con representantes pacíficos del islam; o interpretaciones modernas del Corán que dejen de lado fundamentalismos que conducen a fanatismos, como el caso de las órdenes de iniciar la fuerza física contra otros). Otra cosa es el debate político. No se deben mezclar Estado y Religión. La política estatal gubernamental fundada, basada y ejecutada desde la religión es inevitable e invariablemente una Teocracia. Esto conduce al gobierno del capricho sobrenatural de los iluminados con sabiduría divina. Mesianismo político en su máxima y más desagradable expresión.
Un representante político israelí no debe explicar, en una mesa de negociaciones políticas que incumbe a su país, por qué Allah se equivoca al decir que los judíos son todos perversos, tramposos, y que deben ser convertidos al islam o transformados en ciudadanos de segunda clase bajo un gobierno musulmán. El israelí debe dejar en claro que con Israel se trata de manera racional, no mediante la fuerza. Si quiere discutir sobre teología en una actividad privada financiada con sus propios fondos, que lo haga. Pero representando públicamente a Israel, se debe desempeñar como un racional y extremista de su defensa.


(1) Tomo la palabra en su sentido filosófico. En la nomenclatura política actual, “extremismo” tiene connotación negativa. Sin embargo, desde una posición moral, el mal no está en ser extremista, sino en la maldad que se defienda siendo extremista. Por ejemplo: un terrorista es un extremista asesino, y hay maldad en asesinar; pero un juez honesto e íntegro puede ser un extremista de la justicia, y al juzgar así realiza una acción de bien.
(2) Afirmar lo contrario equivaldría a decir: “yo tengo un poco de razón en querer defenderme, y el asesino tiene un poco de razón en querer asesinarme; juntos deberíamos llegar a una transacción para quedar conformes con las partes que tenemos razón”. Imagínese la puesta en práctica de semejante postura moral, a sabiendas de que un terrorista islamista no se conformaría con un brazo o una pierna de su oponente.
(3) Viendo el caso del extremismo de Hamas, sabemos que su propósito es asesinar. El otro extremo, sería no asesinar, es decir, la renuncia total al asesinato. ¿El punto medio sería permitir algunos asesinatos y otros no? ¿O lo eficaz y correcto sería impedir a Hamas, de manera extrema, cualquier asesinato?

viernes, 9 de diciembre de 2011

Políticos palestinos que dicen la verdad

Políticos palestinos que dicen la verdad

Ezequiel Eiben

03/12/2011
7 Kislev 5772


Hay políticos palestinos que dicen la verdad. Que más allá de los circos montados alrededor de las mentiras, calumnias e injurias antiisraelíes, se desenmascaran y ofrecen al público (dependiendo de la audiencia, es como manipularán el mensaje) su verdadero rostro.
Para conocer la verdad, no hace falta escuchar a ningún apologista occidental del terrorismo, ni a los decadentes intelectuales judeofóbicos, ni tampoco a los cleptómanos de la historia o a los altruistas descabellados amantes del suicidio.
Simplemente, en estos casos lo que hace falta es escuchar a los propios representantes palestinos, de manera lisa y llana, sin interpretaciones o deformaciones que intenten acomodar sus dichos. Los mismos protagonistas de las declaraciones arrojan luz sobre las verdaderas intenciones de los gobernantes.
Un ejemplo clarificador en este asunto es el de Adli Sadeq, embajador de la Autoridad Palestina en India. A continuación, palabras suyas:
“(Los israelíes) tienen un error común, o un concepto erróneo por el cual se engañan a sí mismos, dando por hecho que Fatah los acepta y reconoce el derecho de su Estado (Israel) a existir, y de que es solamente Hamas el que los odia y no reconoce el derecho de este Estado a existir. Ellos ignoran el hecho de que este Estado, basado en una fabricada empresa (sionista), nunca tuvo una pizca de derecho a existir… Hamas, Fatah y los demás no están haciendo ahora una guerra contra Israel por razones referidas a equilibrio de poder. No hay dos Palestinos en desacuerdo sobre el hecho de que Israel existe, y el reconocimiento de ello es decir con otras palabras lo obvio, pero el reconocimiento de su derecho a existir es otra cosa, diferente del reconocimiento de su existencia física” (1).
La verdadera visión de Fatah respecto de Israel, está esbozada allí. Simple y concreta; no se requiere darle muchas vueltas al asunto. Israel nunca tuvo ni una pizca de derecho a existir.
¿Qué diría uno de esos paupérrimos intelectuales que busca adaptar la realidad a la ideología en vez de la ideología a la realidad? Es fácil suponerlo, cuando ya hemos visto hasta el hartazgo las engañifas a las que recurren para darles a los mensajes los significados que ellos desean que tengan, por encima del sentido que el propio autor de las palabras les propició. Un defensor de los trogloditas asesinos diría: “En verdad, eso es una declaración hecha solamente por oportunidad y conveniencia ante una audiencia que necesita que le digan lo que ella quiere escuchar. Estas no son las verdaderas intenciones de los líderes palestinos. Ellos realmente desean hacer la paz con Israel, solo que no lo pueden decir porque sino serían destituidos o el pueblo les quitaría su apoyo. Sería como traicionar a su pueblo. Fatah mantiene grandes diferencias con Hamas, y en el pasado Arafat ya reconoció a Israel. Es Israel el que no entiende el tremendo esfuerzo que hacen los palestinos para la paz. Es Israel el culpable de que los procesos de paz no avancen”.
Pues bien, si nos detenemos a analizar el arquetipo de la manifestación políticamente correcta del que cree ser una persona netamente comprometida con la paz aunque eso implique la desaparición forzosa de Israel, se pueden rescatar varios puntos que demuestran la ridiculez de la postura, el mermado entendimiento, y las equívocas técnicas de interpretación.
Lo que se insinúa de semejante mamarracho, en consonancia con la tradicional línea de pensamiento antiisraelí, es lo siguiente:
El mote de “declaraciones hechas por oportunidad y conveniencia” queda relegado a las declaraciones de guerra; cuando una declaración habla (y ya sabemos que recurriendo a la mentira) sobre la paz, automáticamente se toma como verdadera y se pone fuera de todo cuestionamiento acerca de la veracidad, legitimidad e intencionalidad subyacente. Porque los gobernantes palestinos son personas bondadosas; lo demás son deslices o pequeñas mentiritas piadosas.
La “audiencia que necesita que le digan lo que quiere escuchar” no solo se limita al público palestino; un embajador en India también debe manejarse en esos términos (no vaya a ser que los hindúes no puedan vivir tranquilos y den vueltas en la cama a la noche porque Fatah avisará que reconoce el derecho a la existencia de Israel de manera inequívoca). De hecho, en todo el Medio Oriente los representantes diplomáticos palestinos deben mantener la farsa de que odian a Israel cuando realmente lo aman, porque sino se desataría una guerra sin precedentes, y todo por culpa de los sionistas. Como los sionistas son la mayor amenaza a la paz mundial, y los conflictos entre los propios islámicos, islamistas, árabes, persas y turcos son su culpa, y el destino incierto de las revueltas árabes demasiado temprano llamadas “primaveras” son obviamente culpa de Israel, esta mentirita en miniatura que esconde el verdadero amor de los palestinos hacia los sionistas debe ser mantenida. Por su parte, el público occidental no debe considerarse como ese tipo de audiencia que nada más necesita que los líderes árabes le digan lo que quiere escuchar; cuando los árabes hablan en inglés, a los de este lado del mundo nos dicen la verdad en serio. El occidental puede distinguir la sinceridad en la voz de Arafat hablando de ramos de olivos, y su paternalismo le hace comprensible y soportable que a un pobre palestino haya que mentirle y manipularle el conocimiento subordinando sus ansias de verdad a un plan de conveniencia política mayor de los tiranos expertos en opresión.

Ahora bien, uno se pregunta: si en verdad los líderes palestinos fueran destituidos en caso de revelar sus auténticos planes, ¿cuál es entonces la legitimidad en su cargo como exponentes de la visión del pueblo palestino? Si los gobernantes llegaran a ser desplazados en caso de ser sinceros con los gobernados, y por lo tanto deben recurrir a la mentira y la falsificación ¿cuál es su representatividad como funcionarios públicos? ¿Es de preferencia el político que miente para conservar su posición y subordina los intereses de los gobernados a su propio plan? Suena a que los apologistas de estos tiranos manejan conceptos de paz, democracia y representación en base a la arbitrariedad. Lo peor de todo esto es que la evidencia demuestra que la verdad es el discurso palestino dirigido a los árabes, y no a los occidentales: la verdad es que los gobernantes palestinos quieren destruir a Israel, en vez de querer hacer la paz con él.
Las diferencias que mantenga Fatah con Hamas, pueden dejarse momentáneamente de lado para cumplir el objetivo máximo de destruir a Israel. Los líderes prefieren firmar acuerdos y unificar representaciones para embestir al enemigo sionista, y recién luego dirimir cuestiones internas. Su naturaleza bestial los lleva a matarse entre ellos como ya ocurrió, y a planear el derrumbamiento del otro; pero un pacto de mutuo acuerdo que perjudique a Israel, es siempre opción viable contra el enemigo sionista aunque dentro de casa no todo se haya limpiado.
Las diferencias en las naturalezas de los reconocimientos a Israel (como Estado, como Estado Judío, o simplemente como realidad de hecho sin derecho) han sido explotadas por los gobernantes palestinos para convencer a unos cuantos con supuestas intenciones de paz, y poder llevar a cabo con mayor margen de operaciones (cuando se trata de obnubilar y engañar al enemigo) el verdadero propósito que es el plan por fases para destruir a Israel enunciado hace ya largo tiempo por Arafat. Después de todo, la victimización palestina, las deformaciones históricas, las putrefacciones políticas y la cooperación de los idiotas útiles funcionales a los fines oprobiosos de los dictadores, harán quedar siempre a Israel como el malo de la película. En definitiva, muchos pueden decir una cosa, muchos pueden decir otra, y al final la culpa siempre la tienen los sionistas.

Más allá de cualquier entretejido estafador y de las artimañas a las que recurren los negadores de la realidad y aborrecedores de la verdad, los que realmente se preocupan por la existencia de Israel en óptimas condiciones de seguridad, tienen en cuenta el mensaje constantemente difundido como el pronunciado por el embajador palestino en India: tanto Fatah como Hamas son una banda de criminales deseosa de exterminio contra judíos.

No hay que dejar que estos malvados terroristas cumplan su cometido.

Fuentes:
(1) PA official: "[Israel] never had any shred of a right to exist" - Itamar Marcus y Nan Jacques Zilberdik
http://www.palwatch.org/main.aspx?fi=157&doc_id=5905

“Exigimos ya la aplicación de la ley también en las escuelas y universidades privadas”

“Exigimos ya la aplicación de la ley también en las escuelas y universidades privadas”

Detrás de las palabras que componen esta pequeña, y a la simple vista de muchos, justa frase, que tomamos a modo de ejemplo como un típico reclamo ciudadano o parlamentario para regular cuestiones privadas, se esconden cuestiones que son menester analizar.
No ahondaremos la exposición en el aspecto jurídico de una ley, sino que nos limitaremos a un análisis desde el punto de vista filosófico y moral respecto de la exigencia de su sanción y aplicación.
“Exigimos ya” normalmente refiere exclusivamente al interés del sector que pretende la aplicación de la ley, sin considerar o bien directamente pasando por encima el interés de quienes serán los principales receptores de dicha legislación: aquellos a quienes las regulaciones están destinadas y que deberán obrar en consecuencia de lo dispuesto. En el caso de nuestro ejemplo, las reguladas por el Estado serían las escuelas y universidades privadas.
“La aplicación de la ley”, que en nuestro ejemplo refiere a la supervisión estatal de un emprendimiento privado, refiere a la coacción estatal para hacer cumplir sus disposiciones y al castigo en caso de desobediencia. La manera de hacer cumplir una ley que por definición es obligatoria (y que regula aspectos privados o íntimos afectando la libertad) a un sector determinado es a través de la fuerza. Se cumple con la ley, sino se recibe una sanción: esta puede variar desde multas hasta la clausura del establecimiento, dependiendo la gravedad de la falta.
Es decir, la exigencia de que una ley reguladora de diversos aspectos de una actividad como la educación privada se haga manifiesta y efectiva equivale en líneas generales a abrir las puertas al intervencionismo estatal en actividades privadas. Se puede visualizar que el Estado interviene en negocios, contratos o proyectos de particulares como un entrometido intentando poner orden de acuerdo a su arbitrariedad, cuando en rigor el ente público (en caso que existiera) debería sustraer su actuación de interferencias indebidas y limitar su accionar a la protección de los derechos de los individuos. Si se sancionaran leyes, estas deberían ser objetivas, garantizando derechos individuales, en vez de violándolos.
Aquellos que reclaman por aplicaciones de leyes coactivas sobre espacios y aspectos privados ¿acaso no perciben realmente lo que están pidiendo? ¿No se dan cuenta que están cercenando la libertad de mercado, y arrojándose en manos de papá Estado que impartirá las órdenes? De más está decir que varios estatistas son plenamente concientes de su posición favorable al aparato público omnipresente. No dejan lugar a lo voluntario; prefieren lo forzoso. Al resto que “no se da cuenta” de lo que están difundiendo, ¿no son suficientes ya los fracasos como para cambiar de postura?
Como decía Ludwig Von Mises: “El Estado es una institución humana, no un ser sobrehumano. Quien dice: debería haber una ley sobre este asunto, quiere decir: la fuerza armada del gobierno debería obligar a la gente a hacer lo que no quiere hacer. Quien dice: esta ley debería ser puesta en vigor, quiere decir: la policía debería obligar a la gente a cumplir esa ley. Quien dice: el Estado es Dios, deifica la armas y las cárceles” (*).
Aquellos obsesivos de las regulaciones y sedientos de la creación de leyes, aquellos desenfrenados sancionadores de legislación y ansiosos por seguir recopilando volúmenes normativos de imposición a los demás, son los que aprueban el intervencionismo estatal y el consecuente daño a la libertad individual.
Favorecen la caída de la ya de por sí precaria división existente en su cosmovisión entre la esfera pública y la privada, disminuyendo o extinguiendo la libertad y sentando los cimientos desde donde se edifica el Estado totalitario.
La propiedad debe ser privada, y a la propiedad privada se la debe respetar. De existir un Estado, el mismo debe cumplir los fines de garantía de la libertad y protección de la propiedad, en vez de ser el principal violador de la primera y saqueador de la segunda.
¿Se habrán preguntado los partidarios del intervencionismo estatal acerca de su moral, consistente en impedirles a las personas la posibilidad de tomar ellas mismas sus propias decisiones morales, comerciales y privadas de manera libre? En nuestro ejemplo sobre educación privada, pretenden que burócratas decidan caprichosamente con “iluminaciones” ideológicas, la educación que los padres deben otorgar a los hijos.
El “vive y deja vivir” no es algo a lo que están acostumbrados ustedes los intervencionistas; prefieren gobernar y dominar, regular la vida de los demás.
Deben cambiar de actitud. Intervencionistas, no se si querrán vivir; pero por lo menos dejen vivir a los demás. Ustedes consigo mismo hagan lo que quieran.

Ezequiel Eiben
24/11/2011

Fuente:

(*) Ludwig Von Mises, Gobierno Omnipotente, Madrid, Unión Editorial, S.A., 2002 (1944). Pág. 81.
La cita puede verse en: http://www.liberalismo.org/articulo/157/64/estado/minimo/

viernes, 14 de octubre de 2011

El probable acuerdo de liberación de Guilad Shalit y el porvenir para Israel

El probable acuerdo de liberación de Guilad Shalit y el porvenir para Israel

Ezequiel Eiben
14/10/2011
16 Tishrei 5772


La probabilidad de llevar adelante un acuerdo por parte del gobierno de Israel con Hamas, a través de la mediación de Alemania con colaboradores egipcios, para liberar al soldado de Tzahal Guilad Shalit, ha vuelto a encender como siempre las vociferadas posturas opuestas, a favor y en contra del trato de marras: por un lado, los que se muestran a favor del acuerdo, sostienen que es obligación de Estado recuperar a uno de sus hijos secuestrado, que encima en el caso de Shalit este estaba prestando un servicio al país por lo que merece enormes esfuerzos, y que la vida de un israelí vale lo suficiente para hacer concesiones al enemigo con tal de salvarla; los que se muestran en contra alegan que firmar un acuerdo por la liberación de Shalit a cambio de prisioneros palestinos con sangre en las manos (terroristas asesinos) no hace más que incentivar al terrorismo a seguir secuestrando gente para reclamar por más presos liberados, le permite continuar con campañas de extorsión, y que además se proyecta una imagen de debilidad israelí que cede ante la presión, el chantaje y las amenazas de sus enemigos. Vale la aclaración: ambos grupos desean que Guilad sea recuperado sano y salvo, pero difieren en los medios propuestos: los primeros quieren liberarlo por medio de negociaciones asegurándose con claras garantías el bienestar del soldado; los segundos quieren liberarlo pero mediante una operación militar de rescate que implica más riesgos pero permite no tener que rebajar a Israel al nivel de negociar con terroristas.
Frente a esto, la cuestión política que se está dando para analizar es que precisamente un gobierno como el de Biniamin Netanyahu que defendía en teoría la segunda tesis, es el que puede ser protagonista de un histórico acuerdo siguiendo el curso de los postulados de la primera tesis. Escribió Netanyahu en su libro “Fighting Terrorism: How Democracies Can Defeat Domestic and International Terrorists”: “No liberar a los terroristas encarcelados. Entre las políticas más importantes que deben adoptarse frente al terrorismo es la negativa a liberar a terroristas convictos de las prisiones. Esto es un error que Israel, líder en técnicas anti-terroristas, ha hecho una y otra vez. La liberación de terroristas convictos antes de haber cumplido sus condenas parece una forma fácil y tentadora de desactivar situaciones de chantaje en el que personas inocentes pueden perder sus vidas. Pero su utilidad es momentánea. Liberar presos sólo alentará a los terroristas, dándoles la sensación de que incluso si se les captura el castigo será breve” (1). Como vemos, los tiempos y el contexto de suma delicadeza de la situación que atraviesa Israel, pueden haber llevado a Netanyahu a reconsiderar sus propias formulaciones. Este aparente giro copernicano (lo llamaremos aparente hasta que haya una confirmación y no se presenten sorpresas) se hace aun más notorio al repasar la lista de los terroristas que serían dejados en libertad, en donde se encuentran nombres especialmente nefastos. Tal como informa el material de Hatzad HaShení: “¿Quiénes son los archi terroristas que podrían ser liberados? Podría ser Marwan Barguti, ex jefe del Tanzin, cursa 5 sentencias de por vida más otros 40 años de condena. Abdallah Barguti – El ingeniero del Hamás, mato a 67 israelíes. Ahmed Saadat – jefe del “frente Popular para la Liberación de Palestina”, asesinó al ministro israelí Rehavam Zeevi. Ibrahim Hamed – jefe del ala militar en Ramallah, responsable de decenas de atentados, sobresalen las matanzas en el café Moment e Hillel, etc” (2).
Otro tópico a analizar es como seguirá la visión israelí al respecto del tema de los secuestros, de aquí a futuro. Si para cada caso concreto habrá que planificar una solución específica, si de una vez por todas se sentarán las bases de una política estable y consistente con principios rectores inmodificables desde los que se partirá para considerar cualquier episodio, si se mezclarán las tesis de acuerdo a lo que se presente; en fin, si se establecerá una política de Estado duradera y coherente, o si las resoluciones vendrán de políticas de gobierno de acuerdo a quien esté en el poder. Por internet circulan opiniones de analistas que proponen algo como lo siguiente: “...las reglas deberían ser cambiadas:
1) A todo secuestrado por los terroristas se lo considerará a partir del momento del hecho como 'muerto'.
2) Para facilitar las cosas, cada soldado deberá ser provisto de un dispositivo letal implantado en alguna parte de su cuerpo, que solo podrá activar él mismo en caso necesario, si así desea hacerlo. Creo que tenemos la tecnología para materializar ese tipo de cosas. El dispositivo le permitirá decidir si prefiere vivir en cautiverio... o apagar la luz.
3) Nunca más canjes ni permutaciones, bajo ninguna circunstancia.
4) La única forma que un secuestrado podrá volver a casa será si lo liberan, o si eventualmente es rescatado por una operación comando.
5) Para los criminales terroristas que son arrestados, sin excepción alguna: pena de muerte”
(3).
Los puntos aquí enunciados me permiten hacer ciertas reflexiones: estoy en contra de ceder ante los chantajes terroristas, es repugnante el quebrarse ante sus extorsiones y amenazas. Considero que aceptar tratos en los términos de los terroristas es otorgarles un triunfo significativo que incentiva su metodología de la muerte y agranda sus aspiraciones inhumanas. Los terroristas presos en las cárceles israelíes gozan de privilegios que ha más de un observador lo dejan atónito o incrédulo; se podría considerar la pena de muerte para todos los terroristas bajo las siguientes premisas: ellos no reconocen el derecho a la vida de otras personas y atentan contra ellas, ergo pierden la posibilidad de resguardarse en su propio derecho a la vida. Los terroristas no pueden invocar para sí un derecho que no están dispuestos a respetar en los demás: la vida.
Israel puede llegar a considerar seriamente la opción de proveer a cada soldado con un dispositivo para suicidarse si así lo desean en caso de ser secuestrados o capturados; sin embargo, para que haya justicia en este asunto de ser soldado, es preciso que el ejército deje de ser forzoso y pase a ser voluntario. Si servir en Tzahal es voluntario, el riesgo asumido es propio del jaial: nadie lo forzaría a hacer algo que no quiere, emprender una misión que no comparte, realizar un trabajo que no elige; la persona sería ama y señora de su decisión de convertirse en conscripto, y en caso de aceptar serlo, atenerse a las consecuencias y riesgos inherentes de su libre decisión, sabiendo las reglas de juego expresas desde el comienzo. En el caso del servicio militar voluntario, sí sería moral la decisión de ser soldado; y ante una situación desfavorable (si se implantara el mencionado sistema del dispositivo) se tendría la alternativa de suicidarse antes que caer en manos enemigas, pero a dicha situación se habría llegado circunstancialmente ejerciendo funciones estipuladas en un contrato firmado voluntariamente sin coacción.
Si el ejército es forzoso, y encima se dispone por ley que el soldado secuestrado será considerado muerto y se le implantará un dispositivo para suicidarse si así lo prefiere, se está obligando por la fuerza a una persona a que se embarque en un servicio del cual no tiene escapatoria asumiendo que si las cosas salen mal puede suicidarse o bien someterse a las torturas de los criminales enemigos. Alguno podría decir que el jaial tiene libertad de elegir la alternativa de suicidarse o no hacerlo; pero sin embargo el problema radica en la base y es que el soldado no elige si quiere hacer o no el ejército, por lo tanto se lo ha privado de elegir en la raíz de la situación que lo llevó en su desenlace al escenario de las alternativas. Su libertad está restringida de manera forzosa previamente, y él debe optar entre opciones (y encima ninguna es buena) en un contexto impuesto, sustraído a su consentimiento.
En definitiva, Israel debe abolir el servicio militar obligatorio (forzoso), y a partir de ese importante paso en el respeto por los derechos individuales de sus ciudadanos, debe establecer una política de Estado de negativa a la liberación de terroristas. No se debe ceder más a las exigencias terroristas, no se debe liberar más a los asesinos con manos ensangrentadas para que sigan llevando a cabo su propósito de eliminación del Estado Judío; y tampoco se debe obligar más a los ciudadanos israelíes a que sirvan en el ejército bajo riesgo de ser muertos, secuestrados o capturados por un enemigo en una situación en la que no eligieron estar.
A partir de este avance, los soldados como Guilad podrán optar libremente por servir o no en el ejército; nos ahorraremos penurias como la del presente ante las exigencias de un grupo terrorista plagado de asesinos para liberar más asesinos, y ante el secuestro ya por más de 5 años de un inocente ciudadano israelí que está sufriendo profundamente de manera injusta por un episodio derivado de prestar un servicio militar sobre el que no tuvo poder de elección; y cada vez que un ciudadano israelí interesado por la defensa de su país decida sin coacción estatal enlistarse en Tzahal, sabrá que, por propia convicción, habrá sellado su suerte.

Fuentes:

1- Benjamin Netanyahu: no escribas más libros, por favor!
http://www.coscorrones.com/2011/10/benjamin-netanyahu-no-escribas-mas.html
2- El gobierno israelí aprueba el acuerdo con el Hamás para intercambiar a Guilad Shalit por 1000 terroristas palestinos
Hatzad Hashení (La cara de la verdad) - CLAM HASBARÁ - Gabriel Ben Tasgal
3- Olga opina, y nada más
http://www.coscorrones.com/2011/10/olga-opina-y-nada-mas.html

viernes, 23 de septiembre de 2011

La exposición de la destrucción

La exposición de la destrucción

Ezequiel Eiben
23/9/2011
24 Elul 5771

Damas y caballeros, “malvenidos” a la exposición de la destrucción.
En este circo repleto de payasos que se llama ONU (aunque no con poca razón alguno podrá expresar “¿qué culpa tienen los circos y los payasos? Ellos alegran a la gente”) asistimos a la debacle moral e intelectual de los negadores de la existencia. La debacle de los que siguen los ritualismos de la violencia y el culto a la muerte. Y sin embargo, al mismo tiempo, asistimos a su triunfo político. ¿Cómo es posible que esto suceda? ¿Cómo es posible que la miseria moral vaya acompañada de la victoria política? ¿Qué mundo racional lo permitiría? ¿Qué mundo con seres pensantes, conscientes y con ganas de vivir sin molestar a los demás se quedaría mirando expectante cómo sus destructores venden la mentira como verdad a cambio de sumisión y obediencia? ¿Qué mundo racional se dejaría intimidar, reconocería al miedo como fuente fecunda de obtención de resultados forzosos sobre los subyugados, y permitiría al terror imponer los términos del modo de vida?
Evidentemente, nuestro mundo no es aquel mundo racional que no lo permitiría. Nuestro mundo lo permitió hoy, de rodillas ante la maldad, rendido ante la violencia, con la cabeza gacha ante la imposición de la injusticia, con la cola entre las piernas ante las amenazas de terror. El terrorista presidente de la terrorista Autoridad Nacional Palestina Mahmoud Abbas presentó su plan del futuro terrorista estado palestino en la Asamblea General de la ONU y muchos lo aplaudieron entusiasmados. Algunos porque apoyan el terrorismo, otros porque lo consideran un medio tan legítimo como las negociaciones entre repúblicas liberales, otros porque si está encaminado a destruir a Israel no puede ser malo (nada que esté dirigido a perjudicar a los judíos puede ser algo condenable).
El detestable Abbas, malvado sin remedio, acusó a Israel de apartheid, de colonialista, de racista. ¡Sinvergüenza! Aquellos que son malvados, nos acusan de ser malvados; aquellos que sirven al apartheid, nos acusan de apartheid; el racismo se queja del supuesto racismo de los demás. La irracionalidad en puntos culminantes.
Estos son los rasgos de la exposición a la que asistimos, la burda exposición de la destrucción. Los líderes palestinos se encargaron de destruir los conceptos, de destruir el lenguaje, de destruir la moral, de que el culto a la muerte superara en estima al amor por la vida. Y su regalo al mundo, envuelto en el falso paquete de buenas intenciones y esperanzas legítimas, ha sido aceptado por este. El terrorismo ha demostrado que triunfa cuando los que deberían combatirlo no cumplen sus deberes. El terrorismo ha demostrado que disfrazándose de payaso y llendo al circo de la ONU puede resultar agradable a los políticos. Si el mal por sí mismo es impotente y necesita de los buenos que lo alimenten para subsistir, y de los buenos que no hagan nada para triunfar, el mal va por buen camino en la ONU. Allí hay varios que se consideran “buenos” que no están dispuestos a hacer nada para interponerse como obstáculos insalvables en la carrera del mal hacia el dominio por la fuerza, y varios que se muestran deseosos de donarle millones de dólares convenciéndose a si mismos que lo hacen por una buena causa.
El mal inventó la leyenda del inexistente pueblo palestino; el mal reclamó como tierra ancestral a un Israel que no le pertenecía; el mal repartió su farsa a través de pistolas, bombas y misiles. Algunos intentaron resistir a los atropellos de los asesinos de la vida humana, la verdad y la historia. Otros aceptaron sus regalos, creyendo que aceptar el paquete bajo la amenaza de un arma en la cabeza realmente constituía una ofrenda a la verdad de parte de seres bondadosos. En Israel hay de las dos clases de personas: los que enfrentaron al mal y los que aceptaron su mensaje como digno de ser considerado para la paz, los que lucharon contra el mal y los que lo legitimaron buscando el “punto medio”. Sí, lamentablemente hubo de esta segunda clase de personas, y ellos permitieron con culpa, negligencia, indiferencia e irracionalidad que el mal llegara hasta donde llegó hoy: al estrado con exigencias basadas en supuestos “derechos inalienables del pueblo palestino”. Te estoy hablando, izquierda israelí, promotora de los palestinos y denigradora de los asentadores. Les estoy hablando también a ustedes, grupo de derechistas que con el tiempo flaquearon y aceptaron los errores de la izquierda como absolutos indiscutibles de cara al futuro del país. Y por supuesto a ustedes, centristas, izquierdistas enmascarados y algunos aún provenientes de un pasado derechista.
La furia que muchos conocedores de la historia de Israel habrán experimentado al oír semejante catarata de mentiras y disparates en boca de Abbas en la ONU, es entendible a la luz de su compromiso con la verdad y la legitimidad del sionismo. La verdad es que Israel tiene razón, y los palestinos no. Es así. De un lado está la verdad, y del otro la mentira. De un lado la razón, y del otro la sinrazón. No hay término medio. No lo hay entre nosotros y nuestros asesinos; no hay un poquito de razón de nuestra parte, y un poquito de razón de su parte, y juntos tomando un café con leche y comiendo golosinas podemos llegar a un acuerdo. La fuerza contra los que emplean la fuerza, es la medida eficaz a adoptar. Nada de pacifismo barato (ese que huye a los compromisos con la defensa de la propia vida y prefiere verla resignada ante las locas aspiraciones del resto); nada de entendimiento (ese que eleva a la categoría de dignos adversarios en un debate a aquellos que desde el arranque no nos reconocen). Abbas cada vez da más señales para que nos convenzamos de que quiere eliminar a Israel. ¿Por qué mirar hacia otro lado? ¿Es que a ciertas personas la realidad se les hace insoportable y la mentira un refugio placentero? ¿Es que la contundencia de los hechos less obliga a revisar postulados que no quieren, mientras que los delirios fuera de la realidad les permiten mantenerse con comodidad sin necesidad de hacer un esfuerzo crítico y reflexivo?
Si hay un momento para hacer autocrítica, es este. Si Israel no hubiera legitimado a la OLP, Abbas no hubiera reclamado hoy por un estado palestino. Si Israel hubiera eliminado a sus enemigos en vez de darles otra oportunidad, sus enemigos no estarían utilizando hoy esa oportunidad para tratar de eliminar a Israel. Y los imbéciles e idiotas útiles no tendrían hoy a ese enemigo para ponerse de su lado y chuparle las medias. Hoy la mención del terrorista Yasser Arafat (el mayor asesino de judíos después de Hitler) como un hombre de paz, despertó aplausos entre la multitud espectadora, el recuerdo de su infame frase “que no se caiga la rama de olivo” despertó elogios y añoranzas en periodistas y comentaristas; si se hubiera hecho lo necesario en su momento para que desapareciera la organización de Arafat el Asesino, heredada por Abbas el Mentiroso, los imbéciles e idiotas útiles estarían añorando otras maldades, pero no ésta tan perjudicial para Israel. No estarían hoy aplaudiendo a la organización que planea de manera consistente y constante la destrucción de Israel. Quizás estarían aplaudiendo a un nuevo enemigo que hubiere aparecido, pero no a este que tuvimos oportunidad de eliminar. A los arquitectos y promotores de los Acuerdos de Oslo les habría venido bien leer el Señor de los Anillos: en una épica batalla el bien derrotó al mal, Isildur venció a Sauron y le quitó el Anillo Único que le daba poder. Pero Isildur no destruyó el Anillo, y le permitió al mal subsistir. Tiempo después el mal reclamó la nueva oportunidad que se le dio y sus ejércitos se rearmaron. Miles de vidas se perdieron hasta que el país del bien, Gondor, pudo imponerse al país del malvado Sauron, Mordor. Y en esta segunda oportunidad, el Anillo fuente de poder del mal se destruyó. Buena lección acerca de no deshacerse del mal cuando se tiene la oportunidad, permitirle subsistir para que luego vuelva a amenazar, y las vidas que se pierden en el nuevo intento por terminarlo.
¿Hasta cuando Israel, tus políticos le van a extender la mano a los verdugos del pueblo judío? ¿Cuándo será el día en que dejen de intercambiar la foto en la que aparecen dándole la mano al asesino, la cual piensan que les garantizará el podio en los anales de la historia, por el sufrimiento de las familias de miles de muertos a manos del terrorismo islamista?
Es porque no rinde la seguridad a cambio de la falsa paz, una de las razones por las que apoyo a Biniamin Netanyahu. No comparto la insistencia con la cual llama a Abbas a sentarse a negociar la paz como socio auténtico (y estoy seguro que en su interior Bibi no le tiene semejante estima), pero me da satisfacción y tranquilidad saber que no resigna el propio interés al pedido de los demás.
Es una cuestión filosófica: el sufrimiento de los demás no es un condicionamiento a nuestro propio bienestar; nosotros no tenemos que sufrir solo por el hecho de que otros sufran. Si hay palestinos que sufren por no tener estado propio, eso no les otorga derecho moral para obligar a Israel a hacer un acto de autosacrificio. Nosotros estamos primero, nosotros somos nuestra prioridad, nuestro interés es nuestro interés. Después de la exposición de la destrucción cuya autoría son los asesinos palestinos, espero seguir escuchando cantos a la vida de parte de Netanyahu y de todo Israel.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Nacionalsocialistas en Córdoba

Nacionalsocialistas en Córdoba

Ezequiel Eiben
7-9-2011
8 de Elul 5771


Un grupo de rock desconocido e irrelevante en el mundo artístico, llamado Andrasz y perteneciente a la ciudad de Córdoba, Argentina, ha aparecido llamativamente en las noticias de un diario local, la Voz del Interior; no por haber alcanzado la fama debido a su música (de hecho a nadie le interesa ella, ni los intérpretes son invitados a festivales de gran difusión para que la toquen), sino porque los integrantes del grupo son unos racistas defensores del nazismo.
Uno de los músicos, de nombre Lucas Velázquez, profesa admiración por Adolf Hitler y fue fotografiado haciendo el saludo nazi en el monumento conocido como “Memorial de los desaparecidos” en el cementerio de San Vicente. Entre las declaraciones hechas por el simpatizante del asesino de seis millones de judíos figuran: “Tenemos una ideología nacionalista, de centroderecha. La misma que grupos como Almafuerte. Bien peronista y de centroderecha. Es un sentir patriótico nacionalista”; “Si fuéramos realmente fachos, como dicen, ¿por qué se nos critica si estamos a favor de la familia, en contra de la ‘falopa’ y del aborto?”.
Al respecto, son necesarias varias aclaraciones. Los comentarios ya de por sí allanan la percepción del lector para considerar que este joven de 21 años es de pocas luces en su análisis político y se le mezclan los conceptos. Pero igual, no vienen de más observaciones para terminar de descartar irracionalidades, estupideces y deformaciones.
Su ideología nazi es incompatible con lo declarado, al definirla como de “centro derecha”. El nazismo no es centro derecha, y quien pretenda hacerlo pasar como tal se burla adrede de las ideas o vomita chanchadas de ignorancia. Tomando como referencia el actual vocabulario político, el nazismo no es centro, sino extremismo. Y ahondando en sus particularidades, se observa que no es solo extrema derecha, sino que también incluye componentes de extrema izquierda, en una mezcla pavorosa. En lo estrictamente político, sus rasgos de extremismo de derecha son las teorías raciales, el nacionalismo exacerbado y el militarismo. En lo económico, el izquierdismo extremista se manifiesta en el Estado planificador y el socialismo totalitario.
Vamos a analizar punto por punto:
- Las teorías raciales fueron un insulto a la ciencia, pretendiendo proclamar sin sustento alguno la superioridad de la raza aria y la inferioridad de la raza judía. Los nazis partieron del error inicial de recurrir a la mística en detrimento de la racionalidad, y de dividir artificialmente a la humanidad en razas hechas a su medida y conveniencia, para establecer mejores y peores, y con dicho basamento idear un programa político fulminante.
- El nacionalismo exacerbado consistió en la exaltación de lo alemán como si fuera símbolo de un poder más allá de los demás, en detrimento del resto, los no alemanes. Los nazis identificaron a su tierra, su nación y su Estado con los delirios de su carismático líder y los malvados designios de su partido político. Se creyeron mejores que los demás clamando derecho a dominarlos solo por haber nacido dentro de una división administrativa distinta a las otras, se arrogaron el derecho a exterminar porque sus madres los parieron en un determinado punto geográfico preferencial.
- El militarismo nazi se vio plasmado en la creencia en el uso de la fuerza para lograr cualquier objetivo planteado. Así diseñaron un Estado con competencia legal para promover la violencia a discreción; institucionalizaron la agresión oficial a minorías como los judíos, gitanos y homosexuales; sometieron a inocentes al yugo del ejército, unidades paramilitares y la policía; llevaron a cabo la Shoá, un genocidio singular sin parangones; y a través de conquistas militares se expandieron violando las soberanías y tierras de otros Estados.
- La economía nazi era socialista, lo cual ya de por sí traía aparejadas restricciones a la libertad individual. Y si a eso le sumamos el nacionalismo, el resultado es la combinación mortal. La intervención estatal literalmente destruyendo negocios judíos sin respetar propiedad privada, y manipulando la economía del país de manera total, dio forma a un socialismo generador de hambre, miseria y muerte. El fracaso económico alemán fue tan rotundo e indisimulable, que el propio Hermann Goering (encargado de la planificación económica) lo admitió, reconociendo que intentó controlar la vida de las personas sin lograr lo esperado.
La identificación de Velázquez con la ideología de Almafuerte, otra banda de rock argentina, nos brinda más información sobre sus pareceres y posturas. El cantante de Almafuerte Ricardo Iorio, se autodefine como un ultranacionalista (y ese “ultra” nos da la pauta de que resulta por lo menos rebuscado intentar encajarlo en el “centro”). Se lo conoce por frases como “si vos sos judío, no me vengas a cantar el himno (argentino); y por canciones como “Cumpliendo mi destino”, en la cual escribe: “Puede haber caballo verde mas no uno de ellos honesto”. A simple vista uno podría preguntarse qué vinculación hay entre esta canción y el tema que tratamos, sin advertir conexión; pues bien, esa estrofa no es más que una paráfrasis de una frase que se le atribuye a Mohamed Alí Seineldín (Coronel de las Fuerzas Armadas argentinas, admirador de los dictadores Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón, y judeófobo): “Es más fácil encontrar un caballo verde que un judío honesto”. Figuras como estas son las que el pretendido “nacionalista de centro derecha” reivindica. Citamos a continuación lo que un intelectual liberal de pura cepa, Jorge Luis Borges, pensaba sobre los mencionados tiranos referentes de los personajes reverenciados por Andrasz: “Pienso en Perón con horror, como pienso en Rosas con horror”.
Velázquez también menciona a su grupo como peronista. Recién en este punto exhibe un poco de coherencia y verdad entre lo que piensa y dice. Que sean peronistas no debe sorprendernos; después de todo, Perón fue un tirano con todas las letras. Entre su nefasto currículum encontramos que fue agregado militar de Argentina en la Italia de Mussolini (manifestando pública admiración por él), promovió la infiltración de corrientes fascistas en territorio argentino, y recorrió la Alemania nazi y sus tierras ocupadas con devoción hacia el Führer. Por si fuera poco, Perón fue el responsable de la llegada encubierta a la Argentina de criminales de guerra nazis (de la talla de Adolf Eichmann, Josef Menguele y Erich Priebke) que escapaban de quienes buscaban su juzgamiento. Siempre digo que así como en el museo de la Shoá en Israel, Yad Vashem, se les dedica un espacio especial a las personas que cumpliendo ciertos requisitos salvaron la vida de judíos perseguidos por el nazismo, otorgándoles el título de “Justos entre las Naciones”; en un eventual museo a favor del nazismo, Perón merecería el título de “Nazi Justo entre las Naciones” por haber salvado la vida de criminales nazis perseguidos para llevarlos a los tribunales.
Una breve reseña del peronismo puede leerse en este resumen de Ezequiel Martínez Estrada, citado por Alberto Benegas Lynch: “Perón organizó, reclutó y reglamentó los elementos retrógrados permanentes en nuestra historia [...] Perón infiltraba legiones de fascistas, nacionalsocialistas y falangistas [...] El peronismo es una forma soez del alma de arrabal, [...] el GOU acaudillado por Perón, esta secta que era diametralmente opuesta a la Logia Lautaro, impuso una dictadura de tipo totalitaria [...] Eran las mismas huestes de Rosas, ahora enroladas en la bandera de Perón, que a su vez era el sucesor de aquel tirano [...] Una característica sobresaliente de la política de Perón, tanto en su campaña proselitista como en su programa doctrinario, es que recogió con prolija minuciosidad de hurgador en los tachos de basura, los residuos de todas las actividades nacionales, en los órdenes espiritual y material [...] Atacó la libertad de imprenta y los principios democráticos que hacían posible la crítica a su dictadura [...] No hubo campos de concentración pero si salas de tortura”. Quien hace un saludo nazi clamando por superioridad innata, puede fácilmente identificarse con lo expuesto. Y por si a alguien le quedara alguna duda sobre la ideología de Perón, mejor conocer lo que salió de su propia horripilante mente: “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores”.
El “sentir patriótico” de los resentidos músicos no debe engañarnos con palabras que intentan ser bellas y dulces. Es evidente que nada tiene que ver su patriotismo detestable con el esfuerzo por la patria que hicieron los próceres como José de San Martín o Manuel Belgrano. Estos dedicaron su vida al nacimiento y defensa de Argentina, mientras que pusilánimes como los resentidos en cuestión solo difunden ideas que no pueden conducir a otro destino más que a la destrucción.
A continuación, el músico desmiente que sean fascistas y a la vez se declara a favor de la familia, y en contra de la droga y el aborto. El tema del aborto merecería toda una discusión aparte por lo que no será tratado en este artículo. Me concentraré en los otros dos. El estar a favor de la familia es un eufemismo que emplea para manifestarse en contra del matrimonio entre homosexuales. Estar en contra de la droga es expresar postura a favor de la penalización y en contra de la legalización. Este modo de pensar es censurador de la libertad individual de cada persona: firmar un contrato que en nada perjudica derechos de terceros (como lo es casarse con una persona del mismo sexo), y consumir un producto por elección propia asumiendo voluntariamente las consecuencias perjudiciales para la salud (como es el drogarse). Estos impedimentos a la libertad más el nazismo que componen la ideología de la banda, hacen que sus integrantes merezcan una respuesta inequívoca a su pregunta de si son “fachos”: sí, son fascistas.
Para ir concluyendo, no hay que dejarse engañar por los eufemismos de aquellos que se catalogan como “nacionalistas”, devotos del “sentir patriótico”. Hay nazis rondando por ahí que intentan suavizar su imagen proclamándose de “centro” mientras saludan a Hitler con afecto. El nazismo no es “centro derecha”, es una reunión de lo peor de la derecha y de la izquierda: el nacionalismo afianzado en superioridad racial y el socialismo respaldado por el Estado totalitario. A la operación que conduce esto es: nacionalismo + socialismo = nacionalsocialismo. Hay cuentas que pagar tanto por parte de los extremistas de derecha como de los extremistas de izquierda; ni unos ni otros deben hacerse los desentendidos en las ideologías que fomentan y los magros resultados que consiguen. Después de todo, los derechistas no quieren admitir que los nazis también son nacionalistas, y como dijo Ludwig Von Mises, “Los marxistas no están dispuestos a reconocer que también los nazis son socialistas”.
Mi consejo es alejarse de las ideologías colectivistas, sean nacionalistas o socialistas, que claman actuar en beneficio de entes abstractos como “la nación”, “el pueblo” o “la sociedad”, mientras en verdad actúan perjudicando a las personas individuales reales de carne y hueso. Una cosa es verse como nacionalista porque se respetan las gestas patrióticas que dieron origen al país, el obrar de los próceres en el proyecto de nación, y se identifica con simbología típica; y otra cosa es hacer de ese “sentir patriótico” un culto a la irracionalidad y al exterminio de los que no pertenecen al grupo selecto. Los actos deben estar determinados por la racionalidad como fundamento, y no por la mística nacionalista o socialista legitimadora de la violencia.
Ni siquiera hay que debatir con los racistas que de entrada nos rebajan a la categoría de infrahumanos, que desde el principio nos descalifican y no nos reconocen derecho a la existencia; si nosotros nos movemos en el plano de la racionalidad y ellos en el de la irracionalidad, no hay que otorgarles el status para que puedan “debatir” sus ideas con las nuestras. Nuestros principios no necesitan pasar por la revisión de los nazis para ser legítimos.

Fuentes:
- Saludo nazi frente a memorial a los desaparecidos
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/saludo-nazi-frente-memorial-desaparecidos
- El Inadi actúa tras una foto con un saludo nazi ante el memorial de desaparecidos
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/inadi-actua-tras-foto-con-saludo-nazi-ante-memorial-desaparecidos
- Rolling Stone n.º 24, marzo de 2000
- Ácido argentino
http://www.rollingstone.com.ar/585001
- El problema es el Peronismo - Alberto Benegas Lynch
http://www.elcato.org/el-problema-es-el-peronismo
- ¿Qué significa el peronismo? - Alberto Benegas Lynch
http://independent.typepad.com/elindependent/2009/10/qu%C3%A9-significa-el-peronismo.html
- Citas
http://www.liberalismo.org/citas/M/