Refutación al artículo “El peso de una alianza” de Alejandra Conti
Lo acontecido con respecto a la flotilla con destino a Gaza es otro lamentable episodio de antiisraelismo, que se encarga de despertar con ayuda de comentarios de ignorantes y apologistas occidentales del terrorismo islámico, la siempre latente judeofobia, a esta altura imposible de enmascarar en el refugio de la crítica desmedida a Israel. En defensa de la verdad, y del honor judío y de Israel, hay que refutar los argumentos expuestos por la señora Alejandra Conti en su artículo “El peso de una alianza”.
Con irresponsable ligereza pide un cambio radical de la política de EEUU hacia Israel. Pues bien, hay que avisar que el cambio ya se produjo desde que comenzó a gobernar la administración Obama, en donde el foco de las críticas norteamericanas es Israel, la víctima, y las demandas escuchadas son las palestinas, quienes han sido los victimarios. Con esta inversión, queda la imagen de un Israel culpable del conflicto en Medio Oriente, cuando en efecto es el único que se preocupa por resolverlo. No viene mal recordar el discurso de Obama en el Cairo, donde se salteó la histórica conexión judía con la Tierra de Israel, o las reacciones desproporcionadas ante el anuncio de construcciones en Jerusalén. Se sabe que el pueblo judío tiene el derecho histórico sobre Israel, y se sabe que Israel no tiene por qué aceptar restricciones a su soberanía en su propia capital, y menos cuando se trata de construcciones que ni siquiera encuadran en lo que muchos denominan injustificadamente “asentamientos”.
Luego Conti prosigue haciendo referencia a Tel Aviv como la capital de Israel. En 1980 (sí, hace ya 30 años, lapso suficiente para que una escritora tenga tiempo de enterarse) el Parlamento israelí, la knesset, aprobó la ley que establece a Jerusalén como capital eterna e indivisible del pueblo judío, la capital de Israel en definitiva. Pero ahí está el viejo truco de tratar de deslegitimar a Israel como sea. O criticando absolutamente todo lo que hace, o desconociendo a su propia capital, sus propios derechos sobre la ciudad emblema de toda su historia. Debe saber la señora Conti que cuando el señor Primer Ministro Biniamín Netanyahu habla, lo hace desde la capital Jerusalén. Washington no lo va a encontrar si llama a Tel Aviv. Por otra parte, el poder de veto, cuando es utilizado por EEUU, es utilizado con sentido común, en contra de las innumerables condenas inmerecidas contra el Estado de Israel. Acerca de los reclamos “inofensivos” de Europa, Asia, América y países árabes, no son para nada inofensivos. Se nota que usted nunca vivió en Israel y sufrió constantes disparos de misiles, para que luego cuando responda a las agresiones terroristas sea condenada por un infame “Informe Goldstone” o con comisiones investigadoras específicas por sucesos en Israel que ni se comparan a terribles tragedias que acontecen en Sudán o Darfur y que no ameritan un mínimo de esfuerzo por parte de la ONU o una aunque sea pequeña condena por parte de varias ongs que se hacen llamar de “derechos humanos” pero son antiisraelíes o a lo sumo de “derechos terroristas”. Ni hablar de una institución palestina antiisraelí específica en la ONU que trata a los refugiados, o de lo que las ingratas condenas logran despertando boicots alrededor del mundo de productos israelíes en los mercados, o de intelectuales israelíes en universidades.
Por si fuera poco, Conti recurre a una de las armas judeofóbicas más antiguas: el prejuicio. Ella adopta las famosas “teorías conspirativas” al hablar del lobby sionista en EEUU. De más está decir que el mito del complot judío mundial para la dominación del planeta es un absurdo que se ha arraigado y prolongado a lo largo de los años en parte por la culpa de personas como ésta, que los siguen resucitando y los dan por sentado. Alguien que quiera enmarcarse en la seriedad, se dedica a la investigación y a la obtención de información idónea. Alguien que solo quiere plantar en el pensamiento colectivo una idea que no tiene sustento en la realidad, que no es susceptible de investigación en cuanto que no existe, recurre a estos mitos judeofóbicos. Un intelectual honesto investiga, lee y opina para consagrar su esfuerzo a la verdad. Conti recurre a la mentira, al mito, a la teoría conspirativa que escuchó pero no investigó, por lo cual, fuera de lo que es un intelectual, cuadra perfectamente en la casilla de una “intelectualoide”.
Conti continúa con su errático análisis sugiriendo que la debilidad de Obama le da vía libre a Israel para cometer atrocidades. En realidad, justamente lo que necesita Israel de su aliado es que sea fuerte, y lo ayude en su lucha contra los enemigos que pretenden su obliteración, contrario a la política ejecutada por Obama hasta el momento. La debilidad de Obama solo ha traído consecuencias negativas para Israel, como por ejemplo el desarrollo del plan nuclear iraní que EEUU y el mundo libre no atinó a frenar a tiempo, y ahora con la alianza de Irán con Turquía y Brasil, será más difícil. ¿Hay que recordar que Irán busca una bomba y el lema de su presidente, el infame Ahmadinejad, es “borrar a Israel del mapa”? Irán sí es un Estado terrorista, no Israel. La sugerencia de que el procedimiento de defensa israelí contra la flotilla es terrorismo de Estado, no encuentra respaldo ni siquiera en la definición de terrorismo. Esos “humanitarios” estaban armados, tenían vínculos terroristas, iniciaron el ataque que fue premeditado, y buscaban nada menos que fortalecer a los terroristas de Hamas. Lo que hizo Israel fue autodefensa, señora Conti.
El último párrafo de su artículo ya es el colmo, puede ser catalogado como el “reino del revés”. Israel tiene un Ejército de Defensa que responde a las agresiones, en vez de iniciar guerras genocidas como lo han hecho los totalitarios dirigentes árabes y persas. El “disparar primero y preguntar después” es falaz, puesto que justo en este caso, los que atacaron primero fueron los de la flotilla. Ah, y ni se molestaron en preguntar después. ¿Acaso usted puede alegar discapacidad visual y no vio los videos? Después le otorga a Israel el carácter de intransigente y de no querer dialogar. Qué locura. Han sido los palestinos, todo este tiempo, quienes han planteado exigencias maximalistas y han rechazado las iniciativas de paz, y desperdiciado todas las oportunidades de establecer un Estado propio. ¿No lo escuchó a Netanyahu llamar a los palestinos a la mesa de negociaciones sin condiciones previas? El final de su artículo es bochornoso. ¿Qué trata de decir? ¿Qué Israel es el culpable de que haya terrorismo? Más bien, Israel es uno de los pocos países que tiene los pantalones bien puestos para combatir al terrorismo. Israel pelea para desbaratar el terrorismo. Ya existía el terrorismo contra los sionistas aun antes de que se creara el Estado de Israel. Apologistas, colaboradores y fanáticos, son los que los terroristas aprovechan para perpetrarse. Pero la sugerencia de que una democracia que ejerce el derecho a la autodefensa es culpable de la intransigencia de sus enemigos (en otras palabras, la víctima es la responsable de ser la víctima) es una locura. Hacer el bien no es ser culpable.
Ezequiel Eiben
1-6-2010
martes, 1 de junio de 2010
lunes, 10 de mayo de 2010
El prójimo durante la Cuenta del Omer
El prójimo durante la Cuenta del Omer
En Pesaj se produce la liberación de los hijos de Israel. Tras haber estado sometidos a la esclavitud durante cientos de años, la salida de Egipto marca el fin del yugo del Faraón, de aquellos tormentos corporales, y la obtención de la libertad en el plano físico. En Shavuot, se produce la entrega de la Torá, que conlleva una liberación de carácter espiritual de lo sufrido por el rigor egipcio, y un abrazo a la Ley establecida por D-os.
Entre estas dos fechas importantes, tenemos la Cuenta del Omer. Marca el camino constructivo desde la liberación hasta la entrega de la Ley. ¿Y por qué Israel se hizo acreedor de la Torá? ¿Era superior al resto de los pueblos? ¿Tuvo algún mérito notable que escaseó en los demás? La explicación que tenemos es pura, y alejada de las doctrinas modernas de superioridad racial que tanto daño han provocado con su acento en la intolerancia. D-os eligió a Israel no por su cantidad, ni porque fueran seres humanos superiores. Es el Pueblo Elegido por ser especial, por su camaradería, por los lazos fraternales estrechados entre sus miembros. Por ser un pueblo con unidad.
Así vemos que la hermandad entre personas que se reconocen partes integrantes de un mismo pueblo, cuenta con la gracia de D-os. Por lo tanto, nuestros sabios nos dicen que en este período del Omer, hay que fortalecer el cumplimiento de mitzvot que se relacionan con el otro. Y guiándonos por esta sabiduría judía, creyentes y no creyentes podemos aprovechar la Cuenta del Omer para reforzar las relaciones interpersonales, nuestro vínculo con los demás, nuestra comunicación. Mi forma de ser referida al prójimo, que es como yo, para tener una agradable relación en base a un comportamiento social adecuado, en el cual cada uno tiene su espacio y comunicados podemos construir.
En definitiva, como explica el rabino Abraham Dwek, “en Pesaj Israel se libera; en Shavuot aprende qué hacer con esa libertad”. La Torá es entregada a Israel por su unidad como pueblo. Según el rabino Gabriel Hoffer, “la Torá enseña cuál es la misión y objetivo del hombre en el mundo”. Y rabi Akiva expresó que el gran principio de la Torá es “Ama a tu prójimo que es como tu”. Por lo que resumimos que amándonos, estamos cumpliendo con la Torá, que fue entregada justamente por la unidad, y esa unión nos permite construir y crecer como pueblo. La libertad es el valor que nos lo va a permitir, y por más que no somos absolutamente iguales, eso no debe conducir a la intolerancia, sino a enriquecerse espiritualmente con la variedad del prójimo. El rabino Sergio Bergman lo aclara, explicando que hay que celebrar la diferencia, y tener unidad en la diversidad. Así respetamos la libertad individual y también nos desarrollamos como pueblo.
Ezequiel Eiben
28-4-2010
En Pesaj se produce la liberación de los hijos de Israel. Tras haber estado sometidos a la esclavitud durante cientos de años, la salida de Egipto marca el fin del yugo del Faraón, de aquellos tormentos corporales, y la obtención de la libertad en el plano físico. En Shavuot, se produce la entrega de la Torá, que conlleva una liberación de carácter espiritual de lo sufrido por el rigor egipcio, y un abrazo a la Ley establecida por D-os.
Entre estas dos fechas importantes, tenemos la Cuenta del Omer. Marca el camino constructivo desde la liberación hasta la entrega de la Ley. ¿Y por qué Israel se hizo acreedor de la Torá? ¿Era superior al resto de los pueblos? ¿Tuvo algún mérito notable que escaseó en los demás? La explicación que tenemos es pura, y alejada de las doctrinas modernas de superioridad racial que tanto daño han provocado con su acento en la intolerancia. D-os eligió a Israel no por su cantidad, ni porque fueran seres humanos superiores. Es el Pueblo Elegido por ser especial, por su camaradería, por los lazos fraternales estrechados entre sus miembros. Por ser un pueblo con unidad.
Así vemos que la hermandad entre personas que se reconocen partes integrantes de un mismo pueblo, cuenta con la gracia de D-os. Por lo tanto, nuestros sabios nos dicen que en este período del Omer, hay que fortalecer el cumplimiento de mitzvot que se relacionan con el otro. Y guiándonos por esta sabiduría judía, creyentes y no creyentes podemos aprovechar la Cuenta del Omer para reforzar las relaciones interpersonales, nuestro vínculo con los demás, nuestra comunicación. Mi forma de ser referida al prójimo, que es como yo, para tener una agradable relación en base a un comportamiento social adecuado, en el cual cada uno tiene su espacio y comunicados podemos construir.
En definitiva, como explica el rabino Abraham Dwek, “en Pesaj Israel se libera; en Shavuot aprende qué hacer con esa libertad”. La Torá es entregada a Israel por su unidad como pueblo. Según el rabino Gabriel Hoffer, “la Torá enseña cuál es la misión y objetivo del hombre en el mundo”. Y rabi Akiva expresó que el gran principio de la Torá es “Ama a tu prójimo que es como tu”. Por lo que resumimos que amándonos, estamos cumpliendo con la Torá, que fue entregada justamente por la unidad, y esa unión nos permite construir y crecer como pueblo. La libertad es el valor que nos lo va a permitir, y por más que no somos absolutamente iguales, eso no debe conducir a la intolerancia, sino a enriquecerse espiritualmente con la variedad del prójimo. El rabino Sergio Bergman lo aclara, explicando que hay que celebrar la diferencia, y tener unidad en la diversidad. Así respetamos la libertad individual y también nos desarrollamos como pueblo.
Ezequiel Eiben
28-4-2010
Homenaje por Iom Hazikarón
Homenaje por Iom Hazikarón
Jaim Weitzman, personaje histórico del sionismo y primer presidente del Estado de Israel, acuñó la frase “a un pueblo no se le entrega un Estado en bandeja de plata”. Con esto hacía referencia a los arduos esfuerzos que realizaba el pueblo judío, ya fuera en el plano político o militar, para conseguir la tan ansiada independencia en Eretz Israel.
Hoy, que los judíos ya tenemos un Estado que cumple orgullosamente 62 años, no solo festejamos el épico logro conseguido, sino que hacemos un espacio para homenajear y recordar en Iom Hazikaron a quienes dieron su vida por la causa sionista, y a quienes la perdieron víctimas del terrorismo perpetrado por los enemigos de Israel.
Recordamos a los valientes caídos que lucharon en los grupos clandestinos de autodefensa antes de que se declarara la Independencia del Estado. La Haganá, el Palmaj, el Etzel y el Leji se desempeñaron como organizaciones militares nacionales que defendieron cada una por su parte y a su manera los intereses de las facciones sionistas, protegiendo a la población judía que residía en Eretz Israel. De ellas recordamos a los justos luchadores, y condenamos a quienes recurrieron al terrorismo.
Recordamos a los jaialim caídos de Tzahal, las Fuerzas de Defensa de Israel, que una vez establecido el Estado, pelearon con alma y vida para ganar todas y cada una de las guerras que tuvo Israel, que siempre salió airoso y triunfante.
Y recordamos también a las víctimas del terrorismo, inocentes personas que vieron truncadas sus vidas por el propósito de fanáticos asesinos, frente a quienes Israel combate sin cesar como quien combate contra una de las mayores amenazas a la paz mundial.
Natan Alterman toma la frase de Weitzman y escribe inspirado un poema que honra a quienes hoy tenemos presentes en nuestro corazón, los luchadores que dieron todo, incluso su vida, por Israel. En él, los valientes responden al superar los desafíos y concretar el gran objetivo: “Somos la bandeja de plata sobre la que se concedió el Estado Judío”.
Ezequiel Eiben
24-4-2010
Jaim Weitzman, personaje histórico del sionismo y primer presidente del Estado de Israel, acuñó la frase “a un pueblo no se le entrega un Estado en bandeja de plata”. Con esto hacía referencia a los arduos esfuerzos que realizaba el pueblo judío, ya fuera en el plano político o militar, para conseguir la tan ansiada independencia en Eretz Israel.
Hoy, que los judíos ya tenemos un Estado que cumple orgullosamente 62 años, no solo festejamos el épico logro conseguido, sino que hacemos un espacio para homenajear y recordar en Iom Hazikaron a quienes dieron su vida por la causa sionista, y a quienes la perdieron víctimas del terrorismo perpetrado por los enemigos de Israel.
Recordamos a los valientes caídos que lucharon en los grupos clandestinos de autodefensa antes de que se declarara la Independencia del Estado. La Haganá, el Palmaj, el Etzel y el Leji se desempeñaron como organizaciones militares nacionales que defendieron cada una por su parte y a su manera los intereses de las facciones sionistas, protegiendo a la población judía que residía en Eretz Israel. De ellas recordamos a los justos luchadores, y condenamos a quienes recurrieron al terrorismo.
Recordamos a los jaialim caídos de Tzahal, las Fuerzas de Defensa de Israel, que una vez establecido el Estado, pelearon con alma y vida para ganar todas y cada una de las guerras que tuvo Israel, que siempre salió airoso y triunfante.
Y recordamos también a las víctimas del terrorismo, inocentes personas que vieron truncadas sus vidas por el propósito de fanáticos asesinos, frente a quienes Israel combate sin cesar como quien combate contra una de las mayores amenazas a la paz mundial.
Natan Alterman toma la frase de Weitzman y escribe inspirado un poema que honra a quienes hoy tenemos presentes en nuestro corazón, los luchadores que dieron todo, incluso su vida, por Israel. En él, los valientes responden al superar los desafíos y concretar el gran objetivo: “Somos la bandeja de plata sobre la que se concedió el Estado Judío”.
Ezequiel Eiben
24-4-2010
La visión herzliana
La visión herzliana
La visión herzliana se sustentaba en una fuerte creencia de que los judíos necesitaban un refugio. Poseía un contenido espectacular e inspirador para conseguirlo por medio del trabajo y la legitimación, y apuntaba a un fin justo a la vez que osado, utópico dirían algunos: crear un Estado Judío.
Siendo vocero y referente de todas aquellas almas judías que compartían su idea, se movió incesantemente por las kehilot y gobiernos europeos, haciendo gala de la extraordinaria capacidad de liderazgo y movilización de corazones con la cual estaba dotado, para plasmar en acciones políticas los objetivos del sionismo. El regreso a Sión, a Jerusalén, a Eretz Israel, se encontraba cada vez más cercano, aunque por ello el camino no era menos difícil.
Vivas disputas se mantenían y acaloradas discusiones se sucedían una tras otra en el marco de los Congresos Sionistas. Los diversos delegados de las múltiples facciones sionistas existentes abrazaban la idea del asentamiento judío en Eretz Israel cada uno a su manera, desde su punto de vista. Si bien a veces se lograba consenso en cuanto a objetivos y metodologías, no resultaba extraño que chocaran posturas diametralmente opuestas. Para fortuna de los judíos, el presidente de la Organización Sionista Mundial, el mismo Herzl, era la piedra angular que lograba conservar unificado el sionismo en un mismo proyecto y encausado en el trayecto paso a paso hacia la tierra ancestral.
Su estampa de líder natural amenazó con desmoronarse como un edificio dinamitado cuando fue duramente criticado en el Sexto Congreso Sionista. Una amplia oposición en los delegados presentes, especialmente los llegados de Rusia, lugar foco de la judeofobia existente a finales del S. XIX y principios del S. XX e.c., trituró el Plan Uganda presentado por él. Aunque la propuesta consistía en un refugio transitorio en territorio africano sin renunciar a llegar a Eretz Israel en el futuro, basándose en que había que actuar con urgencia ante los violentos estallidos de los pogroms, Herzl fue tildado de traidor, acusado de haberse alejado de la esencia del sionismo. Triste por la eufórica reacción en contra del plan (por más que al final la mayoría terminó votando a favor de una comisión examinadora de la posibilidad africana), pero sin quedarse abatido por la complicada realidad que atravesaba el sionismo en momentos decisivos que demarcarían con trazo pesado el porvenir, defendió la idea de Uganda, aclarando nuevamente que no renunciaba a Eretz Israel, firme en su convicción de que los judíos que venían siendo masacrados no podían esperar más. Esto es lo que quiso transmitir Herzl, sobre esto quiso concientizar a los demás.
La muerte tempranera a causa de enfermedad del gran visionario y creador del Sionismo Político, provocó un bajón general en el ambiente y representantes sionistas. Por más que se lo hubiera cuestionado en los últimos altercados, resultaba innegable que su presencia constituía el motor que ponía en funcionamiento al Movimiento Sionista. La pérdida del líder llevó a que se descartara definitivamente el Plan Uganda en el Séptimo Congreso Sionista, y que las prioridades se reorganizaran otra vez en torno a Eretz Israel. Una ausencia irremplazable en el sionismo, pero el Movimiento no debía menguar esfuerzos ni sentir que perdía el rumbo sino continuar con lo iniciado.
Herzl dejó un legado escrito y oral con su sello distintivo, demostró una voluntad inquebrantable con cimientos en sólidas creencias, y desplegó un liderazgo que elevó a los judíos a una estructura organizacional y situación política sin precedentes en la historia moderna. Su gloriosa visión puso en marcha lo que años después se constituiría en la independencia judía en Eretz Israel. Entre todos los destacados pioneros que colaboraron dando lo mejor de sí para que el Estado de Israel se haya creado, si hay alguien a quien debemos agradecerle por haberlos encaminado y guiado, ése es Herzl.
Ezequiel Eiben
23-4-2010
La visión herzliana se sustentaba en una fuerte creencia de que los judíos necesitaban un refugio. Poseía un contenido espectacular e inspirador para conseguirlo por medio del trabajo y la legitimación, y apuntaba a un fin justo a la vez que osado, utópico dirían algunos: crear un Estado Judío.
Siendo vocero y referente de todas aquellas almas judías que compartían su idea, se movió incesantemente por las kehilot y gobiernos europeos, haciendo gala de la extraordinaria capacidad de liderazgo y movilización de corazones con la cual estaba dotado, para plasmar en acciones políticas los objetivos del sionismo. El regreso a Sión, a Jerusalén, a Eretz Israel, se encontraba cada vez más cercano, aunque por ello el camino no era menos difícil.
Vivas disputas se mantenían y acaloradas discusiones se sucedían una tras otra en el marco de los Congresos Sionistas. Los diversos delegados de las múltiples facciones sionistas existentes abrazaban la idea del asentamiento judío en Eretz Israel cada uno a su manera, desde su punto de vista. Si bien a veces se lograba consenso en cuanto a objetivos y metodologías, no resultaba extraño que chocaran posturas diametralmente opuestas. Para fortuna de los judíos, el presidente de la Organización Sionista Mundial, el mismo Herzl, era la piedra angular que lograba conservar unificado el sionismo en un mismo proyecto y encausado en el trayecto paso a paso hacia la tierra ancestral.
Su estampa de líder natural amenazó con desmoronarse como un edificio dinamitado cuando fue duramente criticado en el Sexto Congreso Sionista. Una amplia oposición en los delegados presentes, especialmente los llegados de Rusia, lugar foco de la judeofobia existente a finales del S. XIX y principios del S. XX e.c., trituró el Plan Uganda presentado por él. Aunque la propuesta consistía en un refugio transitorio en territorio africano sin renunciar a llegar a Eretz Israel en el futuro, basándose en que había que actuar con urgencia ante los violentos estallidos de los pogroms, Herzl fue tildado de traidor, acusado de haberse alejado de la esencia del sionismo. Triste por la eufórica reacción en contra del plan (por más que al final la mayoría terminó votando a favor de una comisión examinadora de la posibilidad africana), pero sin quedarse abatido por la complicada realidad que atravesaba el sionismo en momentos decisivos que demarcarían con trazo pesado el porvenir, defendió la idea de Uganda, aclarando nuevamente que no renunciaba a Eretz Israel, firme en su convicción de que los judíos que venían siendo masacrados no podían esperar más. Esto es lo que quiso transmitir Herzl, sobre esto quiso concientizar a los demás.
La muerte tempranera a causa de enfermedad del gran visionario y creador del Sionismo Político, provocó un bajón general en el ambiente y representantes sionistas. Por más que se lo hubiera cuestionado en los últimos altercados, resultaba innegable que su presencia constituía el motor que ponía en funcionamiento al Movimiento Sionista. La pérdida del líder llevó a que se descartara definitivamente el Plan Uganda en el Séptimo Congreso Sionista, y que las prioridades se reorganizaran otra vez en torno a Eretz Israel. Una ausencia irremplazable en el sionismo, pero el Movimiento no debía menguar esfuerzos ni sentir que perdía el rumbo sino continuar con lo iniciado.
Herzl dejó un legado escrito y oral con su sello distintivo, demostró una voluntad inquebrantable con cimientos en sólidas creencias, y desplegó un liderazgo que elevó a los judíos a una estructura organizacional y situación política sin precedentes en la historia moderna. Su gloriosa visión puso en marcha lo que años después se constituiría en la independencia judía en Eretz Israel. Entre todos los destacados pioneros que colaboraron dando lo mejor de sí para que el Estado de Israel se haya creado, si hay alguien a quien debemos agradecerle por haberlos encaminado y guiado, ése es Herzl.
Ezequiel Eiben
23-4-2010
Noble tarea en una dura historia judía
Noble tarea en una dura historia judía
La del pueblo judío es una historia llena de heroísmo, transitada con esfuerzo, sufrimiento, sangre, y también con alegrías y responsabilidad, basándose en una visión romántica a la vez que real de la vida, en la cual siempre presente debe estar la justicia.
El judaísmo nos ofrece una gama interminable de fuentes del saber, de las cuales se desprenden sistemas de conocimiento de consistente integridad. Una filosofía con bases sólidas, claridad conceptual, bellas construcciones, sabiduría milenaria. Ideologías apasionadas con rigor científico o fe religiosa, con lógica racional o creencias virtuosas. En general, del pueblo judío destacamos la honestidad en los cimientos, la coherencia intelectual y la aptitud educativa. Y esto es lo que se da en los diversos matices que han surgido a lo largo del arduo trayecto que le ha implicado su hasta aquí milagrosa existencia, siempre plagada de feroces luchas por sobrevivir ante incansables ataques de sus enemigos.
Pero hasta aquí ha llegado el heroico pueblo judío, y tiene todo para seguir. Con divisiones internas, posiciones enfrentadas que se advierten irreconciliables, y que se baten a duelo en el mismo y esencial centro de la nación, ha perdurado contraviento y marea. Las campañas en su contra no han impedido que siembre las semillas del pensamiento de la humanidad, que moldee la moral que debe regir en un mundo justo que sea para todos, y que consagre la ética personal como modo de obrar para el beneficio propio y para el beneficio y el no perjuicio de los demás.
Esta sangre derramada de los hijos de Israel, estas heridas abiertas que se cree jamás cicatrizarán, o que bien pueden cerrar y tener todos un mundo de paz con la llegada del Mashiaj, y el forjamiento de un proyecto común de nación, fortalecen al pueblo judío y lo cohesionan más allá de cualquier diferencia de ideas o divergencia en las miradas. Arrastrarse por duras rocas hasta poder volver a ponerse de pie y observar lo que fue y lo que es con los ojos de quien espera más y tiene con que encararlo, es algo que el pueblo judío acepta. Asume como propia la misión de mantener viva su tradición y de contribuir al progreso de toda la humanidad. Asume como propio ser el Pueblo Elegido para indicar el camino a los demás, sin imponerlo, pero sin negarles la luz para que se animen a recorrer los senderos desconocidos u oscuros.
Noble tarea asumida por siglos con desafíos que constantemente se renuevan, y que el pueblo judío, fortalecido por cada uno de ellos, sabe que puede superarlos.
Ezequiel Eiben
12-3-2010
La del pueblo judío es una historia llena de heroísmo, transitada con esfuerzo, sufrimiento, sangre, y también con alegrías y responsabilidad, basándose en una visión romántica a la vez que real de la vida, en la cual siempre presente debe estar la justicia.
El judaísmo nos ofrece una gama interminable de fuentes del saber, de las cuales se desprenden sistemas de conocimiento de consistente integridad. Una filosofía con bases sólidas, claridad conceptual, bellas construcciones, sabiduría milenaria. Ideologías apasionadas con rigor científico o fe religiosa, con lógica racional o creencias virtuosas. En general, del pueblo judío destacamos la honestidad en los cimientos, la coherencia intelectual y la aptitud educativa. Y esto es lo que se da en los diversos matices que han surgido a lo largo del arduo trayecto que le ha implicado su hasta aquí milagrosa existencia, siempre plagada de feroces luchas por sobrevivir ante incansables ataques de sus enemigos.
Pero hasta aquí ha llegado el heroico pueblo judío, y tiene todo para seguir. Con divisiones internas, posiciones enfrentadas que se advierten irreconciliables, y que se baten a duelo en el mismo y esencial centro de la nación, ha perdurado contraviento y marea. Las campañas en su contra no han impedido que siembre las semillas del pensamiento de la humanidad, que moldee la moral que debe regir en un mundo justo que sea para todos, y que consagre la ética personal como modo de obrar para el beneficio propio y para el beneficio y el no perjuicio de los demás.
Esta sangre derramada de los hijos de Israel, estas heridas abiertas que se cree jamás cicatrizarán, o que bien pueden cerrar y tener todos un mundo de paz con la llegada del Mashiaj, y el forjamiento de un proyecto común de nación, fortalecen al pueblo judío y lo cohesionan más allá de cualquier diferencia de ideas o divergencia en las miradas. Arrastrarse por duras rocas hasta poder volver a ponerse de pie y observar lo que fue y lo que es con los ojos de quien espera más y tiene con que encararlo, es algo que el pueblo judío acepta. Asume como propia la misión de mantener viva su tradición y de contribuir al progreso de toda la humanidad. Asume como propio ser el Pueblo Elegido para indicar el camino a los demás, sin imponerlo, pero sin negarles la luz para que se animen a recorrer los senderos desconocidos u oscuros.
Noble tarea asumida por siglos con desafíos que constantemente se renuevan, y que el pueblo judío, fortalecido por cada uno de ellos, sabe que puede superarlos.
Ezequiel Eiben
12-3-2010
viernes, 9 de abril de 2010
Discurso en el tekez por el 18º aniversario del atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires
El atentado a la Embajada de Israel es el acto de terrorismo de mayor envergadura, luego del dirigido contra AMIA, cometido en la República Argentina.
Una bomba que explota no solo contra la sede diplomática del Estado de Israel, sino contra la sociedad argentina en su conjunto. Y lamentablemente, debido a maliciosos encubrimientos y negligencia de ciertos funcionarios, no ha habido una resolución que emane de las autoridades argentinas correspondientes que haga justicia. Eso es lo que venimos a reclamar hoy. Justicia, y castigo a los culpables. Por supuesto, también el recuerdo a las víctimas, a quienes no olvidaremos, y por quienes seguiremos luchando.
Hace pocos días, el dirigente piquetero y judeófobo Luis D´elía viajó con su esposa a Irán y se reunió nada más y nada menos que con Mohsen Rabbani. Rabbani estaba vinculado al gobierno iraní en la época del atentado contra la sede diplomática israelí y trabajaba en la embajada de Irán en Argentina cuando explotó AMIA, está acusado por Israel de ser uno de los responsables del segundo acto terrorista, y es un prófugo de la justicia. Este acto de D´elía y su esposa, que encima ocupa un cargo público, es una afrenta a la ley argentina, una deshonra a la memoria de las víctimas de ambos atentados perpetrados por los conectados terroristas, y una burla a los familiares que todavía las lloran. Una moral asquerosa que expresa una alta dosis de judeofobia y que ni siquiera parece importarle los pedidos de captura de INTERPOL.
El grupo terrorista Jihad Islámica se adjudicó el atentado a la Embajada de Israel, actuando como brazo armado de la organización terrorista Hizballa. Terrorismo fanático financiado por Irán. Así que en el día de hoy, que conmemoramos las víctimas de este atentado en particular, no debemos olvidarnos del principal responsable del terrorismo en el mundo, de su financista, de su patrocinador, y también ejecutor: Irán.
De manera infame los británicos creyeron que, a través del Premier Chamberlain, habían firmado la paz duradera con Hitler. El tiempo les demostró lo equivocados que estaban. Entre tantas víctimas de la Segunda Guerra Mundial que provocó el nazismo con quien creían haber alcanzado la paz, se encontraban 6 millones de judíos. Por eso aprendamos de la historia, y aprendamos a leer las verdaderas intenciones del presidente extremista de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, cuya consigna de gobierno es borrar a Israel del mapa. O sea, otra Shoa.
El Primer Ministro de Israel, Biniamin Netanyahu, dejó en claro en su discurso en la Asamblea General de la ONU en 2009, que Irán hoy es como la Alemania de Hitler. El mundo libre debe estar prevenido, escuchar la alarma a tiempo e impedir una nueva catástrofe antes de que sea demasiado tarde. No durmamos en las trampas tendidas del fundamentalismo, y pidamos que D-os le otorgue al gobierno de Israel y a sus aliados la fuerza necesaria para enfrentar las aspiraciones genocidas de Irán. No hay amenaza de sanción internacional del Presidente de Estados Unidos Obama, ni del Grupo de los Seis, que valga lo suficiente, mientras Irán sigue su marcha enriqueciendo uranio. Se requiere de acciones concretas. Solo con el derrocamiento de Ahmadinejad, y la caída del régimen fundamentalista islámico de los ayatollahs, se podrá asestar un duro golpe al terrorismo, y evitar un desastre nuclear.
En nombre de la Tnua Hejalutz Lamerjav y de Macabilandia, ambos del Departamento de Juventud de Macabi Noar, repudiamos el atentado a la Embajada de Israel, rendimos homenaje a sus víctimas inocentes y reclamamos acción concreta contra Irán.
Las últimas palabras del embajador de Israel en Argentina, Daniel Gazit, acerca de que Israel ya se encargó de los terroristas que perpetraron el atentado, nos deja más tranquilos. Pero resta descubrir la conexión local, y la justicia argentina todavía está en deuda. Así que debemos seguir insistiendo y exigiendo hasta que todo esté aclarado, y justicia completa se haya hecho.
Jazak Veematz.
Ezequiel Eiben
20/3/2010
Una bomba que explota no solo contra la sede diplomática del Estado de Israel, sino contra la sociedad argentina en su conjunto. Y lamentablemente, debido a maliciosos encubrimientos y negligencia de ciertos funcionarios, no ha habido una resolución que emane de las autoridades argentinas correspondientes que haga justicia. Eso es lo que venimos a reclamar hoy. Justicia, y castigo a los culpables. Por supuesto, también el recuerdo a las víctimas, a quienes no olvidaremos, y por quienes seguiremos luchando.
Hace pocos días, el dirigente piquetero y judeófobo Luis D´elía viajó con su esposa a Irán y se reunió nada más y nada menos que con Mohsen Rabbani. Rabbani estaba vinculado al gobierno iraní en la época del atentado contra la sede diplomática israelí y trabajaba en la embajada de Irán en Argentina cuando explotó AMIA, está acusado por Israel de ser uno de los responsables del segundo acto terrorista, y es un prófugo de la justicia. Este acto de D´elía y su esposa, que encima ocupa un cargo público, es una afrenta a la ley argentina, una deshonra a la memoria de las víctimas de ambos atentados perpetrados por los conectados terroristas, y una burla a los familiares que todavía las lloran. Una moral asquerosa que expresa una alta dosis de judeofobia y que ni siquiera parece importarle los pedidos de captura de INTERPOL.
El grupo terrorista Jihad Islámica se adjudicó el atentado a la Embajada de Israel, actuando como brazo armado de la organización terrorista Hizballa. Terrorismo fanático financiado por Irán. Así que en el día de hoy, que conmemoramos las víctimas de este atentado en particular, no debemos olvidarnos del principal responsable del terrorismo en el mundo, de su financista, de su patrocinador, y también ejecutor: Irán.
De manera infame los británicos creyeron que, a través del Premier Chamberlain, habían firmado la paz duradera con Hitler. El tiempo les demostró lo equivocados que estaban. Entre tantas víctimas de la Segunda Guerra Mundial que provocó el nazismo con quien creían haber alcanzado la paz, se encontraban 6 millones de judíos. Por eso aprendamos de la historia, y aprendamos a leer las verdaderas intenciones del presidente extremista de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, cuya consigna de gobierno es borrar a Israel del mapa. O sea, otra Shoa.
El Primer Ministro de Israel, Biniamin Netanyahu, dejó en claro en su discurso en la Asamblea General de la ONU en 2009, que Irán hoy es como la Alemania de Hitler. El mundo libre debe estar prevenido, escuchar la alarma a tiempo e impedir una nueva catástrofe antes de que sea demasiado tarde. No durmamos en las trampas tendidas del fundamentalismo, y pidamos que D-os le otorgue al gobierno de Israel y a sus aliados la fuerza necesaria para enfrentar las aspiraciones genocidas de Irán. No hay amenaza de sanción internacional del Presidente de Estados Unidos Obama, ni del Grupo de los Seis, que valga lo suficiente, mientras Irán sigue su marcha enriqueciendo uranio. Se requiere de acciones concretas. Solo con el derrocamiento de Ahmadinejad, y la caída del régimen fundamentalista islámico de los ayatollahs, se podrá asestar un duro golpe al terrorismo, y evitar un desastre nuclear.
En nombre de la Tnua Hejalutz Lamerjav y de Macabilandia, ambos del Departamento de Juventud de Macabi Noar, repudiamos el atentado a la Embajada de Israel, rendimos homenaje a sus víctimas inocentes y reclamamos acción concreta contra Irán.
Las últimas palabras del embajador de Israel en Argentina, Daniel Gazit, acerca de que Israel ya se encargó de los terroristas que perpetraron el atentado, nos deja más tranquilos. Pero resta descubrir la conexión local, y la justicia argentina todavía está en deuda. Así que debemos seguir insistiendo y exigiendo hasta que todo esté aclarado, y justicia completa se haya hecho.
Jazak Veematz.
Ezequiel Eiben
20/3/2010
martes, 16 de febrero de 2010
Nuestras cosas son nuestras. La Jerusalén judía y única.
Nuestras cosas son nuestras. La Jerusalén judía y única.
Jerusalén como propiedad del pueblo judío
Parte de la humanidad (estarán los obstinados de siempre) ya entendió que la propiedad privada debe existir y es un derecho natural que así lo sea. Los objetos personales son, como lo indica su misma denominación, propios de la persona; ella los posee y los utiliza para su beneficio. Y como existe la propiedad privada de las personas, también hay cosas que pertenecen al pueblo. Como es el caso del suelo israelí. Lo importante aquí es subrayar el valor de la propiedad ya sea por apego, pertenencia, utilidad, o como medio productivo.
Ahora bien, abordando el tema de las pertenencias, con respecto al pueblo judío hay cosas que innegablemente le pertenecen. Jerusalén es uno de los temas que está fuera de discusión.
Referencia histórica desde la creación del Estado de Israel
Jerusalén fue fundada por el Rey David y establecida ciudad capital de su reino, pero no vamos a retrotraer tanto la historia, sino más bien tomaremos en consideración a Jerusalén desde el Siglo XX e.c. El Plan de Partición de Palestina auspiciado por la ONU en 1947 recomendaba dejar que Jerusalén quedara bajo control internacional. Los países árabes no respetaron nada en absoluto del Plan, y lanzaron una guerra de exterminio contra Israel en 1948, un día después de declarada la independencia del flamante Estado Judío. A esa altura Jerusalén ya estaba sitiada por los agresores, y la defensa judía resistía con lo poco que tenía pero con enorme corazón. No es necesario abordar el tema desde una perspectiva romántica para entender que Jerusalén despierta en el pueblo judío un amor incondicional.
Israel ganó la guerra de la independencia contra los ejércitos invasores, y uno de los resultados de la contienda fue que Jerusalén quedó dividida. La parte occidental bajo control judío y establecida como capital; la parte oriental (y la Ciudad Vieja incluida) en manos de Jordania. El Kotel Hamaravi (Muro Occidental, conocido como Muro de los Lamentos), lugar sagrado para el judaísmo, quedó de lado jordano. Una aberrante ofensa contra el judaísmo fue lanzada por parte de las autoridades árabes, al utilizar al sacro lugar como basurero, y restringir el acceso de judíos para que rezaran. Lograron con semejante actitud deshonrosa una humillación a los judíos, la que mantuvieron hasta 1967. Ese año, luego de triunfar en la Guerra de los Seís Días, Israel conquistó la parte oriental de la ciudad. Jerusalén quedaba como capital unida del Estado de Israel.
En 1980 la Knesset aprobó la Ley de Jerusalén, que declara a la ciudad como capital entera y unificada del Estado de Israel. Desde entonces, volvemos a afirmar con contundencia que Jerusalén es la capital eterna e indivisible del pueblo judío.
Jerusalén indivisible
Una exigencia de la Autoridad Palestina en las negociaciones con Israel para establecer su estado, es pedir Jerusalén como capital. Este es un clamor que lo extiende a lo largo y ancho del Medio Oriente buscando apoyo, pero no tiene sustento. Los dirigentes palestinos como Mahmoud Abbas se basan en falsedades históricas o eufemismos para destruir la historia judía en Jerusalén, borrar de la mente de todos los vínculos sagrados judíos con la ciudad, y establecerla como una capital árabe que nada tiene que ver con los judíos.
Se habla de dividir Jerusalén, quedando la parte occidental como capital israelí y la parte oriental como capital palestina. Idea que encuentra apoyo incluso en sectores de Israel. Pero está claro que los palestinos no son claros en si reclaman “solamente” una parte de la ciudad, cuando en repetidas ocasiones lanzan consignas a su gente para “recuperarla entera”.
Ahora vamos a ver las razones por las cuales Israel, en las negociaciones con los palestinos, no debe dividir Jerusalén. Hay motivos históricos, políticos y estratégicos que deben ser tenidos en cuenta.
No hay que dividir Jerusalén por historia. Fue el pueblo judío quien la fundó, fue el pueblo judío quien la construyó, y representa lo más sagrado de su tradición. Es claro que Jerusalén es del pueblo judío. Más simple lo expresa Gustavo Perednik al decir directamente “Jerusalén es el pueblo judío”. No solo es historia viva al ser hoy la ciudad capital de Israel, sino que en ella está la esencia del recorrido del judaísmo a lo largo de los miles de años que ha logrado perdurar.
La historia enseña que enemigos del pueblo judío ya han tratado de borrar la conexión judía con Israel y más específicamente con Jerusalén. El emperador romano Adriano cambió el nombre de Eretz Israel por Palestina, refiriéndose con esa denominación a los filisteos, enemigos de los judíos, como los auténticos originarios de la tierra. El nombre de Jerusalén fue sustituido por Aelia Capitolina, en otro intento por desjudaizar lo que era puramente judío, y pasó de ser el centro del monoteísmo a ser residencia de altares paganos. Los líderes árabes repetidamente han intentado imitar estas actitudes y mentir descaradamente para erosionar rastros judíos y reclamarla como ciudad propia. Incluso Hosni Mubarak, presidente de Egipto, un país que tiene paz con Israel, advirtió al gobierno israelí para no “judaizar Jerusalén”. ¿Judaizar algo que es tan indiscutiblemente judío? Paradojas a las que conducen los círculos de mentiras fomentados por los detractores judíos.
En definitiva, Jerusalén es piedra angular en la historia y cultura judías, genera el mayor de los sentimientos de pertenencia del pueblo judío, que ni siquiera tras cientos de años de exilio dejó de añorar el regreso a sus tierras. Y luego de volver y establecerla como su capital única, es deber mantenerla unificada para así conservar unificada su identidad de manera sólida y no desprenderse de lo que es un patrimonio histórico incomparable.
Existen también, como se dijo, motivos políticos para no dividir la ciudad. Podemos apoyarnos en expresiones de políticos de prestigio y renombre. Como dijo Shimon Peres durante su presidencia del Estado de Israel al ser preguntado sobre el tema, “Jerusalén siempre ha sido y va a ser nuestra capital indivisible”. Por su lado, Winston Churchill afirmó “Debes dejar que los judíos se queden con Jerusalén; fueron ellos quienes la hicieron famosa”. La población judía en Jerusalén siempre ha sido mayoritaria en estos últimos siglos, superando a musulmanes, cristianos, y demás grupos étnicos o religiosos. El municipio con soberanía israelí favorece a la administración, organización y economía de la ciudad.
Israel no debe permitir que países u organizaciones quieran restringir sus derechos sobre su mismísima capital. Barrios judíos no deben ser desmantelados para cumplir exigencias injustificadas, dejando conflictos sociales insolucionables a corto y mediano plazo, a gente sin hogar y complicando el panorama con traslados poblacionales multitudinarios de propios ciudadanos con derechos. No hay que promover violaciones a la propiedad privada de los israelíes. ¿Acaso un país debe ceder y perder soberanía sobre su propia tierra por pedidos absolutamente maximalistas de quienes han sido sus principales agresores? Ni un control internacional ni dos entidades distintas y diferentes gobernando mitades parecen una solución viable. Democracia y autoritarismo chocan contra barreras insuperables. Un Estado democrático que garantiza la seguridad de sus ciudadanos resulta incompatible con una entidad famosa por su récord en terrorismo.
Jerusalén es la imagen que Israel entrega al mundo entero, y frente a sus detractores, debe afianzar su dominio inalienable en su propio territorio. Los lugares sagrados judíos que se encuentran en Jerusalén deben estar (bajo todo punto de vista de manera conveniente) dentro de territorio soberano israelí. Los palestinos que controlan en Jerusalén los lugares sagrados del Islam cometen atrocidades históricas y crímenes arqueológicos destruyendo los restos de los templos judíos, pasando borrador a vestigios de las vivencias y edificaciones judías de antaño, y no permitiendo a los investigadores judíos y del mundo realizar excavaciones para rescatar las invalorables reliquias que han caído en las garras de malvados usurpadores y negadores. Y esto no es nuevo si se presta atención a sucesos del pasado, como cuando los musulmanes construyeron la Explanada de las Mezquitas sobre el Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo. Si Israel quiere ser un Estado que mantenga viva la memoria del pueblo judío, que aspire a afianzar sus vínculos con Eretz Israel para nunca más ser expulsados los judíos, no puede permitir que hagan la “sucia limpieza” en sus monumentos.
Vamos a ver por último las razones estratégicas. Si el estado palestino es establecido con Jerusalén oriental como capital, entonces el peligro estaría a pocos metros de la Jerusalén israelí. La línea divisoria sería una frontera muy fácil de violar para los promotores y hacedores del terrorismo judeofóbico. Los enemigos estarían demasiado cerca, a la vuelta de la esquina. Los terroristas palestinos controlarían una zona que deja a su merced a población judía para cometer sus atentados, pudiendo instalar sofisticado armamento en posiciones de privilegio para lograr sus aspiraciones genocidas.
Cuando Jerusalén estuvo bajo dominio árabe, no invirtieron nada de dinero en ella. Era una ciudad más, en la cual se juntaba basura ante la mirada desinteresada de los dirigentes. O directamente ni la miraban. Luego, cuando comenzó el regreso judío, nació el Estado de Israel y la producción judía aumentó en un nivel impresionante, los árabes por razones estratégicas empezaron a interesarse en Jerusalén, reclamándola como propia, como una forma de quitar legitimidad al sionismo, tildándolo de invasor, usurpador y conquistador. Entonces es misión de Israel prevenir los planes árabes de desjudaizar Jerusalén. Si la ciudad es dividida, ahora sí los miles de millones de petrodólares van a apuntar sus cañones a Jerusalén, van a invertir lo que no invirtieron nunca para transformarla en una ciudad completamente desjudaizada, netamente árabe, vociferando lo que Julián Schvindlerman llama “piratería histórica” refiriéndose al robo árabe de la historia judía. Y así, tendrán lista la plataforma para pegar el gran salto, colgándose el mentiroso (pero lamentablemente legitimado por la comunidad internacional) cartel de auténticos dueños de la tierra, para reclamar la otra mitad. Para quedarse con la Jerusalén completa. Los dirigentes palestinos no terminan de aclarar lo que quieren; Abbas pide “un estado palestino con Jerusalén como su capital”, y varias veces se olvida de explicar si se refiere a la parte oriental, o a toda la ciudad.
Fuentes de la ONG Ir Amín opinan que la ciudad, teniendo en cuenta parámetros poblacionales, ya está dividida en centros árabes y centros judíos. No se percata a primera vista en qué sentido tendría esto que influenciar a la auténtica soberanía que tiene el Estado independiente de Israel sobre su territorio. En Nueva York puede existir un barrio chino pero no por eso los Estados Unidos transferirán allí soberanía a China. Si es más común que judíos vivan entre judíos y árabes entre árabes que mezclados, porque por razones culturales, de identidad e ideales lo han decidido así, no debe llevar a un Estado soberano a plantearse entregar una parte fundamental de su suelo a una Autoridad Palestina en la cual las negociaciones del pasado le han demostrado que no se puede confiar.
La capital eterna
“Si te olvidare, oh Jerusalén, olvídeseme mi diestra. Péguese mi lengua al paladar si no te recordare, si no alzare a Jerusalén a la cabeza de mis alegrías” (137, 5-7).
Israel y todo el pueblo judío no deben olvidar y dejar a un lado un patrimonio histórico, cuna cultural, su mismísima esencia, una de sus más arraigadas y tradicionales pertenencias. Costó cientos de años volver a recuperarla, y ahora que se la tiene, ya no se debe volver a separar de ella. ¿Cómo dejar ir, cómo soltar, lo que costó tanto volver a agarrar? La añoranza que pedía el regreso, se transformó en un feliz retorno. Las plegarias fueron escuchadas. El pueblo judío volvió a casa, y su histórica ciudad es la ilustre capital de un Estado ejemplar. Nuestras cosas son nuestras. Jerusalén es judía y única. Jerusalén es la capital eterna e indivisible del pueblo judío.
Ezequiel Eiben
11-2-2010
Jerusalén como propiedad del pueblo judío
Parte de la humanidad (estarán los obstinados de siempre) ya entendió que la propiedad privada debe existir y es un derecho natural que así lo sea. Los objetos personales son, como lo indica su misma denominación, propios de la persona; ella los posee y los utiliza para su beneficio. Y como existe la propiedad privada de las personas, también hay cosas que pertenecen al pueblo. Como es el caso del suelo israelí. Lo importante aquí es subrayar el valor de la propiedad ya sea por apego, pertenencia, utilidad, o como medio productivo.
Ahora bien, abordando el tema de las pertenencias, con respecto al pueblo judío hay cosas que innegablemente le pertenecen. Jerusalén es uno de los temas que está fuera de discusión.
Referencia histórica desde la creación del Estado de Israel
Jerusalén fue fundada por el Rey David y establecida ciudad capital de su reino, pero no vamos a retrotraer tanto la historia, sino más bien tomaremos en consideración a Jerusalén desde el Siglo XX e.c. El Plan de Partición de Palestina auspiciado por la ONU en 1947 recomendaba dejar que Jerusalén quedara bajo control internacional. Los países árabes no respetaron nada en absoluto del Plan, y lanzaron una guerra de exterminio contra Israel en 1948, un día después de declarada la independencia del flamante Estado Judío. A esa altura Jerusalén ya estaba sitiada por los agresores, y la defensa judía resistía con lo poco que tenía pero con enorme corazón. No es necesario abordar el tema desde una perspectiva romántica para entender que Jerusalén despierta en el pueblo judío un amor incondicional.
Israel ganó la guerra de la independencia contra los ejércitos invasores, y uno de los resultados de la contienda fue que Jerusalén quedó dividida. La parte occidental bajo control judío y establecida como capital; la parte oriental (y la Ciudad Vieja incluida) en manos de Jordania. El Kotel Hamaravi (Muro Occidental, conocido como Muro de los Lamentos), lugar sagrado para el judaísmo, quedó de lado jordano. Una aberrante ofensa contra el judaísmo fue lanzada por parte de las autoridades árabes, al utilizar al sacro lugar como basurero, y restringir el acceso de judíos para que rezaran. Lograron con semejante actitud deshonrosa una humillación a los judíos, la que mantuvieron hasta 1967. Ese año, luego de triunfar en la Guerra de los Seís Días, Israel conquistó la parte oriental de la ciudad. Jerusalén quedaba como capital unida del Estado de Israel.
En 1980 la Knesset aprobó la Ley de Jerusalén, que declara a la ciudad como capital entera y unificada del Estado de Israel. Desde entonces, volvemos a afirmar con contundencia que Jerusalén es la capital eterna e indivisible del pueblo judío.
Jerusalén indivisible
Una exigencia de la Autoridad Palestina en las negociaciones con Israel para establecer su estado, es pedir Jerusalén como capital. Este es un clamor que lo extiende a lo largo y ancho del Medio Oriente buscando apoyo, pero no tiene sustento. Los dirigentes palestinos como Mahmoud Abbas se basan en falsedades históricas o eufemismos para destruir la historia judía en Jerusalén, borrar de la mente de todos los vínculos sagrados judíos con la ciudad, y establecerla como una capital árabe que nada tiene que ver con los judíos.
Se habla de dividir Jerusalén, quedando la parte occidental como capital israelí y la parte oriental como capital palestina. Idea que encuentra apoyo incluso en sectores de Israel. Pero está claro que los palestinos no son claros en si reclaman “solamente” una parte de la ciudad, cuando en repetidas ocasiones lanzan consignas a su gente para “recuperarla entera”.
Ahora vamos a ver las razones por las cuales Israel, en las negociaciones con los palestinos, no debe dividir Jerusalén. Hay motivos históricos, políticos y estratégicos que deben ser tenidos en cuenta.
No hay que dividir Jerusalén por historia. Fue el pueblo judío quien la fundó, fue el pueblo judío quien la construyó, y representa lo más sagrado de su tradición. Es claro que Jerusalén es del pueblo judío. Más simple lo expresa Gustavo Perednik al decir directamente “Jerusalén es el pueblo judío”. No solo es historia viva al ser hoy la ciudad capital de Israel, sino que en ella está la esencia del recorrido del judaísmo a lo largo de los miles de años que ha logrado perdurar.
La historia enseña que enemigos del pueblo judío ya han tratado de borrar la conexión judía con Israel y más específicamente con Jerusalén. El emperador romano Adriano cambió el nombre de Eretz Israel por Palestina, refiriéndose con esa denominación a los filisteos, enemigos de los judíos, como los auténticos originarios de la tierra. El nombre de Jerusalén fue sustituido por Aelia Capitolina, en otro intento por desjudaizar lo que era puramente judío, y pasó de ser el centro del monoteísmo a ser residencia de altares paganos. Los líderes árabes repetidamente han intentado imitar estas actitudes y mentir descaradamente para erosionar rastros judíos y reclamarla como ciudad propia. Incluso Hosni Mubarak, presidente de Egipto, un país que tiene paz con Israel, advirtió al gobierno israelí para no “judaizar Jerusalén”. ¿Judaizar algo que es tan indiscutiblemente judío? Paradojas a las que conducen los círculos de mentiras fomentados por los detractores judíos.
En definitiva, Jerusalén es piedra angular en la historia y cultura judías, genera el mayor de los sentimientos de pertenencia del pueblo judío, que ni siquiera tras cientos de años de exilio dejó de añorar el regreso a sus tierras. Y luego de volver y establecerla como su capital única, es deber mantenerla unificada para así conservar unificada su identidad de manera sólida y no desprenderse de lo que es un patrimonio histórico incomparable.
Existen también, como se dijo, motivos políticos para no dividir la ciudad. Podemos apoyarnos en expresiones de políticos de prestigio y renombre. Como dijo Shimon Peres durante su presidencia del Estado de Israel al ser preguntado sobre el tema, “Jerusalén siempre ha sido y va a ser nuestra capital indivisible”. Por su lado, Winston Churchill afirmó “Debes dejar que los judíos se queden con Jerusalén; fueron ellos quienes la hicieron famosa”. La población judía en Jerusalén siempre ha sido mayoritaria en estos últimos siglos, superando a musulmanes, cristianos, y demás grupos étnicos o religiosos. El municipio con soberanía israelí favorece a la administración, organización y economía de la ciudad.
Israel no debe permitir que países u organizaciones quieran restringir sus derechos sobre su mismísima capital. Barrios judíos no deben ser desmantelados para cumplir exigencias injustificadas, dejando conflictos sociales insolucionables a corto y mediano plazo, a gente sin hogar y complicando el panorama con traslados poblacionales multitudinarios de propios ciudadanos con derechos. No hay que promover violaciones a la propiedad privada de los israelíes. ¿Acaso un país debe ceder y perder soberanía sobre su propia tierra por pedidos absolutamente maximalistas de quienes han sido sus principales agresores? Ni un control internacional ni dos entidades distintas y diferentes gobernando mitades parecen una solución viable. Democracia y autoritarismo chocan contra barreras insuperables. Un Estado democrático que garantiza la seguridad de sus ciudadanos resulta incompatible con una entidad famosa por su récord en terrorismo.
Jerusalén es la imagen que Israel entrega al mundo entero, y frente a sus detractores, debe afianzar su dominio inalienable en su propio territorio. Los lugares sagrados judíos que se encuentran en Jerusalén deben estar (bajo todo punto de vista de manera conveniente) dentro de territorio soberano israelí. Los palestinos que controlan en Jerusalén los lugares sagrados del Islam cometen atrocidades históricas y crímenes arqueológicos destruyendo los restos de los templos judíos, pasando borrador a vestigios de las vivencias y edificaciones judías de antaño, y no permitiendo a los investigadores judíos y del mundo realizar excavaciones para rescatar las invalorables reliquias que han caído en las garras de malvados usurpadores y negadores. Y esto no es nuevo si se presta atención a sucesos del pasado, como cuando los musulmanes construyeron la Explanada de las Mezquitas sobre el Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo. Si Israel quiere ser un Estado que mantenga viva la memoria del pueblo judío, que aspire a afianzar sus vínculos con Eretz Israel para nunca más ser expulsados los judíos, no puede permitir que hagan la “sucia limpieza” en sus monumentos.
Vamos a ver por último las razones estratégicas. Si el estado palestino es establecido con Jerusalén oriental como capital, entonces el peligro estaría a pocos metros de la Jerusalén israelí. La línea divisoria sería una frontera muy fácil de violar para los promotores y hacedores del terrorismo judeofóbico. Los enemigos estarían demasiado cerca, a la vuelta de la esquina. Los terroristas palestinos controlarían una zona que deja a su merced a población judía para cometer sus atentados, pudiendo instalar sofisticado armamento en posiciones de privilegio para lograr sus aspiraciones genocidas.
Cuando Jerusalén estuvo bajo dominio árabe, no invirtieron nada de dinero en ella. Era una ciudad más, en la cual se juntaba basura ante la mirada desinteresada de los dirigentes. O directamente ni la miraban. Luego, cuando comenzó el regreso judío, nació el Estado de Israel y la producción judía aumentó en un nivel impresionante, los árabes por razones estratégicas empezaron a interesarse en Jerusalén, reclamándola como propia, como una forma de quitar legitimidad al sionismo, tildándolo de invasor, usurpador y conquistador. Entonces es misión de Israel prevenir los planes árabes de desjudaizar Jerusalén. Si la ciudad es dividida, ahora sí los miles de millones de petrodólares van a apuntar sus cañones a Jerusalén, van a invertir lo que no invirtieron nunca para transformarla en una ciudad completamente desjudaizada, netamente árabe, vociferando lo que Julián Schvindlerman llama “piratería histórica” refiriéndose al robo árabe de la historia judía. Y así, tendrán lista la plataforma para pegar el gran salto, colgándose el mentiroso (pero lamentablemente legitimado por la comunidad internacional) cartel de auténticos dueños de la tierra, para reclamar la otra mitad. Para quedarse con la Jerusalén completa. Los dirigentes palestinos no terminan de aclarar lo que quieren; Abbas pide “un estado palestino con Jerusalén como su capital”, y varias veces se olvida de explicar si se refiere a la parte oriental, o a toda la ciudad.
Fuentes de la ONG Ir Amín opinan que la ciudad, teniendo en cuenta parámetros poblacionales, ya está dividida en centros árabes y centros judíos. No se percata a primera vista en qué sentido tendría esto que influenciar a la auténtica soberanía que tiene el Estado independiente de Israel sobre su territorio. En Nueva York puede existir un barrio chino pero no por eso los Estados Unidos transferirán allí soberanía a China. Si es más común que judíos vivan entre judíos y árabes entre árabes que mezclados, porque por razones culturales, de identidad e ideales lo han decidido así, no debe llevar a un Estado soberano a plantearse entregar una parte fundamental de su suelo a una Autoridad Palestina en la cual las negociaciones del pasado le han demostrado que no se puede confiar.
La capital eterna
“Si te olvidare, oh Jerusalén, olvídeseme mi diestra. Péguese mi lengua al paladar si no te recordare, si no alzare a Jerusalén a la cabeza de mis alegrías” (137, 5-7).
Israel y todo el pueblo judío no deben olvidar y dejar a un lado un patrimonio histórico, cuna cultural, su mismísima esencia, una de sus más arraigadas y tradicionales pertenencias. Costó cientos de años volver a recuperarla, y ahora que se la tiene, ya no se debe volver a separar de ella. ¿Cómo dejar ir, cómo soltar, lo que costó tanto volver a agarrar? La añoranza que pedía el regreso, se transformó en un feliz retorno. Las plegarias fueron escuchadas. El pueblo judío volvió a casa, y su histórica ciudad es la ilustre capital de un Estado ejemplar. Nuestras cosas son nuestras. Jerusalén es judía y única. Jerusalén es la capital eterna e indivisible del pueblo judío.
Ezequiel Eiben
11-2-2010
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