sábado, 23 de julio de 2011

Capitalismo de amigos

Capitalismo de amigos
Ezequiel Eiben
23/7/2011


El llamado “capitalismo de amigos” no es un tipo de capitalismo, o una deformación del mismo; simplemente no es capitalismo, es otra cosa. Es una mezcla fraudulenta y mortal consistente en la conjugación de elementos de dos partes sumidas en una moralidad perversa: el empresario oficialista por un lado, y el gobierno por otro.
¿Por qué decimos que esto no es capitalismo? Primero y principal, porque la base ética del capitalismo es el laissez faire, es decir, el poder y dejar hacer en relaciones entre comerciantes libres, sin coacción estatal por medio de regulaciones exasperantes. En el “capitalismo de amigos”, el empresario simpatizante y co-contratante del gobierno recibe privilegios de la administración pública que lo catapultan por encima del resto de sus colegas, gozando de una protección estatal que a la vez se traduce en perjuicios para los competidores, que son saqueados en detrimento suyo y en beneficio del círculo íntimo del poder. Segundo, porque este fenómeno del “capitalismo de amigos” se da en el marco del estatismo, es decir, de la intervención estatal en la economía, preservando monopolios y llegando a apropiarse de la industria. Mientras que, en el capitalismo, las condiciones óptimas para su real desenvolvimiento son aquellas que conducen a la separación de economía y Estado.
El “capitalismo de amigos” llevado a cabo por empresarios y burócratas, es culpable del establecimiento y perduración de los monopolios, los cuales no podrían darse de manera coactiva en el marco de una sociedad libre. El estatismo manipula y elimina competidores para favorecer a quien le hace o de quien recibe favores; en cambio el libre mercado permite el triunfo del más talentoso e inteligente, y su llegada a la cima, pero sin eliminar competencia a través del descabellado uso de la fuerza.
El “capitalismo de amigos” solo mancha la imagen del verdadero y único capitalismo legítimo, aquel que se asienta en la digna visión de la libertad humana. Es alimentación al odio irracional de los anticapitalistas contra el capitalismo, siendo que es un reflejo de sus doctrinas estatistas e intervencionistas. Es un sistema en el cual no desaparecen todos los hombres de negocios, pero arbitrariamente se eligen a algunos para sobrevivir y a otros para ilegítimamente dejar morir: es decir, no triunfa el más talentoso y se quedan atrás aunque con plenas posibilidades de mejorar los menos talentosos, los holgazanes o vagos en base a méritos estrictamente empresariales; sino que se encumbran a los que favorecen la supervivencia y perpetuación en el poder de los burócratas y demás parásitos que viven a costa de lo generado por los trabajadores que producen.
El capitalismo es un sistema por el cual la producción aflora en cantidades impresionantes gracias a la ausencia de trabas en los procesos creativos y generadores de riqueza; mientras que el “capitalismo de amigos” ayuda al crecimiento de los fondos estatales, que no son propios de ni producidos por los burócratas (porque el gobierno no produce nada) precisamente triunfando sus selectivos beneficiarios por regulaciones y controles que afectan la competencia. Uno rechaza el intervencionismo estatal y puede favorecer a todos; otro no puede subsistir sin la simpatía y dominación del Estado y ocasiona verdaderos desastres.
Lo correcto es desenmascarar al “capitalismo de amigos” que intenta pasar por capitalismo para justificarse y prolongarse, y trabajar en aras del capitalismo laissez faire, el sistema donde los hombres se tratan los unos a los otros como comerciantes, y no hay funcionarios estatales otorgando dádivas o privilegios para hacer amistades monopólicas y para solidificar relaciones de amos y esclavos.

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