Ezequiel
Eiben
10/10/2012
El evento de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional desarrollado en Córdoba, pareció una parodia, un show del absurdo, o un chiste de mal gusto.
Para empezar, la campaña viene de la mano de la señora Ministro de Seguridad, Nilda Garré. Una persona que públicamente profesó y practicó la violencia (perteneciendo a una agrupación terrorista), y de las cuales no se puede esperar una profunda y sincera autocrítica.
Para que no queden dudas del ridículo movimiento del gobierno nacional en presentar a terroristas asociados a una campaña “contra” la violencia, el invitado de lujo en el evento era Horacio Verbitsky. Otro terrorista, con un récord envidiable a los ojos de los asesinos que simpatizan con sus ideas: estuvo involucrado en el tercer atentado terrorista más grande de la historia argentina, dejando un saldo de 23 muertos; solo superado por el atentado a la AMIA que acabó con la vida de 85 personas, y el atentando a la Embajada de Israel, por el que fueron asesinadas 29 víctimas. Verbitsky, finalmente, no participó de la charla alegando que no podía asistir por cuestiones personales. Algunos pueden pensar que literalmente no le dio la cara para aparecer.
Otros nefastos personajes que aparecen como rostros visibles de la campaña son Estela de Carlotto y Eugenio Zaffaroni. La “activista por los derechos humanos” es una gran defensora de criminales violadores de los mismos: terroristas (nótese una vinculación más entre la campaña y el terrorismo). El juez, por su parte, es un admirador de la criminología crítica marxista, corriente desde la cual algunos autores sostienen que no existe el crimen en sí sino que es un invento de la clase dominante, que el crimen existente es culpa del capitalismo, y que no hay criminales sino “activistas políticos” que envían un mensaje a la sociedad. Una ridiculez de fácil refutación (crimen es objetivamente inicio de la fuerza física o fraude contra inocentes; si el crimen es culpa del capitalismo no habría crímenes en sociedades no capitalistas y no hubiese existido un solo crimen en la historia de la humanidad antes de la invención y aplicación del sistema capitalista; hay criminales, y son los que cometen los crímenes de acuerdo al concepto ya señalado, independientemente de que quieran enviar un mensaje), pero que es alabada por un integrante de la Corte Suprema de Justicia.
Respecto del evento en sí, asistieron agrupaciones estudiantiles y juveniles oficialistas como JP Evita, Descamisados, La Bisagra, y La Cámpora. Los miembros de estas organizaciones se jactaban de participar en un evento democrático, apoyando la democratización de la política de seguridad en el país. ¿Se comportaron a la altura?
Dentro de las banderas que llevaron, figuraba una con el rostro de Rodolfo Walsh, un oscuro terrorista que promovió el asesinato y la violencia; combatió a un gobierno en democracia; y en cuyo honor hoy se entrega un premio a la “libertad de expresión”, siendo que despreciaba este concepto y el de libertad de prensa por considerarlos “desvaríos burgueses”.
Entre los cánticos de arenga y agitación que entonaron, como si estuvieran en una cancha rodeados de barrabravas, resaltaron:
1) “Para De la Sota, el paredón”: es decir que su idea de democratización de la seguridad incluye fusilar al actual gobernador de la Provincia de Córdoba.
2) “No soy nazi, ni quiero ser; soy de Cristina, de Chávez y de Fidel”: Reprueban a algunos tiranos, y apoyan a otros. Vale decir, no están contra la tiranía, sino contra los tiranos que no les agraden, para reemplazarlos por los que sí estén a la altura. Hablar en contra de la violencia institucional y nombrar favorablemente a la presidente Cristina Fernández de Kirchner es una contradicción insalvable. Kirchner envía a la AFIP a que le caiga a los opositores que manifiestan opiniones contrarias a sus dogmas; utiliza cadena nacional (Encadenado Nazional, mejor dicho) para violar el secreto fiscal y acusar a quienes osen criticarla; otorga puestos públicos a asesinos; y ahoga a los ciudadanos con impuestos para, con la plata de todos, hacer propaganda oficialista partidaria y solventar los gastos de un programa fascista llamado 678 destinado a criticar y estigmatizar disidentes y lamerle las botas al gobierno. Chávez se junta con asesinos, hace acuerdos internacionales con regímenes terroristas, opositores son asesinados bajo su gobierno con su beneplácito, y hace de la violencia institucional un culto; por lo tanto, que lo nombren a él también resulta paradójico. Y de Fidel Castro no hace falta decir nada, simplemente que su nombre es incompatible con democracia y elecciones electorales.
3) “Somos los herederos de Perón y Evita”: los herederos de un golpista nazi y de una fascista recalcitrante quieren enseñarnos sobre violencia institucional.
4) “Las balas que tiraste van a volver”: este tema va dedicado a los “Gorilas” que tanto desprecian. Gorila es un anti-concepto que usan para poder envolver a cualquiera que se oponga a sus políticas, y así señalarlo y proceder a defenestrarlo en base a dos falacias: falacia ad hominem y falacia del hombre de paja. El tema con los anti-conceptos es no definir algo, sino dejar cierta indefinición, hablar por aproximación y no de manera exacta. Eso conviene a su estrategia, porque a través de la indefinición pueden acusar de Gorila, al mismo nivel y a la par, a alguien de derecha republicana, a un conservador, a un pro-militar, a un liberal, a un cualquiera que no esté de acuerdo con ellos, a un católico en contra del aborto, a un peronista arrepentido, a un peronista disidente, etcétera. Visto esto, primero hay que decir que estos muchachos planean tirar balas que “van a volver”; segundo, dentro del “Gorilismo” pueden encasillar a cualquiera, incluso a los que jamás tiraron una bala y no tendrían que esperar que ninguna les volviera. Una propuesta de violencia concreta, en un marco de democratización de la seguridad.
5) “Por la senda de Guevara”: Quieren ir por la senda de un asesino serial enemigo de la libertad y de las elecciones libres. Por la senda del protagonista de una dictadura brutal y represiva.
Frente a estos cánticos de incitación a la violencia, de mensajes con odio arraigado, ¿el resto de los asistentes hizo algo para calmarlos, callarlos o demostrar desacuerdo? Gente grande los aplaudió y cantó al unísono, también gente grande se calló la boca, y gente joven no perteneciente a las agrupaciones adoptó actitud similar.
Entre los disertantes del evento se encontraban el diputado nacional Leonardo Grosso y la rectora de la Universidad Nacional de Córdoba Carolina Scotto. El primero es un diputado peronista oficialista convencido de que es correcto que el Estado inicie agresiones contra empresas privadas y las expropie sin indemnización previa, o mejor dicho las confisque. La segunda apoya abiertamente la agresión institucional del gobierno kirchnerista y piensa que es correcto organizar con fondos públicos un seminario referente a la superioridad del modelo nacional y popular sobre el modelo neoliberal. ¿Alguna de estas dos figuras kirchneristas en cargos públicos atinó a pedirle a los incitadores a la violencia y apologistas del asesinato, que cesaran con sus cánticos, o que por lo menos (dada su complacencia con la violencia) los moderaran? No. Ninguno fue capaz de decir “Chicos, estamos en un encuentro democrático para democratizar la seguridad, no para solicitar como salvajes primitivos el asesinato de personas”. Un silencio cómplice, porque cuando las agrupaciones cantaban cosas a favor de ellos, las sonrisas se dibujaban en sus rostros.
Como último punto de esta nota, cuento que en el evento se tuvo la desagradable oportunidad de ver un espectáculo asqueroso: peronistas cantando el Himno Nacional Argentino, con su brazo derecho levantado, extendido, haciendo con su mano la V peronista. Así como los cánticos constituyen un simbolismo de su admiración por la violencia, esta posición para cantar al himno es un simbolismo apropiado a su ideología política nacional y popular, que recuerda a los nazis saludando al Führer. Lo que no pasa desapercibido es que minutos antes de entonar el Himno, estaban cantando su hit “no soy nazi ni quiero ser”.
La cuestión es que no se hacen llamar nacionalsocialistas, pero son nacionalpopulistas, defensores del modelo nacional y popular, que aplica políticas nacionalsocialistas. Y si alguno quisiera excusarse diciendo que no son nacionalsocialistas porque en Argentina no hay asesinatos en masa como los había en Alemania durante el Tercer Reich, solo hay que responder que: a) el nacionalsocialismo no se reduce a los asesinatos, sino que es un modelo mucho mayor de esclavitud y represión, y b) los asesinatos en masa están siendo pedidos explícitamente en sus propios cánticos sugiriendo paredones de fusilamiento, balas para los Gorilas, sendas guevaristas, y pertenencia al club de tiranos junto a Chávez y Castro.
Como se ve, entre las tiranías mencionadas y la tiranía argentina, hay diferencias de forma pero no de fondo. Y para que el país se parezca cada vez más a las tiranías de mayor grado, están estas incitaciones a la violencia proferidas en cánticos bajo pedido de transformarse en consignas y acciones políticas.
En definitiva, los fanáticos y violentos que apoyan la violencia institucional, pretenden dar cátedra sobre cómo democratizar la seguridad y combatir ciertos tipos de agresión institucional, pero no aquella a la cual le rinden culto, porque sino su negociado se cae.
Y si alguien que los apoya o que es un gris moral pretende minimizar la situación, hay que decirle que ni estos "jóvenes militantes" cantan sus temas inocentemente, ni los "jóvenes idealistas" de los cuales se declaran herederos asesinaban inocentemente. Su credo está basado en la violencia, de una forma u otra.
10/10/2012
El evento de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional desarrollado en Córdoba, pareció una parodia, un show del absurdo, o un chiste de mal gusto.
Para empezar, la campaña viene de la mano de la señora Ministro de Seguridad, Nilda Garré. Una persona que públicamente profesó y practicó la violencia (perteneciendo a una agrupación terrorista), y de las cuales no se puede esperar una profunda y sincera autocrítica.
Para que no queden dudas del ridículo movimiento del gobierno nacional en presentar a terroristas asociados a una campaña “contra” la violencia, el invitado de lujo en el evento era Horacio Verbitsky. Otro terrorista, con un récord envidiable a los ojos de los asesinos que simpatizan con sus ideas: estuvo involucrado en el tercer atentado terrorista más grande de la historia argentina, dejando un saldo de 23 muertos; solo superado por el atentado a la AMIA que acabó con la vida de 85 personas, y el atentando a la Embajada de Israel, por el que fueron asesinadas 29 víctimas. Verbitsky, finalmente, no participó de la charla alegando que no podía asistir por cuestiones personales. Algunos pueden pensar que literalmente no le dio la cara para aparecer.
Otros nefastos personajes que aparecen como rostros visibles de la campaña son Estela de Carlotto y Eugenio Zaffaroni. La “activista por los derechos humanos” es una gran defensora de criminales violadores de los mismos: terroristas (nótese una vinculación más entre la campaña y el terrorismo). El juez, por su parte, es un admirador de la criminología crítica marxista, corriente desde la cual algunos autores sostienen que no existe el crimen en sí sino que es un invento de la clase dominante, que el crimen existente es culpa del capitalismo, y que no hay criminales sino “activistas políticos” que envían un mensaje a la sociedad. Una ridiculez de fácil refutación (crimen es objetivamente inicio de la fuerza física o fraude contra inocentes; si el crimen es culpa del capitalismo no habría crímenes en sociedades no capitalistas y no hubiese existido un solo crimen en la historia de la humanidad antes de la invención y aplicación del sistema capitalista; hay criminales, y son los que cometen los crímenes de acuerdo al concepto ya señalado, independientemente de que quieran enviar un mensaje), pero que es alabada por un integrante de la Corte Suprema de Justicia.
Respecto del evento en sí, asistieron agrupaciones estudiantiles y juveniles oficialistas como JP Evita, Descamisados, La Bisagra, y La Cámpora. Los miembros de estas organizaciones se jactaban de participar en un evento democrático, apoyando la democratización de la política de seguridad en el país. ¿Se comportaron a la altura?
Dentro de las banderas que llevaron, figuraba una con el rostro de Rodolfo Walsh, un oscuro terrorista que promovió el asesinato y la violencia; combatió a un gobierno en democracia; y en cuyo honor hoy se entrega un premio a la “libertad de expresión”, siendo que despreciaba este concepto y el de libertad de prensa por considerarlos “desvaríos burgueses”.
Entre los cánticos de arenga y agitación que entonaron, como si estuvieran en una cancha rodeados de barrabravas, resaltaron:
1) “Para De la Sota, el paredón”: es decir que su idea de democratización de la seguridad incluye fusilar al actual gobernador de la Provincia de Córdoba.
2) “No soy nazi, ni quiero ser; soy de Cristina, de Chávez y de Fidel”: Reprueban a algunos tiranos, y apoyan a otros. Vale decir, no están contra la tiranía, sino contra los tiranos que no les agraden, para reemplazarlos por los que sí estén a la altura. Hablar en contra de la violencia institucional y nombrar favorablemente a la presidente Cristina Fernández de Kirchner es una contradicción insalvable. Kirchner envía a la AFIP a que le caiga a los opositores que manifiestan opiniones contrarias a sus dogmas; utiliza cadena nacional (Encadenado Nazional, mejor dicho) para violar el secreto fiscal y acusar a quienes osen criticarla; otorga puestos públicos a asesinos; y ahoga a los ciudadanos con impuestos para, con la plata de todos, hacer propaganda oficialista partidaria y solventar los gastos de un programa fascista llamado 678 destinado a criticar y estigmatizar disidentes y lamerle las botas al gobierno. Chávez se junta con asesinos, hace acuerdos internacionales con regímenes terroristas, opositores son asesinados bajo su gobierno con su beneplácito, y hace de la violencia institucional un culto; por lo tanto, que lo nombren a él también resulta paradójico. Y de Fidel Castro no hace falta decir nada, simplemente que su nombre es incompatible con democracia y elecciones electorales.
3) “Somos los herederos de Perón y Evita”: los herederos de un golpista nazi y de una fascista recalcitrante quieren enseñarnos sobre violencia institucional.
4) “Las balas que tiraste van a volver”: este tema va dedicado a los “Gorilas” que tanto desprecian. Gorila es un anti-concepto que usan para poder envolver a cualquiera que se oponga a sus políticas, y así señalarlo y proceder a defenestrarlo en base a dos falacias: falacia ad hominem y falacia del hombre de paja. El tema con los anti-conceptos es no definir algo, sino dejar cierta indefinición, hablar por aproximación y no de manera exacta. Eso conviene a su estrategia, porque a través de la indefinición pueden acusar de Gorila, al mismo nivel y a la par, a alguien de derecha republicana, a un conservador, a un pro-militar, a un liberal, a un cualquiera que no esté de acuerdo con ellos, a un católico en contra del aborto, a un peronista arrepentido, a un peronista disidente, etcétera. Visto esto, primero hay que decir que estos muchachos planean tirar balas que “van a volver”; segundo, dentro del “Gorilismo” pueden encasillar a cualquiera, incluso a los que jamás tiraron una bala y no tendrían que esperar que ninguna les volviera. Una propuesta de violencia concreta, en un marco de democratización de la seguridad.
5) “Por la senda de Guevara”: Quieren ir por la senda de un asesino serial enemigo de la libertad y de las elecciones libres. Por la senda del protagonista de una dictadura brutal y represiva.
Frente a estos cánticos de incitación a la violencia, de mensajes con odio arraigado, ¿el resto de los asistentes hizo algo para calmarlos, callarlos o demostrar desacuerdo? Gente grande los aplaudió y cantó al unísono, también gente grande se calló la boca, y gente joven no perteneciente a las agrupaciones adoptó actitud similar.
Entre los disertantes del evento se encontraban el diputado nacional Leonardo Grosso y la rectora de la Universidad Nacional de Córdoba Carolina Scotto. El primero es un diputado peronista oficialista convencido de que es correcto que el Estado inicie agresiones contra empresas privadas y las expropie sin indemnización previa, o mejor dicho las confisque. La segunda apoya abiertamente la agresión institucional del gobierno kirchnerista y piensa que es correcto organizar con fondos públicos un seminario referente a la superioridad del modelo nacional y popular sobre el modelo neoliberal. ¿Alguna de estas dos figuras kirchneristas en cargos públicos atinó a pedirle a los incitadores a la violencia y apologistas del asesinato, que cesaran con sus cánticos, o que por lo menos (dada su complacencia con la violencia) los moderaran? No. Ninguno fue capaz de decir “Chicos, estamos en un encuentro democrático para democratizar la seguridad, no para solicitar como salvajes primitivos el asesinato de personas”. Un silencio cómplice, porque cuando las agrupaciones cantaban cosas a favor de ellos, las sonrisas se dibujaban en sus rostros.
Como último punto de esta nota, cuento que en el evento se tuvo la desagradable oportunidad de ver un espectáculo asqueroso: peronistas cantando el Himno Nacional Argentino, con su brazo derecho levantado, extendido, haciendo con su mano la V peronista. Así como los cánticos constituyen un simbolismo de su admiración por la violencia, esta posición para cantar al himno es un simbolismo apropiado a su ideología política nacional y popular, que recuerda a los nazis saludando al Führer. Lo que no pasa desapercibido es que minutos antes de entonar el Himno, estaban cantando su hit “no soy nazi ni quiero ser”.
La cuestión es que no se hacen llamar nacionalsocialistas, pero son nacionalpopulistas, defensores del modelo nacional y popular, que aplica políticas nacionalsocialistas. Y si alguno quisiera excusarse diciendo que no son nacionalsocialistas porque en Argentina no hay asesinatos en masa como los había en Alemania durante el Tercer Reich, solo hay que responder que: a) el nacionalsocialismo no se reduce a los asesinatos, sino que es un modelo mucho mayor de esclavitud y represión, y b) los asesinatos en masa están siendo pedidos explícitamente en sus propios cánticos sugiriendo paredones de fusilamiento, balas para los Gorilas, sendas guevaristas, y pertenencia al club de tiranos junto a Chávez y Castro.
Como se ve, entre las tiranías mencionadas y la tiranía argentina, hay diferencias de forma pero no de fondo. Y para que el país se parezca cada vez más a las tiranías de mayor grado, están estas incitaciones a la violencia proferidas en cánticos bajo pedido de transformarse en consignas y acciones políticas.
En definitiva, los fanáticos y violentos que apoyan la violencia institucional, pretenden dar cátedra sobre cómo democratizar la seguridad y combatir ciertos tipos de agresión institucional, pero no aquella a la cual le rinden culto, porque sino su negociado se cae.
Y si alguien que los apoya o que es un gris moral pretende minimizar la situación, hay que decirle que ni estos "jóvenes militantes" cantan sus temas inocentemente, ni los "jóvenes idealistas" de los cuales se declaran herederos asesinaban inocentemente. Su credo está basado en la violencia, de una forma u otra.
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