Ezequiel Eiben
10/10/2012
Los liberales nos hemos
manifestado a favor de la libertad de los individuos. Esta libertad incluye la
libertad económica, y el sistema que la protege es el libre mercado. El mercado
es el ámbito en el cual las personas desarrollan la cooperación social intercambiando
bienes y servicios de manera voluntaria en ausencia de coerción.
Un kirchnerista militante de La Cámpora con el cual debatí se ha manifestado en contra del libre mercado, proponiendo una teoría conspirativa en la cual todos los empresarios del mundo de un mercado determinado se juntan en una organización mundial para extorsionar a los consumidores con precios altos. Ignorancia de nociones básicas de economía aparte, el kirchnerista a través de comentarios irónicos sugiere prohibir la libertad de mercado porque su fantasía, según dice, podría volverse realidad. Podríamos pensar que propone intervención del Estado por medio de la coerción (agresión institucional) en la economía a través de legislación preventiva para que no se de este caso de empresarios endemoniados que mundialmente acuerdan arruinarle la vida al resto del mundo.
El punto aquí es que son suposiciones descabelladas que no encuentran asidero en la realidad, y que no hay un programa explícito empresarial que diga que va a dominar al mundo. El plan siniestro es fruto de su imaginación.
Ahora bien, veamos esta cuestión de dominación mundial desde otro ángulo. Si uno lee el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, se da cuenta que allí sí hay un plan explícito de conquista del mundo a través de la Jihad (Guerra Santa). Es decir, no son imaginaciones de este kirchnerista, sino que es lo textual de Mahoma. Siguiendo la línea de pensamiento del camporista, ¿qué se debería hacer? Pues el pensamiento de este tirano en potencia, así como previó una conspiración de todos los empresarios del mundo, fácilmente puede prever una conspiración de todos los musulmanes del mundo. No hay aquí conspiradores empresarios de un sector del mercado determinado, sino conspiradores religiosos de una religión determinada. Es más, ahora tiene más elementos para sus oscuras elucubraciones ya que en el primer caso tuvo que imaginarse a la sociedad empresaria mundial, mientras que en este segundo caso tiene al Corán como plan explícito de dominio mundial. Por lo tanto, si este kirchnerista procede a pedir intervencionismo estatal por medio de legislación preventiva prohibiendo el libre mercado, aquí se puede deducir que procederá a pedir intervencionismo estatal por medio de legislación preventiva prohibiendo la libertad de culto. Su reclamo por la censura y prohibición a la religión islámica se basará en imaginaciones de que una sociedad mundial compuesta por todos los musulmanes podría llegar a conquistar al planeta y extorsionar al resto con imposiciones y amenazas.
Elementos centrales en este kirchnerista son: 1) la manera de ver al hombre, 2) su colectivización absurda, y 3) la ética en que basaría un sistema.
1) Piensa en los demás como potenciales amenazas. En vez de ver a los empresarios, a los contratados por ellos, y a la gente que interactúa en el mercado, como personas realizando acuerdos con consentimiento, elige demonizar arbitrariamente a las personas y vincularlas sin ningún sustento en un plan maléfico de proporciones globales. Por las mismas razones que ve amenazas en todos los empresarios y quiere prohibir su actividad, puede ver amenazas en todos los musulmanes y querer prohibir la lectura de su texto sagrado.
2) Colectiviza a todos los empresarios como seres malignos en una organización maligna. Es incapaz de distinguir un sistema que funciona con empresarios correctos y que cuenta con mecanismos para penalizar a los incorrectos; de un sistema directamente diseñado, en el prejuicio de que todos los empresarios son incorrectos, para castigar de antemano a los que son correctos. Así podría colectivizar a todos los musulmanes como malos (sin distinguir entre los islamistas terroristas, y los musulmanes pacíficos que solo quieren profesar su religión en paz) y diseñar un sistema tendiente a perjudicar indebidamente a los correctos.
3) Basa un sistema entero en un supuesto excepcional (cuando no imposible). Toma como guía el "podría pasar" de casos aislados, de difícil o imposible aparición, y deja de lado los principios generales que debe tener una ética para la normalidad y mayoría de los casos. Un sistema se basa en reglas generales para situaciones de la realidad, no en casos irreales o excepcionales. Eso no quiere decir que el sistema no contemple excepciones, simplemente no basa sus premisas iniciales en ellas sino en situaciones lógicas y normales, y los principios pueden adaptarse a las situaciones excepcionales sin necesidad de ser modificados, en aras de mantener la coherencia. Siguiendo la línea del kirchnerista, las premisas de por qué debe haber intervencionismo estatal es la posibilidad irreal o excepcional de que se arme una organización mundial de empresarios hostiles para con el resto de la humanidad. Esta posibilidad sería argumento suficiente para prohibir la libertad de mercado, por ejemplo, entre un kioskero y quien quiere comprarle un caramelo. El kioskero debería estar completamente regulado para detectar si pertenece a esta organización conspirativa. En el caso de los musulmanes, habría que regular desde el Estado su libro sagrado, controlar su lectura, y prohibirla de ser necesario, por la posibilidad de que hasta el más pacífico de los musulmanes pudiera rebelarse y volverse un terrorista.
En definitiva, quedan claramente detectados el error en el pensamiento del kirchnerista, su horrible visión de la naturaleza humana, y su tiranía en potencia pretendiendo regular la vida de los demás de manera preventiva por la noción de amenazas y conspiraciones imaginarias que lo aquejan.
Un kirchnerista militante de La Cámpora con el cual debatí se ha manifestado en contra del libre mercado, proponiendo una teoría conspirativa en la cual todos los empresarios del mundo de un mercado determinado se juntan en una organización mundial para extorsionar a los consumidores con precios altos. Ignorancia de nociones básicas de economía aparte, el kirchnerista a través de comentarios irónicos sugiere prohibir la libertad de mercado porque su fantasía, según dice, podría volverse realidad. Podríamos pensar que propone intervención del Estado por medio de la coerción (agresión institucional) en la economía a través de legislación preventiva para que no se de este caso de empresarios endemoniados que mundialmente acuerdan arruinarle la vida al resto del mundo.
El punto aquí es que son suposiciones descabelladas que no encuentran asidero en la realidad, y que no hay un programa explícito empresarial que diga que va a dominar al mundo. El plan siniestro es fruto de su imaginación.
Ahora bien, veamos esta cuestión de dominación mundial desde otro ángulo. Si uno lee el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, se da cuenta que allí sí hay un plan explícito de conquista del mundo a través de la Jihad (Guerra Santa). Es decir, no son imaginaciones de este kirchnerista, sino que es lo textual de Mahoma. Siguiendo la línea de pensamiento del camporista, ¿qué se debería hacer? Pues el pensamiento de este tirano en potencia, así como previó una conspiración de todos los empresarios del mundo, fácilmente puede prever una conspiración de todos los musulmanes del mundo. No hay aquí conspiradores empresarios de un sector del mercado determinado, sino conspiradores religiosos de una religión determinada. Es más, ahora tiene más elementos para sus oscuras elucubraciones ya que en el primer caso tuvo que imaginarse a la sociedad empresaria mundial, mientras que en este segundo caso tiene al Corán como plan explícito de dominio mundial. Por lo tanto, si este kirchnerista procede a pedir intervencionismo estatal por medio de legislación preventiva prohibiendo el libre mercado, aquí se puede deducir que procederá a pedir intervencionismo estatal por medio de legislación preventiva prohibiendo la libertad de culto. Su reclamo por la censura y prohibición a la religión islámica se basará en imaginaciones de que una sociedad mundial compuesta por todos los musulmanes podría llegar a conquistar al planeta y extorsionar al resto con imposiciones y amenazas.
Elementos centrales en este kirchnerista son: 1) la manera de ver al hombre, 2) su colectivización absurda, y 3) la ética en que basaría un sistema.
1) Piensa en los demás como potenciales amenazas. En vez de ver a los empresarios, a los contratados por ellos, y a la gente que interactúa en el mercado, como personas realizando acuerdos con consentimiento, elige demonizar arbitrariamente a las personas y vincularlas sin ningún sustento en un plan maléfico de proporciones globales. Por las mismas razones que ve amenazas en todos los empresarios y quiere prohibir su actividad, puede ver amenazas en todos los musulmanes y querer prohibir la lectura de su texto sagrado.
2) Colectiviza a todos los empresarios como seres malignos en una organización maligna. Es incapaz de distinguir un sistema que funciona con empresarios correctos y que cuenta con mecanismos para penalizar a los incorrectos; de un sistema directamente diseñado, en el prejuicio de que todos los empresarios son incorrectos, para castigar de antemano a los que son correctos. Así podría colectivizar a todos los musulmanes como malos (sin distinguir entre los islamistas terroristas, y los musulmanes pacíficos que solo quieren profesar su religión en paz) y diseñar un sistema tendiente a perjudicar indebidamente a los correctos.
3) Basa un sistema entero en un supuesto excepcional (cuando no imposible). Toma como guía el "podría pasar" de casos aislados, de difícil o imposible aparición, y deja de lado los principios generales que debe tener una ética para la normalidad y mayoría de los casos. Un sistema se basa en reglas generales para situaciones de la realidad, no en casos irreales o excepcionales. Eso no quiere decir que el sistema no contemple excepciones, simplemente no basa sus premisas iniciales en ellas sino en situaciones lógicas y normales, y los principios pueden adaptarse a las situaciones excepcionales sin necesidad de ser modificados, en aras de mantener la coherencia. Siguiendo la línea del kirchnerista, las premisas de por qué debe haber intervencionismo estatal es la posibilidad irreal o excepcional de que se arme una organización mundial de empresarios hostiles para con el resto de la humanidad. Esta posibilidad sería argumento suficiente para prohibir la libertad de mercado, por ejemplo, entre un kioskero y quien quiere comprarle un caramelo. El kioskero debería estar completamente regulado para detectar si pertenece a esta organización conspirativa. En el caso de los musulmanes, habría que regular desde el Estado su libro sagrado, controlar su lectura, y prohibirla de ser necesario, por la posibilidad de que hasta el más pacífico de los musulmanes pudiera rebelarse y volverse un terrorista.
En definitiva, quedan claramente detectados el error en el pensamiento del kirchnerista, su horrible visión de la naturaleza humana, y su tiranía en potencia pretendiendo regular la vida de los demás de manera preventiva por la noción de amenazas y conspiraciones imaginarias que lo aquejan.
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