Discurso en el
evento del Partido Liberal Libertario de Córdoba y el Centro de Estudios LibRe,
Córdoba 22/11/2013.
Ezequiel Eiben
Ezequiel Eiben
Estimado
público, vivir en la Argentina de hoy es vivir en el statu quo diseñado y
mantenido por los sectores políticos predominantes. No cuesta mucho darse
cuenta que partidos que se ven como opositores entre sí proponen en gran
cantidad de temas, más de lo mismo. Distintas caras de una misma moneda,
básicamente. Esa moneda es el estatismo.
El estatismo es la ideología pregonada por la mayoría del arco político. Se basa en la creencia (literalmente, creencia dogmática como una verdad de fe) de que el Estado es quien debe encargarse de la dirección de la sociedad y resolver los problemas que otros generan. Implica la confianza ciega en que un grupo de burócratas iluminados conoce mejor los intereses de los ciudadanos que los propios ciudadanos, y que por ende una actitud paternalista ha de adoptarse en la persecución de los mismos.
Existe en todo debate político actual una falacia reconocida por la filósofa Ayn Rand: la falacia de la abstracción congelada. Consiste en sustituir cierto tema particular concreto por el tema general abstracto al que pertenece. En este caso, se sustituye una política específica (el “estatismo”) por la abstracción general “política”. De esta manera, se busca imponer o dar por aceptada tácitamente una premisa básica, desde la cual se parte sin el consentimiento de todos, de modo que lo único que resta por discutir son los medios para su implementación. Así funcionan nuestros políticos: la premisa básica es que el “Estado presente” debe hacerse cargo de todos los aspectos fundamentales de nuestra vida, y lo único que hay que debatir es la extensión o la medida de la intervención. Lo que no se discute, es la premisa en sí. Es decir, no se discute si efectivamente, el Estado debe intervenir. Esta abstracción congelada es nefasta, no solo porque nubla la vista hacia un paisaje de opciones distintas; sino porque concentra toda la acción en una dirección obligatoria, impuesta o dada por aceptada, y no libremente asumida por cada uno de los partícipes.
De tal forma, vemos que si el oficialismo nacionaliza empresas, la llamada “oposición” no se muestra en contra de la nacionalización, sino simplemente de la manera en que esta se hace. Si el oficialismo aplasta los derechos de los ciudadanos, la oposición no se queja del aplastamiento, sino de la medida del mismo; es decir, no porque fuera una inmoralidad, sino como si fuera una exageración.
Frente a este panorama de statu quo reinante, ¿cuál es el papel del liberalismo? La tarea del liberalismo es mover el eje del debate actual. Esto es, presentar ideas y propuestas políticas que realmente sean una antítesis del estatismo que impera. El liberalismo es la corriente de pensamiento que tiene el material que hace falta para constituir una verdadera oposición en el espectro político argentino. Una oposición de fondo, no meramente de forma. Una oposición de raíz, no meramente superficial.
Principios básicos del liberalismo como los derechos individuales, mercados libres y no agresión son las ideas que el país necesita, las que realmente presentan batalla contra el avance del Leviatán sobre nuestra vida, libertad, propiedad y privacidad.
El liberalismo es el llamado a defender la autonomía individual, la libre iniciativa, la prosperidad sin penalización, el desenvolvimiento de la creatividad e imaginación sin ataduras por parte de la mediocridad y el resentimiento. El liberalismo, al mover el eje del debate, debe demostrar que, en términos futbolísticos, el River-Boca de la política argentina no es el estatismo peronista vs el estatismo radical, o el estatismo peronista vs el estatismo peronista disidente. El estatismo juega para el mismo bando. El verdadero superclásico, el que presenta dos equipos diferentes cuyas visiones filosóficas difieren en lo esencial, es el estatismo vs el liberalismo.
En definitiva, si no queremos más de lo mismo, lo que en Argentina equivale a decir más estatismo, reivindiquemos el pensamiento liberal. Volvamos a ubicar al liberalismo en el lugar que le corresponde; aquel lugar de gloria que en este país tuvo una de sus máximas expresiones en la obra del notable Juan Bautista Alberdi, cuyas Bases fueron fundamentales para la Constitución de 1853. Movamos el eje del debate. Que el liberalismo esté presente en la discusión. Si es así, los resultados beneficiosos llegarán.
El estatismo es la ideología pregonada por la mayoría del arco político. Se basa en la creencia (literalmente, creencia dogmática como una verdad de fe) de que el Estado es quien debe encargarse de la dirección de la sociedad y resolver los problemas que otros generan. Implica la confianza ciega en que un grupo de burócratas iluminados conoce mejor los intereses de los ciudadanos que los propios ciudadanos, y que por ende una actitud paternalista ha de adoptarse en la persecución de los mismos.
Existe en todo debate político actual una falacia reconocida por la filósofa Ayn Rand: la falacia de la abstracción congelada. Consiste en sustituir cierto tema particular concreto por el tema general abstracto al que pertenece. En este caso, se sustituye una política específica (el “estatismo”) por la abstracción general “política”. De esta manera, se busca imponer o dar por aceptada tácitamente una premisa básica, desde la cual se parte sin el consentimiento de todos, de modo que lo único que resta por discutir son los medios para su implementación. Así funcionan nuestros políticos: la premisa básica es que el “Estado presente” debe hacerse cargo de todos los aspectos fundamentales de nuestra vida, y lo único que hay que debatir es la extensión o la medida de la intervención. Lo que no se discute, es la premisa en sí. Es decir, no se discute si efectivamente, el Estado debe intervenir. Esta abstracción congelada es nefasta, no solo porque nubla la vista hacia un paisaje de opciones distintas; sino porque concentra toda la acción en una dirección obligatoria, impuesta o dada por aceptada, y no libremente asumida por cada uno de los partícipes.
De tal forma, vemos que si el oficialismo nacionaliza empresas, la llamada “oposición” no se muestra en contra de la nacionalización, sino simplemente de la manera en que esta se hace. Si el oficialismo aplasta los derechos de los ciudadanos, la oposición no se queja del aplastamiento, sino de la medida del mismo; es decir, no porque fuera una inmoralidad, sino como si fuera una exageración.
Frente a este panorama de statu quo reinante, ¿cuál es el papel del liberalismo? La tarea del liberalismo es mover el eje del debate actual. Esto es, presentar ideas y propuestas políticas que realmente sean una antítesis del estatismo que impera. El liberalismo es la corriente de pensamiento que tiene el material que hace falta para constituir una verdadera oposición en el espectro político argentino. Una oposición de fondo, no meramente de forma. Una oposición de raíz, no meramente superficial.
Principios básicos del liberalismo como los derechos individuales, mercados libres y no agresión son las ideas que el país necesita, las que realmente presentan batalla contra el avance del Leviatán sobre nuestra vida, libertad, propiedad y privacidad.
El liberalismo es el llamado a defender la autonomía individual, la libre iniciativa, la prosperidad sin penalización, el desenvolvimiento de la creatividad e imaginación sin ataduras por parte de la mediocridad y el resentimiento. El liberalismo, al mover el eje del debate, debe demostrar que, en términos futbolísticos, el River-Boca de la política argentina no es el estatismo peronista vs el estatismo radical, o el estatismo peronista vs el estatismo peronista disidente. El estatismo juega para el mismo bando. El verdadero superclásico, el que presenta dos equipos diferentes cuyas visiones filosóficas difieren en lo esencial, es el estatismo vs el liberalismo.
En definitiva, si no queremos más de lo mismo, lo que en Argentina equivale a decir más estatismo, reivindiquemos el pensamiento liberal. Volvamos a ubicar al liberalismo en el lugar que le corresponde; aquel lugar de gloria que en este país tuvo una de sus máximas expresiones en la obra del notable Juan Bautista Alberdi, cuyas Bases fueron fundamentales para la Constitución de 1853. Movamos el eje del debate. Que el liberalismo esté presente en la discusión. Si es así, los resultados beneficiosos llegarán.
exelente hay que volver e instruir a la gente que no esta entendiendo nada esto tiene que revertirse de cualquier forma por el bien de todo el pueblo argentino
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