martes, 30 de diciembre de 2014

Acercamientos y alejamientos en las teorías del valor de Ludwig Von Mises y Ayn Rand

Acercamientos y alejamientos en las teorías del valor de Ludwig Von Mises y Ayn Rand
Ezequiel Eiben
Fundación Ayn Rand, Fundación Bases, Partido Liberal Republicano.
V Congreso Internacional "La Escuela Austríaca en el Siglo XXI"
Área: Metodología, Teoría del conocimiento.
Septiembre 2014


Abstract
El presente estudio se efectuó en base a la comparación entre las teorías del valor de Ludwig Von Mises, en representación de la Escuela Austríaca, y Ayn Rand, máximo exponente del Objetivismo. El propósito consistió en identificar posibles acercamientos y alejamientos entre las posiciones de ambos autores y sus respectivas metodologías de trabajo, y en brindar una visión al respecto tras considerar lo examinado. 
Se concluyó que más allá de diferencias, Objetivismo puede aportar a EAE elementos conceptuales para mejorar su teoría. 

Resumen
El presente trabajo consiste en una comparación entre las teorías del valor de Ludwig Von Mises, perteneciente a la Escuela Austríaca de Economía, y Ayn Rand, filósofa creadora del Objetivismo. 
El propósito de la investigación es ahondar en la obra de los autores en lo respectivo a la teoría del valor, y las disciplinas metodológicas desde las cuales abordan su trabajo, para establecer puntos de acercamientos y alejamientos entre las ideas sometidas a consideración. De esta forma, se puede ver si hay coincidencias, diferencias irreconciliables, y aspectos en los cuales una teoría pueda aportarle a la otra para mejorarla, completarla, o corregirla. 
Se comienza analizando qué es el valor para cada autor, notando que en principio hay similitudes en el modo de definirlo. Luego se prosigue evaluando el papel que cumplen las alternativas en cada teoría, en relación a un contexto de opciones posibles frente a las cuales el individuo que valora elige y actúa. En seguida, nos adentramos en el tema de los medios y fines. Se percibe aquí una coincidencia expositiva entre el economista y la filósofa, al recurrir ambos al desarrollo de estos conceptos para explicar cómo y en base a qué una persona endereza su actuación eligiendo caminos para lograr sus objetivos y metas. A continuación, nos paramos específicamente en la ciencia escogida por cada autor para desplegar sus desarrollos conceptuales. Vemos que Mises utiliza a la praxeología como método de análisis de medios adecuados a fines sin interferencia de cuestiones morales; y Rand opta por la ética como rama de la filosofía, que enseña al hombre a formar un código de valores que guían su actuación en la consecución de propósitos racionales. En penúltimo lugar, ahondamos en las teorías de valor sobre las que se explayan los autores: Mises distingue entre subjetivismo y objetivismo; mientras que Rand alude a una clasificación tripartita más completa, agregando a la teoría intrínseca del valor. Por último, concluimos que el Objetivismo tiene material teórico para aportar a la Escuela Austríaca gracias a su más completa clasificación de escuelas filosóficas que se refieren al valor, y que los austríacos pueden valerse de esto para enriquecer su ya de por sí rico, complejo y admirable acervo intelectual.    


Introducción
Presentaré las teorías del valor de Ludwig Von Mises y Ayn Rand, esbozaré diferencias y acercamientos, y concluiré con una visión sobre el asunto.

Valor
Comencemos por las definiciones y consideraciones sobre el valor. Las primeras no difieren demasiado en cuanto al modo de expresión.
Mises escribe en su obra La Acción Humana:

El valor es la trascendencia que el hombre, al actuar, atribuye a los fines últimos que él mismo se haya propuesto alcanzar[1].

Es el hombre mismo quien atribuye importancia, mediante su propio accionar, a fines últimos por él escogidos. El valor proviene de la evaluación que efectúa el sujeto manifestada en su obrar.
Ayn Rand analiza al valor en su libro La virtud del egoísmo, en estos términos:

“Valor” es aquello que nos lleva a actuar para obtenerlo y/o conservarlo[2].  

El valor nos moviliza a la acción; es algo que queremos ganar, conseguir, preservar. El hombre valora y actúa en consecuencia para lograrlo.

Alternativa
Ambos autores asociarán la idea de valorar con alternativas existentes. Mises aborda el punto manifestando que los hombres eligen entre distintas opciones, y es allí -cuando el hombre actúa- que las valoraciones se tornan efectivas. El hombre elabora en su mente escalas de valores y evalúa los caminos a tomar, pero el momento en que se manifiesta mediante su acción exterior es donde la valoración asume “corporeidad”:

El hombre, al actuar, decide entre las diversas posibilidades ofrecidas a su elección. En la alternativa prefiere una determinada cosa a las demás.
Suele decirse que el hombre, cuando actúa, se representa mentalmente una escala de necesidades o valoraciones, con arreglo a la cual ordena su proceder. (…) Conviene, sin embargo, no olvidar que tal escala de valores o necesidades toma corporeidad sólo cuando la propia actuación humana se produce. Porque dichas escalas valorativas carecen de existencia autónoma; las estructuramos sólo una vez conocida la efectiva conducta del individuo[3].   

Rand acentúa aquello que debe responderse antes de hablar del valor:

El concepto de “valor” no es un concepto primario, pues presupone una respuesta a la pregunta: “¿Valor para quién o para qué? Presupone la existencia de una entidad capaz de actuar para alcanzar una meta, frente a una alternativa. Donde no hay alternativas no pueden existir metas ni valores[4].

El valor aparece aquí también asociado a la conducta y evaluación del hombre. Para hablar de valores, primero tenemos que referirnos al sujeto que valora, y qué valor tiene la cuestión para él. Un individuo puede valorar en un contexto donde puede tomar decisiones entre opciones posibles, donde tiene alternativas que pondera y entre las cuales escoge. Donde el individuo no tenga alternativas para escoger, lógicamente no podría valorar, no podría ponderar una por encima de otra.

Medios y fines
Otra coincidencia expositiva (no coincidencia en su significación teórica integral) es destacar los medios para alcanzar fines humanos, y lo que la persona ubica en su jerarquía de valores en la posición más alta: el “fin último” en Mises y el “valor supremo” en Rand.
Mises explica:

Los medios (…) resultan valorados de modo derivativo, según la utilidad o idoneidad de los mismos para alcanzar fines; su estimación depende del valor asignado al objeto en definitiva apetecido; para el hombre solo tienen interés en tanto en cuanto le permiten alcanzar determinada meta[5].   

El medio no tiene una consideración absoluta en sí misma; su valoración gira en torno a sus condiciones para alcanzar los objetivos propuestos. El interés fundamental del hombre es la meta a la que pretende llegar, y el interés por los medios se da únicamente en relación a la posibilidad que estos le conceden para llegar.
Rand también alude a medios en relación de dependencia con el fin. Su enfoque no se basará en el utilitarismo, sino en hechos de la realidad inspeccionados desde metafísica y epistemología:

Sin una meta final, o un fin, no puede haber metas o medios inferiores; una serie de medios que avanzan en progresión infinita hacia un fin inexistente es una imposibilidad metafísica y epistemológica. Solo una meta final, un fin en sí mismo, hace posible la existencia de valores. Metafísicamente, la vida es el único fenómeno que es un fin en sí mismo: un valor ganado y conservado a través de un constante proceso de acción. Desde el punto de vista epistemológico, el concepto de “valor” es genéticamente dependiente y se deriva del concepto precedente de “vida”[6].  

La propia existencia de los medios es posible precisamente porque hay una meta final a la cual se dirige el sujeto y frente a la cual los medios están encaminados. En términos metafísicos (estudio de la naturaleza de la realidad), la vida como proceso de acción autogenerado y auto-sustentado es el único fin en sí mismo; aquel valor máximo a sostener desde el cual se edifican las conductas del hombre. En términos epistemológicos (estudio del conocimiento y formación de conceptos), sin el concepto primario de “vida” -antecedente necesario e ineludible para hablar sobre el hombre y sus juicios-, no podemos hablar de “valor”. Conceptualmente, vida es presupuesto de valor, como fin lo es respecto de medios.
Mises observa que los fines últimos, esos objetivos planteados por la persona y por los cuales va a desplegar determinadas acciones, son los que demuestran en su concreta expresión al valor. Es en vinculación al fin último del sujeto obrante, que aparece en esplendor lo que llama “valor”:

Sólo con respecto a los fines últimos aparece el concepto de valor en sentido propio y genuino[7]

Rand enseña que el “valor supremo” es como el objetivo máximo, y determinará la posición desde la cual el individuo valorará las otras metas inferiores que sirven como medios para la consecución del valor supremo. Lo grafica con la “vida”:

Un valor supremo es aquella meta o destino final para alcanzar el cual todas las metas inferiores son medios. Tal valor supremo determina el patrón según el cual se evalúan las metas inferiores. La vida de un organismo es su patrón de valor; lo que ayuda a su vida es bueno, aquello que la amenaza es malo[8].   

Hasta aquí, los autores siguen un camino expositivo similar: objetivos últimos; medios para alcanzarlos; y valoraciones del individuo, escogiendo entre alternativas, la que mejor considera para que lo deposite en su meta.

Ciencia
Donde aparece el alejamiento teórico entre estos pensadores acerca de las teorías del valor, es en la caracterización correcta del valor como subjetivo u objetivo, su encuadre en uno u otro enfoque, y la disciplina desde la cual efectúan sus exposiciones.
Es desde la praxeología y la economía que Mises desarrolla el tema. Se focaliza en cómo la conducta humana se desenvuelve. No se ocupa de los fenómenos físicos en cuanto tales, ni de doctrinas normativas sobre cómo deberían ser las actitudes de los hombres frente a la realidad circundante. Se centra en lo que es, cuyo epicentro es la acción humana.

La praxeología, por eso, no se ocupa propiamente del mundo exterior, sino de la conducta del hombre al enfrentarse con aquél; el universo físico, per se, no interesa a nuestra ciencia; lo que ésta pretende es analizar la consciente reacción del hombre ante las realidades objetivas. La teoría económica, por eso, jamás alude a las cosas; interésase por los hombres, por sus apreciaciones y, consecuentemente, por las humanas acciones que de aquéllas derivan.
(…)
La praxeología y la economía no se ocupan de cómo deberían ser las apreciaciones y actuaciones humanas, ni menos aún de cuáles las mismas serían de tener los hombres una común filosofía, de absoluta vigencia, gozando todos de iguales conocimientos. En el marco de una ciencia cuyo objeto es el hombre, víctima con frecuencia de la equivocación y el error, no hay lugar para hablar de nada con «vigencia absoluta» y menos aún de omnisciencia. Fin es cuanto el hombre apetece; medio, cuanto al actor tal parece[9].

Mises apunta que las doctrinas éticas son las que se preocupan por describir cómo debería ser la realidad, señalan el bien y el mal, y aconsejan al hombre seguir determinado camino para la consecución del bien supremo. No así la praxeología ni la economía. Estas no toman partido por posturas morales; se concentran en la adecuación o no entre medios y fines humanos. Los fines son elegidos por la persona, esto es, de forma subjetiva, y no cabe aquí el empleo de ninguna regla absoluta para evaluarlos, ya que son propios de cada individuo. Muestra de la subjetividad alejada de lo absoluto, es que los fines de alguien pueden variar con el tiempo, modificándose su escala valorativa al haber un cambio en sus apetencias.

Estas disciplinas [praxeología y economía] advierten que los fines perseguidos por el hombre no pueden ser ponderados con arreglo a norma alguna de carácter absoluto. Los fines, como decíamos, constituyen datos irreductibles, son puramente subjetivos, difieren de persona a persona y, aun en un mismo individuo, varían según el momento[10].

Mises se acomoda dentro de la teoría subjetiva del valor. De esta forma, subraya que el valor no se encuentra en las cosas, sino en la propia persona, quien observa la realidad circundante, y actúa para pasar de una situación menos beneficiosa a una más beneficiosa, valiéndose de medios escogidos en base a una consideración de utilidad para alcanzar los fines últimos que se ha propuesto. Es el sujeto quien al actuar expresa valor adoptando decisiones en miras a lo que le apetece conseguir y plasmándolas en acción. El valor viene del sujeto, encuentra su origen allí, y su vía de manifestación ostensible es la acción.  

El valor no es de condición objetiva; no se halla ínsito en las cosas. Somos nosotros, en cambio, quienes lo llevamos dentro; depende, en cada caso, de cómo reaccione el sujeto ante específicas circunstancias externas[11].

Ayn Rand, por su parte, desarrolla su teoría desde la ética como rama de la filosofía. A la pregunta “¿qué es la moral o la ética?”, la filósofa rusa responde:

Es un código de valores para guiar las elecciones y acciones del ser humano, aquellas que determinarán el propósito y el curso de su vida. La ética, como ciencia, se ocupa de descubrir y definir tal código[12]
 
Puede apreciarse que la pensadora se ubica en una ciencia normativa, contrario a lo que hace Mises. La ética atraviesa la vida de la persona y le enseña a descubrir principios por los cuales debe guiarse para su realización personal. La ética, en el objetivismo, está presente incluso en la economía, postulado que le valió enfrentamientos con gente del área. El economista de la Escuela de Chicago Milton Friedman se mostró reacio al objetivismo en esta cuestión de la moralidad en la economía. Rand se manifestó con ironía al respecto:

¿Sabéis que objeción tiene [Milton Friedman] contra Objetivismo? (…) Nosotros introducimos moralidad en la economía. La economía debería ser “amoral”[13].    

Rand no ve a la ética como algo meramente subjetivo de lo cual el hombre puede prescindir al mismo tiempo que pretenda vivir como digno ser humano; la ética es una necesidad objetiva del hombre, este necesita definir su código de valores para vivir como hombre, no como una bestia. Y logrará su definición basándose en hechos metafísicos, es decir, correspondientes a la realidad.
Los tres valores básicos de la ética objetivista son razón, propósito, y autoestima. La razón es la facultad que sirve para identificar e integrar el material provisto por los sentidos; distingue al hombre de los demás seres vivos, y es esencial para construir un código objetivo de valores. El propósito fundamental del hombre, el valor central que integra al resto, es su trabajo productivo. La autoestima es definida con precisión por Nathaniel Branden -quien formó parte del movimiento objetivista en su juventud-, como la experiencia de ser aptos para la vida y para las experiencias de la vida[14]
Rand considera lamentable que la mayoría absoluta de los filósofos consideren a la ética como una disciplina inmersa en el subjetivismo. El subjetivismo es lo irracional, lo caprichoso, lo arbitrario, dependiente de lo emocional. Por ende, ningún subjetivismo es capaz de definir a consciencia un código racional de valores. Su ética, por el contrario, sí está basada en lo objetivo, en cuanto a valores y virtudes en correspondencia con la realidad, y postula absolutos -otro aspecto que Mises rechaza desde la praxeología- como algo independiente de los deseos caprichosos del hombre.
Mises se refería a los fines y elecciones de los hombres como subjetivos, variables de persona a persona. ¿Cómo hace Rand para explicar fines y elecciones individuales sin caer en el subjetivismo? Distinguiendo entre la abstracción general que sirve de guía al hombre, y el logro a conseguir que cada hombre fije en base a sus propias decisiones -pero sin dejar nada librado a la arbitrariedad y relacionando todo a los hechos de la realidad que muestran cómo se desenvuelve un ser racional-:

Para la ética objetivista, la vida humana es el patrón de valor, y la vida, el propósito ético de cada individuo.
En este contexto, la diferencia entre “norma” y “propósito” es la siguiente: una “norma” es un principio abstracto que sirve como medida o regla para guiar al hombre en sus elecciones en pos de un propósito concreto, específico. “Lo que se requiere para la supervivencia del hombre en cuanto hombre” es un principio abstracto aplicable a cada hombre individualmente. La misión de aplicar este principio a un propósito concreto, específico, el propósito de vivir la vida adecuada a un ser racional, pertenece a cada hombre individual, y la vida que ha de vivir es la suya[15].   

El hecho de que un hombre tome sus propias decisiones de cara a lograr una misión personalmente asumida, no torna a sus valores en meras subjetividades. En la medida en que guíe su actuación por un principio racional de conducta, y su propósito se corresponda con su naturaleza específica de ser racional que vive la vida como tal, el hombre actúa con objetividad. Fin propio, propósito concreto, no equivalen a arbitrariedad y subjetividad en términos objetivistas.
Llegados a este punto, hay que reparar en la observación de Warren Orbaugh, quien compara a ambos autores y concluye que emplean el término “subjetivo” en distintos significados. Mientras que Rand se refiere a lo ciegamente emocional y arbitrario, Mises alude en este caso a lo que se encuentra en la mente de la persona[16].
Ninguno de los dos autores niega una realidad objetiva; en lo que sí difieren aquí es en el significado que le otorgan a lo subjetivo. Para Mises una conducta racional de un sujeto que elige un fin descartando alternativas en base a propias valoraciones, es una muestra de subjetivismo. Para Rand, la conducta subjetiva no es equivalente a la conducta de una persona particular; lo subjetivo va asociado a lo arbitrario, y una conducta personal, afincada en valores racionales, no deja de ser objetiva por el hecho de que sea peculiar de un hombre.
En Mises, lo subjetivo puede ser correcto u erróneo, dependiendo del proceder evaluativo de la persona. Lo señala desde los usos del valor, distinguiendo el uso subjetivo y el uso objetivo, y cómo el primero puede sufrir de equivocaciones por parte del sujeto que valora:

Para la praxeología, el término utilidad equivale a la importancia atribuida a cierta cosa en razón a su supuesta capacidad para suprimir determinada incomodidad humana. El concepto praxeológico de utilidad (valor en uso subjetivo, según la terminología de los primitivos economistas de la escuela austríaca) debe diferenciarse claramente del concepto técnico de utilidad (valor en uso objetivo, como decían los indicados investigadores). El valor en uso en sentido objetivo es la relación existente entre una cosa y el efecto que la misma puede producir. (…) El valor en uso de carácter subjetivo no tiene por qué coincidir con el valor en uso objetivo. Hay cosas a las cuales se atribuye valor en uso subjetivo simplemente porque las gentes suponen erróneamente que gozan de capacidad para producir ciertos efectos deseados. Por otro lado, existen cosas que pueden provocar apetecidas consecuencias, a las cuales, sin embargo, no se atribuye valor alguno en uso, por cuanto la gente ignora dicha potencialidad[17].   

Vale decir, objetivamente se puede establecer que una cosa produce determinadas consecuencias; y subjetivamente, el individuo puede atribuirle una determinada importancia de cara a solucionar una incomodidad, pudiendo el uso subjetivo coincidir con el uso objetivo, o estar equivocado por fundamentarse en una errónea apreciación del hombre respecto de la pertinencia de la cosa para ponerle fin a la incomodidad.
En Rand, el subjetivismo tiene necesariamente una connotación negativa:

En los lamentables anales de la historia de las éticas (…), los moralistas consideraron que la ética está sujeta a caprichos, es decir, a lo irracional. (…) Un capricho es un deseo experimentando por una persona que ni conoce ni se preocupa por descubrir sus causas.
(…)
La mayoría de los filósofos (…) no se preocuparon por descubrir [respecto de la ética] su causa metafísica o validez objetiva.
(…) la mayoría de los filósofos declaran ahora que la razón ha fracasado, que la ética se encuentra fuera del poder de la razón, que nunca podrá definirse una ética racional y que (…) el hombre debe dejarse guiar por (…) la fe, el instinto, la intuición, la revelación, el sentimiento, el gusto, la urgencia, el deseo, el capricho. (…) (ellos lo llaman “postulado arbitrario”, “elección subjetiva” o “compromiso emocional”). (…) consideran en forma unánime que la ética es una cuestión subjetiva, y que las tres cosas excluidas de su terreno son: la razón, la mente y la realidad.
Si usted se pregunta por qué el mundo se está hundiendo en un infierno cada vez más profundo, ésa es la razón[18].  

El subjetivismo ético es una fuerza destructora de la mente humana, ya que pulveriza las posibilidades de identificar racionalmente cuáles son las necesidades del hombre que deben ser atendidas, desintegra la facultad conceptual que permite elaborar principios abstractos validados metafísicamente, e incurre en la falacia de adaptar la realidad a los propios pareceres en vez de adaptar los pareceres a la realidad.

Teorías
Mises distingue dos teorías de valor: el subjetivismo y el objetivismo.

En este sentido hablamos del subjetivismo de la ciencia general de la acción humana; acepta como realidades insoslayables los fines últimos a los que el hombre, al actuar, aspira; es enteramente neutral respecto a ellos, absteniéndose de formular juicio valorativo alguno. Lo único que le preocupa es determinar si los medios empleados son idóneos para la consecución de los fines propuestos. Cuando (…) el utilitarismo o la economía [hablan] de utilidad, estamos ante términos que debemos interpretar de un modo subjetivo, en el sentido de que mediante ellos se pretende expresar aquello que el hombre, por resultarle atractivo, persigue al actuar. (…) progreso ha supuesto la moderna teoría subjetivista del valor comparativamente a la anterior teoría objetivista propugnada por la escuela clásica. Y precisamente en tal subjetivismo reside la objetividad de nuestra ciencia. Por ser subjetivista y por aceptar los juicios de apreciación del hombre actuante como datos últimos no susceptibles de ningún examen crítico posterior, nuestra ciencia (…) no interviene en los conflictos que se plantean las diferentes escuelas dogmáticas y éticas; apártase de toda preconcebida idea, de todo juicio o valoración; sus enseñanzas resultan universalmente válidas y ella misma es humana absoluta y puramente[19].

El subjetivismo es la admisión de que los fines son distintos en distintas personas, que no hay manera de juzgarlos mediante una norma absoluta, y que estudiar los medios para su concreción otorga el fundamento de validez para la teoría. Por objetivismo, Mises no se refiere a la teoría ética randiana, sino a visiones que ponen al valor en la cosa en sí.
Rand, a su vez, distingue tres teorías de valor: objetiva, subjetiva e intrínseca.

La teoría intrínseca sostiene que el bienestar es inherente a ciertas cosas y acciones como tales (…) sin tomar en consideración cualquier beneficio o lesión (…) [divorcia] el concepto de “valor” del evaluador y del propósito. (…).
La teoría subjetivista sostiene que el bienestar no guarda relación con los hechos de la realidad (…) que es creada por sus sentimientos (…) que es meramente un “postulado arbitrario” (…).
La teoría objetivista sostiene que el bienestar (…) [es] una evaluación de los hechos de la realidad por la conciencia del hombre de acuerdo con un estándar racional de valor. (…) debe ser descubierto, no inventado, por el hombre[20].

Rand distingue explícitamente una tercera categoría no presente en Mises: la escuela intrínseca. Atribuye a ella lo que Mises pone en el objetivismo, modifica la noción de subjetivismo, y redefine el objetivismo de una forma distinta y superior a lo hecho por el austríaco.
La teoría intrínseca es la que sitúa al valor en la cosa por sí misma, independientemente de algún sujeto que valore. Esta, y no el objetivismo, es la teoría que adoptan las dictaduras como la soviética o la nazi. De aquí nacen las acciones con valor en sí que determinan el valor-trabajo, los controles de precios para indicar cuándo son “justos”, y los hombres superiores por el mero hecho de pertenecer a una determinada raza.
El subjetivismo es la arbitrariedad manifiesta, que no obedece a la realidad y no se afinca en sus hechos para valorar. Si todo es mera arbitrariedad o caprichos, no hay punto en común que puedan encontrar las personas para comunicarse válidamente entre sí ni para recurrir a un árbitro que resuelva desacuerdos. De aquí nace el posmodernismo que avala y justifica dictaduras islamistas y autoritarismos socialdemócratas en nombre de las “diferencias culturales” y la “inclusión social” que fuerzan a aceptar -o no cuestionar- lo distinto.
La teoría objetiva se basa en la razón como medio de comunicación entre hombres y el reconocimiento de los hechos de la realidad (como que cada hombre es un ser individual cuyo ejercicio de derechos le permite la convivencia pacífica). Esta escuela es la que produce una sociedad capitalista, donde cada cual persigue su bienestar sin ser coaccionado a perseguir el de otros, o a aceptar caprichos injustificables provenientes de lo no explicado.    

Conclusión
Mises analiza desde la praxeología exenta de moral. Rand analiza desde la ética edificadora de los valores morales. Hay incompatibilidad en la metodología científica porque la praxeología no se mete en las doctrinas morales, y la ética objetivista es precisamente una visión moral para la conducta del hombre. Pero en cuanto a teorías de valor, los austríacos pueden tomar lo que los objetivistas enseñan: la clasificación tripartita, indicando que lo que le machacan al objetivismo es en realidad perteneciente a la teoría intrínseca; que el subjetivismo es arbitrariedad con desprendimiento de la realidad e irracional; y que el objetivismo es la consideración integral de la consciencia humana en relación con hechos metafísicos innegables. Con esto, la Escuela Austríaca enriquecerá su metodología y análisis, y encontrará en el Objetivismo un aliado para refutar soportes y caprichos científicos de dictaduras y doctrinas arbitrarias.




[1] Von Mises, Ludwig; La Acción Humana, Unión Editorial, edición de 1986, p. 158
[2] Rand, Ayn; La virtud del egoísmo, Grito Sagrado, edición de 2006, p. 22
[3] La acción humana, p. 157
[4] La virtud del egoísmo, p. 22
[5] La acción humana, p. 158
[6] La virtud del egoísmo, p. 24, 25
[7] La acción humana, p. 158
[8] La virtud del egoísmo, p. 24
[9] La acción humana, p. 153, 154
[10] La acción humana, p. 157
[11] La acción humana, p. 158, 159
[12] La virtud del egoísmo, p. 20
[13] Ayn Rand sobre Milton Friedman
https://www.youtube.com/watch?v=NoeOAxFcLbg
[14] Branden, Nathaniel; El poder de la autoestima, Paidós, edición de 2009, p. 14
[15] La virtud del egoísmo, p. 36
[16] Similarities and diferences between Ludwig von Mises and Ayn Rand´s ideas - Warren Orbaugh
http://centrodecapitalismo.wordpress.com/2012/04/26/similitudes-y-diferencias-entre-las-ideas-de-ludwig-von-mises-y-ayn-rand/
[17] La acción humana, p. 195, 196
[18] La virtud del egoísmo, p. 20-22
[19] La acción humana, p. 49, 50
[20] Rand, Ayn; Capitalismo: el ideal desconocido, Grito Sagrado, edición de 2008, p. 28, 29

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