¿De qué socio palestino hablan?
Ezequiel Eiben
31-7-2011
29 Tammuz 5771
Muchos que piensan que Israel quiere la paz y debe forzosamente avanzar hacia la creación de un Estado palestino, afirman que tiene un socio. Otros afirman que en los proyectos de negociación, ese palestino es el socio que verdaderamente quiere la paz mientras que Israel es el socio ausente que dificulta los procesos. Ambos grupos de analistas, ¿de qué socio palestino hablan? ¿Del presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas? Aunque en ocasiones parezca una tomada de pelo, a él se refieren. Lo pintan como un luchador por su pueblo que se basa en el amor hacia sus hermanos y despliega una lucha auténtica en su nombre en aras de la necesitada paz. Por muy romántica que suene esa mentira, no es más que eso: una mentira.
Abbas no puede invocar amor por su pueblo, ni siquiera un proceder racional hacia los derechos y necesidades de sus miembros. A muchos los mantiene en campos de refugiados para utilizarlos como punta de lanza en sus reclamos, a los fines de conseguir adeptos a la causa. Continúa sometiéndolos a la bajeza para dar lástima ante el mundo y obtener favores políticos. Los denigra y arroja a la degradación humana cual mendigos que dependen únicamente de la beneficencia de otros. No les permite la digna autosustentabilidad.
Abbas es aliado de la agrupación terrorista islamista Hamas, con la cual en conjunto demuestran su desprecio hacia los judíos en particular y a la humanidad en general, promoviendo asesinatos y masacres. Ahora bien, el desprecio también se proyecta, aunque en otro nivel, sobre los propios palestinos. Hamas lleva adelante un gobierno islamista totalitario en la Franja de Gaza que oprime a los palestinos con ferocidad. Los gobernantes se transforman en victimarios de su pueblo víctima, y Abbas lo convalida. No se puede decir que el presidente de la AP sea un amoroso con sus hermanos. Por el contrario, colabora con sus verdugos.
Abbas ve a los palestinos como medios para alcanzar sus fines: ellos sufren los errores de su gobierno; el conflicto con Israel se perpetúa; y él continúa en el poder haciendo movimientos políticos estratégicos, a veces desesperados, que le aseguren su lugar. No lo mueve el amor por los palestinos, ni una consideración racional hacia ellos, ni un limpio interés en verdaderamente ayudarlos a todos, sino su interés de seguir en el poder y que los libros de historia hablen de él en el futuro como un héroe enfrentado a los monstruos más poderosos. Busca conservar un sitio privilegiado desde el cual seguir dando sus directivas que someten a cuerpos y espíritus bajo el látigo de la tiranía. Abbas no es un representante heroico de los palestinos, sino un político malvado que los perjudica.
Abbas tampoco puede alegar seriamente que ha querido con sinceridad ser un socio de Israel para la paz. Junto con Arafat intentó destruirlo a través del terrorismo primero, y luego siguiendo su camino desde la presidencia de la AP por medio de la diplomacia y la presión internacional reclamando el inexistente derecho al retorno palestino para ahogar demográficamente al Estado Judío y hacerlo desaparecer.
¿Éste es el socio que le presentan a Israel y que quieren hacerle creer que se mueve con honestidad? ¿Qué debe hacer Israel frente a este viejo conocido aborrecedor de judíos respecto de sus reclamos territoriales? Para empezar, tener en consideración que los territorios en disputa pertenecen a Israel. Si bien están, como se ha dicho, siendo disputados, el derecho israelí sobre ellos es superior y justificado. No hay ninguna ley que obligue a Israel a desprenderse de ellos y cederlos a los palestinos. No importa la presión internacional que haya en su contra, no importan las amenazas recibidas: el Estado Judío debe obrar según su voluntad, que es la prioridad fundamental, pensando en su propia paz y seguridad. En caso de que Israel decidiera finalmente entregar los territorios, esto solo debería entenderse en el marco de consideraciones humanitarias (para que muchos de los palestinos vivan en un país independiente en vez de sufrir en campos de refugiados, suponiendo que al malvado Abbas se le ocurriera sacarlos de allí, y estando de más agregar que no hay responsabilidad israelí en las turbias maniobras árabes), o por conveniencia y estrategia política (no gobernar población palestina que apunta a destruirlo, sino sacárselos de encima y que definitivamente no dependan más en ninguna medida del gobierno israelí). Pero no hay razones legales ni fundamentos morales ineludibles que obliguen a Israel a ceder los territorios a una postura palestina que algunos creen más fuerte y superior. Por lo tanto, en el caso de que Israel resolviera poner fin al asunto de la creación de un Estado palestino en Gaza y Judea y Samaria, y anexar todos los territorios, estaría justificado y tendría razones de sobra para defender su determinación. Su respaldo argumentativo sería suficiente.
Respecto de las consideraciones humanitarias y de conveniencia anteriormente aludidas, en caso de que Israel las tuviese en cuenta debiera saber que son solo hipótesis que podrían favorecerlo, pero nada es seguro cuando el gobierno terrorista palestino está del otro lado. Es muy probable que no se diera ni lo uno ni lo otro. Esto es porque, primero, el establecimiento de un Estado palestino no necesariamente es sinónimo de progreso y bienestar para sus futuros ciudadanos. El gobierno de Abbas puede degenerar en una tiranía peor de la que ya es bajo el manto de un Estado totalitario, oprimiendo aún más a sus súbditos. No sería nada del otro mundo, sería una dictadura árabe más entre todas las que existen. Y acerca de lo segundo, nada garantiza que un gran número de palestinos, con Estado nuevo, olvidarán su clásico anhelo de aniquilar a los judíos. Los palestinos continúan siendo educados en el odio hacia Israel, y un Estado propio que no fuera desmilitarizado en este contexto les daría mayor fuerza para bregar por la destrucción del Estado Judío.
Los israelíes deben poner en práctica el egoísmo racional, y no sacrificar el propio interés a otros. Muchos palestinos se autoproclaman enemigos de Israel, y sus necesidades no deben ser hipotecas para el futuro judío. La obligación del gobierno israelí es garantizar la seguridad de sus ciudadanos, proteger los derechos de propiedad judíos sobre las tierras, y la preservación del país, sin ceder a presiones terroristas o diplomáticas que perjudiquen sus legítimos intereses.
El sionismo ya sufrió en el pasado el robo histórico de territorio que implica la creación del Reino Hashemita de Jordania al este del Río Jordán. Ése es el Estado que los británicos le regalaron a los árabes de la entonces llamada Palestina, extirpando la mayor parte de Eretz Israel. Semejante traición a los judíos no debe volver a ocurrir ni permitírsele a Abbas forzar sacrificios israelíes; si otro Estado árabe ha de crearse en territorio que le corresponde a Israel, la iniciativa debe partir de negociaciones entre partes legítimas que incluyan el consentimiento libre y voluntario del Estado Judío con el apoyo de sus ciudadanos y sin que se perjudiquen sus derechos de propiedad, y no ser el nuevo país árabe producto de otra injusticia más contra el pueblo hebreo.
domingo, 31 de julio de 2011
martes, 26 de julio de 2011
Tres falsas acusaciones contra Israel
Tres falsas acusaciones contra Israel
Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771
Son harto conocidas las falsas acusaciones en contra de Israel. Es penoso que además de ser repetidas en los ambientes socialistas (donde la regla es la mentira), también algunos liberales defensores de la libertad que mejor que nadie deberían comprender al Estado israelí (si bien son los menos los antiisraelíes), se copen con las mentiras y las calumnias que ya han sido refutadas fácilmente una y otra vez por los defensores sionistas. Los acusadores repiten y repiten que Israel es tan terrorista como los palestinos o quizá más o quizá que solamente los judíos son terroristas, que Israel es culpable de las guerras, que Israel es teocrático, y una sarta de mentiras que la imaginación va moldeando y remodelando a medida que la judeofobia se va abriendo el paso. En el presente artículo nos limitaremos a desarmar las tres falsas acusaciones mencionadas específicamente y a expresar esperanza respecto del futuro liberal sobre la visión de Israel.
No se puede establecer una simetría moral inexistente entre Israel y los terroristas palestinos. Es como intentar establecerla entre los inquisidores cristianos demonizando y quemando judíos en hogueras, y judíos que ante ello propaguen liturgias anticristianas y se intenten defender de los victimarios. Hay una diferencia política y moral esencial: el soldado israelí está facultado jurídicamente para matar en acciones de autodefensa, representa al ejército regular de un Estado con derecho y deber de defenderse y preservarse. El terrorista es un asesino que considera a las demás personas fines para sus propios medios, y actúa permanente e injustificadamente fuera de la ley. El soldado ataca blancos terroristas. El terrorista ataca deliberadamente civiles e indefensos. Hamas utiliza a propios civiles palestinos como escudos humanos, de ahí que la responsabilidad por la muerte de esos civiles sea del propio Hamas. Aun así, Israel ha practicado la llamada doctrina de los “asesinatos selectivos” (que no es un asesinato a un pobre inocente combatiente o líder, sino que consiste en liquidar terroristas con sangre en sus manos que continúan planificando torrentes de muertos israelíes), y ataques quirúrgicos para evitar o reducir al máximo el daño colateral. No hay equivalencia moral entre el agresor y el agredido, entre la víctima y el victimario. Poner esto en la misma balanza es realmente atroz. Es de una perversidad moral inusitada. De los socialistas, no extraña. Pero de algunos liberales, sorprende.
No hay ninguna guerra que Israel haya provocado. Esto es muy claro incluso desde antes de que el Estado Judío declarara su independencia, en la época de la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU: los sionistas acataron; los árabes atacaron. Siempre atacaron primero los enemigos árabes e islámicos; en la única contienda bélica que Israel comenzó el ataque es en la Guerra de los Seis Días, dirigiendo una avanzada contra Egipto, pero esto fue tras un despliegue de efectivos y violaciones a la ley por parte del gobierno egipcio, sumado a la retórica auspiciosa y prometedora de genocidio judío por parte de su presidente, que demostraban la inminencia de una agresión total árabe. No hay que olvidar tampoco el pacto de Egipto firmado con Jordania y Siria para que atacaran en otros frentes contra Israel. De hecho lo hicieron. La consigna de los Estados árabes para guerrear contra el Estado Judío consistió en el mero nacimiento de este último. Si se siguen las excusas puestas por los árabes y se considera que Israel es el que provocó las guerras, estaríamos frente al inaudito argumento de que la existencia de un Estado legítimo es causa de justificación suficiente para agredirlo. Es decir, Israel debería disculparse por haber nacido y permitir su obliteración a mano de sus enemigos. ¿Alguien puede imaginar, en el caso de seres humanos, que una persona que inocentemente vino al mundo a vivir tenga que pedir perdón por su existencia y resignarse a ser asesinada? En referencia a esta contienda entre Estados, aplicar esa cadena de razonamientos equivaldría a condenar al legítimo establecimiento del Estado de Israel y justificar las ilegítimas agresiones de las cuales fue víctima.
El Estado de Israel no es una teocracia y nunca lo fue. El sionismo como movimiento político nació secular y así se desarrolló mayoritariamente. Israel no se constituyó anunciando una verdad programada en la Torá, sino que su origen fue un evento político con lectura de un documento político jurídico como la Declaración de la Independencia, más allá de las interpretaciones místicas que muchos quieran hacer de ello. Israel nunca fue gobernado por la religión, si bien religiosos tienen bancas en su parlamento. Israel es una democracia con una ley secular de cumplimiento obligatorio, mientras que la ley religiosa judía es de cumplimiento voluntario para quien desee regirse por ella. Israel no necesita recurrir a argumentos religiosos para justificarse. Es una realidad política, perfectamente concebible sin la religión. Cualquiera que haya estudiado su historia y analizado su presente, por más que haya influencias religiosas más o menos notorias e incidentes, es imposible confundirse y pensar que es una cuestión de fe opuesta a la razón. Israel no se basa en la teología para justificarse, sino en el derecho.
Una amplia mayoría de socialistas es antiisraelí, y una amplia mayoría de liberales es pro israelí. Por más que duela encontrarse con cierta gente en ambientes liberales que expresa soberbia inteligencia en muchos tópicos pero que rinde su razonamiento a estúpidos clichés internacionalmente difundidos por judeófobos cuando el foco se centra en Israel, es sabido que Israel puede asociarse a una isla de libertad en medio de un mar de esclavitud en el Medio Oriente, y que el grueso de los liberales así lo entiende. Por eso, doy el consejo y manifiesto el deseo de que la imagen positiva de Israel (sin olvidar las correcciones que es necesario efectuar ya que no es perfecto sino perfectible) sea desarrollada dentro del liberalismo como un legítimo proyecto de libertad.
Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771
Son harto conocidas las falsas acusaciones en contra de Israel. Es penoso que además de ser repetidas en los ambientes socialistas (donde la regla es la mentira), también algunos liberales defensores de la libertad que mejor que nadie deberían comprender al Estado israelí (si bien son los menos los antiisraelíes), se copen con las mentiras y las calumnias que ya han sido refutadas fácilmente una y otra vez por los defensores sionistas. Los acusadores repiten y repiten que Israel es tan terrorista como los palestinos o quizá más o quizá que solamente los judíos son terroristas, que Israel es culpable de las guerras, que Israel es teocrático, y una sarta de mentiras que la imaginación va moldeando y remodelando a medida que la judeofobia se va abriendo el paso. En el presente artículo nos limitaremos a desarmar las tres falsas acusaciones mencionadas específicamente y a expresar esperanza respecto del futuro liberal sobre la visión de Israel.
No se puede establecer una simetría moral inexistente entre Israel y los terroristas palestinos. Es como intentar establecerla entre los inquisidores cristianos demonizando y quemando judíos en hogueras, y judíos que ante ello propaguen liturgias anticristianas y se intenten defender de los victimarios. Hay una diferencia política y moral esencial: el soldado israelí está facultado jurídicamente para matar en acciones de autodefensa, representa al ejército regular de un Estado con derecho y deber de defenderse y preservarse. El terrorista es un asesino que considera a las demás personas fines para sus propios medios, y actúa permanente e injustificadamente fuera de la ley. El soldado ataca blancos terroristas. El terrorista ataca deliberadamente civiles e indefensos. Hamas utiliza a propios civiles palestinos como escudos humanos, de ahí que la responsabilidad por la muerte de esos civiles sea del propio Hamas. Aun así, Israel ha practicado la llamada doctrina de los “asesinatos selectivos” (que no es un asesinato a un pobre inocente combatiente o líder, sino que consiste en liquidar terroristas con sangre en sus manos que continúan planificando torrentes de muertos israelíes), y ataques quirúrgicos para evitar o reducir al máximo el daño colateral. No hay equivalencia moral entre el agresor y el agredido, entre la víctima y el victimario. Poner esto en la misma balanza es realmente atroz. Es de una perversidad moral inusitada. De los socialistas, no extraña. Pero de algunos liberales, sorprende.
No hay ninguna guerra que Israel haya provocado. Esto es muy claro incluso desde antes de que el Estado Judío declarara su independencia, en la época de la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU: los sionistas acataron; los árabes atacaron. Siempre atacaron primero los enemigos árabes e islámicos; en la única contienda bélica que Israel comenzó el ataque es en la Guerra de los Seis Días, dirigiendo una avanzada contra Egipto, pero esto fue tras un despliegue de efectivos y violaciones a la ley por parte del gobierno egipcio, sumado a la retórica auspiciosa y prometedora de genocidio judío por parte de su presidente, que demostraban la inminencia de una agresión total árabe. No hay que olvidar tampoco el pacto de Egipto firmado con Jordania y Siria para que atacaran en otros frentes contra Israel. De hecho lo hicieron. La consigna de los Estados árabes para guerrear contra el Estado Judío consistió en el mero nacimiento de este último. Si se siguen las excusas puestas por los árabes y se considera que Israel es el que provocó las guerras, estaríamos frente al inaudito argumento de que la existencia de un Estado legítimo es causa de justificación suficiente para agredirlo. Es decir, Israel debería disculparse por haber nacido y permitir su obliteración a mano de sus enemigos. ¿Alguien puede imaginar, en el caso de seres humanos, que una persona que inocentemente vino al mundo a vivir tenga que pedir perdón por su existencia y resignarse a ser asesinada? En referencia a esta contienda entre Estados, aplicar esa cadena de razonamientos equivaldría a condenar al legítimo establecimiento del Estado de Israel y justificar las ilegítimas agresiones de las cuales fue víctima.
El Estado de Israel no es una teocracia y nunca lo fue. El sionismo como movimiento político nació secular y así se desarrolló mayoritariamente. Israel no se constituyó anunciando una verdad programada en la Torá, sino que su origen fue un evento político con lectura de un documento político jurídico como la Declaración de la Independencia, más allá de las interpretaciones místicas que muchos quieran hacer de ello. Israel nunca fue gobernado por la religión, si bien religiosos tienen bancas en su parlamento. Israel es una democracia con una ley secular de cumplimiento obligatorio, mientras que la ley religiosa judía es de cumplimiento voluntario para quien desee regirse por ella. Israel no necesita recurrir a argumentos religiosos para justificarse. Es una realidad política, perfectamente concebible sin la religión. Cualquiera que haya estudiado su historia y analizado su presente, por más que haya influencias religiosas más o menos notorias e incidentes, es imposible confundirse y pensar que es una cuestión de fe opuesta a la razón. Israel no se basa en la teología para justificarse, sino en el derecho.
Una amplia mayoría de socialistas es antiisraelí, y una amplia mayoría de liberales es pro israelí. Por más que duela encontrarse con cierta gente en ambientes liberales que expresa soberbia inteligencia en muchos tópicos pero que rinde su razonamiento a estúpidos clichés internacionalmente difundidos por judeófobos cuando el foco se centra en Israel, es sabido que Israel puede asociarse a una isla de libertad en medio de un mar de esclavitud en el Medio Oriente, y que el grueso de los liberales así lo entiende. Por eso, doy el consejo y manifiesto el deseo de que la imagen positiva de Israel (sin olvidar las correcciones que es necesario efectuar ya que no es perfecto sino perfectible) sea desarrollada dentro del liberalismo como un legítimo proyecto de libertad.
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Peras al olmo
Peras al olmo
Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771
Veo que mucha gente (entre la que a veces, iluso, me incluyo) le pide a la izquierda (y a partir de ahora, por izquierda me referiré a su sector fanático y fundamentalista, sin incluir a los moderados con quienes se puede debatir) que proteste contra los inocentes asesinados víctimas de regímenes a los que habitualmente defiende. Que así como organiza marchas cuando terroristas palestinos mueren abatidos por el Ejército de Israel y lamentablemente en la maniobra de autodefensa israelí algún civil pierde la vida (que de más está decir, es por culpabilidad de los mismos terroristas que emplean a ciudadanos indefensos como escudos humanos), emita aunque sea un comunicado por los civiles asesinados, que se cuentan de a miles, por las tiranías árabes en las revueltas protagonizadas durante este año. Que así como pone el grito en el cielo cuando musulmanes mueren en el transcurso de un combate contra fuerzas israelíes, por lo menos hable en voz baja, aunque sea apenas perceptible, pero que hable, cuando musulmanes son asesinados por otros musulmanes debido a los cruentos atentados terroristas que perpetran los fanáticos militantes del islamismo y a la aplicación de la espantosa Sharia. A estos selectivos protestantes de los derechos humanos, a estos justificadores de masacres en nombre del multiculturalismo, relativismo, revolución y materialismo histórico, se les pide que protesten para demostrar en todos los casos que son coherentes con lo que profesan. La gente se pregunta dónde están los valores de la izquierda en dichas situaciones. Pero la cuestión de los valores de la izquierda es más abarcadora, y sin intención de intentar mezclar conceptos sin relación, se pretende dar un pantallazo al desprecio que esta ideología demuestra hacia el progreso de la humanidad y a las dignas aspiraciones del ser individual con basamento en la libertad. Así, vamos a entender que el trasfondo ideológico izquierdista está tan podrido que no cabría esperar pureza argumental en contra de flagrantes injusticias.
Cada vez que reflexiono sobre este tipo de cosas, la frase "no hay que pedirle peras al olmo" adquiere una sabiduría de proporciones magníficas. ¿Cuáles son los valores de la izquierda? saquear fortunas ajenas, expropiar lo que no es de ellos, redistribuir lo que no les pertenece, robar el fruto del trabajo de los demás, diseñar eficaces Estados totalitarios, sacrificar los interés individuales de las personas en nombre de abstracciones como el "bienestar público", asesinar y masacrar a los disidentes por no concordar con el régimen, poner la igualdad artificial por encima de la libertad natural y obrar en consecuencia retrasando al progreso y aborreciendo los triunfos de los virtuosos, recurrir al empleo de la fuerza física para toda clase de medidas económicas y políticas, matar de hambre 80 millones de personas y aun así seguir insistiendo en sus ideales negándose a reconocer su fracaso e insultando la dignidad y memoria de los desgraciados que perecieron bajo sus sistemas demenciales, hacer de la irracionalidad un culto, sostener falacias como que el afán de lucro es algo negativo, favorecer la corrupción institucionalizada, mentir hablando de pluralismo mientras descartan ipso facto cualquier crítica que se les haga por "imperialista" o "burguesa", creer que sus principios son superiores y se imponen a la realidad en vez de reconocer la realidad y sobre ella construir principios, promover el altruismo logrando que las personas sientan desprecio hacia ellas mismas y hacia el goce que se merecerían de lo producido por su trabajo, formar alianzas bajo el principio "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" para unirse a lo retrógrado y arcaico con tal de no ver prosperar a los países de vanguardia o a los empresarios o a los que tengan ganas de vivir mejor, aplicar vocabulario eufemístico como “luchadores por la libertad” para esconder y desvirtuar el verdadero significado de las atrocidades que sus representantes o alabados terroristas cometen... podría seguir pero no hace falta. Para el mero sentido de la defensa de la causa israelí y de la crítica a la ausencia de enojo por parte de la izquierda ante el cuadro de miles de israelíes asesinados por el terrorismo, creo que sería suficiente acusarlos de judeofobia recalcitrante. En ese cargo ya se contendrían varios de los repugnantes valores por los que se rigen. Pero para entender globalmente el problema izquierdista, es necesario el repaso general por sus nocivos postulados.
La izquierda está malacostumbrada a robar y a asesinar. ¿A esta izquierda la vamos a exhortar a que se manifieste en contra de la falta de libertad en los regímenes dictatoriales del Medio Oriente? ¿A esta izquierda le vamos a reclamar que proteste por los inocentes asesinados por las tiranías mencionadas? ¿A estos descerebrados fanáticos de los tiranos y de sus sanguinarias tiranías les vamos a pedir que se critiquen a ellos mismos? Quizá sea hora de que asumamos en serio que no se le pueden pedir peras al olmo, dejemos de reclamarle a la izquierda algo que jamás estaría dispuesta a hacer por implicar desenmascararse a ella misma siendo que le gusta apasionadamente construir corazas que impidan la menor crítica a sus postulados, quitarle el disfraz que se pone para confundir y justificarse, considerarla como responsable y cómplice de lo que se la tenga que considerar, y empezar a juzgarla moralmente con la dureza e implacabilidad que merece.
Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771
Veo que mucha gente (entre la que a veces, iluso, me incluyo) le pide a la izquierda (y a partir de ahora, por izquierda me referiré a su sector fanático y fundamentalista, sin incluir a los moderados con quienes se puede debatir) que proteste contra los inocentes asesinados víctimas de regímenes a los que habitualmente defiende. Que así como organiza marchas cuando terroristas palestinos mueren abatidos por el Ejército de Israel y lamentablemente en la maniobra de autodefensa israelí algún civil pierde la vida (que de más está decir, es por culpabilidad de los mismos terroristas que emplean a ciudadanos indefensos como escudos humanos), emita aunque sea un comunicado por los civiles asesinados, que se cuentan de a miles, por las tiranías árabes en las revueltas protagonizadas durante este año. Que así como pone el grito en el cielo cuando musulmanes mueren en el transcurso de un combate contra fuerzas israelíes, por lo menos hable en voz baja, aunque sea apenas perceptible, pero que hable, cuando musulmanes son asesinados por otros musulmanes debido a los cruentos atentados terroristas que perpetran los fanáticos militantes del islamismo y a la aplicación de la espantosa Sharia. A estos selectivos protestantes de los derechos humanos, a estos justificadores de masacres en nombre del multiculturalismo, relativismo, revolución y materialismo histórico, se les pide que protesten para demostrar en todos los casos que son coherentes con lo que profesan. La gente se pregunta dónde están los valores de la izquierda en dichas situaciones. Pero la cuestión de los valores de la izquierda es más abarcadora, y sin intención de intentar mezclar conceptos sin relación, se pretende dar un pantallazo al desprecio que esta ideología demuestra hacia el progreso de la humanidad y a las dignas aspiraciones del ser individual con basamento en la libertad. Así, vamos a entender que el trasfondo ideológico izquierdista está tan podrido que no cabría esperar pureza argumental en contra de flagrantes injusticias.
Cada vez que reflexiono sobre este tipo de cosas, la frase "no hay que pedirle peras al olmo" adquiere una sabiduría de proporciones magníficas. ¿Cuáles son los valores de la izquierda? saquear fortunas ajenas, expropiar lo que no es de ellos, redistribuir lo que no les pertenece, robar el fruto del trabajo de los demás, diseñar eficaces Estados totalitarios, sacrificar los interés individuales de las personas en nombre de abstracciones como el "bienestar público", asesinar y masacrar a los disidentes por no concordar con el régimen, poner la igualdad artificial por encima de la libertad natural y obrar en consecuencia retrasando al progreso y aborreciendo los triunfos de los virtuosos, recurrir al empleo de la fuerza física para toda clase de medidas económicas y políticas, matar de hambre 80 millones de personas y aun así seguir insistiendo en sus ideales negándose a reconocer su fracaso e insultando la dignidad y memoria de los desgraciados que perecieron bajo sus sistemas demenciales, hacer de la irracionalidad un culto, sostener falacias como que el afán de lucro es algo negativo, favorecer la corrupción institucionalizada, mentir hablando de pluralismo mientras descartan ipso facto cualquier crítica que se les haga por "imperialista" o "burguesa", creer que sus principios son superiores y se imponen a la realidad en vez de reconocer la realidad y sobre ella construir principios, promover el altruismo logrando que las personas sientan desprecio hacia ellas mismas y hacia el goce que se merecerían de lo producido por su trabajo, formar alianzas bajo el principio "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" para unirse a lo retrógrado y arcaico con tal de no ver prosperar a los países de vanguardia o a los empresarios o a los que tengan ganas de vivir mejor, aplicar vocabulario eufemístico como “luchadores por la libertad” para esconder y desvirtuar el verdadero significado de las atrocidades que sus representantes o alabados terroristas cometen... podría seguir pero no hace falta. Para el mero sentido de la defensa de la causa israelí y de la crítica a la ausencia de enojo por parte de la izquierda ante el cuadro de miles de israelíes asesinados por el terrorismo, creo que sería suficiente acusarlos de judeofobia recalcitrante. En ese cargo ya se contendrían varios de los repugnantes valores por los que se rigen. Pero para entender globalmente el problema izquierdista, es necesario el repaso general por sus nocivos postulados.
La izquierda está malacostumbrada a robar y a asesinar. ¿A esta izquierda la vamos a exhortar a que se manifieste en contra de la falta de libertad en los regímenes dictatoriales del Medio Oriente? ¿A esta izquierda le vamos a reclamar que proteste por los inocentes asesinados por las tiranías mencionadas? ¿A estos descerebrados fanáticos de los tiranos y de sus sanguinarias tiranías les vamos a pedir que se critiquen a ellos mismos? Quizá sea hora de que asumamos en serio que no se le pueden pedir peras al olmo, dejemos de reclamarle a la izquierda algo que jamás estaría dispuesta a hacer por implicar desenmascararse a ella misma siendo que le gusta apasionadamente construir corazas que impidan la menor crítica a sus postulados, quitarle el disfraz que se pone para confundir y justificarse, considerarla como responsable y cómplice de lo que se la tenga que considerar, y empezar a juzgarla moralmente con la dureza e implacabilidad que merece.
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domingo, 24 de julio de 2011
Terrorismo en Noruega: repudio a la violencia y reproche moral al silencio selectivo
Terrorismo en Noruega: repudio a la violencia y reproche moral al silencio selectivo
Ezequiel Eiben
25/7/2011
23 Tammuz 5771
Al menos 93 personas fueron víctimas del terrorismo en Noruega el viernes 22/7/2011. Dos atentados ejecutados en coordinación, uno en Oslo y otro en un campamento juvenil de socialdemócratas en la isla de Utøya, ubicada a aproximadamente 40 kilómetros de la mencionada ciudad capital.
Los atentados son repulsivos, como todo el terrorismo; no solamente éstos. Injustificables todos, por supuesto. Ahora bien, enfocándonos en la tarea desempeñada por los medios de comunicación, y no en la tragedia humana que ya condenamos, se entiende que muchos nos enojemos. Esto es porque todos los días hay atentados terroristas realizados por el islamismo, y muchos medios callan. Porque cuando las víctimas son israelíes, muchos medios enmudecen, censuran o hasta aplauden, y cuando las víctimas son de otras nacionalidades, lloran. Con esto no se quiere decir que Oslo debe pasar desapercibido; al contrario, debe ser cubierto y condenado sin tapujos. Hay que lamentar la pérdida de aquellas vidas inocentes. Pero también debe ser condenado el islamismo, que encima es muchísimo más frecuente. El islamismo es constante, y mucho más letal tomando en consideración representación política, despliegue estratégico, capacidad armamentística y adoctrinamiento ideológico. Sin embargo, no recibe las mismas quejas. El silencio de varios es su aliado.
Personalmente repudio 100% el atentado terrorista, y también repudio la simpatía que el islamismo genera en muchas personas occidentales y cómo cuando los que lo sufren son niños israelíes muchos hacen la vista gorda. Pero quiero aclarar, discrepo con los que piensan que los noruegos asesinados estén “soportando ellos mismos” un atentado en respuesta a su propia medicina. Una cosa es ser terrorista, y otra cosa es no quejarse del terrorismo cuando es contra israelíes y poner el grito en el cielo cuando es con otras personas.
Todas las personas tienen derechos individuales, y no está justificado el ejercicio ilegítimo de la fuerza en contra de ellas: ninguna persona, como ser individual, debe ser asesinado, ni debe considerarse que se la ha retribuido por lo que se llama la “opinión pública” o demás abstracciones como “la voz de la nación noruega”, que aquí sería la falta de condena moral hacia el islamismo. Lo que debería exigirse, concretamente, es la condena inequívoca al terror, sin pedir por sufrimiento innecesario e ilegítimo como retribución a la falta de condena moral. El reclamo para aquellos que se callan cuando el terrorismo se da en una parte del mapa y vociferan cuando es en otra, es estrictamente moral, sin solicitar que prueben la violencia que sufren ciertas víctimas para que por fin estas últimas sean comprendidas.
No tengo muchas esperanzas en que este atentado provoque el radical cambio en la estima respecto de Israel de muchos países europeos como Noruega y que empiecen a comprender su causa vital. Pero, sin justificar la violencia terrorista, y rechazando completamente la idea de que solo mediante atentados van a abrir los ojos, espero como mínimo que los noruegos y varios más empiecen a comprender la naturaleza del terror y a combatirlo como se debe.
Quiero aprovechar, ahora sí, para brindar unas palabras de apoyo a los familiares de las víctimas de la masacre terrorista en Oslo, justo en una época de especial sensibilidad también en Argentina, desde donde estoy escribiendo, porque acabamos de recordar otro atentado terrorista perpetrado en Buenos Aires contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Las causas del bien y del respeto a los seres humanos y a sus proyectos de vida, prevalecerán en el marco de la civilización si trabajamos para ello; y el flagelo del terrorismo será derrotado, si lo combatimos. Así como hoy nos toca llorar víctimas, esperemos que mañana estemos aplaudiendo a soldados que derroten militarmente a los terroristas, y saludando a maestros que eduquen hacia el respeto por la vida y la libertad de las personas.
Ezequiel Eiben
25/7/2011
23 Tammuz 5771
Al menos 93 personas fueron víctimas del terrorismo en Noruega el viernes 22/7/2011. Dos atentados ejecutados en coordinación, uno en Oslo y otro en un campamento juvenil de socialdemócratas en la isla de Utøya, ubicada a aproximadamente 40 kilómetros de la mencionada ciudad capital.
Los atentados son repulsivos, como todo el terrorismo; no solamente éstos. Injustificables todos, por supuesto. Ahora bien, enfocándonos en la tarea desempeñada por los medios de comunicación, y no en la tragedia humana que ya condenamos, se entiende que muchos nos enojemos. Esto es porque todos los días hay atentados terroristas realizados por el islamismo, y muchos medios callan. Porque cuando las víctimas son israelíes, muchos medios enmudecen, censuran o hasta aplauden, y cuando las víctimas son de otras nacionalidades, lloran. Con esto no se quiere decir que Oslo debe pasar desapercibido; al contrario, debe ser cubierto y condenado sin tapujos. Hay que lamentar la pérdida de aquellas vidas inocentes. Pero también debe ser condenado el islamismo, que encima es muchísimo más frecuente. El islamismo es constante, y mucho más letal tomando en consideración representación política, despliegue estratégico, capacidad armamentística y adoctrinamiento ideológico. Sin embargo, no recibe las mismas quejas. El silencio de varios es su aliado.
Personalmente repudio 100% el atentado terrorista, y también repudio la simpatía que el islamismo genera en muchas personas occidentales y cómo cuando los que lo sufren son niños israelíes muchos hacen la vista gorda. Pero quiero aclarar, discrepo con los que piensan que los noruegos asesinados estén “soportando ellos mismos” un atentado en respuesta a su propia medicina. Una cosa es ser terrorista, y otra cosa es no quejarse del terrorismo cuando es contra israelíes y poner el grito en el cielo cuando es con otras personas.
Todas las personas tienen derechos individuales, y no está justificado el ejercicio ilegítimo de la fuerza en contra de ellas: ninguna persona, como ser individual, debe ser asesinado, ni debe considerarse que se la ha retribuido por lo que se llama la “opinión pública” o demás abstracciones como “la voz de la nación noruega”, que aquí sería la falta de condena moral hacia el islamismo. Lo que debería exigirse, concretamente, es la condena inequívoca al terror, sin pedir por sufrimiento innecesario e ilegítimo como retribución a la falta de condena moral. El reclamo para aquellos que se callan cuando el terrorismo se da en una parte del mapa y vociferan cuando es en otra, es estrictamente moral, sin solicitar que prueben la violencia que sufren ciertas víctimas para que por fin estas últimas sean comprendidas.
No tengo muchas esperanzas en que este atentado provoque el radical cambio en la estima respecto de Israel de muchos países europeos como Noruega y que empiecen a comprender su causa vital. Pero, sin justificar la violencia terrorista, y rechazando completamente la idea de que solo mediante atentados van a abrir los ojos, espero como mínimo que los noruegos y varios más empiecen a comprender la naturaleza del terror y a combatirlo como se debe.
Quiero aprovechar, ahora sí, para brindar unas palabras de apoyo a los familiares de las víctimas de la masacre terrorista en Oslo, justo en una época de especial sensibilidad también en Argentina, desde donde estoy escribiendo, porque acabamos de recordar otro atentado terrorista perpetrado en Buenos Aires contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Las causas del bien y del respeto a los seres humanos y a sus proyectos de vida, prevalecerán en el marco de la civilización si trabajamos para ello; y el flagelo del terrorismo será derrotado, si lo combatimos. Así como hoy nos toca llorar víctimas, esperemos que mañana estemos aplaudiendo a soldados que derroten militarmente a los terroristas, y saludando a maestros que eduquen hacia el respeto por la vida y la libertad de las personas.
sábado, 23 de julio de 2011
Capitalismo de amigos
Capitalismo de amigos
Ezequiel Eiben
23/7/2011
El llamado “capitalismo de amigos” no es un tipo de capitalismo, o una deformación del mismo; simplemente no es capitalismo, es otra cosa. Es una mezcla fraudulenta y mortal consistente en la conjugación de elementos de dos partes sumidas en una moralidad perversa: el empresario oficialista por un lado, y el gobierno por otro.
¿Por qué decimos que esto no es capitalismo? Primero y principal, porque la base ética del capitalismo es el laissez faire, es decir, el poder y dejar hacer en relaciones entre comerciantes libres, sin coacción estatal por medio de regulaciones exasperantes. En el “capitalismo de amigos”, el empresario simpatizante y co-contratante del gobierno recibe privilegios de la administración pública que lo catapultan por encima del resto de sus colegas, gozando de una protección estatal que a la vez se traduce en perjuicios para los competidores, que son saqueados en detrimento suyo y en beneficio del círculo íntimo del poder. Segundo, porque este fenómeno del “capitalismo de amigos” se da en el marco del estatismo, es decir, de la intervención estatal en la economía, preservando monopolios y llegando a apropiarse de la industria. Mientras que, en el capitalismo, las condiciones óptimas para su real desenvolvimiento son aquellas que conducen a la separación de economía y Estado.
El “capitalismo de amigos” llevado a cabo por empresarios y burócratas, es culpable del establecimiento y perduración de los monopolios, los cuales no podrían darse de manera coactiva en el marco de una sociedad libre. El estatismo manipula y elimina competidores para favorecer a quien le hace o de quien recibe favores; en cambio el libre mercado permite el triunfo del más talentoso e inteligente, y su llegada a la cima, pero sin eliminar competencia a través del descabellado uso de la fuerza.
El “capitalismo de amigos” solo mancha la imagen del verdadero y único capitalismo legítimo, aquel que se asienta en la digna visión de la libertad humana. Es alimentación al odio irracional de los anticapitalistas contra el capitalismo, siendo que es un reflejo de sus doctrinas estatistas e intervencionistas. Es un sistema en el cual no desaparecen todos los hombres de negocios, pero arbitrariamente se eligen a algunos para sobrevivir y a otros para ilegítimamente dejar morir: es decir, no triunfa el más talentoso y se quedan atrás aunque con plenas posibilidades de mejorar los menos talentosos, los holgazanes o vagos en base a méritos estrictamente empresariales; sino que se encumbran a los que favorecen la supervivencia y perpetuación en el poder de los burócratas y demás parásitos que viven a costa de lo generado por los trabajadores que producen.
El capitalismo es un sistema por el cual la producción aflora en cantidades impresionantes gracias a la ausencia de trabas en los procesos creativos y generadores de riqueza; mientras que el “capitalismo de amigos” ayuda al crecimiento de los fondos estatales, que no son propios de ni producidos por los burócratas (porque el gobierno no produce nada) precisamente triunfando sus selectivos beneficiarios por regulaciones y controles que afectan la competencia. Uno rechaza el intervencionismo estatal y puede favorecer a todos; otro no puede subsistir sin la simpatía y dominación del Estado y ocasiona verdaderos desastres.
Lo correcto es desenmascarar al “capitalismo de amigos” que intenta pasar por capitalismo para justificarse y prolongarse, y trabajar en aras del capitalismo laissez faire, el sistema donde los hombres se tratan los unos a los otros como comerciantes, y no hay funcionarios estatales otorgando dádivas o privilegios para hacer amistades monopólicas y para solidificar relaciones de amos y esclavos.
Ezequiel Eiben
23/7/2011
El llamado “capitalismo de amigos” no es un tipo de capitalismo, o una deformación del mismo; simplemente no es capitalismo, es otra cosa. Es una mezcla fraudulenta y mortal consistente en la conjugación de elementos de dos partes sumidas en una moralidad perversa: el empresario oficialista por un lado, y el gobierno por otro.
¿Por qué decimos que esto no es capitalismo? Primero y principal, porque la base ética del capitalismo es el laissez faire, es decir, el poder y dejar hacer en relaciones entre comerciantes libres, sin coacción estatal por medio de regulaciones exasperantes. En el “capitalismo de amigos”, el empresario simpatizante y co-contratante del gobierno recibe privilegios de la administración pública que lo catapultan por encima del resto de sus colegas, gozando de una protección estatal que a la vez se traduce en perjuicios para los competidores, que son saqueados en detrimento suyo y en beneficio del círculo íntimo del poder. Segundo, porque este fenómeno del “capitalismo de amigos” se da en el marco del estatismo, es decir, de la intervención estatal en la economía, preservando monopolios y llegando a apropiarse de la industria. Mientras que, en el capitalismo, las condiciones óptimas para su real desenvolvimiento son aquellas que conducen a la separación de economía y Estado.
El “capitalismo de amigos” llevado a cabo por empresarios y burócratas, es culpable del establecimiento y perduración de los monopolios, los cuales no podrían darse de manera coactiva en el marco de una sociedad libre. El estatismo manipula y elimina competidores para favorecer a quien le hace o de quien recibe favores; en cambio el libre mercado permite el triunfo del más talentoso e inteligente, y su llegada a la cima, pero sin eliminar competencia a través del descabellado uso de la fuerza.
El “capitalismo de amigos” solo mancha la imagen del verdadero y único capitalismo legítimo, aquel que se asienta en la digna visión de la libertad humana. Es alimentación al odio irracional de los anticapitalistas contra el capitalismo, siendo que es un reflejo de sus doctrinas estatistas e intervencionistas. Es un sistema en el cual no desaparecen todos los hombres de negocios, pero arbitrariamente se eligen a algunos para sobrevivir y a otros para ilegítimamente dejar morir: es decir, no triunfa el más talentoso y se quedan atrás aunque con plenas posibilidades de mejorar los menos talentosos, los holgazanes o vagos en base a méritos estrictamente empresariales; sino que se encumbran a los que favorecen la supervivencia y perpetuación en el poder de los burócratas y demás parásitos que viven a costa de lo generado por los trabajadores que producen.
El capitalismo es un sistema por el cual la producción aflora en cantidades impresionantes gracias a la ausencia de trabas en los procesos creativos y generadores de riqueza; mientras que el “capitalismo de amigos” ayuda al crecimiento de los fondos estatales, que no son propios de ni producidos por los burócratas (porque el gobierno no produce nada) precisamente triunfando sus selectivos beneficiarios por regulaciones y controles que afectan la competencia. Uno rechaza el intervencionismo estatal y puede favorecer a todos; otro no puede subsistir sin la simpatía y dominación del Estado y ocasiona verdaderos desastres.
Lo correcto es desenmascarar al “capitalismo de amigos” que intenta pasar por capitalismo para justificarse y prolongarse, y trabajar en aras del capitalismo laissez faire, el sistema donde los hombres se tratan los unos a los otros como comerciantes, y no hay funcionarios estatales otorgando dádivas o privilegios para hacer amistades monopólicas y para solidificar relaciones de amos y esclavos.
martes, 5 de julio de 2011
Joven liberal
Joven liberal
Joven liberal, o aspirante a serlo, ¡¡¡despierta!!! Es hora, siempre es hora, para comprometerte en luchar por la libertad. Necesitamos que asumas el protagonismo que te corresponde, manifiestes sin vergüenza tu filosofía y ejerzas los derechos que te son propios. La realidad impone y la razón indica que eres un individuo con valor en sí mismo, y que ningún colectivo imaginario o construcción de entidad social abstracta deben menguar las posibilidades que mereces por el solo hecho de existir.
Joven liberal, eres portador de una teoría con muchas razones que ya ha demostrado su fundamentación y justicia en la práctica. No solo que tu credo es justo y vale la pena esforzarte en ostentarlo; también funciona. Debes hacerte cargo de ti mismo, corregir cualquier dejo de esclavitud que pueda impurificar tu razonamiento, y desear ser libre. Tu revolución personal le enseñará a otros a saberse libres, a querer romper las cadenas que poco a poco han ido atrapando y menguando su realización personal, y los invitará a sumarse en la sagrada causa por la libertad. Será una auténtica revolución. No arrastrarás masas como cuerpos inútiles detentando demagogia con dosis de engaño y estafa. Respetarás la individualidad natural de cada persona que quiera aportar a este proyecto de brindar autodeterminación y plantear pelea intelectual y política contra los esclavizantes gobiernos que mantienen en la miseria a sus súbditos mientras ellos se dedican a nadar en opulencia ilegítima.
Imaginándonos que vivimos cada uno en un cubo, y este representa nuestra esfera de acción dentro de la cual ejercemos derechos, tus derechos terminan donde empiezan los derechos del otro, es decir, tu cubo termina donde empieza el cubo del otro. Tu cubo no puede inmiscuirse en otro cubo sin consentimiento, no puede chocarlo hasta romperlo e ingresar en su esfera de acción, porque el espacio legítimo para ti es el que te está delimitado en tu cubo; ni un centímetro más, ni un centímetro menos. Sí puedes relacionarte con otros cubos, por medio del contrato y los acuerdos celebrados con mutuo consentimiento, donde ambos abrirán sus puertas y permitirán acercamientos, relaciones y superposiciones. Pero eso es de carácter voluntario, no forzoso. Si imaginas, por otro lado, que vas en un camino recto, junto a los demás, tus derechos continúan coexistiendo a lo largo junto con los de los demás. Tu mantienes tu senda, los demás la suya. Hay espacio para todos en esa autopista, y nadie debe chocar al otro. De este modo, tus derechos seguirán existiendo sin verse ilegítimamente afectados y sin afectar a los derechos de los otros, como debe ser en una sociedad compuesta por la suma de sus miembros en la cual el principio de libertad permite la iniciativa individual, y el principio de igualdad concede trato ecuánime ante la ley. Un Estado mínimo donde hay oportunidades para ejercer derechos gozando de garantías, y defensas contra el menoscabo que los demás, tanto ciudadanos comunes como gobernantes, te busquen propinar.
¡¡¡Despierta!!! Los totalitarismos acechan para liquidar cualquier aspiración que tengas a vivir dignamente de la forma que quieras, del modo que elijas, en base a tus propias decisiones e iniciativas. Los sistemas que todo lo controlan en los cuales la libertad es solo aquello que hay que prohibir y por cualquier medio reprimir, se levantan por dos tipos de personas: los tiranos que creen fervientemente en ellos y se sostienen en el poder resguardados por los mecanismos que derraman sangre inocente y saquean fortunas ajenas; y sus apologistas, serviciales y ciegos seguidores que por más que la realidad los ha chocado de frente y han comprobado que sus hipótesis (que consideran en su totalidad axiomas) son erróneas y conducen a un asesinato masivo, continúan creyendo en una inexistente bondad que no se percibe ni por asomo. Pero ahora hablaremos principalmente de ti, joven liberal, de tu dedicación a la libertad: nunca formes parte de eso, ni de un tercer tipo de personas que de manera indirecta resulta tan nocivo como los anteriores: el de los indiferentes, resignados y desinteresados. La tiranía no puede contar con tu pasiva complicidad. Tu activismo en pos de la libertad es menester, antes de que un tirano pretenda aprovechar los espacios vacíos abandonados y se sirva, a través del robo y la confiscación, de tu vida y de lo que produces.
La libertad es tu credo. Y cuando un socialista, un comunista o en general un estatista te diga que están de acuerdo en la base de la filosofía, que en definitiva buscan lo mismo que es el “bienestar general” o el “bien común”, y que en lo que difieren son los medios, tu tienes que responder definitivamente que no es así. Porque concordar sería un grandísimo y gravísimo error. Tu quieres derechos legítimos para todos; él quiere restricciones para todos. Tu crees en derechos absolutos e inalienables que nadie te puede ilegítimamente afectar y que un ente público protector se encarga de que ello se cumpla; él cree en un ente público omnipotente que arbitrariamente te cede derechos para que tu los tomes por el tiempo en que el cedente quiera. Tu aprecias la libertad natural; él quiere condicionarla a la igualdad artificial. Tu eres un egoísta racional capaz de verte construyendo tu propio camino y dándole la misma oportunidad a los demás, ayudándolos en su cometido si es tu voluntad; él es un altruista dispuesto a hacer sacrificios y a sacrificarte a ti por los objetivos de otros. Puede hacerlo de manera consciente e intencionada o de manera inconsciente e inocente, pero buscará dominarte y someterte para que tengas que pedir permiso para hacer lo quieres, lo que te gusta, lo que te mantiene.
Es posible que te parezca un camino duro que emprendes, joven liberal, cuando fácilmente podrías recostarte y dejar que los demás dirijan tu vida y controlen aspectos engorrosos que crees que a la larga no entenderás o no te interesará manejar. Puede parecerte más exigente, más arduo y con mayores responsabilidades, pero es el único camino justo. Y es lo que debes elegir por tu bien de manera directa y por el bien de los demás de manera indirecta. Porque si al final te convences de que la comodidad de la esclavitud es preferente a la responsabilidad de la libertad, eso puede no ser así para una inmensa cantidad de individuos que no merecen restricciones; y tu irreflexión en la vida, en las urnas y en los trabajos puede afectarles su libertad y su deseo de ser ellos mismos quienes agarren las riendas de su propia felicidad. Por eso si te desvirtúas apoyando sistemas que sabes van a afectar la libertad que rechazas pero que los demás quieren, te transformas en un coherente con tu vagancia o desidia pero en un cómplice de la tiranía que oprime a tus compañeros. Joven liberal, haz lo que debes hacer: opta por la libertad; siempre es mejor.
Joven liberal: estudiando y trabajando, pensando y actuando, con miras a tu objetivo, lograrás ser protagonista de la revolución que restaurará la amada libertad al lugar que corresponde, reconociéndola como un absoluto esencial de las personas, protegida bajo el imperio de la justicia. Acotarás a los gobiernos expropiadores y saqueadores malacostumbrados, y reducirás al ente estatal recuperando el terreno perdido de la privacidad. Recuerda que eres un fin en ti mismo, y no un medio para el cumplimiento de los fines de otros. Pon el Estado a tu servicio, y no tu servicio al Estado. Sé libre, nunca esclavo. El Estado se creó para servir a los hombres, no para que estos se transformaran en sus siervos.
Ezequiel Eiben
17/05/2011
Joven liberal, o aspirante a serlo, ¡¡¡despierta!!! Es hora, siempre es hora, para comprometerte en luchar por la libertad. Necesitamos que asumas el protagonismo que te corresponde, manifiestes sin vergüenza tu filosofía y ejerzas los derechos que te son propios. La realidad impone y la razón indica que eres un individuo con valor en sí mismo, y que ningún colectivo imaginario o construcción de entidad social abstracta deben menguar las posibilidades que mereces por el solo hecho de existir.
Joven liberal, eres portador de una teoría con muchas razones que ya ha demostrado su fundamentación y justicia en la práctica. No solo que tu credo es justo y vale la pena esforzarte en ostentarlo; también funciona. Debes hacerte cargo de ti mismo, corregir cualquier dejo de esclavitud que pueda impurificar tu razonamiento, y desear ser libre. Tu revolución personal le enseñará a otros a saberse libres, a querer romper las cadenas que poco a poco han ido atrapando y menguando su realización personal, y los invitará a sumarse en la sagrada causa por la libertad. Será una auténtica revolución. No arrastrarás masas como cuerpos inútiles detentando demagogia con dosis de engaño y estafa. Respetarás la individualidad natural de cada persona que quiera aportar a este proyecto de brindar autodeterminación y plantear pelea intelectual y política contra los esclavizantes gobiernos que mantienen en la miseria a sus súbditos mientras ellos se dedican a nadar en opulencia ilegítima.
Imaginándonos que vivimos cada uno en un cubo, y este representa nuestra esfera de acción dentro de la cual ejercemos derechos, tus derechos terminan donde empiezan los derechos del otro, es decir, tu cubo termina donde empieza el cubo del otro. Tu cubo no puede inmiscuirse en otro cubo sin consentimiento, no puede chocarlo hasta romperlo e ingresar en su esfera de acción, porque el espacio legítimo para ti es el que te está delimitado en tu cubo; ni un centímetro más, ni un centímetro menos. Sí puedes relacionarte con otros cubos, por medio del contrato y los acuerdos celebrados con mutuo consentimiento, donde ambos abrirán sus puertas y permitirán acercamientos, relaciones y superposiciones. Pero eso es de carácter voluntario, no forzoso. Si imaginas, por otro lado, que vas en un camino recto, junto a los demás, tus derechos continúan coexistiendo a lo largo junto con los de los demás. Tu mantienes tu senda, los demás la suya. Hay espacio para todos en esa autopista, y nadie debe chocar al otro. De este modo, tus derechos seguirán existiendo sin verse ilegítimamente afectados y sin afectar a los derechos de los otros, como debe ser en una sociedad compuesta por la suma de sus miembros en la cual el principio de libertad permite la iniciativa individual, y el principio de igualdad concede trato ecuánime ante la ley. Un Estado mínimo donde hay oportunidades para ejercer derechos gozando de garantías, y defensas contra el menoscabo que los demás, tanto ciudadanos comunes como gobernantes, te busquen propinar.
¡¡¡Despierta!!! Los totalitarismos acechan para liquidar cualquier aspiración que tengas a vivir dignamente de la forma que quieras, del modo que elijas, en base a tus propias decisiones e iniciativas. Los sistemas que todo lo controlan en los cuales la libertad es solo aquello que hay que prohibir y por cualquier medio reprimir, se levantan por dos tipos de personas: los tiranos que creen fervientemente en ellos y se sostienen en el poder resguardados por los mecanismos que derraman sangre inocente y saquean fortunas ajenas; y sus apologistas, serviciales y ciegos seguidores que por más que la realidad los ha chocado de frente y han comprobado que sus hipótesis (que consideran en su totalidad axiomas) son erróneas y conducen a un asesinato masivo, continúan creyendo en una inexistente bondad que no se percibe ni por asomo. Pero ahora hablaremos principalmente de ti, joven liberal, de tu dedicación a la libertad: nunca formes parte de eso, ni de un tercer tipo de personas que de manera indirecta resulta tan nocivo como los anteriores: el de los indiferentes, resignados y desinteresados. La tiranía no puede contar con tu pasiva complicidad. Tu activismo en pos de la libertad es menester, antes de que un tirano pretenda aprovechar los espacios vacíos abandonados y se sirva, a través del robo y la confiscación, de tu vida y de lo que produces.
La libertad es tu credo. Y cuando un socialista, un comunista o en general un estatista te diga que están de acuerdo en la base de la filosofía, que en definitiva buscan lo mismo que es el “bienestar general” o el “bien común”, y que en lo que difieren son los medios, tu tienes que responder definitivamente que no es así. Porque concordar sería un grandísimo y gravísimo error. Tu quieres derechos legítimos para todos; él quiere restricciones para todos. Tu crees en derechos absolutos e inalienables que nadie te puede ilegítimamente afectar y que un ente público protector se encarga de que ello se cumpla; él cree en un ente público omnipotente que arbitrariamente te cede derechos para que tu los tomes por el tiempo en que el cedente quiera. Tu aprecias la libertad natural; él quiere condicionarla a la igualdad artificial. Tu eres un egoísta racional capaz de verte construyendo tu propio camino y dándole la misma oportunidad a los demás, ayudándolos en su cometido si es tu voluntad; él es un altruista dispuesto a hacer sacrificios y a sacrificarte a ti por los objetivos de otros. Puede hacerlo de manera consciente e intencionada o de manera inconsciente e inocente, pero buscará dominarte y someterte para que tengas que pedir permiso para hacer lo quieres, lo que te gusta, lo que te mantiene.
Es posible que te parezca un camino duro que emprendes, joven liberal, cuando fácilmente podrías recostarte y dejar que los demás dirijan tu vida y controlen aspectos engorrosos que crees que a la larga no entenderás o no te interesará manejar. Puede parecerte más exigente, más arduo y con mayores responsabilidades, pero es el único camino justo. Y es lo que debes elegir por tu bien de manera directa y por el bien de los demás de manera indirecta. Porque si al final te convences de que la comodidad de la esclavitud es preferente a la responsabilidad de la libertad, eso puede no ser así para una inmensa cantidad de individuos que no merecen restricciones; y tu irreflexión en la vida, en las urnas y en los trabajos puede afectarles su libertad y su deseo de ser ellos mismos quienes agarren las riendas de su propia felicidad. Por eso si te desvirtúas apoyando sistemas que sabes van a afectar la libertad que rechazas pero que los demás quieren, te transformas en un coherente con tu vagancia o desidia pero en un cómplice de la tiranía que oprime a tus compañeros. Joven liberal, haz lo que debes hacer: opta por la libertad; siempre es mejor.
Joven liberal: estudiando y trabajando, pensando y actuando, con miras a tu objetivo, lograrás ser protagonista de la revolución que restaurará la amada libertad al lugar que corresponde, reconociéndola como un absoluto esencial de las personas, protegida bajo el imperio de la justicia. Acotarás a los gobiernos expropiadores y saqueadores malacostumbrados, y reducirás al ente estatal recuperando el terreno perdido de la privacidad. Recuerda que eres un fin en ti mismo, y no un medio para el cumplimiento de los fines de otros. Pon el Estado a tu servicio, y no tu servicio al Estado. Sé libre, nunca esclavo. El Estado se creó para servir a los hombres, no para que estos se transformaran en sus siervos.
Ezequiel Eiben
17/05/2011
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