martes, 26 de julio de 2011

Tres falsas acusaciones contra Israel

Tres falsas acusaciones contra Israel

Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771


Son harto conocidas las falsas acusaciones en contra de Israel. Es penoso que además de ser repetidas en los ambientes socialistas (donde la regla es la mentira), también algunos liberales defensores de la libertad que mejor que nadie deberían comprender al Estado israelí (si bien son los menos los antiisraelíes), se copen con las mentiras y las calumnias que ya han sido refutadas fácilmente una y otra vez por los defensores sionistas. Los acusadores repiten y repiten que Israel es tan terrorista como los palestinos o quizá más o quizá que solamente los judíos son terroristas, que Israel es culpable de las guerras, que Israel es teocrático, y una sarta de mentiras que la imaginación va moldeando y remodelando a medida que la judeofobia se va abriendo el paso. En el presente artículo nos limitaremos a desarmar las tres falsas acusaciones mencionadas específicamente y a expresar esperanza respecto del futuro liberal sobre la visión de Israel.

No se puede establecer una simetría moral inexistente entre Israel y los terroristas palestinos. Es como intentar establecerla entre los inquisidores cristianos demonizando y quemando judíos en hogueras, y judíos que ante ello propaguen liturgias anticristianas y se intenten defender de los victimarios. Hay una diferencia política y moral esencial: el soldado israelí está facultado jurídicamente para matar en acciones de autodefensa, representa al ejército regular de un Estado con derecho y deber de defenderse y preservarse. El terrorista es un asesino que considera a las demás personas fines para sus propios medios, y actúa permanente e injustificadamente fuera de la ley. El soldado ataca blancos terroristas. El terrorista ataca deliberadamente civiles e indefensos. Hamas utiliza a propios civiles palestinos como escudos humanos, de ahí que la responsabilidad por la muerte de esos civiles sea del propio Hamas. Aun así, Israel ha practicado la llamada doctrina de los “asesinatos selectivos” (que no es un asesinato a un pobre inocente combatiente o líder, sino que consiste en liquidar terroristas con sangre en sus manos que continúan planificando torrentes de muertos israelíes), y ataques quirúrgicos para evitar o reducir al máximo el daño colateral. No hay equivalencia moral entre el agresor y el agredido, entre la víctima y el victimario. Poner esto en la misma balanza es realmente atroz. Es de una perversidad moral inusitada. De los socialistas, no extraña. Pero de algunos liberales, sorprende.

No hay ninguna guerra que Israel haya provocado. Esto es muy claro incluso desde antes de que el Estado Judío declarara su independencia, en la época de la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU: los sionistas acataron; los árabes atacaron. Siempre atacaron primero los enemigos árabes e islámicos; en la única contienda bélica que Israel comenzó el ataque es en la Guerra de los Seis Días, dirigiendo una avanzada contra Egipto, pero esto fue tras un despliegue de efectivos y violaciones a la ley por parte del gobierno egipcio, sumado a la retórica auspiciosa y prometedora de genocidio judío por parte de su presidente, que demostraban la inminencia de una agresión total árabe. No hay que olvidar tampoco el pacto de Egipto firmado con Jordania y Siria para que atacaran en otros frentes contra Israel. De hecho lo hicieron. La consigna de los Estados árabes para guerrear contra el Estado Judío consistió en el mero nacimiento de este último. Si se siguen las excusas puestas por los árabes y se considera que Israel es el que provocó las guerras, estaríamos frente al inaudito argumento de que la existencia de un Estado legítimo es causa de justificación suficiente para agredirlo. Es decir, Israel debería disculparse por haber nacido y permitir su obliteración a mano de sus enemigos. ¿Alguien puede imaginar, en el caso de seres humanos, que una persona que inocentemente vino al mundo a vivir tenga que pedir perdón por su existencia y resignarse a ser asesinada? En referencia a esta contienda entre Estados, aplicar esa cadena de razonamientos equivaldría a condenar al legítimo establecimiento del Estado de Israel y justificar las ilegítimas agresiones de las cuales fue víctima.

El Estado de Israel no es una teocracia y nunca lo fue. El sionismo como movimiento político nació secular y así se desarrolló mayoritariamente. Israel no se constituyó anunciando una verdad programada en la Torá, sino que su origen fue un evento político con lectura de un documento político jurídico como la Declaración de la Independencia, más allá de las interpretaciones místicas que muchos quieran hacer de ello. Israel nunca fue gobernado por la religión, si bien religiosos tienen bancas en su parlamento. Israel es una democracia con una ley secular de cumplimiento obligatorio, mientras que la ley religiosa judía es de cumplimiento voluntario para quien desee regirse por ella. Israel no necesita recurrir a argumentos religiosos para justificarse. Es una realidad política, perfectamente concebible sin la religión. Cualquiera que haya estudiado su historia y analizado su presente, por más que haya influencias religiosas más o menos notorias e incidentes, es imposible confundirse y pensar que es una cuestión de fe opuesta a la razón. Israel no se basa en la teología para justificarse, sino en el derecho.

Una amplia mayoría de socialistas es antiisraelí, y una amplia mayoría de liberales es pro israelí. Por más que duela encontrarse con cierta gente en ambientes liberales que expresa soberbia inteligencia en muchos tópicos pero que rinde su razonamiento a estúpidos clichés internacionalmente difundidos por judeófobos cuando el foco se centra en Israel, es sabido que Israel puede asociarse a una isla de libertad en medio de un mar de esclavitud en el Medio Oriente, y que el grueso de los liberales así lo entiende. Por eso, doy el consejo y manifiesto el deseo de que la imagen positiva de Israel (sin olvidar las correcciones que es necesario efectuar ya que no es perfecto sino perfectible) sea desarrollada dentro del liberalismo como un legítimo proyecto de libertad.

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