La exposición de la destrucción
Ezequiel Eiben
23/9/2011
24 Elul 5771
Damas y caballeros, “malvenidos” a la exposición de la destrucción.
En este circo repleto de payasos que se llama ONU (aunque no con poca razón alguno podrá expresar “¿qué culpa tienen los circos y los payasos? Ellos alegran a la gente”) asistimos a la debacle moral e intelectual de los negadores de la existencia. La debacle de los que siguen los ritualismos de la violencia y el culto a la muerte. Y sin embargo, al mismo tiempo, asistimos a su triunfo político. ¿Cómo es posible que esto suceda? ¿Cómo es posible que la miseria moral vaya acompañada de la victoria política? ¿Qué mundo racional lo permitiría? ¿Qué mundo con seres pensantes, conscientes y con ganas de vivir sin molestar a los demás se quedaría mirando expectante cómo sus destructores venden la mentira como verdad a cambio de sumisión y obediencia? ¿Qué mundo racional se dejaría intimidar, reconocería al miedo como fuente fecunda de obtención de resultados forzosos sobre los subyugados, y permitiría al terror imponer los términos del modo de vida?
Evidentemente, nuestro mundo no es aquel mundo racional que no lo permitiría. Nuestro mundo lo permitió hoy, de rodillas ante la maldad, rendido ante la violencia, con la cabeza gacha ante la imposición de la injusticia, con la cola entre las piernas ante las amenazas de terror. El terrorista presidente de la terrorista Autoridad Nacional Palestina Mahmoud Abbas presentó su plan del futuro terrorista estado palestino en la Asamblea General de la ONU y muchos lo aplaudieron entusiasmados. Algunos porque apoyan el terrorismo, otros porque lo consideran un medio tan legítimo como las negociaciones entre repúblicas liberales, otros porque si está encaminado a destruir a Israel no puede ser malo (nada que esté dirigido a perjudicar a los judíos puede ser algo condenable).
El detestable Abbas, malvado sin remedio, acusó a Israel de apartheid, de colonialista, de racista. ¡Sinvergüenza! Aquellos que son malvados, nos acusan de ser malvados; aquellos que sirven al apartheid, nos acusan de apartheid; el racismo se queja del supuesto racismo de los demás. La irracionalidad en puntos culminantes.
Estos son los rasgos de la exposición a la que asistimos, la burda exposición de la destrucción. Los líderes palestinos se encargaron de destruir los conceptos, de destruir el lenguaje, de destruir la moral, de que el culto a la muerte superara en estima al amor por la vida. Y su regalo al mundo, envuelto en el falso paquete de buenas intenciones y esperanzas legítimas, ha sido aceptado por este. El terrorismo ha demostrado que triunfa cuando los que deberían combatirlo no cumplen sus deberes. El terrorismo ha demostrado que disfrazándose de payaso y llendo al circo de la ONU puede resultar agradable a los políticos. Si el mal por sí mismo es impotente y necesita de los buenos que lo alimenten para subsistir, y de los buenos que no hagan nada para triunfar, el mal va por buen camino en la ONU. Allí hay varios que se consideran “buenos” que no están dispuestos a hacer nada para interponerse como obstáculos insalvables en la carrera del mal hacia el dominio por la fuerza, y varios que se muestran deseosos de donarle millones de dólares convenciéndose a si mismos que lo hacen por una buena causa.
El mal inventó la leyenda del inexistente pueblo palestino; el mal reclamó como tierra ancestral a un Israel que no le pertenecía; el mal repartió su farsa a través de pistolas, bombas y misiles. Algunos intentaron resistir a los atropellos de los asesinos de la vida humana, la verdad y la historia. Otros aceptaron sus regalos, creyendo que aceptar el paquete bajo la amenaza de un arma en la cabeza realmente constituía una ofrenda a la verdad de parte de seres bondadosos. En Israel hay de las dos clases de personas: los que enfrentaron al mal y los que aceptaron su mensaje como digno de ser considerado para la paz, los que lucharon contra el mal y los que lo legitimaron buscando el “punto medio”. Sí, lamentablemente hubo de esta segunda clase de personas, y ellos permitieron con culpa, negligencia, indiferencia e irracionalidad que el mal llegara hasta donde llegó hoy: al estrado con exigencias basadas en supuestos “derechos inalienables del pueblo palestino”. Te estoy hablando, izquierda israelí, promotora de los palestinos y denigradora de los asentadores. Les estoy hablando también a ustedes, grupo de derechistas que con el tiempo flaquearon y aceptaron los errores de la izquierda como absolutos indiscutibles de cara al futuro del país. Y por supuesto a ustedes, centristas, izquierdistas enmascarados y algunos aún provenientes de un pasado derechista.
La furia que muchos conocedores de la historia de Israel habrán experimentado al oír semejante catarata de mentiras y disparates en boca de Abbas en la ONU, es entendible a la luz de su compromiso con la verdad y la legitimidad del sionismo. La verdad es que Israel tiene razón, y los palestinos no. Es así. De un lado está la verdad, y del otro la mentira. De un lado la razón, y del otro la sinrazón. No hay término medio. No lo hay entre nosotros y nuestros asesinos; no hay un poquito de razón de nuestra parte, y un poquito de razón de su parte, y juntos tomando un café con leche y comiendo golosinas podemos llegar a un acuerdo. La fuerza contra los que emplean la fuerza, es la medida eficaz a adoptar. Nada de pacifismo barato (ese que huye a los compromisos con la defensa de la propia vida y prefiere verla resignada ante las locas aspiraciones del resto); nada de entendimiento (ese que eleva a la categoría de dignos adversarios en un debate a aquellos que desde el arranque no nos reconocen). Abbas cada vez da más señales para que nos convenzamos de que quiere eliminar a Israel. ¿Por qué mirar hacia otro lado? ¿Es que a ciertas personas la realidad se les hace insoportable y la mentira un refugio placentero? ¿Es que la contundencia de los hechos less obliga a revisar postulados que no quieren, mientras que los delirios fuera de la realidad les permiten mantenerse con comodidad sin necesidad de hacer un esfuerzo crítico y reflexivo?
Si hay un momento para hacer autocrítica, es este. Si Israel no hubiera legitimado a la OLP, Abbas no hubiera reclamado hoy por un estado palestino. Si Israel hubiera eliminado a sus enemigos en vez de darles otra oportunidad, sus enemigos no estarían utilizando hoy esa oportunidad para tratar de eliminar a Israel. Y los imbéciles e idiotas útiles no tendrían hoy a ese enemigo para ponerse de su lado y chuparle las medias. Hoy la mención del terrorista Yasser Arafat (el mayor asesino de judíos después de Hitler) como un hombre de paz, despertó aplausos entre la multitud espectadora, el recuerdo de su infame frase “que no se caiga la rama de olivo” despertó elogios y añoranzas en periodistas y comentaristas; si se hubiera hecho lo necesario en su momento para que desapareciera la organización de Arafat el Asesino, heredada por Abbas el Mentiroso, los imbéciles e idiotas útiles estarían añorando otras maldades, pero no ésta tan perjudicial para Israel. No estarían hoy aplaudiendo a la organización que planea de manera consistente y constante la destrucción de Israel. Quizás estarían aplaudiendo a un nuevo enemigo que hubiere aparecido, pero no a este que tuvimos oportunidad de eliminar. A los arquitectos y promotores de los Acuerdos de Oslo les habría venido bien leer el Señor de los Anillos: en una épica batalla el bien derrotó al mal, Isildur venció a Sauron y le quitó el Anillo Único que le daba poder. Pero Isildur no destruyó el Anillo, y le permitió al mal subsistir. Tiempo después el mal reclamó la nueva oportunidad que se le dio y sus ejércitos se rearmaron. Miles de vidas se perdieron hasta que el país del bien, Gondor, pudo imponerse al país del malvado Sauron, Mordor. Y en esta segunda oportunidad, el Anillo fuente de poder del mal se destruyó. Buena lección acerca de no deshacerse del mal cuando se tiene la oportunidad, permitirle subsistir para que luego vuelva a amenazar, y las vidas que se pierden en el nuevo intento por terminarlo.
¿Hasta cuando Israel, tus políticos le van a extender la mano a los verdugos del pueblo judío? ¿Cuándo será el día en que dejen de intercambiar la foto en la que aparecen dándole la mano al asesino, la cual piensan que les garantizará el podio en los anales de la historia, por el sufrimiento de las familias de miles de muertos a manos del terrorismo islamista?
Es porque no rinde la seguridad a cambio de la falsa paz, una de las razones por las que apoyo a Biniamin Netanyahu. No comparto la insistencia con la cual llama a Abbas a sentarse a negociar la paz como socio auténtico (y estoy seguro que en su interior Bibi no le tiene semejante estima), pero me da satisfacción y tranquilidad saber que no resigna el propio interés al pedido de los demás.
Es una cuestión filosófica: el sufrimiento de los demás no es un condicionamiento a nuestro propio bienestar; nosotros no tenemos que sufrir solo por el hecho de que otros sufran. Si hay palestinos que sufren por no tener estado propio, eso no les otorga derecho moral para obligar a Israel a hacer un acto de autosacrificio. Nosotros estamos primero, nosotros somos nuestra prioridad, nuestro interés es nuestro interés. Después de la exposición de la destrucción cuya autoría son los asesinos palestinos, espero seguir escuchando cantos a la vida de parte de Netanyahu y de todo Israel.
viernes, 23 de septiembre de 2011
La exposición de la destrucción
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Terrorismo
viernes, 9 de septiembre de 2011
Nacionalsocialistas en Córdoba
Nacionalsocialistas en Córdoba
Ezequiel Eiben
7-9-2011
8 de Elul 5771
Un grupo de rock desconocido e irrelevante en el mundo artístico, llamado Andrasz y perteneciente a la ciudad de Córdoba, Argentina, ha aparecido llamativamente en las noticias de un diario local, la Voz del Interior; no por haber alcanzado la fama debido a su música (de hecho a nadie le interesa ella, ni los intérpretes son invitados a festivales de gran difusión para que la toquen), sino porque los integrantes del grupo son unos racistas defensores del nazismo.
Uno de los músicos, de nombre Lucas Velázquez, profesa admiración por Adolf Hitler y fue fotografiado haciendo el saludo nazi en el monumento conocido como “Memorial de los desaparecidos” en el cementerio de San Vicente. Entre las declaraciones hechas por el simpatizante del asesino de seis millones de judíos figuran: “Tenemos una ideología nacionalista, de centroderecha. La misma que grupos como Almafuerte. Bien peronista y de centroderecha. Es un sentir patriótico nacionalista”; “Si fuéramos realmente fachos, como dicen, ¿por qué se nos critica si estamos a favor de la familia, en contra de la ‘falopa’ y del aborto?”.
Al respecto, son necesarias varias aclaraciones. Los comentarios ya de por sí allanan la percepción del lector para considerar que este joven de 21 años es de pocas luces en su análisis político y se le mezclan los conceptos. Pero igual, no vienen de más observaciones para terminar de descartar irracionalidades, estupideces y deformaciones.
Su ideología nazi es incompatible con lo declarado, al definirla como de “centro derecha”. El nazismo no es centro derecha, y quien pretenda hacerlo pasar como tal se burla adrede de las ideas o vomita chanchadas de ignorancia. Tomando como referencia el actual vocabulario político, el nazismo no es centro, sino extremismo. Y ahondando en sus particularidades, se observa que no es solo extrema derecha, sino que también incluye componentes de extrema izquierda, en una mezcla pavorosa. En lo estrictamente político, sus rasgos de extremismo de derecha son las teorías raciales, el nacionalismo exacerbado y el militarismo. En lo económico, el izquierdismo extremista se manifiesta en el Estado planificador y el socialismo totalitario.
Vamos a analizar punto por punto:
- Las teorías raciales fueron un insulto a la ciencia, pretendiendo proclamar sin sustento alguno la superioridad de la raza aria y la inferioridad de la raza judía. Los nazis partieron del error inicial de recurrir a la mística en detrimento de la racionalidad, y de dividir artificialmente a la humanidad en razas hechas a su medida y conveniencia, para establecer mejores y peores, y con dicho basamento idear un programa político fulminante.
- El nacionalismo exacerbado consistió en la exaltación de lo alemán como si fuera símbolo de un poder más allá de los demás, en detrimento del resto, los no alemanes. Los nazis identificaron a su tierra, su nación y su Estado con los delirios de su carismático líder y los malvados designios de su partido político. Se creyeron mejores que los demás clamando derecho a dominarlos solo por haber nacido dentro de una división administrativa distinta a las otras, se arrogaron el derecho a exterminar porque sus madres los parieron en un determinado punto geográfico preferencial.
- El militarismo nazi se vio plasmado en la creencia en el uso de la fuerza para lograr cualquier objetivo planteado. Así diseñaron un Estado con competencia legal para promover la violencia a discreción; institucionalizaron la agresión oficial a minorías como los judíos, gitanos y homosexuales; sometieron a inocentes al yugo del ejército, unidades paramilitares y la policía; llevaron a cabo la Shoá, un genocidio singular sin parangones; y a través de conquistas militares se expandieron violando las soberanías y tierras de otros Estados.
- La economía nazi era socialista, lo cual ya de por sí traía aparejadas restricciones a la libertad individual. Y si a eso le sumamos el nacionalismo, el resultado es la combinación mortal. La intervención estatal literalmente destruyendo negocios judíos sin respetar propiedad privada, y manipulando la economía del país de manera total, dio forma a un socialismo generador de hambre, miseria y muerte. El fracaso económico alemán fue tan rotundo e indisimulable, que el propio Hermann Goering (encargado de la planificación económica) lo admitió, reconociendo que intentó controlar la vida de las personas sin lograr lo esperado.
La identificación de Velázquez con la ideología de Almafuerte, otra banda de rock argentina, nos brinda más información sobre sus pareceres y posturas. El cantante de Almafuerte Ricardo Iorio, se autodefine como un ultranacionalista (y ese “ultra” nos da la pauta de que resulta por lo menos rebuscado intentar encajarlo en el “centro”). Se lo conoce por frases como “si vos sos judío, no me vengas a cantar el himno (argentino)”; y por canciones como “Cumpliendo mi destino”, en la cual escribe: “Puede haber caballo verde mas no uno de ellos honesto”. A simple vista uno podría preguntarse qué vinculación hay entre esta canción y el tema que tratamos, sin advertir conexión; pues bien, esa estrofa no es más que una paráfrasis de una frase que se le atribuye a Mohamed Alí Seineldín (Coronel de las Fuerzas Armadas argentinas, admirador de los dictadores Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón, y judeófobo): “Es más fácil encontrar un caballo verde que un judío honesto”. Figuras como estas son las que el pretendido “nacionalista de centro derecha” reivindica. Citamos a continuación lo que un intelectual liberal de pura cepa, Jorge Luis Borges, pensaba sobre los mencionados tiranos referentes de los personajes reverenciados por Andrasz: “Pienso en Perón con horror, como pienso en Rosas con horror”.
Velázquez también menciona a su grupo como peronista. Recién en este punto exhibe un poco de coherencia y verdad entre lo que piensa y dice. Que sean peronistas no debe sorprendernos; después de todo, Perón fue un tirano con todas las letras. Entre su nefasto currículum encontramos que fue agregado militar de Argentina en la Italia de Mussolini (manifestando pública admiración por él), promovió la infiltración de corrientes fascistas en territorio argentino, y recorrió la Alemania nazi y sus tierras ocupadas con devoción hacia el Führer. Por si fuera poco, Perón fue el responsable de la llegada encubierta a la Argentina de criminales de guerra nazis (de la talla de Adolf Eichmann, Josef Menguele y Erich Priebke) que escapaban de quienes buscaban su juzgamiento. Siempre digo que así como en el museo de la Shoá en Israel, Yad Vashem, se les dedica un espacio especial a las personas que cumpliendo ciertos requisitos salvaron la vida de judíos perseguidos por el nazismo, otorgándoles el título de “Justos entre las Naciones”; en un eventual museo a favor del nazismo, Perón merecería el título de “Nazi Justo entre las Naciones” por haber salvado la vida de criminales nazis perseguidos para llevarlos a los tribunales.
Una breve reseña del peronismo puede leerse en este resumen de Ezequiel Martínez Estrada, citado por Alberto Benegas Lynch: “Perón organizó, reclutó y reglamentó los elementos retrógrados permanentes en nuestra historia [...] Perón infiltraba legiones de fascistas, nacionalsocialistas y falangistas [...] El peronismo es una forma soez del alma de arrabal, [...] el GOU acaudillado por Perón, esta secta que era diametralmente opuesta a la Logia Lautaro, impuso una dictadura de tipo totalitaria [...] Eran las mismas huestes de Rosas, ahora enroladas en la bandera de Perón, que a su vez era el sucesor de aquel tirano [...] Una característica sobresaliente de la política de Perón, tanto en su campaña proselitista como en su programa doctrinario, es que recogió con prolija minuciosidad de hurgador en los tachos de basura, los residuos de todas las actividades nacionales, en los órdenes espiritual y material [...] Atacó la libertad de imprenta y los principios democráticos que hacían posible la crítica a su dictadura [...] No hubo campos de concentración pero si salas de tortura”. Quien hace un saludo nazi clamando por superioridad innata, puede fácilmente identificarse con lo expuesto. Y por si a alguien le quedara alguna duda sobre la ideología de Perón, mejor conocer lo que salió de su propia horripilante mente: “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores”.
El “sentir patriótico” de los resentidos músicos no debe engañarnos con palabras que intentan ser bellas y dulces. Es evidente que nada tiene que ver su patriotismo detestable con el esfuerzo por la patria que hicieron los próceres como José de San Martín o Manuel Belgrano. Estos dedicaron su vida al nacimiento y defensa de Argentina, mientras que pusilánimes como los resentidos en cuestión solo difunden ideas que no pueden conducir a otro destino más que a la destrucción.
A continuación, el músico desmiente que sean fascistas y a la vez se declara a favor de la familia, y en contra de la droga y el aborto. El tema del aborto merecería toda una discusión aparte por lo que no será tratado en este artículo. Me concentraré en los otros dos. El estar a favor de la familia es un eufemismo que emplea para manifestarse en contra del matrimonio entre homosexuales. Estar en contra de la droga es expresar postura a favor de la penalización y en contra de la legalización. Este modo de pensar es censurador de la libertad individual de cada persona: firmar un contrato que en nada perjudica derechos de terceros (como lo es casarse con una persona del mismo sexo), y consumir un producto por elección propia asumiendo voluntariamente las consecuencias perjudiciales para la salud (como es el drogarse). Estos impedimentos a la libertad más el nazismo que componen la ideología de la banda, hacen que sus integrantes merezcan una respuesta inequívoca a su pregunta de si son “fachos”: sí, son fascistas.
Para ir concluyendo, no hay que dejarse engañar por los eufemismos de aquellos que se catalogan como “nacionalistas”, devotos del “sentir patriótico”. Hay nazis rondando por ahí que intentan suavizar su imagen proclamándose de “centro” mientras saludan a Hitler con afecto. El nazismo no es “centro derecha”, es una reunión de lo peor de la derecha y de la izquierda: el nacionalismo afianzado en superioridad racial y el socialismo respaldado por el Estado totalitario. A la operación que conduce esto es: nacionalismo + socialismo = nacionalsocialismo. Hay cuentas que pagar tanto por parte de los extremistas de derecha como de los extremistas de izquierda; ni unos ni otros deben hacerse los desentendidos en las ideologías que fomentan y los magros resultados que consiguen. Después de todo, los derechistas no quieren admitir que los nazis también son nacionalistas, y como dijo Ludwig Von Mises, “Los marxistas no están dispuestos a reconocer que también los nazis son socialistas”.
Mi consejo es alejarse de las ideologías colectivistas, sean nacionalistas o socialistas, que claman actuar en beneficio de entes abstractos como “la nación”, “el pueblo” o “la sociedad”, mientras en verdad actúan perjudicando a las personas individuales reales de carne y hueso. Una cosa es verse como nacionalista porque se respetan las gestas patrióticas que dieron origen al país, el obrar de los próceres en el proyecto de nación, y se identifica con simbología típica; y otra cosa es hacer de ese “sentir patriótico” un culto a la irracionalidad y al exterminio de los que no pertenecen al grupo selecto. Los actos deben estar determinados por la racionalidad como fundamento, y no por la mística nacionalista o socialista legitimadora de la violencia.
Ni siquiera hay que debatir con los racistas que de entrada nos rebajan a la categoría de infrahumanos, que desde el principio nos descalifican y no nos reconocen derecho a la existencia; si nosotros nos movemos en el plano de la racionalidad y ellos en el de la irracionalidad, no hay que otorgarles el status para que puedan “debatir” sus ideas con las nuestras. Nuestros principios no necesitan pasar por la revisión de los nazis para ser legítimos.
Fuentes:
- Saludo nazi frente a memorial a los desaparecidos
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/saludo-nazi-frente-memorial-desaparecidos
- El Inadi actúa tras una foto con un saludo nazi ante el memorial de desaparecidos
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/inadi-actua-tras-foto-con-saludo-nazi-ante-memorial-desaparecidos
- Rolling Stone n.º 24, marzo de 2000
- Ácido argentino
http://www.rollingstone.com.ar/585001
- El problema es el Peronismo - Alberto Benegas Lynch
http://www.elcato.org/el-problema-es-el-peronismo
- ¿Qué significa el peronismo? - Alberto Benegas Lynch
http://independent.typepad.com/elindependent/2009/10/qu%C3%A9-significa-el-peronismo.html
- Citas
http://www.liberalismo.org/citas/M/
Ezequiel Eiben
7-9-2011
8 de Elul 5771
Un grupo de rock desconocido e irrelevante en el mundo artístico, llamado Andrasz y perteneciente a la ciudad de Córdoba, Argentina, ha aparecido llamativamente en las noticias de un diario local, la Voz del Interior; no por haber alcanzado la fama debido a su música (de hecho a nadie le interesa ella, ni los intérpretes son invitados a festivales de gran difusión para que la toquen), sino porque los integrantes del grupo son unos racistas defensores del nazismo.
Uno de los músicos, de nombre Lucas Velázquez, profesa admiración por Adolf Hitler y fue fotografiado haciendo el saludo nazi en el monumento conocido como “Memorial de los desaparecidos” en el cementerio de San Vicente. Entre las declaraciones hechas por el simpatizante del asesino de seis millones de judíos figuran: “Tenemos una ideología nacionalista, de centroderecha. La misma que grupos como Almafuerte. Bien peronista y de centroderecha. Es un sentir patriótico nacionalista”; “Si fuéramos realmente fachos, como dicen, ¿por qué se nos critica si estamos a favor de la familia, en contra de la ‘falopa’ y del aborto?”.
Al respecto, son necesarias varias aclaraciones. Los comentarios ya de por sí allanan la percepción del lector para considerar que este joven de 21 años es de pocas luces en su análisis político y se le mezclan los conceptos. Pero igual, no vienen de más observaciones para terminar de descartar irracionalidades, estupideces y deformaciones.
Su ideología nazi es incompatible con lo declarado, al definirla como de “centro derecha”. El nazismo no es centro derecha, y quien pretenda hacerlo pasar como tal se burla adrede de las ideas o vomita chanchadas de ignorancia. Tomando como referencia el actual vocabulario político, el nazismo no es centro, sino extremismo. Y ahondando en sus particularidades, se observa que no es solo extrema derecha, sino que también incluye componentes de extrema izquierda, en una mezcla pavorosa. En lo estrictamente político, sus rasgos de extremismo de derecha son las teorías raciales, el nacionalismo exacerbado y el militarismo. En lo económico, el izquierdismo extremista se manifiesta en el Estado planificador y el socialismo totalitario.
Vamos a analizar punto por punto:
- Las teorías raciales fueron un insulto a la ciencia, pretendiendo proclamar sin sustento alguno la superioridad de la raza aria y la inferioridad de la raza judía. Los nazis partieron del error inicial de recurrir a la mística en detrimento de la racionalidad, y de dividir artificialmente a la humanidad en razas hechas a su medida y conveniencia, para establecer mejores y peores, y con dicho basamento idear un programa político fulminante.
- El nacionalismo exacerbado consistió en la exaltación de lo alemán como si fuera símbolo de un poder más allá de los demás, en detrimento del resto, los no alemanes. Los nazis identificaron a su tierra, su nación y su Estado con los delirios de su carismático líder y los malvados designios de su partido político. Se creyeron mejores que los demás clamando derecho a dominarlos solo por haber nacido dentro de una división administrativa distinta a las otras, se arrogaron el derecho a exterminar porque sus madres los parieron en un determinado punto geográfico preferencial.
- El militarismo nazi se vio plasmado en la creencia en el uso de la fuerza para lograr cualquier objetivo planteado. Así diseñaron un Estado con competencia legal para promover la violencia a discreción; institucionalizaron la agresión oficial a minorías como los judíos, gitanos y homosexuales; sometieron a inocentes al yugo del ejército, unidades paramilitares y la policía; llevaron a cabo la Shoá, un genocidio singular sin parangones; y a través de conquistas militares se expandieron violando las soberanías y tierras de otros Estados.
- La economía nazi era socialista, lo cual ya de por sí traía aparejadas restricciones a la libertad individual. Y si a eso le sumamos el nacionalismo, el resultado es la combinación mortal. La intervención estatal literalmente destruyendo negocios judíos sin respetar propiedad privada, y manipulando la economía del país de manera total, dio forma a un socialismo generador de hambre, miseria y muerte. El fracaso económico alemán fue tan rotundo e indisimulable, que el propio Hermann Goering (encargado de la planificación económica) lo admitió, reconociendo que intentó controlar la vida de las personas sin lograr lo esperado.
La identificación de Velázquez con la ideología de Almafuerte, otra banda de rock argentina, nos brinda más información sobre sus pareceres y posturas. El cantante de Almafuerte Ricardo Iorio, se autodefine como un ultranacionalista (y ese “ultra” nos da la pauta de que resulta por lo menos rebuscado intentar encajarlo en el “centro”). Se lo conoce por frases como “si vos sos judío, no me vengas a cantar el himno (argentino)”; y por canciones como “Cumpliendo mi destino”, en la cual escribe: “Puede haber caballo verde mas no uno de ellos honesto”. A simple vista uno podría preguntarse qué vinculación hay entre esta canción y el tema que tratamos, sin advertir conexión; pues bien, esa estrofa no es más que una paráfrasis de una frase que se le atribuye a Mohamed Alí Seineldín (Coronel de las Fuerzas Armadas argentinas, admirador de los dictadores Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón, y judeófobo): “Es más fácil encontrar un caballo verde que un judío honesto”. Figuras como estas son las que el pretendido “nacionalista de centro derecha” reivindica. Citamos a continuación lo que un intelectual liberal de pura cepa, Jorge Luis Borges, pensaba sobre los mencionados tiranos referentes de los personajes reverenciados por Andrasz: “Pienso en Perón con horror, como pienso en Rosas con horror”.
Velázquez también menciona a su grupo como peronista. Recién en este punto exhibe un poco de coherencia y verdad entre lo que piensa y dice. Que sean peronistas no debe sorprendernos; después de todo, Perón fue un tirano con todas las letras. Entre su nefasto currículum encontramos que fue agregado militar de Argentina en la Italia de Mussolini (manifestando pública admiración por él), promovió la infiltración de corrientes fascistas en territorio argentino, y recorrió la Alemania nazi y sus tierras ocupadas con devoción hacia el Führer. Por si fuera poco, Perón fue el responsable de la llegada encubierta a la Argentina de criminales de guerra nazis (de la talla de Adolf Eichmann, Josef Menguele y Erich Priebke) que escapaban de quienes buscaban su juzgamiento. Siempre digo que así como en el museo de la Shoá en Israel, Yad Vashem, se les dedica un espacio especial a las personas que cumpliendo ciertos requisitos salvaron la vida de judíos perseguidos por el nazismo, otorgándoles el título de “Justos entre las Naciones”; en un eventual museo a favor del nazismo, Perón merecería el título de “Nazi Justo entre las Naciones” por haber salvado la vida de criminales nazis perseguidos para llevarlos a los tribunales.
Una breve reseña del peronismo puede leerse en este resumen de Ezequiel Martínez Estrada, citado por Alberto Benegas Lynch: “Perón organizó, reclutó y reglamentó los elementos retrógrados permanentes en nuestra historia [...] Perón infiltraba legiones de fascistas, nacionalsocialistas y falangistas [...] El peronismo es una forma soez del alma de arrabal, [...] el GOU acaudillado por Perón, esta secta que era diametralmente opuesta a la Logia Lautaro, impuso una dictadura de tipo totalitaria [...] Eran las mismas huestes de Rosas, ahora enroladas en la bandera de Perón, que a su vez era el sucesor de aquel tirano [...] Una característica sobresaliente de la política de Perón, tanto en su campaña proselitista como en su programa doctrinario, es que recogió con prolija minuciosidad de hurgador en los tachos de basura, los residuos de todas las actividades nacionales, en los órdenes espiritual y material [...] Atacó la libertad de imprenta y los principios democráticos que hacían posible la crítica a su dictadura [...] No hubo campos de concentración pero si salas de tortura”. Quien hace un saludo nazi clamando por superioridad innata, puede fácilmente identificarse con lo expuesto. Y por si a alguien le quedara alguna duda sobre la ideología de Perón, mejor conocer lo que salió de su propia horripilante mente: “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores”.
El “sentir patriótico” de los resentidos músicos no debe engañarnos con palabras que intentan ser bellas y dulces. Es evidente que nada tiene que ver su patriotismo detestable con el esfuerzo por la patria que hicieron los próceres como José de San Martín o Manuel Belgrano. Estos dedicaron su vida al nacimiento y defensa de Argentina, mientras que pusilánimes como los resentidos en cuestión solo difunden ideas que no pueden conducir a otro destino más que a la destrucción.
A continuación, el músico desmiente que sean fascistas y a la vez se declara a favor de la familia, y en contra de la droga y el aborto. El tema del aborto merecería toda una discusión aparte por lo que no será tratado en este artículo. Me concentraré en los otros dos. El estar a favor de la familia es un eufemismo que emplea para manifestarse en contra del matrimonio entre homosexuales. Estar en contra de la droga es expresar postura a favor de la penalización y en contra de la legalización. Este modo de pensar es censurador de la libertad individual de cada persona: firmar un contrato que en nada perjudica derechos de terceros (como lo es casarse con una persona del mismo sexo), y consumir un producto por elección propia asumiendo voluntariamente las consecuencias perjudiciales para la salud (como es el drogarse). Estos impedimentos a la libertad más el nazismo que componen la ideología de la banda, hacen que sus integrantes merezcan una respuesta inequívoca a su pregunta de si son “fachos”: sí, son fascistas.
Para ir concluyendo, no hay que dejarse engañar por los eufemismos de aquellos que se catalogan como “nacionalistas”, devotos del “sentir patriótico”. Hay nazis rondando por ahí que intentan suavizar su imagen proclamándose de “centro” mientras saludan a Hitler con afecto. El nazismo no es “centro derecha”, es una reunión de lo peor de la derecha y de la izquierda: el nacionalismo afianzado en superioridad racial y el socialismo respaldado por el Estado totalitario. A la operación que conduce esto es: nacionalismo + socialismo = nacionalsocialismo. Hay cuentas que pagar tanto por parte de los extremistas de derecha como de los extremistas de izquierda; ni unos ni otros deben hacerse los desentendidos en las ideologías que fomentan y los magros resultados que consiguen. Después de todo, los derechistas no quieren admitir que los nazis también son nacionalistas, y como dijo Ludwig Von Mises, “Los marxistas no están dispuestos a reconocer que también los nazis son socialistas”.
Mi consejo es alejarse de las ideologías colectivistas, sean nacionalistas o socialistas, que claman actuar en beneficio de entes abstractos como “la nación”, “el pueblo” o “la sociedad”, mientras en verdad actúan perjudicando a las personas individuales reales de carne y hueso. Una cosa es verse como nacionalista porque se respetan las gestas patrióticas que dieron origen al país, el obrar de los próceres en el proyecto de nación, y se identifica con simbología típica; y otra cosa es hacer de ese “sentir patriótico” un culto a la irracionalidad y al exterminio de los que no pertenecen al grupo selecto. Los actos deben estar determinados por la racionalidad como fundamento, y no por la mística nacionalista o socialista legitimadora de la violencia.
Ni siquiera hay que debatir con los racistas que de entrada nos rebajan a la categoría de infrahumanos, que desde el principio nos descalifican y no nos reconocen derecho a la existencia; si nosotros nos movemos en el plano de la racionalidad y ellos en el de la irracionalidad, no hay que otorgarles el status para que puedan “debatir” sus ideas con las nuestras. Nuestros principios no necesitan pasar por la revisión de los nazis para ser legítimos.
Fuentes:
- Saludo nazi frente a memorial a los desaparecidos
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/saludo-nazi-frente-memorial-desaparecidos
- El Inadi actúa tras una foto con un saludo nazi ante el memorial de desaparecidos
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/inadi-actua-tras-foto-con-saludo-nazi-ante-memorial-desaparecidos
- Rolling Stone n.º 24, marzo de 2000
- Ácido argentino
http://www.rollingstone.com.ar/585001
- El problema es el Peronismo - Alberto Benegas Lynch
http://www.elcato.org/el-problema-es-el-peronismo
- ¿Qué significa el peronismo? - Alberto Benegas Lynch
http://independent.typepad.com/elindependent/2009/10/qu%C3%A9-significa-el-peronismo.html
- Citas
http://www.liberalismo.org/citas/M/
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lunes, 1 de agosto de 2011
Tres observaciones respecto del atentado terrorista a la AMIA
Tres observaciones respecto del atentado terrorista a la AMIA
Ezequiel Eiben
1-8-2011
1 de Av 5771
Hay tres observaciones dignas de hacerse respecto de la situación del caso AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). La primera tiene que ver con el flojo discurso que se escuchó en boca de un analista internacional de renombre acerca del terrible atentado terrorista que asesinó a 85 personas volando la sede de la mutual; la segunda con el pedido de resolución de la causa en un tribunal internacional; y la tercera sobre la figura del fiscal Alberto Nisman.
Para empezar, quisiera analizar el discurso del analista político internacional Claudio Fantini, pronunciado en Córdoba durante el acto del 17º aniversario del atentado terrorista, evento organizado por la filial en dicha ciudad de DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas). El discurso estuvo dividido en dos partes. La segunda tuvo su mérito, en la cual expresó condena al terrorismo acusando a éste de atacar blancos en Buenos Aires, Nueva York y demás capitales y metrópolis del mundo, ya que en estas ciudades predomina el pluralismo, y el terrorismo busca eliminar lo distinto, lo que no está de acuerdo con sus ideas. Pero la primera parte no estuvo a la altura de la ocasión. Fantini divagó durante varios minutos haciendo referencia a la literatura sobre detectives producida en Gran Bretaña y Estados Unidos, diferenciando estas dos en cuanto que los detectives ingleses lograban resolver los casos, mientras los norteamericanos no porque se encontraban con el elemento de la mafia que impedía llegar a la solución. Trasplantó esta analogía a la realidad de la causa AMIA, que no se ha llegado a resolver por encubrimientos, ilegalidades y mafias que han impedido avanzar hasta el final. Uno entiende la intención del analista de extrapolar conceptos y criterios para referirse al tema evocado, pero que esta comparación metafórica fuera casi el foco del discurso, no era de esperar. Quizá lo dicho hubiese estado más acorde para un Premio Nóbel de Literatura, que para un analista de quien todos esperábamos vislumbrar su visión concreta sobre el asunto. Fantini no señaló a Irán, no lo acusó inequívocamente como culpable del atentado y no exigió con determinación que la República Islámica entregara a los principales sospechosos y se sometiera a la ley. Semejante evasión de datos reales concretos frente al ahínco en el paseo por personajes literarios y obras de ficción, fue lo que me causó molestias. Fantini también habló de la oscuridad que se cierne sobre el caso, de la falta de claridad, sumándose al discurso de otros dirigentes comunitarios a nivel nacional que procuran especial detenimiento en la observación de la ausencia de respuestas. Pues bien, a esta altura del partido, no se puede hablar de oscuridad, falta de claridad y ausencia de respuestas como se hablaba en los primeros diez u once aniversarios del atentado. Estos tres factores han pasado a reflejar un slogan atrasado en el tiempo en vez del estado actual de la situación. Es verdad que faltan resoluciones en el caso AMIA, pero hoy se cuenta con un respaldo probatorio, con un archivo documental, y con un caudal de información que arrojan luz a los interrogantes del pasado. Casi nadie habla de ello en sus discursos. Se sabe quienes planificaron el atentado (funcionarios terroristas iraníes y libaneses), quien lo ejecutó (Ibrahim Hussein Berro), a través de que banda terrorista (Hezbollah), con el apoyo de que país (Irán), por donde ingresaron a Argentina (Triple Frontera), cual fue el método (coche bomba), y cual la motivación (interrupción de la transferencia de tecnología nuclear de Argentina a Irán, esto en el marco de expansión mundial del islamismo). ¿Acaso hay una deliberada omisión de esta información? Y si así es el caso, ¿por qué? ¿por miedo? ¿por algún otro tipo de presión? Una cosa es la impotencia que sentimos todos al ver la injusticia, la impunidad y la falta de seriedad que envolvieron al tratamiento de la causa durante sus peores momentos transitados. Pero otra cosa son las pruebas con las que contamos hoy, el avance de las investigaciones, y demás elementos que permiten acusar formalmente a los culpables y dejar atrás meros clichés acerca de “la oscuridad” o la “falta de claridad”. Cuando ya hay luz acerca de autores y motivaciones, no da que los discursos se queden enganchados en el pasado permanentemente. Así como Fantini prefirió poner el acento en cuestiones periféricas y alusiones indirectas, más de un dirigente planea seguir haciéndolo por más que la información esté en frente suyo, lo cual es penoso. Para terminar con el tema del discurso de Claudio Fantini, sugiero que no se pongan a la misma altura moral al terrorismo y al contraterrorismo. Un caso planteado en sus palabras fue el atentado a las Torres Gemelas y la respuesta de la Administración Bush mediante la Ley Patriótica como si las dos cuestiones fueran igual de malas, buscando una simetría moral inexistente. Se puede no estar a favor de esa ley o de ciertos aspectos puntuales, pero no hay equivalencia posible entre dicha respuesta legal preventiva para la lucha contra el terror, y el flagelo terrorista en sí. El terrorismo ha sido la causa del efecto contraterrorista, y por más que alguien piense que este tipo de medidas defensivas no se justifican, no puede igualarlas a un atentado terrorista.
Acerca de la propuesta de que la causa se resuelva en un tribunal internacional, esto es una expresión de vergüenza que debe pesar sobre nosotros. Más vergüenza que la idea en sí misma, es que se haya tenido que llegar a proponerla. La paupérrima imagen que brindó la Justicia argentina; la desconfianza generada por el tumultuoso camino recorrido por la causa, plagado de ilegalidades y aberrantes violaciones a lo que constituiría un digno código moral de cualquier persona para regir sus actos; y la falta de respuestas contundentes en los momentos en que se las requirió para impedir que el caso se prolongara indebidamente, son argumentos que han llevado a la propuesta del tribunal internacional, sumados a la falta de cooperación del agresor iraní para con la agredida Argentina. Un juicio que debería haberse realizado y terminado hace mucho tiempo con actuación contundente de la Justicia argentina, es posible que termine en manos de un tribunal internacional con fuertes reclamos de absolución a los acusados por parte de organizaciones hipócritas de Derechos Humanos y de grupos terroristas disfrazados bajo el manto protector de la actividad caritativa, montando un circo alrededor del juzgamiento. Es notorio el esfuerzo que hace Irán para no entregar a los sospechosos, para eludir los reclamos judiciales, a la vez que “invita” al gobierno argentino a resolver la cuestión pacíficamente, con un arreglo entre gobiernos. Evidentemente los iraníes no tienen incorporada y asumida la noción básica de un Estado de Derecho que es la división de poderes; por un lado está el poder ejecutivo, por otro el legislativo y por otro el judicial. Ostentar un poder judicial independiente, libre de presiones políticas, no es algo con lo que Irán se siente cómodo; por lo que prefiere politizar la situación, mezclar arreglos entre los ejecutivos iraníes y argentinos para entorpecer la imparcialidad e independencia de criterio de la Justicia, cuando no lograr que se retiren los cargos y Argentina cese en sus pretensiones. Más allá de esto, lo que sí es menester reconocer es el enderezamiento judicial argentino en la causa gracias al complejo y eficiente trabajo desempeñado por la UFI (Unidad Fiscal de Investigación) encabezada por el fiscal Alberto Nisman, y a la elogiable tarea en este caso del juez Rodolfo Canicoba Corral que declaró crimen de lesa humanidad al atentado terrorista y ordenó la captura internacional de los imputados.
Llegado el momento de hablar del fiscal, lamento tener que decir que muchos dirigentes, en sus discursos a las comunidades judías o al público en general, no reconocen a Alberto Nisman. Ha desempeñado una tarea impresionante, con una seriedad y una calidad difícil de encontrar en varios de sus colegas, rescatando una causa hundida como estaba y pasando a encabezar la lucha mundial contra el terrorismo desde su posición. Nisman es un héroe nacional a quien los discursos lo han relegado a un triste papel secundario o directamente a la indiferencia más lastimosa. Merece todos nuestros honores y manifestaciones de apoyo. Tras haber padecido contratiempos y amenazas violentas, ha seguido adelante con su fenomenal trabajo sin ceder ni claudicar en sus esfuerzos para que se haga justicia. Quizá muchos intereses políticos estorben el agradecimiento público correspondiente por sus merecimientos, pero nada podrá opacar su figura para quienes se preocupan por seguir el caso AMIA y valorar su actuación. Es Alberto Nisman quien junto al fiscal Marcelo Martínez Burgos, el 25 de octubre de 2006, acusó formalmente al gobierno de Irán de haber planificado el atentado terrorista y al grupo terrorista libanés Hezbollah de perpetrarlo. Esto logró que luego el juez Canicoba Corral ordenara la captura de los funcionarios iraníes y de un participante libanés miembro de Hezbollah. Posteriormente, la Asamblea General de INTERPOL, el 7 de noviembre de 2007, emitió las “circulares rojas” para detener a los acusados y someterlos a la Justicia. Es ostensible el movimiento desplegado por Nisman desempeñando una sólida tarea con férrea determinación cual servidor del alto ideal de justicia.
Para concluir, estas observaciones apuntan a: que se de un paso adelante en los discursos sobre AMIA de gente idónea para pronunciarlos, no estancándose en el pasado y en menciones vacías de contenido, sino tomando en consideración todo lo que se ha avanzado que nos permite expresar un enérgico rechazo al papel desempeñado por Irán y sus actuales intentos por eludir juzgamiento, y a Hezbollah; a que sea cual sea el tribunal que finalmente juzgue a los implicados en el atentado, la imparcialidad sea la regla inquebrantable que no tambalee ante las presiones y amenazas pertenecientes al salvajismo con el cual están acostumbrados a imponerse los terroristas, ni a los reclamos piadosos o estúpidos de organizaciones de Derechos Humanos que en varias ocasiones ameritan que se las llame organizaciones de Derechos Terroristas; y que se reconozca la actuación del fiscal Alberto Nisman, tomando en consideración todo lo hecho por él y sus implicancias en la lucha antiterrorista global, a la hora de presentar el tema AMIA. No hay que eludir nombrar, sino remarcar, a los acusados por el atentado terrorista: Ali Akbar Hashemi Bahramie Rafsanjani (Presidente de Irán 1989-1997), Alí Fallahijan (Ministro de Información y Seguridad de Irán 1989-1997), Alí Akbar Velayati (Ministro de Relaciones Exteriores de Irán (1981-1997), Mohsen Rezai (Comandante de la Guardia Revolucionaria Pasdarans (1981-1997), Imad Fayez Moughnieh (Jefe de Servicio de Seguridad Exterior de Hezbollah, libanés liquidado en Siria), Mohsen Rabbani (Consejero Cultural de la Embajada de Irán en Argentina 1994-1998), Ahmad Reza Asghari (también conocido como Mohsen Randjbaran, 3º Secretario de la Embajada de Irán en Argentina 1991-1994), Ahmad Vahidi (Comandante de las fuerzas Quds 1989-1998, y actual Ministro de Defensa de Irán).
“Justicia, justicia perseguirás…” está escrito en la Torá (Devarim 16:20). Nisman lo está haciendo, está persiguiendo justicia, y debemos apoyarlo. Sin esconder, eludir, o ignorar lo que debe ser nombrado. El terrorismo merece ser repudiado con vehemencia y contundencia. Hay que decir con claridad: Irán es un Estado terrorista. Esto no es acusar a toda su población (a quien, de paso, apoyo en sus reclamos contra la tiranía que los oprime). Sino al aparato estatal, a las instituciones, a sus funcionarios públicos responsables de actividades terroristas que gozan del beneplácito de la jerarquía gubernamental, a las autoridades asesinas que dominan el país, a las sanguinarias ordenanzas emitidas, y a las expresiones legales iraníes que patrocinan y ordenan ejecutar actos de terrorismo. Irán Estado terrorista; no hay que olvidarlo.
Ezequiel Eiben
1-8-2011
1 de Av 5771
Hay tres observaciones dignas de hacerse respecto de la situación del caso AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). La primera tiene que ver con el flojo discurso que se escuchó en boca de un analista internacional de renombre acerca del terrible atentado terrorista que asesinó a 85 personas volando la sede de la mutual; la segunda con el pedido de resolución de la causa en un tribunal internacional; y la tercera sobre la figura del fiscal Alberto Nisman.
Para empezar, quisiera analizar el discurso del analista político internacional Claudio Fantini, pronunciado en Córdoba durante el acto del 17º aniversario del atentado terrorista, evento organizado por la filial en dicha ciudad de DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas). El discurso estuvo dividido en dos partes. La segunda tuvo su mérito, en la cual expresó condena al terrorismo acusando a éste de atacar blancos en Buenos Aires, Nueva York y demás capitales y metrópolis del mundo, ya que en estas ciudades predomina el pluralismo, y el terrorismo busca eliminar lo distinto, lo que no está de acuerdo con sus ideas. Pero la primera parte no estuvo a la altura de la ocasión. Fantini divagó durante varios minutos haciendo referencia a la literatura sobre detectives producida en Gran Bretaña y Estados Unidos, diferenciando estas dos en cuanto que los detectives ingleses lograban resolver los casos, mientras los norteamericanos no porque se encontraban con el elemento de la mafia que impedía llegar a la solución. Trasplantó esta analogía a la realidad de la causa AMIA, que no se ha llegado a resolver por encubrimientos, ilegalidades y mafias que han impedido avanzar hasta el final. Uno entiende la intención del analista de extrapolar conceptos y criterios para referirse al tema evocado, pero que esta comparación metafórica fuera casi el foco del discurso, no era de esperar. Quizá lo dicho hubiese estado más acorde para un Premio Nóbel de Literatura, que para un analista de quien todos esperábamos vislumbrar su visión concreta sobre el asunto. Fantini no señaló a Irán, no lo acusó inequívocamente como culpable del atentado y no exigió con determinación que la República Islámica entregara a los principales sospechosos y se sometiera a la ley. Semejante evasión de datos reales concretos frente al ahínco en el paseo por personajes literarios y obras de ficción, fue lo que me causó molestias. Fantini también habló de la oscuridad que se cierne sobre el caso, de la falta de claridad, sumándose al discurso de otros dirigentes comunitarios a nivel nacional que procuran especial detenimiento en la observación de la ausencia de respuestas. Pues bien, a esta altura del partido, no se puede hablar de oscuridad, falta de claridad y ausencia de respuestas como se hablaba en los primeros diez u once aniversarios del atentado. Estos tres factores han pasado a reflejar un slogan atrasado en el tiempo en vez del estado actual de la situación. Es verdad que faltan resoluciones en el caso AMIA, pero hoy se cuenta con un respaldo probatorio, con un archivo documental, y con un caudal de información que arrojan luz a los interrogantes del pasado. Casi nadie habla de ello en sus discursos. Se sabe quienes planificaron el atentado (funcionarios terroristas iraníes y libaneses), quien lo ejecutó (Ibrahim Hussein Berro), a través de que banda terrorista (Hezbollah), con el apoyo de que país (Irán), por donde ingresaron a Argentina (Triple Frontera), cual fue el método (coche bomba), y cual la motivación (interrupción de la transferencia de tecnología nuclear de Argentina a Irán, esto en el marco de expansión mundial del islamismo). ¿Acaso hay una deliberada omisión de esta información? Y si así es el caso, ¿por qué? ¿por miedo? ¿por algún otro tipo de presión? Una cosa es la impotencia que sentimos todos al ver la injusticia, la impunidad y la falta de seriedad que envolvieron al tratamiento de la causa durante sus peores momentos transitados. Pero otra cosa son las pruebas con las que contamos hoy, el avance de las investigaciones, y demás elementos que permiten acusar formalmente a los culpables y dejar atrás meros clichés acerca de “la oscuridad” o la “falta de claridad”. Cuando ya hay luz acerca de autores y motivaciones, no da que los discursos se queden enganchados en el pasado permanentemente. Así como Fantini prefirió poner el acento en cuestiones periféricas y alusiones indirectas, más de un dirigente planea seguir haciéndolo por más que la información esté en frente suyo, lo cual es penoso. Para terminar con el tema del discurso de Claudio Fantini, sugiero que no se pongan a la misma altura moral al terrorismo y al contraterrorismo. Un caso planteado en sus palabras fue el atentado a las Torres Gemelas y la respuesta de la Administración Bush mediante la Ley Patriótica como si las dos cuestiones fueran igual de malas, buscando una simetría moral inexistente. Se puede no estar a favor de esa ley o de ciertos aspectos puntuales, pero no hay equivalencia posible entre dicha respuesta legal preventiva para la lucha contra el terror, y el flagelo terrorista en sí. El terrorismo ha sido la causa del efecto contraterrorista, y por más que alguien piense que este tipo de medidas defensivas no se justifican, no puede igualarlas a un atentado terrorista.
Acerca de la propuesta de que la causa se resuelva en un tribunal internacional, esto es una expresión de vergüenza que debe pesar sobre nosotros. Más vergüenza que la idea en sí misma, es que se haya tenido que llegar a proponerla. La paupérrima imagen que brindó la Justicia argentina; la desconfianza generada por el tumultuoso camino recorrido por la causa, plagado de ilegalidades y aberrantes violaciones a lo que constituiría un digno código moral de cualquier persona para regir sus actos; y la falta de respuestas contundentes en los momentos en que se las requirió para impedir que el caso se prolongara indebidamente, son argumentos que han llevado a la propuesta del tribunal internacional, sumados a la falta de cooperación del agresor iraní para con la agredida Argentina. Un juicio que debería haberse realizado y terminado hace mucho tiempo con actuación contundente de la Justicia argentina, es posible que termine en manos de un tribunal internacional con fuertes reclamos de absolución a los acusados por parte de organizaciones hipócritas de Derechos Humanos y de grupos terroristas disfrazados bajo el manto protector de la actividad caritativa, montando un circo alrededor del juzgamiento. Es notorio el esfuerzo que hace Irán para no entregar a los sospechosos, para eludir los reclamos judiciales, a la vez que “invita” al gobierno argentino a resolver la cuestión pacíficamente, con un arreglo entre gobiernos. Evidentemente los iraníes no tienen incorporada y asumida la noción básica de un Estado de Derecho que es la división de poderes; por un lado está el poder ejecutivo, por otro el legislativo y por otro el judicial. Ostentar un poder judicial independiente, libre de presiones políticas, no es algo con lo que Irán se siente cómodo; por lo que prefiere politizar la situación, mezclar arreglos entre los ejecutivos iraníes y argentinos para entorpecer la imparcialidad e independencia de criterio de la Justicia, cuando no lograr que se retiren los cargos y Argentina cese en sus pretensiones. Más allá de esto, lo que sí es menester reconocer es el enderezamiento judicial argentino en la causa gracias al complejo y eficiente trabajo desempeñado por la UFI (Unidad Fiscal de Investigación) encabezada por el fiscal Alberto Nisman, y a la elogiable tarea en este caso del juez Rodolfo Canicoba Corral que declaró crimen de lesa humanidad al atentado terrorista y ordenó la captura internacional de los imputados.
Llegado el momento de hablar del fiscal, lamento tener que decir que muchos dirigentes, en sus discursos a las comunidades judías o al público en general, no reconocen a Alberto Nisman. Ha desempeñado una tarea impresionante, con una seriedad y una calidad difícil de encontrar en varios de sus colegas, rescatando una causa hundida como estaba y pasando a encabezar la lucha mundial contra el terrorismo desde su posición. Nisman es un héroe nacional a quien los discursos lo han relegado a un triste papel secundario o directamente a la indiferencia más lastimosa. Merece todos nuestros honores y manifestaciones de apoyo. Tras haber padecido contratiempos y amenazas violentas, ha seguido adelante con su fenomenal trabajo sin ceder ni claudicar en sus esfuerzos para que se haga justicia. Quizá muchos intereses políticos estorben el agradecimiento público correspondiente por sus merecimientos, pero nada podrá opacar su figura para quienes se preocupan por seguir el caso AMIA y valorar su actuación. Es Alberto Nisman quien junto al fiscal Marcelo Martínez Burgos, el 25 de octubre de 2006, acusó formalmente al gobierno de Irán de haber planificado el atentado terrorista y al grupo terrorista libanés Hezbollah de perpetrarlo. Esto logró que luego el juez Canicoba Corral ordenara la captura de los funcionarios iraníes y de un participante libanés miembro de Hezbollah. Posteriormente, la Asamblea General de INTERPOL, el 7 de noviembre de 2007, emitió las “circulares rojas” para detener a los acusados y someterlos a la Justicia. Es ostensible el movimiento desplegado por Nisman desempeñando una sólida tarea con férrea determinación cual servidor del alto ideal de justicia.
Para concluir, estas observaciones apuntan a: que se de un paso adelante en los discursos sobre AMIA de gente idónea para pronunciarlos, no estancándose en el pasado y en menciones vacías de contenido, sino tomando en consideración todo lo que se ha avanzado que nos permite expresar un enérgico rechazo al papel desempeñado por Irán y sus actuales intentos por eludir juzgamiento, y a Hezbollah; a que sea cual sea el tribunal que finalmente juzgue a los implicados en el atentado, la imparcialidad sea la regla inquebrantable que no tambalee ante las presiones y amenazas pertenecientes al salvajismo con el cual están acostumbrados a imponerse los terroristas, ni a los reclamos piadosos o estúpidos de organizaciones de Derechos Humanos que en varias ocasiones ameritan que se las llame organizaciones de Derechos Terroristas; y que se reconozca la actuación del fiscal Alberto Nisman, tomando en consideración todo lo hecho por él y sus implicancias en la lucha antiterrorista global, a la hora de presentar el tema AMIA. No hay que eludir nombrar, sino remarcar, a los acusados por el atentado terrorista: Ali Akbar Hashemi Bahramie Rafsanjani (Presidente de Irán 1989-1997), Alí Fallahijan (Ministro de Información y Seguridad de Irán 1989-1997), Alí Akbar Velayati (Ministro de Relaciones Exteriores de Irán (1981-1997), Mohsen Rezai (Comandante de la Guardia Revolucionaria Pasdarans (1981-1997), Imad Fayez Moughnieh (Jefe de Servicio de Seguridad Exterior de Hezbollah, libanés liquidado en Siria), Mohsen Rabbani (Consejero Cultural de la Embajada de Irán en Argentina 1994-1998), Ahmad Reza Asghari (también conocido como Mohsen Randjbaran, 3º Secretario de la Embajada de Irán en Argentina 1991-1994), Ahmad Vahidi (Comandante de las fuerzas Quds 1989-1998, y actual Ministro de Defensa de Irán).
“Justicia, justicia perseguirás…” está escrito en la Torá (Devarim 16:20). Nisman lo está haciendo, está persiguiendo justicia, y debemos apoyarlo. Sin esconder, eludir, o ignorar lo que debe ser nombrado. El terrorismo merece ser repudiado con vehemencia y contundencia. Hay que decir con claridad: Irán es un Estado terrorista. Esto no es acusar a toda su población (a quien, de paso, apoyo en sus reclamos contra la tiranía que los oprime). Sino al aparato estatal, a las instituciones, a sus funcionarios públicos responsables de actividades terroristas que gozan del beneplácito de la jerarquía gubernamental, a las autoridades asesinas que dominan el país, a las sanguinarias ordenanzas emitidas, y a las expresiones legales iraníes que patrocinan y ordenan ejecutar actos de terrorismo. Irán Estado terrorista; no hay que olvidarlo.
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domingo, 31 de julio de 2011
¿De qué socio palestino hablan?
¿De qué socio palestino hablan?
Ezequiel Eiben
31-7-2011
29 Tammuz 5771
Muchos que piensan que Israel quiere la paz y debe forzosamente avanzar hacia la creación de un Estado palestino, afirman que tiene un socio. Otros afirman que en los proyectos de negociación, ese palestino es el socio que verdaderamente quiere la paz mientras que Israel es el socio ausente que dificulta los procesos. Ambos grupos de analistas, ¿de qué socio palestino hablan? ¿Del presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas? Aunque en ocasiones parezca una tomada de pelo, a él se refieren. Lo pintan como un luchador por su pueblo que se basa en el amor hacia sus hermanos y despliega una lucha auténtica en su nombre en aras de la necesitada paz. Por muy romántica que suene esa mentira, no es más que eso: una mentira.
Abbas no puede invocar amor por su pueblo, ni siquiera un proceder racional hacia los derechos y necesidades de sus miembros. A muchos los mantiene en campos de refugiados para utilizarlos como punta de lanza en sus reclamos, a los fines de conseguir adeptos a la causa. Continúa sometiéndolos a la bajeza para dar lástima ante el mundo y obtener favores políticos. Los denigra y arroja a la degradación humana cual mendigos que dependen únicamente de la beneficencia de otros. No les permite la digna autosustentabilidad.
Abbas es aliado de la agrupación terrorista islamista Hamas, con la cual en conjunto demuestran su desprecio hacia los judíos en particular y a la humanidad en general, promoviendo asesinatos y masacres. Ahora bien, el desprecio también se proyecta, aunque en otro nivel, sobre los propios palestinos. Hamas lleva adelante un gobierno islamista totalitario en la Franja de Gaza que oprime a los palestinos con ferocidad. Los gobernantes se transforman en victimarios de su pueblo víctima, y Abbas lo convalida. No se puede decir que el presidente de la AP sea un amoroso con sus hermanos. Por el contrario, colabora con sus verdugos.
Abbas ve a los palestinos como medios para alcanzar sus fines: ellos sufren los errores de su gobierno; el conflicto con Israel se perpetúa; y él continúa en el poder haciendo movimientos políticos estratégicos, a veces desesperados, que le aseguren su lugar. No lo mueve el amor por los palestinos, ni una consideración racional hacia ellos, ni un limpio interés en verdaderamente ayudarlos a todos, sino su interés de seguir en el poder y que los libros de historia hablen de él en el futuro como un héroe enfrentado a los monstruos más poderosos. Busca conservar un sitio privilegiado desde el cual seguir dando sus directivas que someten a cuerpos y espíritus bajo el látigo de la tiranía. Abbas no es un representante heroico de los palestinos, sino un político malvado que los perjudica.
Abbas tampoco puede alegar seriamente que ha querido con sinceridad ser un socio de Israel para la paz. Junto con Arafat intentó destruirlo a través del terrorismo primero, y luego siguiendo su camino desde la presidencia de la AP por medio de la diplomacia y la presión internacional reclamando el inexistente derecho al retorno palestino para ahogar demográficamente al Estado Judío y hacerlo desaparecer.
¿Éste es el socio que le presentan a Israel y que quieren hacerle creer que se mueve con honestidad? ¿Qué debe hacer Israel frente a este viejo conocido aborrecedor de judíos respecto de sus reclamos territoriales? Para empezar, tener en consideración que los territorios en disputa pertenecen a Israel. Si bien están, como se ha dicho, siendo disputados, el derecho israelí sobre ellos es superior y justificado. No hay ninguna ley que obligue a Israel a desprenderse de ellos y cederlos a los palestinos. No importa la presión internacional que haya en su contra, no importan las amenazas recibidas: el Estado Judío debe obrar según su voluntad, que es la prioridad fundamental, pensando en su propia paz y seguridad. En caso de que Israel decidiera finalmente entregar los territorios, esto solo debería entenderse en el marco de consideraciones humanitarias (para que muchos de los palestinos vivan en un país independiente en vez de sufrir en campos de refugiados, suponiendo que al malvado Abbas se le ocurriera sacarlos de allí, y estando de más agregar que no hay responsabilidad israelí en las turbias maniobras árabes), o por conveniencia y estrategia política (no gobernar población palestina que apunta a destruirlo, sino sacárselos de encima y que definitivamente no dependan más en ninguna medida del gobierno israelí). Pero no hay razones legales ni fundamentos morales ineludibles que obliguen a Israel a ceder los territorios a una postura palestina que algunos creen más fuerte y superior. Por lo tanto, en el caso de que Israel resolviera poner fin al asunto de la creación de un Estado palestino en Gaza y Judea y Samaria, y anexar todos los territorios, estaría justificado y tendría razones de sobra para defender su determinación. Su respaldo argumentativo sería suficiente.
Respecto de las consideraciones humanitarias y de conveniencia anteriormente aludidas, en caso de que Israel las tuviese en cuenta debiera saber que son solo hipótesis que podrían favorecerlo, pero nada es seguro cuando el gobierno terrorista palestino está del otro lado. Es muy probable que no se diera ni lo uno ni lo otro. Esto es porque, primero, el establecimiento de un Estado palestino no necesariamente es sinónimo de progreso y bienestar para sus futuros ciudadanos. El gobierno de Abbas puede degenerar en una tiranía peor de la que ya es bajo el manto de un Estado totalitario, oprimiendo aún más a sus súbditos. No sería nada del otro mundo, sería una dictadura árabe más entre todas las que existen. Y acerca de lo segundo, nada garantiza que un gran número de palestinos, con Estado nuevo, olvidarán su clásico anhelo de aniquilar a los judíos. Los palestinos continúan siendo educados en el odio hacia Israel, y un Estado propio que no fuera desmilitarizado en este contexto les daría mayor fuerza para bregar por la destrucción del Estado Judío.
Los israelíes deben poner en práctica el egoísmo racional, y no sacrificar el propio interés a otros. Muchos palestinos se autoproclaman enemigos de Israel, y sus necesidades no deben ser hipotecas para el futuro judío. La obligación del gobierno israelí es garantizar la seguridad de sus ciudadanos, proteger los derechos de propiedad judíos sobre las tierras, y la preservación del país, sin ceder a presiones terroristas o diplomáticas que perjudiquen sus legítimos intereses.
El sionismo ya sufrió en el pasado el robo histórico de territorio que implica la creación del Reino Hashemita de Jordania al este del Río Jordán. Ése es el Estado que los británicos le regalaron a los árabes de la entonces llamada Palestina, extirpando la mayor parte de Eretz Israel. Semejante traición a los judíos no debe volver a ocurrir ni permitírsele a Abbas forzar sacrificios israelíes; si otro Estado árabe ha de crearse en territorio que le corresponde a Israel, la iniciativa debe partir de negociaciones entre partes legítimas que incluyan el consentimiento libre y voluntario del Estado Judío con el apoyo de sus ciudadanos y sin que se perjudiquen sus derechos de propiedad, y no ser el nuevo país árabe producto de otra injusticia más contra el pueblo hebreo.
Ezequiel Eiben
31-7-2011
29 Tammuz 5771
Muchos que piensan que Israel quiere la paz y debe forzosamente avanzar hacia la creación de un Estado palestino, afirman que tiene un socio. Otros afirman que en los proyectos de negociación, ese palestino es el socio que verdaderamente quiere la paz mientras que Israel es el socio ausente que dificulta los procesos. Ambos grupos de analistas, ¿de qué socio palestino hablan? ¿Del presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas? Aunque en ocasiones parezca una tomada de pelo, a él se refieren. Lo pintan como un luchador por su pueblo que se basa en el amor hacia sus hermanos y despliega una lucha auténtica en su nombre en aras de la necesitada paz. Por muy romántica que suene esa mentira, no es más que eso: una mentira.
Abbas no puede invocar amor por su pueblo, ni siquiera un proceder racional hacia los derechos y necesidades de sus miembros. A muchos los mantiene en campos de refugiados para utilizarlos como punta de lanza en sus reclamos, a los fines de conseguir adeptos a la causa. Continúa sometiéndolos a la bajeza para dar lástima ante el mundo y obtener favores políticos. Los denigra y arroja a la degradación humana cual mendigos que dependen únicamente de la beneficencia de otros. No les permite la digna autosustentabilidad.
Abbas es aliado de la agrupación terrorista islamista Hamas, con la cual en conjunto demuestran su desprecio hacia los judíos en particular y a la humanidad en general, promoviendo asesinatos y masacres. Ahora bien, el desprecio también se proyecta, aunque en otro nivel, sobre los propios palestinos. Hamas lleva adelante un gobierno islamista totalitario en la Franja de Gaza que oprime a los palestinos con ferocidad. Los gobernantes se transforman en victimarios de su pueblo víctima, y Abbas lo convalida. No se puede decir que el presidente de la AP sea un amoroso con sus hermanos. Por el contrario, colabora con sus verdugos.
Abbas ve a los palestinos como medios para alcanzar sus fines: ellos sufren los errores de su gobierno; el conflicto con Israel se perpetúa; y él continúa en el poder haciendo movimientos políticos estratégicos, a veces desesperados, que le aseguren su lugar. No lo mueve el amor por los palestinos, ni una consideración racional hacia ellos, ni un limpio interés en verdaderamente ayudarlos a todos, sino su interés de seguir en el poder y que los libros de historia hablen de él en el futuro como un héroe enfrentado a los monstruos más poderosos. Busca conservar un sitio privilegiado desde el cual seguir dando sus directivas que someten a cuerpos y espíritus bajo el látigo de la tiranía. Abbas no es un representante heroico de los palestinos, sino un político malvado que los perjudica.
Abbas tampoco puede alegar seriamente que ha querido con sinceridad ser un socio de Israel para la paz. Junto con Arafat intentó destruirlo a través del terrorismo primero, y luego siguiendo su camino desde la presidencia de la AP por medio de la diplomacia y la presión internacional reclamando el inexistente derecho al retorno palestino para ahogar demográficamente al Estado Judío y hacerlo desaparecer.
¿Éste es el socio que le presentan a Israel y que quieren hacerle creer que se mueve con honestidad? ¿Qué debe hacer Israel frente a este viejo conocido aborrecedor de judíos respecto de sus reclamos territoriales? Para empezar, tener en consideración que los territorios en disputa pertenecen a Israel. Si bien están, como se ha dicho, siendo disputados, el derecho israelí sobre ellos es superior y justificado. No hay ninguna ley que obligue a Israel a desprenderse de ellos y cederlos a los palestinos. No importa la presión internacional que haya en su contra, no importan las amenazas recibidas: el Estado Judío debe obrar según su voluntad, que es la prioridad fundamental, pensando en su propia paz y seguridad. En caso de que Israel decidiera finalmente entregar los territorios, esto solo debería entenderse en el marco de consideraciones humanitarias (para que muchos de los palestinos vivan en un país independiente en vez de sufrir en campos de refugiados, suponiendo que al malvado Abbas se le ocurriera sacarlos de allí, y estando de más agregar que no hay responsabilidad israelí en las turbias maniobras árabes), o por conveniencia y estrategia política (no gobernar población palestina que apunta a destruirlo, sino sacárselos de encima y que definitivamente no dependan más en ninguna medida del gobierno israelí). Pero no hay razones legales ni fundamentos morales ineludibles que obliguen a Israel a ceder los territorios a una postura palestina que algunos creen más fuerte y superior. Por lo tanto, en el caso de que Israel resolviera poner fin al asunto de la creación de un Estado palestino en Gaza y Judea y Samaria, y anexar todos los territorios, estaría justificado y tendría razones de sobra para defender su determinación. Su respaldo argumentativo sería suficiente.
Respecto de las consideraciones humanitarias y de conveniencia anteriormente aludidas, en caso de que Israel las tuviese en cuenta debiera saber que son solo hipótesis que podrían favorecerlo, pero nada es seguro cuando el gobierno terrorista palestino está del otro lado. Es muy probable que no se diera ni lo uno ni lo otro. Esto es porque, primero, el establecimiento de un Estado palestino no necesariamente es sinónimo de progreso y bienestar para sus futuros ciudadanos. El gobierno de Abbas puede degenerar en una tiranía peor de la que ya es bajo el manto de un Estado totalitario, oprimiendo aún más a sus súbditos. No sería nada del otro mundo, sería una dictadura árabe más entre todas las que existen. Y acerca de lo segundo, nada garantiza que un gran número de palestinos, con Estado nuevo, olvidarán su clásico anhelo de aniquilar a los judíos. Los palestinos continúan siendo educados en el odio hacia Israel, y un Estado propio que no fuera desmilitarizado en este contexto les daría mayor fuerza para bregar por la destrucción del Estado Judío.
Los israelíes deben poner en práctica el egoísmo racional, y no sacrificar el propio interés a otros. Muchos palestinos se autoproclaman enemigos de Israel, y sus necesidades no deben ser hipotecas para el futuro judío. La obligación del gobierno israelí es garantizar la seguridad de sus ciudadanos, proteger los derechos de propiedad judíos sobre las tierras, y la preservación del país, sin ceder a presiones terroristas o diplomáticas que perjudiquen sus legítimos intereses.
El sionismo ya sufrió en el pasado el robo histórico de territorio que implica la creación del Reino Hashemita de Jordania al este del Río Jordán. Ése es el Estado que los británicos le regalaron a los árabes de la entonces llamada Palestina, extirpando la mayor parte de Eretz Israel. Semejante traición a los judíos no debe volver a ocurrir ni permitírsele a Abbas forzar sacrificios israelíes; si otro Estado árabe ha de crearse en territorio que le corresponde a Israel, la iniciativa debe partir de negociaciones entre partes legítimas que incluyan el consentimiento libre y voluntario del Estado Judío con el apoyo de sus ciudadanos y sin que se perjudiquen sus derechos de propiedad, y no ser el nuevo país árabe producto de otra injusticia más contra el pueblo hebreo.
martes, 26 de julio de 2011
Tres falsas acusaciones contra Israel
Tres falsas acusaciones contra Israel
Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771
Son harto conocidas las falsas acusaciones en contra de Israel. Es penoso que además de ser repetidas en los ambientes socialistas (donde la regla es la mentira), también algunos liberales defensores de la libertad que mejor que nadie deberían comprender al Estado israelí (si bien son los menos los antiisraelíes), se copen con las mentiras y las calumnias que ya han sido refutadas fácilmente una y otra vez por los defensores sionistas. Los acusadores repiten y repiten que Israel es tan terrorista como los palestinos o quizá más o quizá que solamente los judíos son terroristas, que Israel es culpable de las guerras, que Israel es teocrático, y una sarta de mentiras que la imaginación va moldeando y remodelando a medida que la judeofobia se va abriendo el paso. En el presente artículo nos limitaremos a desarmar las tres falsas acusaciones mencionadas específicamente y a expresar esperanza respecto del futuro liberal sobre la visión de Israel.
No se puede establecer una simetría moral inexistente entre Israel y los terroristas palestinos. Es como intentar establecerla entre los inquisidores cristianos demonizando y quemando judíos en hogueras, y judíos que ante ello propaguen liturgias anticristianas y se intenten defender de los victimarios. Hay una diferencia política y moral esencial: el soldado israelí está facultado jurídicamente para matar en acciones de autodefensa, representa al ejército regular de un Estado con derecho y deber de defenderse y preservarse. El terrorista es un asesino que considera a las demás personas fines para sus propios medios, y actúa permanente e injustificadamente fuera de la ley. El soldado ataca blancos terroristas. El terrorista ataca deliberadamente civiles e indefensos. Hamas utiliza a propios civiles palestinos como escudos humanos, de ahí que la responsabilidad por la muerte de esos civiles sea del propio Hamas. Aun así, Israel ha practicado la llamada doctrina de los “asesinatos selectivos” (que no es un asesinato a un pobre inocente combatiente o líder, sino que consiste en liquidar terroristas con sangre en sus manos que continúan planificando torrentes de muertos israelíes), y ataques quirúrgicos para evitar o reducir al máximo el daño colateral. No hay equivalencia moral entre el agresor y el agredido, entre la víctima y el victimario. Poner esto en la misma balanza es realmente atroz. Es de una perversidad moral inusitada. De los socialistas, no extraña. Pero de algunos liberales, sorprende.
No hay ninguna guerra que Israel haya provocado. Esto es muy claro incluso desde antes de que el Estado Judío declarara su independencia, en la época de la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU: los sionistas acataron; los árabes atacaron. Siempre atacaron primero los enemigos árabes e islámicos; en la única contienda bélica que Israel comenzó el ataque es en la Guerra de los Seis Días, dirigiendo una avanzada contra Egipto, pero esto fue tras un despliegue de efectivos y violaciones a la ley por parte del gobierno egipcio, sumado a la retórica auspiciosa y prometedora de genocidio judío por parte de su presidente, que demostraban la inminencia de una agresión total árabe. No hay que olvidar tampoco el pacto de Egipto firmado con Jordania y Siria para que atacaran en otros frentes contra Israel. De hecho lo hicieron. La consigna de los Estados árabes para guerrear contra el Estado Judío consistió en el mero nacimiento de este último. Si se siguen las excusas puestas por los árabes y se considera que Israel es el que provocó las guerras, estaríamos frente al inaudito argumento de que la existencia de un Estado legítimo es causa de justificación suficiente para agredirlo. Es decir, Israel debería disculparse por haber nacido y permitir su obliteración a mano de sus enemigos. ¿Alguien puede imaginar, en el caso de seres humanos, que una persona que inocentemente vino al mundo a vivir tenga que pedir perdón por su existencia y resignarse a ser asesinada? En referencia a esta contienda entre Estados, aplicar esa cadena de razonamientos equivaldría a condenar al legítimo establecimiento del Estado de Israel y justificar las ilegítimas agresiones de las cuales fue víctima.
El Estado de Israel no es una teocracia y nunca lo fue. El sionismo como movimiento político nació secular y así se desarrolló mayoritariamente. Israel no se constituyó anunciando una verdad programada en la Torá, sino que su origen fue un evento político con lectura de un documento político jurídico como la Declaración de la Independencia, más allá de las interpretaciones místicas que muchos quieran hacer de ello. Israel nunca fue gobernado por la religión, si bien religiosos tienen bancas en su parlamento. Israel es una democracia con una ley secular de cumplimiento obligatorio, mientras que la ley religiosa judía es de cumplimiento voluntario para quien desee regirse por ella. Israel no necesita recurrir a argumentos religiosos para justificarse. Es una realidad política, perfectamente concebible sin la religión. Cualquiera que haya estudiado su historia y analizado su presente, por más que haya influencias religiosas más o menos notorias e incidentes, es imposible confundirse y pensar que es una cuestión de fe opuesta a la razón. Israel no se basa en la teología para justificarse, sino en el derecho.
Una amplia mayoría de socialistas es antiisraelí, y una amplia mayoría de liberales es pro israelí. Por más que duela encontrarse con cierta gente en ambientes liberales que expresa soberbia inteligencia en muchos tópicos pero que rinde su razonamiento a estúpidos clichés internacionalmente difundidos por judeófobos cuando el foco se centra en Israel, es sabido que Israel puede asociarse a una isla de libertad en medio de un mar de esclavitud en el Medio Oriente, y que el grueso de los liberales así lo entiende. Por eso, doy el consejo y manifiesto el deseo de que la imagen positiva de Israel (sin olvidar las correcciones que es necesario efectuar ya que no es perfecto sino perfectible) sea desarrollada dentro del liberalismo como un legítimo proyecto de libertad.
Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771
Son harto conocidas las falsas acusaciones en contra de Israel. Es penoso que además de ser repetidas en los ambientes socialistas (donde la regla es la mentira), también algunos liberales defensores de la libertad que mejor que nadie deberían comprender al Estado israelí (si bien son los menos los antiisraelíes), se copen con las mentiras y las calumnias que ya han sido refutadas fácilmente una y otra vez por los defensores sionistas. Los acusadores repiten y repiten que Israel es tan terrorista como los palestinos o quizá más o quizá que solamente los judíos son terroristas, que Israel es culpable de las guerras, que Israel es teocrático, y una sarta de mentiras que la imaginación va moldeando y remodelando a medida que la judeofobia se va abriendo el paso. En el presente artículo nos limitaremos a desarmar las tres falsas acusaciones mencionadas específicamente y a expresar esperanza respecto del futuro liberal sobre la visión de Israel.
No se puede establecer una simetría moral inexistente entre Israel y los terroristas palestinos. Es como intentar establecerla entre los inquisidores cristianos demonizando y quemando judíos en hogueras, y judíos que ante ello propaguen liturgias anticristianas y se intenten defender de los victimarios. Hay una diferencia política y moral esencial: el soldado israelí está facultado jurídicamente para matar en acciones de autodefensa, representa al ejército regular de un Estado con derecho y deber de defenderse y preservarse. El terrorista es un asesino que considera a las demás personas fines para sus propios medios, y actúa permanente e injustificadamente fuera de la ley. El soldado ataca blancos terroristas. El terrorista ataca deliberadamente civiles e indefensos. Hamas utiliza a propios civiles palestinos como escudos humanos, de ahí que la responsabilidad por la muerte de esos civiles sea del propio Hamas. Aun así, Israel ha practicado la llamada doctrina de los “asesinatos selectivos” (que no es un asesinato a un pobre inocente combatiente o líder, sino que consiste en liquidar terroristas con sangre en sus manos que continúan planificando torrentes de muertos israelíes), y ataques quirúrgicos para evitar o reducir al máximo el daño colateral. No hay equivalencia moral entre el agresor y el agredido, entre la víctima y el victimario. Poner esto en la misma balanza es realmente atroz. Es de una perversidad moral inusitada. De los socialistas, no extraña. Pero de algunos liberales, sorprende.
No hay ninguna guerra que Israel haya provocado. Esto es muy claro incluso desde antes de que el Estado Judío declarara su independencia, en la época de la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU: los sionistas acataron; los árabes atacaron. Siempre atacaron primero los enemigos árabes e islámicos; en la única contienda bélica que Israel comenzó el ataque es en la Guerra de los Seis Días, dirigiendo una avanzada contra Egipto, pero esto fue tras un despliegue de efectivos y violaciones a la ley por parte del gobierno egipcio, sumado a la retórica auspiciosa y prometedora de genocidio judío por parte de su presidente, que demostraban la inminencia de una agresión total árabe. No hay que olvidar tampoco el pacto de Egipto firmado con Jordania y Siria para que atacaran en otros frentes contra Israel. De hecho lo hicieron. La consigna de los Estados árabes para guerrear contra el Estado Judío consistió en el mero nacimiento de este último. Si se siguen las excusas puestas por los árabes y se considera que Israel es el que provocó las guerras, estaríamos frente al inaudito argumento de que la existencia de un Estado legítimo es causa de justificación suficiente para agredirlo. Es decir, Israel debería disculparse por haber nacido y permitir su obliteración a mano de sus enemigos. ¿Alguien puede imaginar, en el caso de seres humanos, que una persona que inocentemente vino al mundo a vivir tenga que pedir perdón por su existencia y resignarse a ser asesinada? En referencia a esta contienda entre Estados, aplicar esa cadena de razonamientos equivaldría a condenar al legítimo establecimiento del Estado de Israel y justificar las ilegítimas agresiones de las cuales fue víctima.
El Estado de Israel no es una teocracia y nunca lo fue. El sionismo como movimiento político nació secular y así se desarrolló mayoritariamente. Israel no se constituyó anunciando una verdad programada en la Torá, sino que su origen fue un evento político con lectura de un documento político jurídico como la Declaración de la Independencia, más allá de las interpretaciones místicas que muchos quieran hacer de ello. Israel nunca fue gobernado por la religión, si bien religiosos tienen bancas en su parlamento. Israel es una democracia con una ley secular de cumplimiento obligatorio, mientras que la ley religiosa judía es de cumplimiento voluntario para quien desee regirse por ella. Israel no necesita recurrir a argumentos religiosos para justificarse. Es una realidad política, perfectamente concebible sin la religión. Cualquiera que haya estudiado su historia y analizado su presente, por más que haya influencias religiosas más o menos notorias e incidentes, es imposible confundirse y pensar que es una cuestión de fe opuesta a la razón. Israel no se basa en la teología para justificarse, sino en el derecho.
Una amplia mayoría de socialistas es antiisraelí, y una amplia mayoría de liberales es pro israelí. Por más que duela encontrarse con cierta gente en ambientes liberales que expresa soberbia inteligencia en muchos tópicos pero que rinde su razonamiento a estúpidos clichés internacionalmente difundidos por judeófobos cuando el foco se centra en Israel, es sabido que Israel puede asociarse a una isla de libertad en medio de un mar de esclavitud en el Medio Oriente, y que el grueso de los liberales así lo entiende. Por eso, doy el consejo y manifiesto el deseo de que la imagen positiva de Israel (sin olvidar las correcciones que es necesario efectuar ya que no es perfecto sino perfectible) sea desarrollada dentro del liberalismo como un legítimo proyecto de libertad.
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Peras al olmo
Peras al olmo
Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771
Veo que mucha gente (entre la que a veces, iluso, me incluyo) le pide a la izquierda (y a partir de ahora, por izquierda me referiré a su sector fanático y fundamentalista, sin incluir a los moderados con quienes se puede debatir) que proteste contra los inocentes asesinados víctimas de regímenes a los que habitualmente defiende. Que así como organiza marchas cuando terroristas palestinos mueren abatidos por el Ejército de Israel y lamentablemente en la maniobra de autodefensa israelí algún civil pierde la vida (que de más está decir, es por culpabilidad de los mismos terroristas que emplean a ciudadanos indefensos como escudos humanos), emita aunque sea un comunicado por los civiles asesinados, que se cuentan de a miles, por las tiranías árabes en las revueltas protagonizadas durante este año. Que así como pone el grito en el cielo cuando musulmanes mueren en el transcurso de un combate contra fuerzas israelíes, por lo menos hable en voz baja, aunque sea apenas perceptible, pero que hable, cuando musulmanes son asesinados por otros musulmanes debido a los cruentos atentados terroristas que perpetran los fanáticos militantes del islamismo y a la aplicación de la espantosa Sharia. A estos selectivos protestantes de los derechos humanos, a estos justificadores de masacres en nombre del multiculturalismo, relativismo, revolución y materialismo histórico, se les pide que protesten para demostrar en todos los casos que son coherentes con lo que profesan. La gente se pregunta dónde están los valores de la izquierda en dichas situaciones. Pero la cuestión de los valores de la izquierda es más abarcadora, y sin intención de intentar mezclar conceptos sin relación, se pretende dar un pantallazo al desprecio que esta ideología demuestra hacia el progreso de la humanidad y a las dignas aspiraciones del ser individual con basamento en la libertad. Así, vamos a entender que el trasfondo ideológico izquierdista está tan podrido que no cabría esperar pureza argumental en contra de flagrantes injusticias.
Cada vez que reflexiono sobre este tipo de cosas, la frase "no hay que pedirle peras al olmo" adquiere una sabiduría de proporciones magníficas. ¿Cuáles son los valores de la izquierda? saquear fortunas ajenas, expropiar lo que no es de ellos, redistribuir lo que no les pertenece, robar el fruto del trabajo de los demás, diseñar eficaces Estados totalitarios, sacrificar los interés individuales de las personas en nombre de abstracciones como el "bienestar público", asesinar y masacrar a los disidentes por no concordar con el régimen, poner la igualdad artificial por encima de la libertad natural y obrar en consecuencia retrasando al progreso y aborreciendo los triunfos de los virtuosos, recurrir al empleo de la fuerza física para toda clase de medidas económicas y políticas, matar de hambre 80 millones de personas y aun así seguir insistiendo en sus ideales negándose a reconocer su fracaso e insultando la dignidad y memoria de los desgraciados que perecieron bajo sus sistemas demenciales, hacer de la irracionalidad un culto, sostener falacias como que el afán de lucro es algo negativo, favorecer la corrupción institucionalizada, mentir hablando de pluralismo mientras descartan ipso facto cualquier crítica que se les haga por "imperialista" o "burguesa", creer que sus principios son superiores y se imponen a la realidad en vez de reconocer la realidad y sobre ella construir principios, promover el altruismo logrando que las personas sientan desprecio hacia ellas mismas y hacia el goce que se merecerían de lo producido por su trabajo, formar alianzas bajo el principio "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" para unirse a lo retrógrado y arcaico con tal de no ver prosperar a los países de vanguardia o a los empresarios o a los que tengan ganas de vivir mejor, aplicar vocabulario eufemístico como “luchadores por la libertad” para esconder y desvirtuar el verdadero significado de las atrocidades que sus representantes o alabados terroristas cometen... podría seguir pero no hace falta. Para el mero sentido de la defensa de la causa israelí y de la crítica a la ausencia de enojo por parte de la izquierda ante el cuadro de miles de israelíes asesinados por el terrorismo, creo que sería suficiente acusarlos de judeofobia recalcitrante. En ese cargo ya se contendrían varios de los repugnantes valores por los que se rigen. Pero para entender globalmente el problema izquierdista, es necesario el repaso general por sus nocivos postulados.
La izquierda está malacostumbrada a robar y a asesinar. ¿A esta izquierda la vamos a exhortar a que se manifieste en contra de la falta de libertad en los regímenes dictatoriales del Medio Oriente? ¿A esta izquierda le vamos a reclamar que proteste por los inocentes asesinados por las tiranías mencionadas? ¿A estos descerebrados fanáticos de los tiranos y de sus sanguinarias tiranías les vamos a pedir que se critiquen a ellos mismos? Quizá sea hora de que asumamos en serio que no se le pueden pedir peras al olmo, dejemos de reclamarle a la izquierda algo que jamás estaría dispuesta a hacer por implicar desenmascararse a ella misma siendo que le gusta apasionadamente construir corazas que impidan la menor crítica a sus postulados, quitarle el disfraz que se pone para confundir y justificarse, considerarla como responsable y cómplice de lo que se la tenga que considerar, y empezar a juzgarla moralmente con la dureza e implacabilidad que merece.
Ezequiel Eiben
26/7/2011
24 Tammuz 5771
Veo que mucha gente (entre la que a veces, iluso, me incluyo) le pide a la izquierda (y a partir de ahora, por izquierda me referiré a su sector fanático y fundamentalista, sin incluir a los moderados con quienes se puede debatir) que proteste contra los inocentes asesinados víctimas de regímenes a los que habitualmente defiende. Que así como organiza marchas cuando terroristas palestinos mueren abatidos por el Ejército de Israel y lamentablemente en la maniobra de autodefensa israelí algún civil pierde la vida (que de más está decir, es por culpabilidad de los mismos terroristas que emplean a ciudadanos indefensos como escudos humanos), emita aunque sea un comunicado por los civiles asesinados, que se cuentan de a miles, por las tiranías árabes en las revueltas protagonizadas durante este año. Que así como pone el grito en el cielo cuando musulmanes mueren en el transcurso de un combate contra fuerzas israelíes, por lo menos hable en voz baja, aunque sea apenas perceptible, pero que hable, cuando musulmanes son asesinados por otros musulmanes debido a los cruentos atentados terroristas que perpetran los fanáticos militantes del islamismo y a la aplicación de la espantosa Sharia. A estos selectivos protestantes de los derechos humanos, a estos justificadores de masacres en nombre del multiculturalismo, relativismo, revolución y materialismo histórico, se les pide que protesten para demostrar en todos los casos que son coherentes con lo que profesan. La gente se pregunta dónde están los valores de la izquierda en dichas situaciones. Pero la cuestión de los valores de la izquierda es más abarcadora, y sin intención de intentar mezclar conceptos sin relación, se pretende dar un pantallazo al desprecio que esta ideología demuestra hacia el progreso de la humanidad y a las dignas aspiraciones del ser individual con basamento en la libertad. Así, vamos a entender que el trasfondo ideológico izquierdista está tan podrido que no cabría esperar pureza argumental en contra de flagrantes injusticias.
Cada vez que reflexiono sobre este tipo de cosas, la frase "no hay que pedirle peras al olmo" adquiere una sabiduría de proporciones magníficas. ¿Cuáles son los valores de la izquierda? saquear fortunas ajenas, expropiar lo que no es de ellos, redistribuir lo que no les pertenece, robar el fruto del trabajo de los demás, diseñar eficaces Estados totalitarios, sacrificar los interés individuales de las personas en nombre de abstracciones como el "bienestar público", asesinar y masacrar a los disidentes por no concordar con el régimen, poner la igualdad artificial por encima de la libertad natural y obrar en consecuencia retrasando al progreso y aborreciendo los triunfos de los virtuosos, recurrir al empleo de la fuerza física para toda clase de medidas económicas y políticas, matar de hambre 80 millones de personas y aun así seguir insistiendo en sus ideales negándose a reconocer su fracaso e insultando la dignidad y memoria de los desgraciados que perecieron bajo sus sistemas demenciales, hacer de la irracionalidad un culto, sostener falacias como que el afán de lucro es algo negativo, favorecer la corrupción institucionalizada, mentir hablando de pluralismo mientras descartan ipso facto cualquier crítica que se les haga por "imperialista" o "burguesa", creer que sus principios son superiores y se imponen a la realidad en vez de reconocer la realidad y sobre ella construir principios, promover el altruismo logrando que las personas sientan desprecio hacia ellas mismas y hacia el goce que se merecerían de lo producido por su trabajo, formar alianzas bajo el principio "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" para unirse a lo retrógrado y arcaico con tal de no ver prosperar a los países de vanguardia o a los empresarios o a los que tengan ganas de vivir mejor, aplicar vocabulario eufemístico como “luchadores por la libertad” para esconder y desvirtuar el verdadero significado de las atrocidades que sus representantes o alabados terroristas cometen... podría seguir pero no hace falta. Para el mero sentido de la defensa de la causa israelí y de la crítica a la ausencia de enojo por parte de la izquierda ante el cuadro de miles de israelíes asesinados por el terrorismo, creo que sería suficiente acusarlos de judeofobia recalcitrante. En ese cargo ya se contendrían varios de los repugnantes valores por los que se rigen. Pero para entender globalmente el problema izquierdista, es necesario el repaso general por sus nocivos postulados.
La izquierda está malacostumbrada a robar y a asesinar. ¿A esta izquierda la vamos a exhortar a que se manifieste en contra de la falta de libertad en los regímenes dictatoriales del Medio Oriente? ¿A esta izquierda le vamos a reclamar que proteste por los inocentes asesinados por las tiranías mencionadas? ¿A estos descerebrados fanáticos de los tiranos y de sus sanguinarias tiranías les vamos a pedir que se critiquen a ellos mismos? Quizá sea hora de que asumamos en serio que no se le pueden pedir peras al olmo, dejemos de reclamarle a la izquierda algo que jamás estaría dispuesta a hacer por implicar desenmascararse a ella misma siendo que le gusta apasionadamente construir corazas que impidan la menor crítica a sus postulados, quitarle el disfraz que se pone para confundir y justificarse, considerarla como responsable y cómplice de lo que se la tenga que considerar, y empezar a juzgarla moralmente con la dureza e implacabilidad que merece.
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domingo, 24 de julio de 2011
Terrorismo en Noruega: repudio a la violencia y reproche moral al silencio selectivo
Terrorismo en Noruega: repudio a la violencia y reproche moral al silencio selectivo
Ezequiel Eiben
25/7/2011
23 Tammuz 5771
Al menos 93 personas fueron víctimas del terrorismo en Noruega el viernes 22/7/2011. Dos atentados ejecutados en coordinación, uno en Oslo y otro en un campamento juvenil de socialdemócratas en la isla de Utøya, ubicada a aproximadamente 40 kilómetros de la mencionada ciudad capital.
Los atentados son repulsivos, como todo el terrorismo; no solamente éstos. Injustificables todos, por supuesto. Ahora bien, enfocándonos en la tarea desempeñada por los medios de comunicación, y no en la tragedia humana que ya condenamos, se entiende que muchos nos enojemos. Esto es porque todos los días hay atentados terroristas realizados por el islamismo, y muchos medios callan. Porque cuando las víctimas son israelíes, muchos medios enmudecen, censuran o hasta aplauden, y cuando las víctimas son de otras nacionalidades, lloran. Con esto no se quiere decir que Oslo debe pasar desapercibido; al contrario, debe ser cubierto y condenado sin tapujos. Hay que lamentar la pérdida de aquellas vidas inocentes. Pero también debe ser condenado el islamismo, que encima es muchísimo más frecuente. El islamismo es constante, y mucho más letal tomando en consideración representación política, despliegue estratégico, capacidad armamentística y adoctrinamiento ideológico. Sin embargo, no recibe las mismas quejas. El silencio de varios es su aliado.
Personalmente repudio 100% el atentado terrorista, y también repudio la simpatía que el islamismo genera en muchas personas occidentales y cómo cuando los que lo sufren son niños israelíes muchos hacen la vista gorda. Pero quiero aclarar, discrepo con los que piensan que los noruegos asesinados estén “soportando ellos mismos” un atentado en respuesta a su propia medicina. Una cosa es ser terrorista, y otra cosa es no quejarse del terrorismo cuando es contra israelíes y poner el grito en el cielo cuando es con otras personas.
Todas las personas tienen derechos individuales, y no está justificado el ejercicio ilegítimo de la fuerza en contra de ellas: ninguna persona, como ser individual, debe ser asesinado, ni debe considerarse que se la ha retribuido por lo que se llama la “opinión pública” o demás abstracciones como “la voz de la nación noruega”, que aquí sería la falta de condena moral hacia el islamismo. Lo que debería exigirse, concretamente, es la condena inequívoca al terror, sin pedir por sufrimiento innecesario e ilegítimo como retribución a la falta de condena moral. El reclamo para aquellos que se callan cuando el terrorismo se da en una parte del mapa y vociferan cuando es en otra, es estrictamente moral, sin solicitar que prueben la violencia que sufren ciertas víctimas para que por fin estas últimas sean comprendidas.
No tengo muchas esperanzas en que este atentado provoque el radical cambio en la estima respecto de Israel de muchos países europeos como Noruega y que empiecen a comprender su causa vital. Pero, sin justificar la violencia terrorista, y rechazando completamente la idea de que solo mediante atentados van a abrir los ojos, espero como mínimo que los noruegos y varios más empiecen a comprender la naturaleza del terror y a combatirlo como se debe.
Quiero aprovechar, ahora sí, para brindar unas palabras de apoyo a los familiares de las víctimas de la masacre terrorista en Oslo, justo en una época de especial sensibilidad también en Argentina, desde donde estoy escribiendo, porque acabamos de recordar otro atentado terrorista perpetrado en Buenos Aires contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Las causas del bien y del respeto a los seres humanos y a sus proyectos de vida, prevalecerán en el marco de la civilización si trabajamos para ello; y el flagelo del terrorismo será derrotado, si lo combatimos. Así como hoy nos toca llorar víctimas, esperemos que mañana estemos aplaudiendo a soldados que derroten militarmente a los terroristas, y saludando a maestros que eduquen hacia el respeto por la vida y la libertad de las personas.
Ezequiel Eiben
25/7/2011
23 Tammuz 5771
Al menos 93 personas fueron víctimas del terrorismo en Noruega el viernes 22/7/2011. Dos atentados ejecutados en coordinación, uno en Oslo y otro en un campamento juvenil de socialdemócratas en la isla de Utøya, ubicada a aproximadamente 40 kilómetros de la mencionada ciudad capital.
Los atentados son repulsivos, como todo el terrorismo; no solamente éstos. Injustificables todos, por supuesto. Ahora bien, enfocándonos en la tarea desempeñada por los medios de comunicación, y no en la tragedia humana que ya condenamos, se entiende que muchos nos enojemos. Esto es porque todos los días hay atentados terroristas realizados por el islamismo, y muchos medios callan. Porque cuando las víctimas son israelíes, muchos medios enmudecen, censuran o hasta aplauden, y cuando las víctimas son de otras nacionalidades, lloran. Con esto no se quiere decir que Oslo debe pasar desapercibido; al contrario, debe ser cubierto y condenado sin tapujos. Hay que lamentar la pérdida de aquellas vidas inocentes. Pero también debe ser condenado el islamismo, que encima es muchísimo más frecuente. El islamismo es constante, y mucho más letal tomando en consideración representación política, despliegue estratégico, capacidad armamentística y adoctrinamiento ideológico. Sin embargo, no recibe las mismas quejas. El silencio de varios es su aliado.
Personalmente repudio 100% el atentado terrorista, y también repudio la simpatía que el islamismo genera en muchas personas occidentales y cómo cuando los que lo sufren son niños israelíes muchos hacen la vista gorda. Pero quiero aclarar, discrepo con los que piensan que los noruegos asesinados estén “soportando ellos mismos” un atentado en respuesta a su propia medicina. Una cosa es ser terrorista, y otra cosa es no quejarse del terrorismo cuando es contra israelíes y poner el grito en el cielo cuando es con otras personas.
Todas las personas tienen derechos individuales, y no está justificado el ejercicio ilegítimo de la fuerza en contra de ellas: ninguna persona, como ser individual, debe ser asesinado, ni debe considerarse que se la ha retribuido por lo que se llama la “opinión pública” o demás abstracciones como “la voz de la nación noruega”, que aquí sería la falta de condena moral hacia el islamismo. Lo que debería exigirse, concretamente, es la condena inequívoca al terror, sin pedir por sufrimiento innecesario e ilegítimo como retribución a la falta de condena moral. El reclamo para aquellos que se callan cuando el terrorismo se da en una parte del mapa y vociferan cuando es en otra, es estrictamente moral, sin solicitar que prueben la violencia que sufren ciertas víctimas para que por fin estas últimas sean comprendidas.
No tengo muchas esperanzas en que este atentado provoque el radical cambio en la estima respecto de Israel de muchos países europeos como Noruega y que empiecen a comprender su causa vital. Pero, sin justificar la violencia terrorista, y rechazando completamente la idea de que solo mediante atentados van a abrir los ojos, espero como mínimo que los noruegos y varios más empiecen a comprender la naturaleza del terror y a combatirlo como se debe.
Quiero aprovechar, ahora sí, para brindar unas palabras de apoyo a los familiares de las víctimas de la masacre terrorista en Oslo, justo en una época de especial sensibilidad también en Argentina, desde donde estoy escribiendo, porque acabamos de recordar otro atentado terrorista perpetrado en Buenos Aires contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Las causas del bien y del respeto a los seres humanos y a sus proyectos de vida, prevalecerán en el marco de la civilización si trabajamos para ello; y el flagelo del terrorismo será derrotado, si lo combatimos. Así como hoy nos toca llorar víctimas, esperemos que mañana estemos aplaudiendo a soldados que derroten militarmente a los terroristas, y saludando a maestros que eduquen hacia el respeto por la vida y la libertad de las personas.
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